Reflexión del Dia: 17 de Enero



HICIMOS UNA LISTA DE TODAS AQUELLAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS (Octavo Paso de CoDA).
VICTIMAS, NUNCA MÁS
Cuando comencé mi recuperación de la codependencia, sólo podía ver los daños y males que otros me habían hecho. Estaba tan dolida. Había perdido tanto.
Me sentía tan víctima.
Ver mi parte en las relaciones, aun los aspectos más dolorosos de mí misma que necesitaba trabajar, estaba más allá de mis posibilidades. Pensar en disculparme con alguien era imposible.
Se sentía como disculparme con otros porque me habían lastimado. Lo bueno es que no necesité hacer mis reparaciones en ese momento. No estaba lista. Necesitaba mirar mi dolor, mi tristeza, y algunos comportamientos básicos de recuperación que podía practicar para detener mi dolor.
Necesitaba cuidar mis heridas y hasta consentirme con un poco de lástima por mí misma; este era parte de mi proceso de dejar de ser víctima de otros, de sus adicciones, y de sus problemas.
Llegó un momento, y tardó en llegar, cuando estaba lista para comenzar el proceso de mirar hacia adentro. Llegó el momento de disponerme a encarar y aceptar mi parte en las relaciones.

Vi cómo tenía un papel aún en la relación más dolorosa que había tenido. Cuando dejé de quejarme tan largo y tendido del comportamiento ajeno, comencé a verlos como espejos de quién era yo. Y la verdad era que cuando ya no necesitaba alguna relación en particular, la terminaba. No me tenían cautiva. Yo era, todo el tiempo, responsable de mí misma.
Mis relaciones reflejaban mis problemas no resueltos y mis miedos. Mis relaciones reflejaban mis creencias acerca de lo que merecía del amor, y de lo que estaba dispuesta a tolerar.
Cuando miré de cerca a aquellos a quienes había acusado de no querer intimar conmigo, comencé a ver mis propias trabas a la intimidad: mi falta de disposición de ser emocionalmente honesta y vulnerable. Vi mi incapacidad para sostener la cercanía o de permitir a alguien entrar en mi corazón por más de un momento.
Aquellos de quienes me había quejado porque «dependían demasiado de mí» eran los mismos de los que yo dependía demasiado.
Cuando revisé a aquellos que me enfurecían porque me trataban de controlar o interferían demasiado en mis asuntos, vi que les respondía con la misma moneda: una falta de disposición de aceptarlos como eran y dejarlos ser.
Vi que había necesitado y atraído todas las relaciones en mi vida por uno u otro propósito de crecimiento. Si no aprendía la lección, si no encaraba y trabajaba lo que estaba dentro de mí, me encontraba en una circunstancia similar, repitiendo lo anterior. Cuando me dispuse a enfrentar mi parte, admitir mi participación, admitir mi papel, y hacer reparaciones por mi parte, había ganado la mitad de la batalla. Quizá la victoria ya era mía.
Existe un lugar callado y honesto donde nos lleva este Paso, un lugar para bajar las defensas y el orgullo, un lugar donde podemos soltar la victimización. Nos disponemos a barrer nuestro lado de la calle, en paz y honestidad.
Da este Paso lo más pronto posible después de hacer tu lista. Dalo cuando entran la amargura, el resentimiento, la victimización, y el miedo. Dalo cuando buscas y deseas la paz y la curación dentro de ti mismo y con otros. No tenemos que dar este Paso demasiado pronto. No tenemos que darlo hasta que estemos listos. Pero, cuando es hora, no queremos posponerlo.
Este Paso nos da permiso de dejar de pelear con otros y con nosotros mismos. Podemos aprender de nosotros mismos, y despuéscrecer y progresar de ahí. Podemos amar, perdonar, y ser perdonados, y aceptar todo lo que ha sucedido.
¡Muchos de nosotros cargamos los restos de relaciones que terminaron hace ya décadas! No nos hemos reconciliado y hecho las paces con el pasado. Hacer una lista y disponernos (tres listas, de ser necesario), es como nos liberamos.
No sólo se abrirán nuestros corazones más, sino también nuestros ojos. Aprenderemos lo que necesitamos aprender acerca de nosotros mismos. Estaremos libres para soltar nuestros pasados y caminar hacia un futuro mejor.

Algunos dicen que el pasado no puede cambiarse. Este Paso prueba lo contrario. Este Paso puede hacer de nuestros pasados una parte necesaria, aceptable, y sin arrepentimientos de nuestra vida.
Muchas personas en recuperación no han hecho una lista formal. Pero si nos quedamos suficiente tiempo, tendremos una lista. Los nombres vendrán, llegarán a nuestras mentes y corazones.
Nuestros asuntos no resueltos se aclararán.
Nos daremos cuenta de las personas y las relaciones que necesitamos trabajar. Puede ser un ex marido, un padre o madre, una vieja amistad. Puede ser un pariente. Pero vendrán, mentalmente, o en realidad, su presencia física. La oportunidad para disponernos se presentará.
La oportunidad de sanar vendrá.
Asimismo será con nuestras ideas acerca de los daños que nos hemos causado a nosotros mismos. Paulatinamente, estos asuntos se presentarán. Veremos cómo nos hemos descuidado y lastimado. La vida nos preguntará si estamos dispuestos a cambiar la manera en que nos tratamos y respondemos a nosotros mismos.
De eso se trata la recuperación.
No te preocupes de hacer este Paso suficientemente bien. No lo uses para sentirte culpable. Usa la lista que tienes en tu corazón o por escrito. Luego, ábrete a la disposición.
Pide ser mostrado quién debe estar en tu lista. Pide la visión de los daños que has hecho a ti mismo y a otros. Pide ayuda para ponerte dispuesto.
El perdón, las relaciones sanas, y la paz comienzan dentro de nosotros mismos. Comienzan con este Paso.
Todo lo que nos pide este Paso es hacer una lista, luego disponernos a cuidar honestamente de nosotros mismos y de nuestros comportamientos con las personas. Sin importar el papel que juega el otro, nosotros ya estamos libres para identificar, poseer, y asumir la responsabilidad por nosotros mismos.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Meditación 17 de Enero… Roles de trabajo



Qué fácil es sumergirse en los roles en el trabajo. Qué fácil es colocar a otras personas en roles. A veces, esto es necesario, apropiado y conveniente.
Pero también podemos dejar que nuestro yo brille a través de nuestro papel.
Hay alegría en dar nuestro don de habilidad en el trabajo, en entregarnos a la tarea en cuestión tan a fondo que experimentamos una relación íntima con nuestro trabajo. Hay alegría cuando creamos o cumplimos una tarea y podemos decir: «¡Bien hecho!»
También hay alegría cuando somos nuestro propio trabajo, y cuando descubrimos y apreciamos a quienes nos rodean.
La tarea más desagradable y mundana se puede atravesar cuando dejamos de pensar en nosotros mismos como un robot y nos permitimos ser una persona.
Los que nos rodean responderán con gusto cuando los tratemos como individuos y no como roles definidos por el trabajo.Esto no significa que tengamos que enredarnos inapropiadamente con los demás. Significa que, ya sea que seamos un empleador o un empleado, cuando las personas pueden ser personas que realizan tareas en lugar de personas que realizan tareas, somos personas más felices y más contentas.
«Hoy, me dejaré brillar a través de mi tarea en el trabajo. Trataré de ver a los demás y los dejaré brillar también, en lugar de mirar solo sus tareas. Dios, ayúdame a estar abierto a la belleza de mí mismo y de los demás en el trabajo. Ayúdame a mantener relaciones saludables con las personas en el trabajo».

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Serie de Meditaciones).