30
CONTINUAMOS HACIENDO NUESTRO INVENTARIO PERSONAL Y CUANDO NOS EQUIVOCABAMOS LO ADMITIAMOS INMEDIATAMENTE (Décimo Paso de CoDA).
ADMITIR CUANDO NOS EQUIVOCAMOS
Con frecuencia, he encontrado que simplemente asumir la responsabilidad, luego pedir disculpas por mi conducta, es suficiente para dar por terminado los asuntos que surgen. Las palabras, «Me equivoqué y lo siento» son tan curativas. Poder dar o recibir estas palabras, y luego soltar el incidente, es uno de los muchos regalos que he recibido en este proceso llamado recuperación.
Mientras crecía, pasé la mayor parte de mi vida castigando a las personas. Si ocurría una indiscreción, la archivaba durante años y la usaba contra esa persona una y otra vez, a veces durante años y años. Nunca soltaba nada.
Me volví una persona castigadora. Si alguien me desilusionaba o no hacía lo que yo pensaba que debían hacer, no sólo me enojaba. Me aferraba al enojo y castigaba. Y castigaba.
Así también me trataba a mí misma cuando cometía algún error.
Me mantenía alejada del amor y la alegría disponible para míen las relaciones y la vida. No sabía cómo aceptar, perdonar, y nutrirme a mí misma. No sabía cómo ni cuándo aceptar y perdonar a otros.
Intentaba perdonar a los alcohólicos por beber cuando yo aún me permitía ser victimizada por su forma de hacerlo. Sustituía el perdón y la negación por la aceptación de la realidad. Tenía confundidos los conceptos.
Ahora estoy aprendiendo a aceptar y dar disculpas, luego a soltar las cosas. También comprendo que esto siempre, siempre significa manejar sentimientos, mis sentimientos, y aceptar la realidad.
Estoy aprendiendo que mis sentimientos son una parte importante de la realidad.
Durante años, cuando me sentía lastimada o enojada, corría a Dios y pedía a Dios que me perdonara. Me sentía avergonzada y arrepentida por estar enojada, por sentirme lastimada, por sentir. «Padre, perdóname, porque he pecado», era mi lema cada vez que tenía cualquier tipo de sentimiento desagradable hacia otro. Me veía a mí misma y mis sentimientos como algo afuera de y ajeno a mi Poder Superior.
Luego me sentía confundida y culpable cuando los sentimientos no desaparecían. Cuando el comportamiento de la otra persona continuaba, también lo hacían mis sentimientos.
Me tardé mucho (y aún estoy aprendiendo esta lección) en darme cuenta de que mis sentimientos muchas veces son la forma en que mi Poder Superior me habla y trata de llamarme la atención hacia una lección que necesito aprender. Puede ser una lección acerca de poner límites, poseer mi propio poder, o aprender algo acerca de mí misma y mis relaciones. Mis sentimientos no son incidentales. Son una parte importante de mí misma, mi vida, y son a lo que debo estar prestando atención.
Por lo menos, debo sentirlos plenamente antes de pasar a otra cosa. La vida, y mi Poder Superior, con frecuencia me atiborrarán con circunstancias similares, diseñados a provocar cierta emoción.
Antes pensaba que no sentir esa emoción era lo que se esperaba de mí. Ahora, estoy aprendiendo a rendirme con mayor facilidad y dignidad ante la emoción como una parte necesaria e importante de la experiencia.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Día: 27 de enero de 2019
Meditación 27 de Enero… Necesitamos de la gente
Podemos encontrar el equilibrio entre el necesitar demasiado de la gente y no permitirnos necesitar absolutamente a nadie.
Muchos de nosotros tenemos necesidades de dependencia del pasado que no han sido satisfechas. Aunque queremos que los demás satisfagan nuestro deseo de ser amados en forma incondicional, podemos haber elegido gente que no pueda, o no quiera, ser un apoyo para nosotros. Algunos de nosotros estamos tan necesitados emocionalmente por el hecho de no haber sido amados, que ahuyentamos a la gente al hacerles ver que la necesitamos demasiado.
Otros nos vamos al extremo opuesto. Podemos habernos acostumbrado a que la gente no nos apoye, de modo que la evitamos. Luchamos contra nuestros sentimientos de necesidad de los demás volviéndonos demasiado independientes, no permitiéndonos ya necesitar a nadie. Algunos de nosotros no dejamos que la gente nos apoye.
Sea como sea, estamos dejando inconcluso un asunto importante. Nos merecemos otra cosa mejor. Cuando cambiemos, nuestras circunstancias cambiarán.
Si estamos demasiado necesitados de los demás, respondemos aceptando esa parte necesitada que tenemos. Nos dejamos curar el dolor de necesidades pasadas que no se satisficieron. Dejamos de decirnos a nosotros mismos que no somos dignos de amor porque no nos han amado de la manera como queríamos y necesitábamos.
Si hemos cerrado la parte de nosotros que tiene necesidad de la gente, nos disponemos a abrirnos, a ser vulnerables, a permitir que nos amen. Nos permitimos tener necesidades.
Tendremos el amor que deseamos y que necesitamos cuando empecemos a creer que somos dignos de ser amados, y cuando permitamos que esto ocurra.
«Hoy luchare por lograr el equilibrio entre el necesitar demasiado a los demás y el no permitirme necesitar a la gente. Me permitiré recibir el amor que se me ofrece».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).