Los sentimientos pueden no ser siempre un barril de felicidad, pero reprimirlos puede ser verdaderamente desastroso. Así que, ¿cuál es la solución? ¿Qué hacemos con estos incómodos sentimientos que parecen ser tanto una carga como un deleite?
Los sentimos. Podemos sentir. Está bien sentir nuestros sentimientos, Está bien que tengamos sentimientos, todos los que hay. Incluso está bien que los hombres sientan. No está mal que haya sentimientos. Estos no son inadecuados. No necesitamos sentirnos culpables acerca de tos sentimientos. Los sentimientos no son hechos; sentir una furia homicida es enteramente distinto que cometer suicidio. Los sentimientos no se deben juzgar como buenos o malos. Los sentimientos son energía emocional; no son rasgos de personalidad.
La gente dice que hay cientos de sentimientos diferentes, que van de un ligero desagrado a un verdadero malhumor, de la exuberancia al deleite, etcétera. Algunos terapeutas han reducido la lista a cuatro: furia, tristeza, alegría y miedo, Estos son los cuatro grupos de sentimientos primarios, y todos los demás son matices y variaciones de ellos. Por ejemplo, sentirse solo y “estar azotadísimo” caerían dentro de la categoría de la tristeza; la ansiedad y el nerviosismo serían variaciones del miedo; ver todo color de rosa y estar contento se catalogarían dentro de la alegría. Pueden llamarlos como quieran; lo importante es sentirlos.
Eso no significa que tengamos siempre que estar en guardia por un sentimiento o por otro. No significa que tengamos que dedicar una cantidad extraordinaria de nuestras vidas a revolcarnos en el estiércol emocional. De hecho, manejar nuestros sentimientos significa que podemos salir del estiércol. Significa que si sobreviene un sentimiento —energía emocional—, podemos sentirla. Nos tomamos unos momentos, reconocemos la sensación, y seguimos al siguiente paso. No censuramos. No bloqueamos. No nos escapamos. No nos decimos a nosotros mismos: “No sientas eso. Algo debe de estar mal dentro de mí”. No nos juzgamos a nosotros mismos por nuestros sentimientos. Los experimentamos. Permitimos que la energía pase por nuestros cuerpos, y la aceptamos como nuestra energía emocional, como nuestro sentimiento.
Decimos “está bien.”
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
Categoría: el miedo
Meditación 28 de Diciembre… Pánico
¡Qué no te entre el pánico!
Si nos ataca el pánico, no tenemos por qué permitirle que controle nuestras conductas. Las conductas controladas por el pánico tienden a ser autodestructivas. No importa cuál sea la situación o circunstancia, el pánico no suele ser una buena base. No importa cuál sea la situación o circunstancia, por lo general tenemos aunque sea solo un momento para respirar profundamente y restaurar nuestra serenidad y nuestra paz.
No tenemos que hacer más de lo que razonablemente podemos hacer, ¡nunca! ¡No tenemos que hacer algo que no sabemos hacer en absoluto o que no podamos aprender a hacer!
Este programa, esta manera sana de vivir que estamos buscando, se construye sobre una base de paz y de callada confianza, en nosotros mismos, en nuestro Poder Superior, en el proceso de recuperación.
Que no te entre pánico. Eso nos aleja del sendero. Relájate. Respira profundamente. Deja que fluya la paz por tu cuerpo y por tu mente. A partir de esta base, tu Fuente te proveerá de los recursos necesarios.
«Hoy trataré el pánico como un asunto aparte que necesita atención inmediata. Me rehusaré a permitir que me motiven pensamientos y sentimientos de pánico. En vez de ello, dejare que la paz y la confianza motiven mi sentimientos, pensamientos y conductas».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
Reflexión del Dia: 2 de Agosto
Reaccionar casi nunca funciona. Reaccionamos demasiado aprisa, con demasiada intensidad y urgencia. Rara vez podemos hacer lo más adecuado cuando nos encontramos en ese estado mental, Resulta irónico que no se nos requiera para hacer las cosas en este estado mental. Poco hay en nuestras vidas que no podamos hacer mejor si permanecemos apacibles. Pocas situaciones —no importa qué tanto parezcan demandarlo— pueden mejorarse si perdemos los estribos.
Entonces, ¿por qué lo hacemos?
Reaccionamos porque estamos ansiosos y temerosos de lo que está sucediendo, de lo que podría
suceder y de lo que ha sucedido.
Muchos reaccionamos como si todo fuera una crisis porque hemos vivido tantas crisis durante tanto
tiempo que la reacción a la crisis se ha convertido en un hábito.
Reaccionamos porque pensamos que no deberían estar sucediendo las cosas como suceden.
Reaccionamos porque no nos sentimos bien con nosotros mismos.
Reaccionamos porque la mayoría de la gente reacciona.
Reaccionamos porque pensamos que tenemos que reaccionar.
No tenemos que hacerlo.
No debemos tener tanto miedo de la gente. Son gente como nosotros.
No tenemos que abdicar a nuestra paz. No sirve de nada. Disponemos de los mismos recursos y hechos cuando estamos en paz que de los que disponemos cuando estamos en un estado frenético y caótico.
De hecho disponemos de más recursos porque nuestras mentes y emociones están libres de actuar a su mayor potencial.
No debemos abdicar a nuestro poder para pensar y sentir por cuenta de los demás. Tampoco eso se requiere de nosotros.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).