Liberarse del dolor emocional

Si usted sufre regularmente porque le invaden miedos infundados, ira, o porque siente desconfianza,culpa,ansiedad, depresión, cambios de humor o fobias, probablemente esté convencido en lo más profundo de su ser de que, como es lógico, usted no tiene ningún control sobre esas emociones. Sin duda, parte de esa creencia es cierta. Si usted está caminando y le da un calambre en la pierna, puede pararse y descansar hasta que mejore, pero si usted tiene un dolor emocional, no hay ningún remedio así de obvio.

Las emociones dolorosas que surgen sin causa obvia o que siguen presentes mucho después de la desgracia que las pudo hacer surgir son una manifestación de la adicción a la infelicidad. Sin darse cuenta, la gente busca emociones dolorosas porque anteriormente, en algún momento de su vida, interpretaron erróneamente que eso era lo que se suponía que tenían que sentir. Sin saberlo confundieron ese sentimiento doloroso con la felicidad y, como resultado de ello, desarrollaron la necesidad de volver a sentirlo. En ese sentido el dolor emocional tiene un propósito concreto, aunque ciertamente no ocurre a propósito. Aunque pueda resultar sorprendente y de alguna manera desconcertante darse cuenta de que en gran medida usted es el autor de lo que siente, saber esto también le dará a usted fuerza.

Gracias a que esos estados de ánimo dolorosos son Mitos aprendidos en la infancia, no taras de nacimiento, pueden desprenderse. Una vez que eso ocurre, se liberará de la infelicidad provocada por usted mismo. De una forma consistente podrá elegir estados de ánimo y emociones positivas, y esta actitud solo cambiará ante acontecimientos verdaderamente desgraciados. Parte del proceso de desaprender es distinguir la infelicidad «apropiada» de la infelicidad «gratuita».

La infelicidad apropiada es una respuesta realista ante un acontecimiento desgraciado. La infelicidad inapropiada es una reacción exagerada o una experiencia buscada que se utiliza para satisfacer la adicción a la infelicidad.

La tristeza que surge ante una pérdida importante es algo inevitable. Si se añade una infelicidad gratuita, a esa respuesta inicial puede añadirse también una depresión o ansiedad que no están en proporción con la pérdida real o que sigue presente por muchos meses o años. Esa reacción hace difícil seguir adelante, provoca ira o sospechas ante otros, o fomenta la convicción de que usted no vale nada y que tiene la culpa de lo que ocurre.

La infelicidad gratuita puede surgir también cuando una persona, sin saberlo, persigue el dolor para poder gratificar su adicción a la infelicidad. Un ejemplo es una mujer que trabajó diligentemente durante tres años en una novela y, cuando fue aceptada por un editor, reaccionó con una profunda depresión.

El requisito previo para liberarse del dolor emocional es aprender a distinguir la infelicidad apropiada de la infelicidad gratuita. A algunas personas les gusta tener un diario de sus emociones; otras no se toman esa molestia. Realmente no importa cómo lo haga, pero es importante que empiece a darse cuenta hasta qué grado su infelicidad es gratuita, es decir, causada por usted mismo. Por ejemplo, si usted ha sufrido una pérdida o un desengaño, naturalmente sentirá un cierto grado de tristeza, pero también puede sentir un dolor desproporcionado ante la pérdida que acaba de experimentar. Ese sentimiento representa infelicidad gratuita

Las siguientes pautas le pueden ayudar a distinguir la infelicidad apropiada de la gratuita:

Infelicidad apropiada

• Es siempre el resultado directo de un hecho verdaderamente grave (por ejemplo: la enfermedad o muerte de un ser querido, la pérdida de un trabajo que deseaba o el hecho de que no le den ese ascenso que tanto buscó).
• Incluye sentirse decepcionado o triste y, en el caso de una pérdida muy grave, también puede incluir sentimientos no concretos de ira.
• No incluye fuertes sentimientos de autocrítica, depresión constante, rabia no provocada hacia otros,quedarse en blanco o tener miedos o ansiedades infundadas.

Infelicidad gratuita

• Puede incluir ser duro con uno mismo, depresión crónica, quedarse como en blanco o tener miedos infundados, sentir ansiedad, sospechas o ira.
• Puede aprovecharse de una pérdida verdadera.
• No tiene conexión necesariamente con un acontecimiento triste. La infelicidad gratuita puede venir después de sentirse bien o simplemente «salir de la nada».

Conocerse a sí mismo: identificar cómo y cuándo experimenta una infelicidad gratuita.

Primero identifique cuál es el tipo de infelicidad gratuita que le provoca mayor angustia. Quizá lo que más le afecta es sentirse «bajo de moral», o le invaden pensamientos de ansiedad u otros sentimientos de los que no se puede librar, o se siente exageradamente irritable. O quizá usted es muy consciente del tipo de infelicidad gratuita que lo invade. Por ejemplo, se puede sentir aterrorizado ante el hecho de volar enavión o terriblemente ansioso cuando tiene que hablar delante de gente. O quizá su manera especial de sentir infelicidad gratuita ha sido invisible para usted porque ha sido como un «ruido de fondo» compuesto de ansiedad, depresión, oscuridad o autocrítica. Al enfocarse en este telón de fondo desagradable, podrá empezar a darse cuenta de cuándo está presente y cuándo no lo está. Una vez que haya identificado los sentimientos negativos que están interfiriendo en su vida, observe cuándo tienen lugar. Quizá, como el miedo a volar o a hablar en público, se estimulan con una actividad en particular. Otras veces pueden venir de la nada. O tal vez le sobrevengan cuando se ha sentido especialmente bien o después de que le haya ocurrido algo malo que no se esperaba. Durante el día, mida su temperatura emocional. Por ejemplo, si se siente feliz y satisfecho, note si esos sentimientos positivos son reemplazados por emociones negativas y cuándo. Continúe observando hasta que surja un patrón determinado.

Mitos sobre el origen de nuestras emociones.

Puede ser reconfortante superficialmente pensar que los estados emocionales dolorosos se deben a algún problema en la estructura de nuestro cerebro y, como consecuencia, que no tenemos ninguna influencia sobre nuestros estados de ánimo. Pero, al mismo tiempo, esta noción es muy desalentadora porque sitúa el proceso de regulación de nuestras emociones siempre más allá del control de nuestra voluntad. El hecho de que nosotros somos los verdaderos autores, aunque sin saberlo, de nuestras emociones más importantes es un descubrimiento positivo porque implica la posibilidad de que podamos elegir mejorar la calidad de nuestra vida interior. Para mucha gente es difícil creer que las emociones dolorosas que surgen, aparentemente de la nada,son adquiridas y tienen una razón de ser. Están convencidos de que una persona llena de ira, deprimida o ansiosa era «así» desde que nació o que desarrolló ese dolor emocional como resultado directo de su evolución biológica. Es verdad que algunos bebés son especialmente irritables cuando nacen aunque no haya problemas físicos que les provoquen malestar. Pero todos los bebés han tenido nueve meses de experiencias prenatales que, de alguna manera, han configurado las respuestas emocionales del bebé. Las investigaciones han demostrado que los fetos de madres que están muy estresadas o deprimidas producen niveles inusualmente altos de hormonas relacionadas con el estrés en respuesta a la estimulación, y que esas hormonas siguen siendo elevadas durante mucho más tiempo que en los otros fetos. No es de extrañar que esos bebés al nacer sean más irritables que otros. Sin embargo, con unos padres bien informados, los bebés que son anormalmente irritables al nacer se transforman en niños tranquilos y fuertes. Esto no sería posible si la irritabilidad fuera algo que «hubiera sido introducido» en su cerebro.

Cuando las necesidades emocionales de los niños están satisfechas, su bienestar interior se estabiliza. Cuando son adultos, mantendrán su convicción de que son dignos de amor y capaces de amar aunque no tengan buena suerte. Y lo que es igualmente importante, nunca provocarán, ni a ellos ni a los demás, infelicidad de forma gratuita.Cuando las necesidades emocionales de los niños no se satisfacen de forma adecuada, sin saberlo,asumen que la infelicidad que sienten es algo deseable porque es exactamente lo que sus perfectos padres quieren para ellos. Una vez que ya han confundido la infelicidad con la felicidad, desarrollan la necesidad de volver a experimentar esos sentimientos de infelicidad. Sin saberlo empiezan a buscar la infelicidad convencidos de que es algo bueno en sí y bueno también para ellos. La infelicidad a la que la gente se hace adicta les puede llevar a herirse a sí mismos, a tener dificultades para encontrar y mantener una relación de pareja y a sufrir dificultades para desarrollar su trabajo en todo lo que valen.La infelicidad a la que la gente se hace adicta puede manifestarse en la forma de sentimientos dolorosos.Esto tiene sentido, porque cuando las necesidades emocionales de los niños no se satisfacen, pueden sentirse avergonzados, deprimidos, ansiosos, asustados o llenos de ira. Sin saberlo, asumen que sentirse así es bueno porque están convencidos de que sus padres quieren que ellos se sientan así. Buscan el consuelo en esos sentimientos al crecer y cuando son adultos.

Desaprender los estados de ánimo dolorosos:

Debido a que las emociones dolorosas que interfieren con su habilidad para vivir la vida que usted quiere son el resultado adquirido por la confusión temprana de la infelicidad con la felicidad, y debido a que están en continua competición con su deseo innato, aún fuerte, de experimentar verdadera felicidad, son emociones que se pueden desaprender y dejar atrás.

A continuación le ofrecemos una visión general de las pautas que le ayudarán a recuperarse de la infelicidad gratuita:

• Aceptar el hecho de que de alguna manera que usted desconoce, sentirse mal también le hace sentirse cómodo y reconfortado.
Hay una gran variedad de emociones dolorosas que pueden serle familiares y, por tanto, consolarlo, incluyendo: depresión, ansiedad, miedo (fobias), falta de propósito en la vida, sentirse indefenso, ira, desconfiar de los demás, soledad y autocrítica.
• A continuación, intente identificar cuándo es más probable que usted busque sentir esas emociones dolorosas.
Algunas personas son más vulnerables cuando se sienten especialmente felices. Una mujer que conocimos reaccionaba ante la emoción de enamorarse, sintiendo terror a que su novio, que viajaba frecuentemente por sus negocios, se muriera en un accidente de avión. Otros individuos a veces caen en estados emocionales de dolor como una manera de consolarse cuando algo va mal en sus vidas. Un ejecutivo que perdió un importante cliente estaba tan lleno de culpa por ello que era incapaz de dar los pasos necesarios para buscar un nuevo cliente.
• Una vez que ha identificado bajo qué circunstancias es más probable que se deje caer en un estado emocional de dolor, puede descubrir que prevenirlo le permitirá interceptarlo. Si no, al menos podrá tener una mejor perspectiva de esa emoción dolorosa. Por ejemplo, es mucho peor creer que una persona querida está a punto de caer gravemente enferma que experimentar ese sentimiento mientras que, al mismo tiempo, usted sabe que ese sentimiento no es una verdadera visión del futuro, sino que es su manera de responder ante «demasiada» satisfacción o ante una decepción. Cuanto más mantenga en perspectiva los estados de ánimo dolorosos, esto es, al hacerse consciente de que recurre a ellos buscando alivio en ciertas circunstancias, esos estados serán cada vez menos convincentes y, por lo tanto, no tan abrumadores.
• Una vez que pueda poner sus sentimientos de dolor dentro de un contexto, estará en el camino de recuperarse.
Usted tendrá la experiencia dual de sufrir porque se siente mal emocionalmente, mientras que su yo «normal» sigue funcionando y es capaz de contener ese dolor. Con el tiempo, la depresión, la ansiedad o la irritabilidad le parecerán menos una avalancha que se le viene encima y serán más una molestia, como un pequeño dolor de cabeza que usted sabe que pasará y que puede ser ignorado en gran medida. Un día descubrirá que el dolor emocional que le invadía ya casi nunca aparece en la pantalla de su radar.

Dos pasos adelante, un paso atrás: El camino del auténtico progreso.

No pretendemos dar la impresión de que el camino para liberarse de la adicción a las emociones dolorosas será fácil. Hemos subrayado varias veces que usted puede volver a tomar el control de la situación, pero sabemos que el proceso puede no ser fácil ni evolucionar en línea recta. Como ocurre cuando intenta mejorar otros aspectos de su vida, la necesidad de sentir el consuelo de la infelicidad que usted ha confundido sin saberlo con la felicidad puede afirmarse en el momento que empiece a intentar alejarse de ello. Las dificultades pueden surgir al comenzar. Quizá le es difícil mantener un diario de sus emociones o en general observar cuándo los sentimientos agradables son sustituidos por los dolorosos. Si al principio le resulta difícil ser consciente de sus emociones a lo largo de todo el día, elija una franja horaria de la jornada cuando le sea más fácil hacerlo. Por ejemplo, observe cómo se siente durante la primera hora después de levantarse. Intente tomarse la temperatura emocional al comienzo de cada hora y vea por cuánto tiempo puede seguir siendo consciente de ello. Incluso si los días pasan y no ha podido concentrarse en lo que estaba sintiendo, vuelva a intentarlo. La adicción a la infelicidad puede estimularlo a creer que ya ha perdido su oportunidad o que no es capaz de hacerlo. Pero eso no es verdad. Puede quedarse en la fase inicial tanto tiempo como sea necesario. Incluso si solo puede prestar atención a cómo se está sintiendo durante cinco minutos de vez en cuando, usted estará haciendo progresos.

Ningún esfuerzo es demasiado pequeño ni llega demasiado tarde.

Una vez que ha atravesado la fase de recopilación de información y sabe qué tipo de dolor emocional le molesta y cuándo es más probable que aparezca, el siguiente paso es intentar preverlo. Para ello, tiene que estar alerta y buscar los sentimientos específicos o las experiencias que para usted desatan esos estados emocionales de dolor. Las experiencias que los provocan preceden a los momentos de dolor emocional: desilusionarse ante una pérdida, estar feliz por un éxito conseguido o sentirse bien interiormente y de forma estable durante un periodo de tiempo.Esta fase de prevención es también un momento en el que su resolución puede tambalearse. Quizá le sea difícil acordarse de estar alerta ante la emoción que va a provocar su reacción y luego se sienta mal sin saber por qué. Después de que esto ocurra unas cuantas veces, puede llegar a pensar que la tarea de prever los momentos de dolor emocional es demasiado dura o que está más allá de su capacidad. La clave es no cargarse usted mismo con expectativas poco razonables. Tiene que tener en cuenta que está intentando «desaprender una forma de sentir bienestar interior» a la que ha estado recurriendo siempre desde que era niño. Esta manera de consolarse puede no desaparecer con facilidad ni con rapidez, pero puede apartarse de ella si lo sigue intentando. Cualquier progreso, con el tiempo, le hará llegar a donde se dirige. Si usted solo se da cuenta una vez a la semana o una vez al mes de cuándo surge la emoción que va a desatar su reacción o prever ese dolor emocional, con el tiempo lo conseguirá.
El siguiente obstáculo que hay que tener en cuenta es la tendencia a desanimarse o a desistir cuando se retrocede. Estas recaídas son parte del proceso de curación. Son una reacción adversa ante el sentimiento de auténtica satisfacción: la adicción a la infelicidad se reafirma reaccionando ante la satisfacción que siente por el progreso que se ha logrado. A las recaídas les siguen los éxitos.

La adicción a la infelicidad puede hacerle creer que, si recae, no va a conseguir su objetivo.

(Tomado del Libro ADICTOS A LA INFELICIDAD de Martha Heineman Pieper y William J. Pieper).

La Diferencia entre Amor y Apego

«Sí. Cuando uno ama procura respetar el libre albedrio de la persona querida y el suyo propio. Intenta hacer lo posible para que la persona querida sea libre y feliz, aunque ello implique renunciar a estar con esa persona. En el caso del apego, la persona que lo padece está pensando más en satisfacer su propio egoísmo que en el bienestar de la persona querida. Por ello tiene tendencia a vulnerar el libre albedrío de la persona a la que supuestamente quiere reteniéndola a su lado en contra de su voluntad o coaccionándola para que haga lo que uno quiere, obstaculizando al máximo las relaciones con otros seres a los que considera su “competencia”. Aquel que ama de verdad no es posesivo con la persona amada, ni se molesta porque la persona amada quiera también a otras personas. Puede que el apego se agote, pero el amor verdadero, el amor auténtico no se gasta. Por querer cada vez a más personas no significa que se quiera menos al resto. Pero el apego nos hace creer que sí. Que lo que se le da a los demás se nos quita a nosotros. El que siente apego exige, obliga y fuerza los sentimientos. Siempre espera algo a cambio de lo que hace. Está muy pendiente de exigir, de recibir y sólo da por interés, a condición de que se le dé primero lo que ha pedido. También por apego uno puede vulnerar su propio libre albedrío y obligarse a hacer cosas que no siente. El que siente auténtico amor da incondicionalmente y deja libertad a los sentimientos. No obliga, ni fuerza, ni exige nada a cambio de la persona a la que ama.”

(Vicent Guillem)

Los seres humanos tendemos a formalizar todas nuestras relaciones basadas en el apego confundiéndolo con amor. Entretejemos relaciones de dependencia y exigencia pensando que cuanto más sujetamos a una persona, más la queremos. Eso no es amor verdadero, lo que tenemos es miedo de soltar por temor a perder. Las únicas relaciones maduras y de amor verdadero son aquellas en las que no hay ataduras, son aquellas en las que estás conmigo porque así lo deseas, no porque yo te lo imponga o te amenace con apartarme de tu lado si no lo haces.

Crea relaciones responsables donde desaparezcan los lazos de pertenencia y dependencia.
Crea relaciones basadas en la libertad y la confianza, entonces te darás cuenta de lo que es AMAR de verdad.

(Tomado de: http://elmagicodespertardelossentidos.blogspot.com/)

Aceptación

Acepto todas las partes de mí misma…

Lo más importante del proceso de sanarnos o de integrarnos en un todo es aceptarnos totalmente a nosotros mismos, con todas nuestras múltiples partes. Aceptémonos cuando actuamos bien y cuando no lo hacemos tan bien, cuando nos asustamos y cuando demostramos nuestro amor, cuando nos comportamos tontamente y cuando nos mostramos brillantes e ingeniosos, cuando fracasamos y cuando ganamos. Todo esto son distintas facetas de nosotros mismos. La mayoría de nuestros problemas provienen de que rechazamos partes de nosotros mismos: no nos amamos total e incondicionalmente.

Que la mirada que echamos sobre nuestro pasado no sea de vergüenza. Miremos al pasado viendo en él la riqueza y la plenitud de la Vida. Sin esta riqueza y esta plenitud no estaríamos hoy aquí. Cuando nos aceptamos totalmente nos convertimos en seres íntegros y sanos.

Si no te amas total, entera y plenamente, es porque en algún momento aprendiste a no amarte. Pero puedes desaprenderlo.

Empieza a ser amable contigo ahora mismo.

Afirmacion: Mírate en el espejo y di:
«Me amo y me acepto exactamente tal como soy» ¿Qué es lo que te viene a la mente? Observa cómo te sientes. Quizá sea esto el centro de tu problema».

(Louise L. Hay de su Libro Pensamientos del Corazón).

Dejo marchar la necesidad de ser perfecta

Cuando estoy preparada para dejar marchar una vieja costumbre, aparece como un problema. Estoy aprendiendo a identificar mis problemas como mensajeros provenientes de un lugar profundo de mi interior que anhela ser amado. Le pido al Universo que me ayude a dejar marchar el temor, y me permito tener una nueva comprensión. Estoy aprendiendo a ser amable con mis hábitos y creencias negativas. Antes solía decir: «Quiero librarme de eso»; ahora se que he creado todos mis hábitos para un propósito determinado. De modo que dejo marchar los viejos hábitos con amor y encuentro maneras mas positivas de satisfacer esas necesidades.

Todos mis nuevos hábitos me apoyan positivamente.

(Louise L. Hay de su Libro Meditaciones para sanar su vida).

Quinto Paso Terapia (CoDA)

QUINTO PASO.
“ADMITIMOS ANTE DIOS, ANTE NOSOTROS MISMOS Y ANTE OTRO SER HUMANO LA NATURALEZA EXACTA DE NUESTRAS FALTAS”.

Fue en el quinto paso donde se nos dio la oportunidad de transformar la culpa y vergüenza con humildad.
En el primer paso admitimos nuestra impotencia; en el segundo paso llegamos al convencimiento de que nuestra voluntad estaba fuera de control , con el tercer paso pusimos nuestra voluntad al cuidado de Dios, el cuarto paso nos guió para anotar nuestros dilemas. El quinto paso nos da la oportunidad de hacer un acto de FE, ahora expondremos nuestros más profundos secretos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano .

ADMITIMOS ANTE DIOS, ANTE NOSOTROS MISMOS Y ANTE OTRO SER HUMANO:

La mayor parte de nosotros hemos pasado la vida atemorizados y a menudo defendiéndonos ante la idea de exponernos. “Si realmente supieras quien soy, no me querrías”, esto puede ser nuestro caso colectivo de vergüenza ahora en este paso, se nos pide que dejemos nuestros escudos protectores .

Muchos de nosotros nos resistíamos y esta resistencia se manifiesta de diferentes formas, pasivamente: “Algún día lo haré”, RABIA: “mi vida es asunto mío y de nadie más”, TEMOR: “Esta organización es definitivamente un culto”, o algunos creíamos que habíamos trabajado demasiado y estábamos cansados “¿Qué no fue suficiente con el inventario que hice”?

Por la sugerencia de amigos de CoDA que ya habían dado este paso, decidimos tomar el riesgo de abrirnos de la manera más segura, con nuestro Poder Superior. Admitiendo en primera instancia ante Dios, nos hace ver que el primer
elemento de nuestra recuperación es espiritual. Sin darnos cuenta la mayoría de nosotros hemos vivido con una resaca de tensión constante que amarga nuestra energía y alegría. En la medida en que nos rebelamos, aquello que venimos escondiendo desde hace tanto tiempo, comenzamos a experimentar los sentimientos que por mucho tiempo contuvimos. Fue
incómodo pero no incontrolable, algunos de nosotros nos sorprendimos de la vergüenza que sentíamos con solo admitir ante nosotros mismos nuestras faltas. Alentados por otros miembros de CoDA sobrepasamos esta sección del quinto paso y eventualmente, la presión del peso de lo que llevamos encerrado dentro, comenzó a aligerarse. Esta auto admisión se convirtió en el vehículo de la auto aceptación .

La mayoría de nosotros elegimos compartir nuestro cuarto paso con un compañero de CoDA, confiable y comprensivo, alguien que lleve en el programa el tiempo suficiente para haber practicado sino todos, la mayoría de los doce pasos. También fue impactante sacar este inventario con alguien que, en nuestra opinión estuviese viviendo el programa. Otros escogieron alguien que los escuchara, un terapeuta, un consejero, un clérigo, en tanto tuvieran conocimiento de los programas de doce pasos y el propósito del quinto paso. También es recomendable no escoger un familiar, compañero de trabajo o el foco de nuestra obsesión. Pedimos el tiempo suficiente a la persona que nos ha de escuchar y escogimos el lugar que sintiéramos más seguro.

Antes de este paso, pedimos a nuestro Poder Superior que nos guiara, y le expresamos nuestro deseo de ser honestos y abiertos. Después de haber dado este paso compartimos los sentimientos que nos provocó el haberlo dado, sobre todo en las áreas más incómodas. La mayoría sentimos un gran alivio. Otros preguntábamos cuando se quitarían mágicamente
todos nuestros dolores. Otros de nosotros no sentimos nada y estuvimos desilusionados.

Ansiosos de cambio, muchos de nosotros tuvimos que ser advertidos del propósito de este paso que es únicamente admitir nuestros defectos de carácter, las acciones a tomar vendrán después. Se nos recordó que esto era un proceso. Funcionó sin importar como nos sintiéramos. El poder de la honestidad nos va sanando por sí solo.

En este momento me daré el reconocimiento por hacer los que me cuesta más trabajo. Descansaré sabiendo que mi Poder Superior está presente y me está aceptando como soy. Se que he adelantado en mi propósito de recuperación abriendo mi ser y mi corazón a mi compañero ser humano.

Actividad sugerida:

1.- Despues de orar pidiendo la ayuda de Dios, busque una persona para compartir su codependencia, el testimonio del Paso Uno. Si siente confianza y esta convencido de que la persona puede guardar su confianza proceda con el Paso Cinco.

2.- Arregle una cita de por lo menos una hora, y con toda libertad, comparta la naturaleza concreta de toda la lista de sus fallas y pecados. Si es necesario arregle otra cita para terminar; no deje de hacerlo.

3.- Lectura bíblica sugerida: Lucas 15,11-24 (El Hijo Prodigo).

11 »Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. 12 El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia.” Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia. 14 »Cuando ya lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros.” 20 Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo.”[a] 22 Pero el padre ordenó a sus *siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. 24 Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta.

Tomado de Codependientes Anónimos (CoDA) y el Libro Co-dependencia ¿Es posible recuperarse? de M. Joan Gerards).

Oración contra Apegos y Obsesiones

Dios mio, tu eres el importante. Tu, el infinito, que todo lo sostienes con tu gran poder. Si tu te apartaras de mi, yo me esfumaría como el vapor.
Creo en ti, espero en ti, te amo. Solo tu mereces la adoración del corazón humano y solo ante ti debo postrarme. Solo tu eres el Señor, glorioso, con una hermosura que ni siquiera se puede imaginar.
Por eso Señor, no permitas que yo adore cualquier cosa como si fuera un dios, porque ningún ser y nada de este mundo vale tanto.
Enséñame a descubrir mi dignidad, porque soy infinitamente amado por ti, para que no me arrastre detrás de cosas de este mundo ni me convierta en esclavo de posesiones ni de afectos. No permitas que las obsesiones me quiten la alegría.
Sana mis sentimientos de insatisfacción para que alcance una verdadera libertad interior. Enséñame a gozar de las cosas buenas sin necesidad de poseerlas o de aferrarme a ellas.
Te reconozco a ti como mi único dueño, el único Señor de mi vida. No permitas que pierda la Serenidad cuando algo se acabe; no dejes que me llene de angustias por temor a perder algo.
Solo abandonándome a ti podre sanar mis angustias, sabiendo que nada es absoluto. Solo Tu.
Señor mío, dame un corazón humilde y libre, que no este atado a las vanidades, reconocimientos, aplausos. Dame un corazón simple que sea capaz de darlo todo, pero dejándote a ti la gloria y el honor.
Derrama en mí tu gracia para que pueda vivir desprendido de los frutos de mis esfuerzos, para que en mi trabajo busqué sobre todo tu gloria, sin obsesionarme esperando determinados resultados.
Dame ese desprendimiento Señor, libérame del orgullo, para que pueda trabajar intensamente, pero con la santa paz y la inmensa felicidad de un corazón desprendido.
Te entrego todos mis deseos, todos mis sueños, todas mis necesidades. Colma mi interior insatisfecho como tu quieras. Ya no quiero empecinarme en lograr la felicidad a mi modo y prefiero confiar en tu amor, que me dará lo que necesito de la manera más conveniente.
Te entrego Señor, todo lo que tengo y todo lo que estoy viviendo. Te doy gracias por lo que me estas regalando y lo disfruto con gozo. Te lo entrego todo para que acabe cuando tenga que acabar.
Y te proclamo a ti, Jesús, como único Señor y dueño de todas mis cosas, de todo lo que vivo, de todo lo que soy y de todo mi futuro. Me darás la felicidad que necesito porque confió en tu Amor ¡Amén!

(Víctor Manuel Fernández de su Libro Para liberarte de los Apegos y Obsesiones)