El Apego … la base del sufrimiento

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El Sufrimiento
El sufrimiento es una experiencia común a todos nosotros. Sufriendo, sentimos que las cosas son demasiado difíciles; nunca las haremos; no amamos ni somos amados. Tenemos pensamientos tales como: «Todos estos años los he desperdiciado». Es un sentimiento de tristeza y pérdida. Soledad. El sentimiento de «si tan solo». El lamento. La sensación de abandono, dolor, impotencia y desesperanza. Nostalgia. Melancolía. Depresión. Anhelo. Pérdida irreparable. Romper el corazón. Angustia. Decepción. Pesimismo.
El sufrimiento puede ser precipitado por la pérdida de un sistema de creencias, una relación, una capacidad o función, una esperanza sobre nosotros mismos, o una actitud general hacia la vida, las circunstancias externas o las
instituciones. Es el sentimiento: «Nunca voy a superar esto. Esto es demasiado difícil. Lo intenté, pero nada me ayuda…» Hay una sensación de vulnerabilidad ante el dolor y el sufrimiento, y por eso vemos una gran cantidad de estos en el mundo externo para reforzar y justificar nuestro propio sentimiento interior.
La mayoría de nosotros llevamos una gran cantidad de dolor reprimido. La mayoría de la gente tiene miedo de la cantidad de dolor que han reprimido; les aterroriza ser desbordados y abrumados por el. La gente dirá: «Si empezara alguna vez a llorar, nunca pararía»,»Hay tanto sufrimiento en el mundo, sufrimiento en mi vida, sufrimiento en mi familia y amigos», «Oh, ¡las tragedias indecibles de la vida ¡Tantos desengaños y esperanzas rotas!». El sufrimiento suprimido es responsable de muchas enfermedades psicosomáticas y quejas relacionadas con la salud.
Si en lugar de suprimir los sentimientos, se les permite salir y renunciamos a ellos, rápidamente podemos pasar del sufrimiento a la aceptación. El sufrir continuamente por una pérdida se debe a la resistencia a aceptar ese estado y
permitir que el sufrimiento se exprese. La persistencia de un sentimiento se debe a la resistencia a lo que permitiría abandonarlo. Una vez que aceptamos el hecho de que podamos manejar el sufrimiento, ya hemos entrado en el orgullo. La sensación de «puedo hacerlo» y «puedo manejarlo» nos lleva al coraje. Con coraje enfrentamos nuestros sentimientos internos y entonces los dejamos, de este modo, pasamos a los niveles de la aceptación y finalmente la paz. Cuando dejamos la gran cantidad de sufrimiento que hemos estado llevando en los últimos años, nuestros amigos y familiares notarán un cambio en nuestra expresión facial. Nuestro paso será más ligero y pareceremos más jóvenes.
Al enfrentar el sufrimiento, a menudo tenemos que reconocer y dejar de lado la vergüenza y lo embarazoso de tener en el primer lugar la sensación. Para los hombres esto es especialmente cierto. Tenemos que abandonar nuestro miedo a la sensación y el miedo a ser desbordados y abrumados por el.Eso ayuda a darse cuenta de que dejar ir la resistencia a la sensación nos mueve rápidamente a través de ella.

La base psicológica de todo sufrimiento y duelo es el apego. El apego y la dependencia se produce porque nos sentimos incompletos con nosotros mismos; por tanto, buscamos objetos, personas, relaciones,lugares, y conceptos para satisfacer las necesidades internas. Debido a que ellos están inconscientemente siendo utilizados para cumplir con una necesidad interior, llegan a ser identificados como «míos». A medida que más energía es vertida en ellos, hay una transición desde la identificación con esos objetos externos como «míos» a ser una auténtica extensión «mía».

La pérdida del objeto o persona se experimenta como una pérdida de nuestro propio yo y una parte importante de nuestra economía emocional. pérdida de nuestro propio yo y una parte importante de nuestra economía emocional. La pérdida se experimenta como una disminución de cualidades en nosotros mismos,y del objeto o la persona representada. Cuanta más energía emocional invertida en el objeto o la persona, mayor será la sensación de pérdida y mayor el dolor asociado al deshacer los lazos de dependencia. Los apegos crean una dependencia, y la dependencia, debido a su naturaleza, intrínsecamente lleva al miedo a la pérdida.
Manejando la Pérdidas
Debido a la naturaleza del apego, el primer estado que precede a la verdadera experiencia a la pérdida es el del miedo a la pérdida. Esto generalmente es defendido en una de dos maneras. Una es la de aumentar la intensidad del apego al atender el cada vez mas persistente intento de fortalecer los lazos. Este enfoque se basa en la fantasía de que «a mayores lazos, menor es la probabilidad de pérdida». Sin embargo, esta es la misma maniobra que muy a menudo precipita la pérdida en las relaciones personales, porque la otra persona trata de liberarse del apego posesivo y el fuerte control restrictivo que siente que le es colocado. Así, debido a que lo que mantenemos en la mente tiende a manifestarse, el miedo a una pérdida puede, paradójicamente, ser el mecanismo de provoca esa pérdida.
La segunda forma en la que el miedo a la pérdida es manejado es por el mecanismo psicológico de la negación que es, en el lenguaje común, llamado «el juego del avestruz». Esto lo vemos a nuestro alrededor todos los días en las diversas formas de negarse a enfrentar lo inevitable. Todas las señales de alarma están ahí, pero la persona no las toma en cuenta. Por lo tanto, el hombre que está obviamente en el proceso de perder su trabajo tiende a no darse cuenta. Los cónyuges de un matrimonio que se está yendo por el desagüe no toman ninguna acción correctiva. La persona con una enfermedad grave hace caso omiso de todos los síntomas y evita la atención médica. El conductor hace caso omiso de las señales de la ominosa advertencia de un motor en mal funcionamiento. Todos hemos experimentado arrepentimiento al no prestar atención a las señales de advertencia de los problemas futuros.
Para manejar el miedo a la pérdida, hemos de ver cual es el propósito de la persona externa o para que sirve el objeto en nuestra vida. ¿Qué necesidad emocional se está cumpliendo? ¿Qué emociones se plantearían si fuéramos a
perder el objeto o la persona?
La pérdida puede ser anticipada, y podemos manejar los diversos temores asociados a la sensación de pérdida al descomponer las complejas emociones que representan, y dejar ir las sensaciones individuales que las componen.
Otra emoción asociada al sufrimiento y el duelo es la de la ira. La pérdida de aquello que es importante con frecuencia nos lleva a sentir rabia, que puede ser proyectada sobre el mundo, la sociedad, los individuos y, en última instancia, Dios, que es considerado el responsable de la naturaleza del universo. La ira deriva de la anterior negación a aceptar el hecho de que todas las relaciones y las posesiones en esta vida son transitorias. Incluso el cuerpo físico, que es nuestro mayor apego, a la larga tiene que ser abandonado, como todo el mundo sabe. Sentimos que lo que se ha convertido en importante o reconfortante para nosotros es un accesorio permanente. En consecuencia, cuando esa ilusión se ve amenazada, hay ira, resentimiento y autocompasión, sentimientos que pueden
derivar en amargura crónica. La «rabia impotente» se asocia con el deseo de cambiar la naturaleza del mundo y la imposibilidad de hacerlo. Al enfrentar este hecho de la existencia, una gran pérdida puede por tanto producir un cambio en nuestra posición filosófica. Una gran pérdida nos puede despertar a la naturaleza de todos los apegos
y todas las relaciones, o podemos volver a negar el hecho obvio de que todas las relaciones son transitorias y re-intensifican furiosamente los lazos existentes para compensar la pérdida.
Cuando la negación se interrumpe, las manipulaciones no han funcionado, y el temor ha pasado, entonces se llega a la depresión, un auténtico proceso de luto y sufrimiento, tiene lugar. Todos estos estados emocionales pueden ser trabajados con mayor rapidez en el proceso de dejar ir, en el que la inevitabilidad de la emoción de sufrir es entregada a y reemplazada por la voluntad de dejar la resistencia y dejar que el proceso pase y se complete por sí mismo. Puede tomarse la decisión de dejar de resistir el dolor. En lugar de la negación y la resistencia, sumergirse en él y superarlo.
Cuando todas las emociones negativas se han trabajado, entregado y dejado, el alivio finalmente se produce, y el anterior sufrimiento se sustituye por la aceptación. La aceptación es diferente a la resignación. En la resignación todavía hay residuos de la anterior emoción dejada. Existe la reticencia y un retraso al verdadero reconocimiento de los hechos. La renuncia dice: «No me gusta, pero tengo que aguantar». Con la aceptación, la resistencia a la verdadera naturaleza de los hechos ha sido renunciada; por lo que uno de los signos de la aceptación es la serenidad. Con la aceptación, la lucha ha terminado y la vida comienza de nuevo. Las energías que
ataban a las anteriores emociones negativa ahora están liberadas, por lo que los aspectos saludables de la personalidad ahora son reactivados. Los aspectos creativos de la mente desarrollan oportunidades para nuevas situaciones de vida y opciones adicionales para el crecimiento y la experiencia, acompañada de una nueva sensación de vitalidad.
Prevenir el Sufrimiento
Por la naturaleza de los procesos descritos, se hace evidente que el duelo severo, la pérdida, y las reacciones patológicas que pudieran derivarse pueden ser prevenidas mediante el reconocimiento temprano, y por la entrega preventiva de los sentimientos asociados cuando todavía son leves y pueden ser manejados sin sufrimiento excesivo.
Como hemos visto, la base de todo duelo y pérdida es el apego, además de la negación de la naturaleza transitoria de todas las relaciones. Podemos empezar por observar nuestras vidas, identificar las áreas de apego, y preguntarnos: «¿Qué necesidades interiores están satisfaciendo? ¿Qué sentimiento vendría si fuera a perderlo? ¿Cómo puede mi vida emocional interior ser equilibra a fin de disminuir la extensión, el grado y el número de apegos de los objetos externos y las personas? «Cuanto mayor sea nuestro apego a lo que está fuera de nosotros mismos, mayor es el nivel general de miedo y vulnerabilidad a la pérdida. Podemos preguntarnos por qué nos sentimos tan incompletos. «¿Por qué estoy tan vacío dentro de mí que tengo que buscar soluciones en forma de apegos y dependencias de los demás?»

Podemos empezar a observar nuestras propias áreas interiores de inmadurez. En concreto, necesitamos examinar:«¿Dónde estoy buscando obtener amor en lugar de darlo?» Cuanto más cariñosos somos, menos vulnerables al sufrimiento y a la pérdida, y menos necesitamos buscar los apegos. Cuando hayamos reconocido y dejado todos los sentimientos negativos, y nos hayamos graduado de la pequeñez al reconocimiento de nuestra grandeza, de manera que nuestra alegría interior provenga del placer de dar y amar, seremos entonces realmente invulnerable a la pérdida. Cuando el origen de la felicidad sea encontrado dentro, somos inmunes a las pérdidas del mundo. Cuando echamos una mirada crítica a nuestra vida, podemos ver todos los apegos y escapadas en las que hemos caído. Cada una de ellas representa una fuente potencial futura de dolor y sufrimiento.

Hace más de dos mil años, Buda hizo la observación de que la base de todo sufrimiento humano se debía al deseo y al apego, y la historia humana sólo ha probado la verdad de su enseñanza. ¿Cuál es la solución a ese dilema? Como podemos ver, es sólo un pequeño aspecto de nosotros mismos el que se convierte en apego. El pequeño yo adquiere un conjunto asustadizo e inadecuado de programas que, sin saberlo permite que se ejecuten. El propósito de dejar ir es desactivar estos programas a fin de que ya no se ejecuten en nosotros; y entonces, somos libres para expandir la mayor consciencia de nuestro Ser Superior. Esa parte de nosotros a la que nos referimos como nuestro «Yo superior» ama en lugar de buscar el amor. En consecuencia, se llega a la consciencia de que estamos en todo momento rodeados por el amor, que es ilimitado. El amor es automáticamente atraído por la persona que ama.
(Dr. David R Hawkins de su Libro Dejar Ir: El Camino De La Entrega).

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Primer Paso Terapia (CoDA)

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PRIMER PASO. “ADMITIMOS QUE ERAMOS IMPOTENTES ANTE LOS DEMÁS Y QUE NUESTRAS VIDAS SE HABÍAN VUELTO INGOBERNABLES”.
Para muchos de los que hemos llegado a CoDependientes Anónimos, consideramos que los problemas de los demás se había convertido en una forma de vida. Gente bien intencionada debe habernos dicho que realmente éramos responsables del bienestar de otros y que nuestras palabras y acciones eran lo bastante poderosas para cambiar a aquellos con los que nos relacionábamos. Habiendo cargado esta enseñanza a la edad adulta, la mayoría de nosotros hemos tenido problemas con nuestra pareja, hijos, amigos, compañeros de trabajo o padres. Hemos convertido a esos OTROS en nuestro Poder Superior, definiendo QUIEN SOMOS por lo que IMAGINAMOS que ellos piensan . Determinados a controlar, administrar , guiar a otros hicimos a un lado nuestro propio bienestar INDEFINIDAMENTE.
En CoDependientes Anónimos, estamos abriéndonos a una nueva manera de pensar y vivir. Una forma que nos ofrece poner un fin a nuestra manera compulsiva de tratar de ARREGLAR LO INARREGLABLE.
IMPOTENCIA: Hasta hoy hemos aplicado el auto control, la obsesividad y nuestro confundido pensamiento, a nuestros problemas de la vida. Cuando nuestras relaciones se rompían, muchos de nosotros sólo tratábamos con mayor tenacidad, aplicábamos nuestro arsenal de mala información con una venganza; nuestra fuerza de voluntad, tomaba muchas formas; éramos excesivamente pacientes; éramos complacedores de personas, nos conformábamos, nos rebelábamos, nos quejábamos, culpábamos, nos lastimábamos y lastimábamos a otros; algunos de nosotros tuvimos que llegar hasta el límite de la locura o de la muerte para querer admitir nuestra impotencia; y todo el tiempo estuvimos convencidos de que hacíamos lo correcto ¿dónde estaba el éxito?
Tomamos unos momentos para reflexionar sobre la sutileza que significaba tratar de sentirnos bien con nosotros mismos, enfocándonos en los problemas reales o imaginarios de los demás; y nos recordamos a nosotros mismos que jamás hemos tenido la clase de poder que esos viejos pensamientos sugerían que aplicáramos; y nos preguntamos: “¿Pero, que hay de este viejo arrastrar?”, “¿Algún día me libraré de estos pensamientos agobiantes?”.
INGOBERNABILIDAD: La segunda parte de este paso nos lleva a recordar nuestro pasado. Nuestras vidas se habían vuelto INGOBERNABLES por que habíamos escogido solucionar los problemas de una manera que no funciona ; hicimos que nuestro bienestar dependiera del imaginario bienestar (o falta del mismo) de OTROS .
Existen posibilidades que hasta el momento , nuestras vidas estuvieron fuera de control, las ciertas formas de protección sobre las que nos habíamos apoyado para sobrevivir ya no funcionaban. Éramos víctimas de un comportamiento compulsivo tan sutil, poderoso y destructivo, que ningún fondo ordinario podía romper con él; nuestras vidas eran verdaderamente ingobernables; es en este punto cuando nuestras viejas ideas comenzaron a desmoronarse y nos abrimos a la posibilidad de que existiera otra manera.
Nuestra nueva vida en CoDependientes Anónimos comenzó con el PRIMER PASO. Cuando fuimos capaces de decir las palabras. Admitimos que somos impotentes ante los demás y que nuestras vidas se han vuelto INGOBERNABLES; pusimos la llave en la puerta de nuestra recuperación. Renunciamos a hacer Dioses de nosotros mismos o de los demás. Hemos dado cabida a un verdadero poder superior , sobre el cual podremos depositar eventualmente nuestra FE y CONFIANZA. En este momento no tengo que controlar a nadie, incluyéndome a MI, y si me siento incómodo, por lo que otra persona está haciendo o dejando de hacer, puedo recordarme a mí mismo SOY IMPOTENTE ante esa persona y SOY IMPOTENTE ante mi compulsión por actuar en formas INAPROPIADAS.
ACTIVIDAD SUGERIDA:

1.- Leer detenidamente la lista de las Características de Codependencia, y seleccionar aquellas aplicables a usted, para ello requerirá orar en privado y en silencio, intentando determinar su adicción principal. Colocar una estrella para resaltar esta adicción.
2.- Invitar a los miembros a trabajar el Paso Uno, los que pueden declaren al grupo la naturaleza de su codependencia. Se puede animar o animarse mutuamente, pero no se fuerza a nadie, nunca.
3.- Las personas que no logren identificar su adicción principal durante la reunión, deben intentarlo en sus casas orando y reflexionando, en cualquier reunión posterior pueden tomar la palabra y declarar su codependencia, y así seguir al Paso Dos.
4.- Termina la reunión con una oración (puede ser un Padre Nuestro).
5.- Lectura bíblica sugerida: Romanos 7:14-25
(Hago lo que no quiero y no hago lo que quiero).14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.24 !Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

(Tomado de Codependientes Anónimos (CoDA) y del Libro Co-dependencia ¿Es posible recuperarse? de M. Joan Gerards).
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