Reflexión del Dia: 10 de Julio



He aquí otra ilustración de un rescate. Un verano, una amiga me pidió que la llevara a una huerta de manzanos. Originalmente, yo quería ir, y fijamos una fecha. Pero cuando llegó esa fecha, yo estaba muy ocupada. La llamé, y en vez de decirle que no quería ir, le pedí que lo pospusiéramos. Me sentía culpable y responsable de sus sentimientos —otro rescate en camino—. No pude desilusionarla porque pensé que ella no podía ser responsable de sus sentimientos o que no podía manejarlos. No pude decirle a verdad, porque pensé que se enojaría conmigo —más responsabilidad emocional— como si el enojo de alguien me importara. Llegó el siguiente fin de semana y tuve que añadir el viaje a mi ya muy apretada agenda. Pero no quería ir. Ni siquiera necesitaba las manzanas; tenía dos cajones de mi refrigerador llenos de manzanas. Antes de estacionar mi coche frente a su casa, cambié mi papel por el de perseguidor. Me sentía tensa y resentida mientras íbamos a la huerta. Cuando llegamos y miramos las manzanas y las probamos, parecía que ninguna de las dos lo estábamos disfrutando. Después de unos cuantos minutos mi amiga me dijo: “En realidad no quiero las manzanas. Compré unas la semana pasada. Sólo vine porque pensé que tú querías venir, y no quería herir tus sentimientos”.
Este ejemplo es tan sólo el de uno de los millares de rescates a los que he dedicado mi vida. Cuando empecé a entender este proceso, me di cuenta de que pasaba la mayor parte de mis horas de vigilia yendo de un lado a otro de este triángulo asumiendo las responsabilidades de todo y de todos además de las mías. A veces me las arreglaba para hacer grandes rescates; a veces para hacer pequeños rescates. Mis amistades se iniciaban se mantenían y finalmente se rompían de acuerdo con la progresión de los rescates. El rescate infiltraba mis relaciones con mis familiares y mis clientes. La mayor parte del tiempo me mantenía agitada. Dos codependientes en una relación realmente pueden causarse un mutuo estrago. Imaginen a dos complacientes en una relación. Imaginen luego a dos complacientes en una relación cuando ambos quieren terminar con ella, Harán, como dice Earnie Larsen, cosas horribles. Casi se destruirán uno al otro y a sí mismos antes de que uno de ellos termine con el rescate y diga: “Quiero terminar con esta relación”.

(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
desapego de chopra1

Meditación 10 de Julio … Termina relaciones



Se necesita valor y honestidad para terminar una relación, con amigos, con el ser amado, o una relación de trabajo.
A veces, parecería mas fácil dejar que la relación se muera por falta de atención que arriesgarse a darla por terminada. A veces, parecería mas fácil dejar que la otra persona asuma la responsabilidad de terminar con la relación.
Podemos sentirnos tentado a tomar una actitud pasiva. En vez de decir como nos sentimos, lo que queremos o no queremos, lo que tenemos la intención de hacer, podemos empezar a sabotear la relación.
Estas son formas de terminar una relación, pero no son las mas limpias ni las mas fáciles.
Mientras caminamos por este sendero del cuidado de uno mismo, aprendemos que cuando es tiempo de terminar una relación, la manera más fácil es hacerlo con honestidad y siendo directos. No estamos siendo amorosos, gentiles ni amables al evitar la verdad, si sabemos la verdad.
No estamos cuidando los sentimientos de la otra persona al sabotear la relación en vez de aceptar el fin o el cambio de la misma, y de hacer algo al respecto. Estamos prolongando e incrementando el dolor y la incomodidad, para la otra persona y para nosotros mismos.
Si no sabemos, si estamos indecisos, es más amoroso y honesto decirlo.
Si sabemos que es tiempo de terminar una relación, digámoslo.
Los finales nunca son fáciles, pero los finales no se hacen más fáciles con el sabotaje, con ser indirectos y con mentir acerca de lo que queremos y necesitamos hacer.
Di lo que necesites decir, con honestidad y con amor, cuando sea el momento. Si estamos confiando en nosotros mismos y escuchándonos, sabremos qué decir y cuándo decirlo.
«Hoy recordaré que la honestidad y el ser directo incrementará mi autoestima. Dios mío, ayúdame a dejar ir mi miedo de adueñarme del poder que tengo para cuidar de mí mismo en todas mis relaciones».

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).