Reflexión del Dia: 29 de Junio

Melody Beattie, en su Libro Ya no seas Codependiente reitera que el codependiente que se hace adicto al drama se caracteriza por ser extremista, fatalista, trágica y pesimista, y lleva a ver la vida en términos de todo o nada, imposibilitando ver la simpleza. Los pensamientos se enredan en lo complejo, difícil y caótico.

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Reflexiona sobre esto:

Muchos codependientes se vuelven lo que la gente llama adictos al drama o a la crisis. Por extraño que parezca, podemos volvernos adictos a los problemas. Si vivimos con la suficiente cantidad de desdicha, crisis y disturbios durante un tiempo suficiente, el miedo y el estímulo provocados por los problemas pueden convertirse en una experiencia emocionalmente cómoda. Luego de un tiempo, si nos acostumbramos tanto a involucrar nuestras emociones con problemas y crisis que podemos llegar a apropiarnos de problemas que no nos conciernen y permanecer involucrados en ellos. Incluso podemos comenzar a hacer líos o a hacer los problemas más grandes de lo que son para crearnos una situación estimulante. Esto es verdad especialmente si hemos descuidado mucho nuestras propias vidas y sentimientos.
Cuando estamos involucrados en un problema, sabemos que estamos vivos. Cuando el problema se resuelve, podemos sentirnos vacíos y sin sentimientos. No tenemos nada que hacer. Estar en crisis se convierte en algo cómodo, y nos salva de nuestra monótona existencia. Es como volverse adicta a las telenovelas, excepto que las crisis diarias se suceden en nuestras vidas y en las de nuestros amigos y familiares.

Reflexión: Las personas adictas al drama desarrollan un hábito nocivo que se vuelve recurrente y produce dolor y sufrimiento. Ellas son víctimas del pensamiento dramático, esa costumbre de mirar y esperar los peores resultados de las circunstancias adversas. No es lo que les pasa, sino cómo viven eso que les pasa. Es decir, no se trata de los eventos que les suceden en sí mismos, sino de cómo los viven y sienten. (Mariana de Anquin). Para profundizar lee aquí

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Lectura Biblica sugerida: Dios mío, ¡cuán preciosa es tu misericordia! ¡La humanidad se acoge a la sombra de tus alas! (Salmos 36:7).

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