Reflexión del Dia: 10 de Octubre

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» plantea que no hay que avergonzarse de ser un codependiente. Podemos sanar, si nos proponemos hacerlo. Debemos tomar una decisión y ejecutarla.

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Reflexiona sobre esto:

La vergüenza a menudo está relacionada con una baja autoestima. Las personas codependientes suelen tener una opinión negativa de sí mismas, y la vergüenza refuerza esta percepción negativa. Cuando se sienten avergonzadas, pueden creer que no merecen una relación saludable o el amor y la atención de los demás, lo que las mantiene atrapadas en patrones codependientes. La vergüenza puede hacer que las personas codependientes eviten la comunicación abierta y honesta. Temen ser juzgadas o rechazadas si expresan sus necesidades, deseos o emociones. Esto dificulta la resolución de problemas en las relaciones y perpetúa la codependencia, ya que no pueden abordar los problemas de manera efectiva.

La vergüenza puede llevar a las personas codependientes a negar sus propios sentimientos y necesidades, así como los problemas en sus relaciones. Pueden evitar enfrentar la realidad de la codependencia y seguir comportándose de manera disfuncional debido a la vergüenza de admitir que tienen un problema.

La vergüenza a menudo está relacionada con un deseo de ser perfecto para evitar la crítica y el rechazo. Las personas codependientes pueden esforzarse demasiado por ser todo para todos y nunca cometer errores. Este perfeccionismo es agotador y mantiene la codependencia, ya que nunca pueden alcanzar sus estándares autoimpuestos.

La vergüenza puede hacer que las personas codependientes dependan aún más de la aprobación y la atención de los demás para sentirse valoradas. Esto puede llevar a una dependencia emocional más profunda en sus relaciones, lo que perpetúa la codependencia.

La vergüenza puede llevar a las personas codependientes a sentirse culpables por sus propios sentimientos y necesidades. Pueden sentirse culpables por querer espacio, tiempo para sí mismas o establecer límites, lo que dificulta la creación de relaciones saludables.
Las personas codependientes a menudo sienten vergüenza de admitir que necesitan ayuda o de buscar apoyo externo, como terapia. Esto puede evitar que busquen el apoyo necesario para romper los patrones codependientes.

En resumen, la vergüenza puede ser un factor significativo que mantiene a las personas atrapadas en patrones codependientes. Es importante reconocer la vergüenza como un obstáculo en la recuperación y buscar ayuda profesional para abordarla de manera efectiva. Trabajar en la construcción de una autoestima saludable y en la superación de la vergüenza es esencial para romper los ciclos de codependencia y establecer relaciones más saludables y equilibradas. (Alpha).

¿Antes de iniciar la recuperación te sentías avergonzado? ¿Cómo te percibes actualmente con respecto a tu codependencia? Comparte tus experiencias acá.

El Poder de la Fe en la sanación de la dependencia afectiva…


La permanente rabia del codependiente hacia quienes percibe como responsables de mantenerlo atrapado en un entorno tóxico es una respuesta emocional compleja y comprensible dentro de la dinámica de la codependencia. Esta rabia surge de una profunda frustración y desesperación ante la sensación de impotencia y la incapacidad de liberarse de una relación disfuncional. Aquí hay una explicación más detallada:

Frustración acumulada: A medida que el codependiente se esfuerza por mantener una relación tóxica y sigue viendo a su pareja o entorno como la fuente de su dolor, la frustración se acumula con el tiempo. Esta acumulación de frustración puede manifestarse como rabia, ya que el codependiente se siente atrapado en un ciclo de sufrimiento del cual no puede escapar.

Proyección de la responsabilidad: En muchos casos, el codependiente puede proyectar la responsabilidad de su propia infelicidad en su pareja u otras personas en su entorno. Culpar a otros se convierte en una forma de evitar enfrentar sus propios problemas y desafíos emocionales. La rabia puede ser una manera de expresar esta proyección de responsabilidad.

Desesperación y falta de recursos emocionales: La codependencia a menudo se caracteriza por una falta de recursos emocionales para lidiar con el conflicto y el estrés de manera saludable. La rabia puede ser una respuesta desesperada cuando el codependiente se siente atrapado y no ve una salida a su situación. Es una expresión de su profundo sufrimiento y su incapacidad para manejar la situación de manera constructiva.

Es importante tener en cuenta que esta rabia, aunque comprensible, no es necesariamente productiva ni saludable. El codependiente puede beneficiarse de buscar apoyo terapéutico para aprender a lidiar con sus emociones de una manera más constructiva, establecer límites saludables y tomar decisiones conscientes para su propio bienestar. La recuperación de la codependencia implica reconocer y abordar estas emociones intensas para lograr una mayor paz interior y relaciones más saludables en el futuro.

Reflexión: ¿Puede servir de apoyo la fe en Dios?
La fe puede desempeñar un papel significativo en la curación del codependiente, pero su influencia y relevancia varían de persona a persona. Aquí hay algunas formas en las que la fe puede contribuir al proceso de recuperación del codependiente:
La fe puede proporcionar una fuente de apoyo espiritual y emocional. La creencia en un poder superior o una fuerza espiritual puede ofrecer consuelo y fortaleza durante los momentos difíciles de la recuperación.
La fe puede ayudar al codependiente a encontrar un sentido de propósito y significado en su vida. Puede motivar a la persona a buscar un mayor bienestar emocional y espiritual. (Alpha).

Reflexión del Dia: 4 de Octubre

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» caracteriza el apego afectivo, detallando aquellas conductas que permiten ver claramente cuando estamos apegados a las personas.

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Reflexiona sobre esto:

El papel del rescatador compulsivo en la codependencia es un patrón emocional que a menudo pasa desapercibido pero tiene un impacto profundo. El rescatador siente la necesidad de salvar a los demás, sacrificando sus propias necesidades y bienestar. Sin embargo, esta necesidad de control es una ilusión y puede robarles la oportunidad de empoderamiento a los demás. La reflexión sobre este papel nos lleva a cuestionar por qué sentimos la necesidad de rescatar y nos invita a sanar nuestras propias heridas subyacentes. A través de la autenticidad y el amor genuino, podemos liberarnos de la codependencia y establecer relaciones más saludables y equitativas.

El rescatador compulsivo en la codependencia es un rol que a menudo se basa en el deseo de sentirse necesario y valioso al salvar a otros. Sin embargo, este patrón puede tener un alto costo emocional y físico para el rescatador. La ilusión de control que proporciona el rescate puede llevar a una sensación de impotencia cuando no podemos «arreglar» a quienes amamos. Reflexionar sobre este papel nos lleva a explorar nuestras propias heridas no resueltas y a sanar. El verdadero amor implica apoyo y respeto en lugar de control, y al liberarnos de la necesidad de rescatar, podemos construir relaciones más auténticas y saludables. (Alpha).

¿Estás teniendo conductas que indican apego a las relaciones? ¿Has buscado ayuda para iniciar la recuperación? Comparte tus vivencias en los comentarios. .

Reflexión del Dia: 14 de Septiembre

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» reitera que los codependientes viven a merced de lo que los otros necesitan. Se convierten en «veletas» que apuntan hacia la satisfacción de las necesidades de los demás, dejando de lado las propias. Viven reaccionando, enojándose cuando no se hace lo que dice y exige. Por ese control desmedido termina siendo dominado por las circunstancias que promueve.

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Reflexiona sobre esto:

La actitud reaccionaria del codependiente es un mecanismo de defensa, una forma de intentar controlar un entorno emocional que percibe como impredecible o inestable. Sin embargo, esta actitud suele resultar contraproducente. Al estar siempre en modo de ‘reacción’, el codependiente se deja llevar por las emociones y comportamientos de los demás, perdiendo el control sobre su propia vida y bienestar emocional.

Esta reactividad perpetúa un ciclo de desequilibrio emocional y relacionamientos tóxicos. No solo genera tensión y conflictos, sino que también eclipsa la habilidad del codependiente para ser proactivo en su propio proceso de sanación. La reactividad es, en esencia, una distracción de la verdadera tarea en cuestión: centrarse en el propio bienestar y establecer límites saludables.

Para romper con esta actitud reaccionaria, Beattie sugiere un cambio hacia el autoconocimiento y el autocuidado. Esto implica aprender a tomar un paso atrás, a respirar y a evaluar la situación antes de reaccionar. Al convertirse en observadores conscientes de sus propios patrones de pensamiento y comportamiento, los codependientes pueden aprender a responder en lugar de reaccionar, una habilidad clave en el camino hacia la recuperación y la construcción de relaciones más saludables.

Así que, según Beattie, enfrentar la reactividad no es solo un aspecto periférico del tratamiento de la codependencia; es fundamental para recuperar el control y la autonomía en la propia vida. (Alpha).

Trata de responder estas interrogantes ¿Vives reaccionando ante cualquier situación cotidiana? ¿Puedes detener esa necesidad de controlar? ¿Cómo lo haces? Comparte tus vivencias.

Reflexión del Dia: 5 de Septiembre

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente»caracteriza al codependiente como «reaccionarios», con sentimientos de ira, odio y amargura hacia nosotros mismos. El codependiente sufre por cualquier causa, se conduce en el drama y se hace víctima de cualquier situación. Actúa de manera colérica ante el entorno, generando pugnas y dificultades para el grupo donde se moviliza. Nuestros sentimientos se descarrilan con extrema facilidad.

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Reflexiona sobre esto:

La mayoría de los codependientes son reaccionarios. Reaccionamos con ira, culpa, vergüenza, odio a nosotros mismos, preocupación, sentimientos heridos, gestos controladores, acciones solícitas, depresión, desesperación y furia. Reaccionamos con miedo y ansiedad. Algunos de nosotros reaccionamos tanto que nos resulta doloroso estar cerca de la gente, y torturante encontrarnos dentro de un grupo grande de personas. Es normal reaccionar y responder a nuestro medio ambiente. Reaccionar es parte de la vida. Es parte de interactuar, es parte de ser humano y de estar vivo. Pero nos permitimos irritamos tanto y distraernos tanto.
Pequeñeces, cosas mayores —lo que sea— tienen el poder de descarrilarnos. Y nuestra respuesta después de que reaccionamos a menudo no es la que más nos conviene.
Podemos haber empezado a reaccionar y a responder urgente y compulsivamente con patrones que nos lastiman. El solo hecho de sentir urgencia y compulsión es suficiente para herirnos. Nos mantenemos en un estado de crisis, fluyendo la adrenalina y tensos los músculos, listos para reaccionar ante emergencias que generalmente no son tales. Alguien hace algo, de modo que nosotros debemos hacer algo a la vez. Alguien se siente de determinada manera de modo que nosotros debemos sentirnos de otra determinada manera.
BRINCAMOS DENTRO DEL PRIMER SENTIMIENTO QUE NOS ATRAVIESA Y LUEGO NOS EMPANTANAMOS EN ÉL. Pensamos en el primer pensamiento que cruza por nuestra cabeza y luego elucubramos sobre él. Decimos lo primero que nos viene a la lengua y a veces nos arrepentimos. Hacemos lo primero que nos viene a la mente, generalmente sin pensarlo. Ese es el problema: reaccionamos sin pensar, sin haber pensado honestamente lo que necesitamos hacer y cómo queremos manejar la situación. Nuestras emociones y conductas controladas —disparadas— por cualquier persona o cosa en nuestro entorno. Indirectamente estamos permitiendo que los demás nos digan qué hacer. Eso significa que hemos perdido el control. Estamos siendo controlados.
Cuando reaccionamos abdicamos a nuestro poder personal, dado por Dios, para pensar, sentir y actuar de acuerdo con nuestro mejor interés

Reflexión: «La conducta reaccionaria del codependiente a menudo nace de un intento desesperado de controlar el entorno emocional, pero este enfoque tiene un efecto contraproducente. Al reaccionar impulsivamente ante los comportamientos y emociones de los demás, se perpetúa un ciclo de tensión y desequilibrio, tanto para uno mismo como para la relación. Este comportamiento no solo agota tu energía emocional, sino que también eclipsa tu capacidad para responder de manera más saludable y consciente. En el fondo, ser reactivo en lugar de proactivo mina la posibilidad de construir relaciones genuinas basadas en el respeto mutuo y el amor verdadero. Ser consciente de esta tendencia reaccionaria es el primer paso para romper el ciclo, permitiéndote actuar desde un lugar de autoconciencia y equilibrio emocional. (Alpha).

¿Te sientes identificado con esta reflexión? ¿Has vivido situaciones de reacciones sin sentido alguno? ¿Has buscado ayuda profesional? ¿Cuales han sido tus herramientas y te han sido de utilidad? Comenta aquí.

Reflexon del Dia: 2 de Septiembre

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» hace especial mención a las reacciones que provoca en los codependientes el apego afectivo. La obsesión pasa a ocupar «todos los pensamientos» y se crea un remolino de «pensamientos compulsivos» que impide pensar en otra cosa que no sea el objeto de su apego ¡Se pierde el control, el poder y la serenidad!

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Reflexiona sobre esto:

Preocuparnos y obsesionarnos nos mantiene con tal maraña en la cabeza que no podemos resolver nuestros problemas. Cada vez que nos apegamos de esta manera a alguien o a algo, nos separamos de nosotros mismos. Perdemos contacto con nosotros mismos. Damos en prenda nuestro poder y nuestra capacidad para pensar, sentir, actuar y cuidar de nosotros mismos. ¡Perdemos el control!
Es horrible estar obsesionado con otro ser humano o con un problema. ¿Conoces alguna persona obsesionada con alguien o con algo? Esa persona no puede hablar de otra cosa, no puede pensar en otra cosa. Aunque parezca oírte cuando le hablar, sabes que no te escucha. Su mente está dando tumbos, va de aquí para allá en un interminable remolino de pensamientos compulsivos. Esta preocupada. Relaciona todo lo que le dices (aunque no tenga nada que ver) con el objeto de su obsesión. Dice las mismas cosas, una y otra vez, usando las mismas palabras o cambiandolas ligeramente. Lo que tú digas no sirve de nada. Aunque le digas que pare, no sirve de nada. Probablemente lo haría si pudiera. El problema es que no puede hacerlo (en ese momento). Pues está a punto de estallar con la discordante energía de que está hecha la obsesión. Tiene un problema o una preocupación que no sólo lo molesta y lo controla.

Reflexión: En la codependencia, la preocupación y obsesión por otros a menudo se disfrazan de amor o deber, pero en realidad, nos roban la oportunidad de vivir nuestras propias vidas de manera plena. Dejar atrás estas conductas no es un acto de abandono hacia los demás, sino un acto de fidelidad hacia uno mismo. Al liberarnos de la compulsión de controlar o ‘salvar’ a otros, nos damos el espacio para centrarnos en nuestra propia sanación, descubriendo en el proceso un sentido de paz y libertad que no sabíamos que era posible. Es fundamental entender que cada individuo es responsable de su propia felicidad y bienestar; soltar esta preocupación obsesiva permite que cada persona en la relación respire, crezca y, finalmente, florezca. (Alpha).

¿Has tenido apego por otra persona? ¿Has sentido estas manifestaciones? ¿Has salido de ese círculo obsesivo-compulsivo? ¿Cuales herramientas has utilizado?. Coméntanos aquí tus vivencias.

Reflexión del Dia: 26 de Agosto

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» ratifica la necesidad de dependencia afectiva que desarrolla el codependiente, hasta el punto de «conformarse» con lo poco que puede brindarle de atención y afecto la persona a la cual esta apegado. Esta situación de apego mas critico lo lleva incluso a «limitar» sus relaciones, para luego quedarse solo dependiendo aun mas de esa persona. Es un verdadero «drama».

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Reflexiona sobre esto:

Muchos de nosotros esperamos y necesitamos tanto de la gente que nos conformamos con muy poco.
Podemos volvernos dependientes de personas con problemas, de alcohólicos y otras personas con problemas. Podemos volvernos dependientes de personas que no precisamente nos gustan ni amamos. A veces, necesitamos tanto de la gente que nos conformamos casi con quien sea. Podemos necesitar a gente que no satisface nuestras necesidades. De nuevo, podemos encontrarnos en situaciones en las cuales necesitamos que alguien esté ahí para apoyarnos, pero que la persona que hemos elegido no puede o no podrá hacerlo.
Es posible incluso llegar a convencernos a nosotros mismos de que no podemos vivir sin alguien y que nos marchitaremos y moriremos si esa persona no está dentro de nuestra vida. Si esa persona es un alcohólico o tiene serios problemas, podremos tolerar el abuso y la enfermedad para mantenerla dentro de nuestra vida, a modo de proteger nuestra fuente de seguridad emocional. Nuestra necesidad se hace tan grande que nos conformamos con demasiado poco. Nuestras expectativas caen por debajo de lo normal, por debajo de lo que deberíamos esperar de nuestras relaciones. Luego, nos quedamos atrapados, varados.

Reflexión: El manejo «desordenado» de las relaciones por parte de los codependientes tiene un serio trasfondo de «baja autoestima». No se creen digno de ser amados. Solo sienten que dedicándole su tiempo a los otros, obtendrán atención y afecto. Así transcurre parte de su vida y cada día se limitan sus opciones de «desapegarse» hasta un momento crítico que puede generarles trastornos psicoafectivos que trastocan su salud física y emocional. ¿Cómo detener esto? solo haciéndose consciente de la seriedad y gravedad del asunto e iniciando una recuperación responsable. De no asumir esta última, serían lamentables las consecuencias. Podemos sanar… claro que SÍ, todo dependerá de nosotros mismos. (Alpha).

¿Has vivido este apego tan manifiesto por alguien? ¿Has logrado detenerte a tiempo? ¿Cuales herramientas has manejado? Comparte con nosotros tus comentarios.

Reflexión del Dia: 12 de Agosto

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» reitera que el codependiente asuma un comportamiento saludable responsabilizándose de si mismo.

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Reflexiona sobre esto:

Sobreinvolucarnos de alguna manera puede mantenernos en un estado de caos; puede mantener a la gente que nos rodea en ese estado. Si concentramos toda nuestra energía en la gente y en los problemas, nos queda poco para dedicar el acto de vivir nuestra propia vida. Y ya hay bastante preocupación y responsabilidad en el ambiente. Si la tomamos toda nosotros, no queda nada para la gente que nos rodea. Esto nos hace trabajar en exceso a nosotros y quitarles bastante trabajo de encima a los demás. Y aún más, preocuparnos por la gente y por los problemas no funciona. No resuelve los problemas, no ayuda a los demás y no nos ayuda a nosotros mismos. Es energía desperdiciada.

Reflexión: El codependiente se involucra en la vida e los demás. Esa conducta autodestructiva trae problemas graves físicos y emocionales. Lo sano es confiar en nuestro poder superior para asumir una comportamiento saludable.

¿Eres una persona que se involucra en la vida de los demás? Comenta aquí.

Reflexión del Dia: 6 de Agosto

Melody Beattie, en su Libro «Ya no seas Codependiente» ratifica la necesidad de dependencia afectiva que desarrolla el codependiente, hasta el punto de «conformarse» con lo poco que puede brindarle de atención y afecto la persona a la cual esta apegado. Esta situación de apego mas critico lo lleva incluso a «limitar» sus relaciones, para luego quedarse solo dependiendo aun mas de esa persona. Es un verdadero «drama».

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Reflexiona sobre esto:

Muchos de nosotros esperamos y necesitamos tanto de la gente que nos conformamos con muy poco.
Podemos volvernos dependientes de personas con problemas, de alcohólicos y otras personas con problemas. Podemos volvernos dependientes de personas que no precisamente nos gustan ni amamos. A veces, necesitamos tanto de la gente que nos conformamos casi con quien sea. Podemos necesitar a gente que no satisface nuestras necesidades. De nuevo, podemos encontrarnos en situaciones en las cuales necesitamos que alguien esté ahí para apoyarnos, pero que la persona que hemos elegido no puede o no podrá hacerlo.
Es posible incluso llegar a convencernos a nosotros mismos de que no podemos vivir sin alguien y que nos marchitaremos y moriremos si esa persona no está dentro de nuestra vida. Si esa persona es un alcohólico o tiene serios problemas, podremos tolerar el abuso y la enfermedad para mantenerla dentro de nuestra vida, a modo de proteger nuestra fuente de seguridad emocional. Nuestra necesidad se hace tan grande que nos conformamos con demasiado poco. Nuestras expectativas caen por debajo de lo normal, por debajo de lo que deberíamos esperar de nuestras relaciones. Luego, nos quedamos atrapados, varados.

Reflexión: El manejo «desordenado» de las relaciones por parte de los codependientes tiene un serio trasfondo de «baja autoestima». No se creen digno de ser amados. Solo sienten que dedicándole su tiempo a los otros, obtendrán atención y afecto. Así transcurre parte de su vida y cada día se limitan sus opciones de «desapegarse» hasta un momento crítico que puede generarles trastornos psicoafectivos que trastocan su salud física y emocional. ¿Cómo detener esto? solo haciéndose consciente de la seriedad y gravedad del asunto e iniciando una recuperación responsable. De no asumir esta última, serían lamentables las consecuencias. Podemos sanar… claro que SÍ, todo dependerá de nosotros mismos. (Alpha).

¿Has vivido este apego tan manifiesto por alguien? ¿Has logrado detenerte a tiempo? ¿Cuales herramientas has manejado? Comparte con nosotros tus comentarios.

Reflexión del Dia: 23 de Julio

Melody Beattie, en su Libro Ya no seas Codependiente recalca que el rol preferido por el codependiente es de «cuidador compulsivo». También plantea que puede ejercer el de «victima», ejerciendo todo un drama a su alrededor para llamar la atención.

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Reflexiona sobre esto:

¡Rescatamos cada vez que cuidamos de los demás!
Al cuidar o rescatar podemos sentir uno o más de los siguientes sentimientos: incomodidad y malestar por el dilema de la otra persona; la urgencia de hacer algo; lástima; sentimiento de culpa; santidad; ansiedad; una extrema responsabilidad por esa persona o problema; miedo; la sensación de estar siendo forzado u obligado a hacer algo; una indisposición ligera o severa a hacer algo; mayor competencia que la persona a la que estarnos “ayudando”; u ocasionalmente resentimiento por haber sido colocados en esta posición. También pensamos que la persona a quien estamos cuidando está desvalida y es incapaz de hacer lo que nosotros hacemos por ella. Sentimos que temporalmente nos necesita.
No me refiero a actos de amor, de amabilidad, de compasión y de verdadera ayuda, a situaciones en las cuales legítimamente se desea y se necesita de nuestra ayuda y nosotros queremos darla. Estos actos son la sal de la vida. Rescatar o cuidar no lo son.
Cuidar de los demás parece un acto mucho más amistoso de lo que es. Requiere incompetencia por parte de la persona a quien estamos cuidando. Rescatamos “víctimas”, personas que creemos no son capaces de ser responsables de si mismas. Las víctimas en realidad son capaces de cuidar de sí mismas, aunque nosotros y ellas no lo admitimos. General mente nuestras víctimas están ahí esperando a un lado del triangulo a que nosotros hagamos el primer movimiento y brinquemos dentro del triángulo con ellas.
Después de que rescatamos, inevitablemente nos movemos a la siguiente esquina del triángulo: la persecución. Nos volvemos resentidos y nos enojamos con la persona a quien tan generosamente hemos “ayudado”. Hemos hecho algo que no queríamos hacer, algo fuera de nuestra responsabilidad, hemos ignorado nuestras propias necesidades y deseos, y nos enojamos por ello. Para complicar más el asunto, esta víctima, esta pobre persona que hemos rescatado, no siente gratitud por nuestra ayuda. No aprecia suficientemente el sacrificio que hemos hecho. La víctima no se porta corno debiera. Ni siquiera está siguiendo nuestro consejo, que tan prontamente le brindamos. Esta persona no nos deja recomponer sus sentimientos. Algo no ha funcionado bien, de modo que nos rasgamos nuestro halo y sacamos nuestro trinche.

Mi Reflexión: El codependiente habitualmente se mueve en un triangulo vicioso que se denomina «Triangulo del drama o de Karpman». En este escenario figuran tres actores: rescatador, víctima y victimario. El codependiente ejerce el rol de «rescatador-cuidador por excelencia». Vive pendiente de los otros, de intervenir en su vida, cambiarla, ofrecer consejos, sugerencias. No siempre se queda ejerciendo ese papel sino que en ocasiones pasa a ser víctima, se debilita, se desarma, dramatiza, solo para buscar amor, afecto, felicidad. Triste vida la del codependiente. Necesita ayuda para salir de esa trama insana. (Alpha).

¿En ese triángulo, cuál es tu rol? ¿Identificas claramente esa conducta autodestructiva que ocupa tu vida? Comenta acá.