30
CONTINUAMOS HACIENDO NUESTRO INVENTARIO PERSONAL Y CUANDO NOS EQUIVOCABAMOS LO ADMITIAMOS INMEDIATAMENTE (Décimo Paso de CoDA).
ADMITIR CUANDO NOS EQUIVOCAMOS
Con frecuencia, he encontrado que simplemente asumir la responsabilidad, luego pedir disculpas por mi conducta, es suficiente para dar por terminado los asuntos que surgen. Las palabras, «Me equivoqué y lo siento» son tan curativas. Poder dar o recibir estas palabras, y luego soltar el incidente, es uno de los muchos regalos que he recibido en este proceso llamado recuperación.
Mientras crecía, pasé la mayor parte de mi vida castigando a las personas. Si ocurría una indiscreción, la archivaba durante años y la usaba contra esa persona una y otra vez, a veces durante años y años. Nunca soltaba nada.
Me volví una persona castigadora. Si alguien me desilusionaba o no hacía lo que yo pensaba que debían hacer, no sólo me enojaba. Me aferraba al enojo y castigaba. Y castigaba.
Así también me trataba a mí misma cuando cometía algún error.
Me mantenía alejada del amor y la alegría disponible para míen las relaciones y la vida. No sabía cómo aceptar, perdonar, y nutrirme a mí misma. No sabía cómo ni cuándo aceptar y perdonar a otros.
Intentaba perdonar a los alcohólicos por beber cuando yo aún me permitía ser victimizada por su forma de hacerlo. Sustituía el perdón y la negación por la aceptación de la realidad. Tenía confundidos los conceptos.
Ahora estoy aprendiendo a aceptar y dar disculpas, luego a soltar las cosas. También comprendo que esto siempre, siempre significa manejar sentimientos, mis sentimientos, y aceptar la realidad.
Estoy aprendiendo que mis sentimientos son una parte importante de la realidad.
Durante años, cuando me sentía lastimada o enojada, corría a Dios y pedía a Dios que me perdonara. Me sentía avergonzada y arrepentida por estar enojada, por sentirme lastimada, por sentir. «Padre, perdóname, porque he pecado», era mi lema cada vez que tenía cualquier tipo de sentimiento desagradable hacia otro. Me veía a mí misma y mis sentimientos como algo afuera de y ajeno a mi Poder Superior.
Luego me sentía confundida y culpable cuando los sentimientos no desaparecían. Cuando el comportamiento de la otra persona continuaba, también lo hacían mis sentimientos.
Me tardé mucho (y aún estoy aprendiendo esta lección) en darme cuenta de que mis sentimientos muchas veces son la forma en que mi Poder Superior me habla y trata de llamarme la atención hacia una lección que necesito aprender. Puede ser una lección acerca de poner límites, poseer mi propio poder, o aprender algo acerca de mí misma y mis relaciones. Mis sentimientos no son incidentales. Son una parte importante de mí misma, mi vida, y son a lo que debo estar prestando atención.
Por lo menos, debo sentirlos plenamente antes de pasar a otra cosa. La vida, y mi Poder Superior, con frecuencia me atiborrarán con circunstancias similares, diseñados a provocar cierta emoción.
Antes pensaba que no sentir esa emoción era lo que se esperaba de mí. Ahora, estoy aprendiendo a rendirme con mayor facilidad y dignidad ante la emoción como una parte necesaria e importante de la experiencia.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Categoría: REFLEXIONES DIARIAS
Reflexión del Dia: 26 de Enero

CONTINUAMOS HACIENDO NUESTRO INVENTARIO PERSONAL Y CUANDO NOS EQUIVOCABAMOS LO ADMITIAMOS INMEDIATAMENTE (Décimo Paso de CoDA).
CONTINUAMOS HACIENDO NUESTRO INVENTARIO PERSONAL
«Por la forma en que vives todo lo externo, me maravilla que alguna vez hayas tenido un mal día,» dijo alguna vez mi ex-marido.
Su comentario intentaba ser gracioso; también era una observación sagaz. Antes de la recuperación de la codependencia, yo tenía una capacidad insólita de sólo ver lo externo: qué hacían otros; qué no hacían; qué trataban de hacerme a mí; que me habían hecho; y qué tanto mejor me sentiría si estuvieran haciendo algo diferente.
Pensar así, que otros de alguna manera controlaban el camino de mi vida y que podían hacerme sentir mejor o diferente, era una ilusión. Y aprendí que era una ilusión por el camino difícil: tocando fondo en mi codependencia.
Si hemos hecho nuestro trabajo en los Pasos, hemos pasado ya de pensar así. Quizá volvamos a ello de vez en cuando, pero por lo menos ahora sabemos qué estamos haciendo, y sabemos que es una ilusión. Muchos de nosotros comenzamos nuestro viaje de recuperación gracias a lo que algún ser amado hacía o no hacía. Entramos a este programa por esa manera de pensar. Luego, el Primer Paso nos hizo poner los pies en la tierra de una nueva manera de pensar, una nueva manera de enfrentar la vida, a otros, y a nosotros mismos.
Para cuando llegamos al Cuarto Paso, ya estábamos mirando hacia adentro. Estábamos listos para comenzar a indagar en nuestra alma. Comenzamos a mirarnos a nosotros mismos y lo que sucedía con nosotros. Comenzamos a ver como respondíamos comúnmente a la vida, en vez de fijarnos en lo que sucedía con otros.
El proceso por el que atravesamos en los Pasos Cuatro y Cinco nos llevó a una gira de limpieza por nosotros mismos. Entregamos nuestra vida y voluntad al cuidado de Dios, tal como concebíamos a Dios. Luego, hicimos una limpieza del paquete que habíamos entregado.
Ahora, se nos ha dado este Paso, un Paso de mantenimiento, para ayudarnos a continuar con este proceso de mirar hacia adentro. Este Paso no nos pide que nos persigamos continuamente con cincel y martillo. No nos dice que tenemos que andar por la vida teniéndonos a nosotros mismos bajo un microscopio, hipervigilando todo lo que digamos o hagamos, esperando sin aliento para criticar y castigarnos a nosotros mismos.
Pero sí nos da permiso de continuar estando conscientes de nosotros mismos, y cuando estemos equivocados, admitirlo y manejarlo sin demora.
¿Cuáles son los «errores» que buscamos y admitimos inmediatamente?
Estamos buscando los daños que hacemos a otros, los daños que son fáciles de racionalizar y justificar. Hay que observar cualquier patrón personal de conducta que sea inferior a lo que razonablemente podemos esperar de nosotros mismos.
Esto puede incluir expresiones de enojo y rabia inapropiadas, conducta inapropiada cuando estamos enojados, guardar resentimientos, controlar, manipular, y usar a las personas, mentir, esperar que otros llenen el «hueco en nuestra alma,» o cualquier otro comportamiento que no alcanza nuestra propia aprobación.
¿Cómo sabremos cuando nos hemos comportado inadecuadamente? Si hemos hecho nuestra tarea, si hemos limpiado el tiradero de culpas merecidas e inmerecidas del pasado, si hemos trabajado estos Pasos lo mejor que podamos, sabremos.
El asunto llamará nuestra atención.
Habremos experimentado suficiente paz para poder reconocer la inquietud, y suficiente guía para saber cómo encontrar nuestro camino para salir de cualquier predicamento en el que nos encontramos. Sabremos y confiaremos que podemos soltar y permitir que se nos guíe al camino de conducta correcta, ya sea pedir disculpas o intentar un cambio de conducta con otra persona.
He aprendido que no puedo confiar sólo en los sentimientos para hacer este Paso. Puede ser que me sienta culpable cuando no he hecho nada malo. O puedo sentirme culpable acerca de hacer cosas que son buenas para mí: tales como jugar, divertirme, expresar mis sentimientos, y decir lo que quiero y necesito. A veces, no me siento culpable de comportamientos que legítimamente necesito corregir: me siento a la defensiva y protectora.
Este Paso nos pide que continuemos el proceso de usar nuestro intelecto, nuestra sabiduría, la sabiduría de la recuperación, para revisar e inventariarnos a nosotros mismos. Debemos confiar en nuestros sentimientos, pero también debemos usar nuestro intelecto, de manera que no nos perdamos en una ola de culpa inmerecida y actitudes defensivas.
Podemos pensar. Con nuestra nueva conciencia podemos mirarnos a nosotros mismos cada día y, con amor, dilucidar lo que necesitamos para cuidar de nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 25 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
LOS PASOS DE LOS TORNILLOS Y LAS TUERCAS
Ahora hemos terminado con los que muchos en recuperación llaman los Pasos de los tornillos y las tuercas. Con frecuencia nos encontraremos regresando instintivamente al Paso que necesitamos. Ve allí libremente cuantas veces sea necesario.
Ve cuando necesitas la sanación que éste, o cualquier otro Paso, tiene que ofrecer. Hay muchas cosas en la vida en las que no podemos confiar. Pero podemos confiar en estos Pasos, y siempre están allí para ayudarnos. No te preocupes de trabajar este Paso demasiado pronto: él te encontrará cuando estés listo. Te encontrarás en lugares, con personas, en circunstancias, y será el momento de cuidar de ti mismo con los demás.
Empezaremos a ver cómo nos hemos estado tratando inapropiadamente a nosotros mismos, también. Con frecuencia esta toma de conciencia es gradual. Recibimos intuiciones, las instrucciones para el cambio, y la oportunidad de hacer reparaciones, cuando estamos listos para manejarlas. Ten confianza de que el momento llegará. Confía en el proceso. Confía en los Pasos. Confía en lo que sucederá si los trabajas.
Escucha lo que dice El Libro Grande de Al-Anón. (página 78):
Debemos tener sentido común y tacto, ser considerados y humildes, sin ser serviles o rastreros. Como criaturas de Dios nos paramos en nuestros propios pies; no nos arrastramos ante nadie. Si nos esmeramos en esta fase de nuestro desarrollo, nos sorprenderemos de los resultados antes de llegar a la mitad del camino. Vamos a conocer una libertad y una felicidad nuevas. No nos lamentaremos por el pasado ni desearemos cerrar la puerta que nos lleva a él. Comprenderemos el significado de la palabra serenidad y conoceremos la paz. Sin importar lo bajo que hayamos llegado, percibiremos cómo nuestra experiencia puede beneficiar a otros. Desaparecerá ese sentimiento de inutilidad y lástima de nosotros mismos. Perderemos el interés en cosas egoístas y nos interesaremos en nuestros compañeros. Se desvanecerá la ambición personal. Nuestra actitud y nuestro punto de vista sobre la vida cambiarán. Se nos quitará el miedo a la gente y a la inseguridad económica. Intuitivamente sabremos manejar situaciones que antes nos desesperaban.De pronto comprenderemos que Dios está haciendo por nosotros lo que por nosotros mismos no podíamos hacer.
¿Son estas promesas extravagantes? No lo creemos. Están cumpliéndose entre nosotros -a veces rápidamente, a veces lentamente, pero siempre se realizarán si trabajamos para obtenerlas.
Los alcohólicos en recuperación fueron los primeros en ver cumplirse estas promesas como retribución de haber trabajado estos Pasos. Algunos creen que los alcohólicos tienen mayor inclinación que otros para trabajar estos Pasos, porque de ello depende sus vidas. Nosotros también podemos estar comprometidos a trabajar estos Pasos y recibir los beneficios en nuestra vida, porque nuestra vida, la calidad de nuestra vida, la calidad de nuestras relaciones, y la calidad del amor en nuestra vida, sí dependen de ello.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 24 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
AMAR Y PERDONARNOS A NOSOTROS MISMOS
Este es el Paso en el que nos disculpamos con nosotros mismos y con otros, pero hacemos más que eso. Abiertamente reconocemos y asumimos la responsabilidad de nuestros comportamientos hacia nosotrosmismos y hacia otros. Este Paso nos da permiso de ser quienes somos ahora y de ser quienes alguna vez fuimos. Nos da permiso de perdonarnos a nosotros mismos y de sentirnos bien acerca de quienes somos, sin importar lo que hayamos hecho.
Limpia la pizarra por completo y nos da una alternativa a sentirnos culpables y avergonzados.
Ahora podemos experimentar autoconciencia, autoestima, y aceptación de nosotros mismos, con base en ser responsables de nosotros mismos. Hemos recibido un regalo de cada Paso, pero hemos recibido un regalo especial en los Pasos Cuatro a Nueve. Este regalo es el de un proceso claro para liberarnos de la culpa y la vergüenza, para perdonarnos, y para corregir aquellos comportamientos que requieren de corrección.
Estos Pasos significan que ya no tenemos que castigarnos. No tenemos que sentirnos aterrados o avergonzados de nuestro comportamiento, ya sea un error diminuto o una indiscreción mayor.
Tenemos una fórmula específica, ahora, para liberarnos de los errores y las imperfecciones y para crear armonía en nuestras relaciones.
No podemos controlar a la otra persona ni la manera que él o ella se siente respecto a nosotros.
Pero se desata una cadena poderosa de curación cuando nos responsabilizamos de nosotros mismos. Cuando entra la culpa, cuando entra la vergüenza, cuando surge una antigua creencia o un comportamiento antiguo en él que caímos, sabemos que tenemos una alternativa.
Podemos reprimir o negar, que para muchos de nosotros es la manera antigua de reaccionar.
Podemos ponernos a la defensiva, podemos huir, podemos escondernos. O podemos abrazar esta fórmula de mirar hacia adentro, identificar nuestra parte, hablar con otra persona y con Dios acerca del asunto, admitirlo ante nosotros mismos, disponernos a hacer una reparación, luego llevar a cabo esa reparación.
Luego, podemos soltar. Podemos soltar las culpas más grandes y más pequeñas que tengamos.
Podemos perdonarnos a nosotros mismos y podemos perdonar a otros.
Estos Pasos nos dicen que no tenemos que ser perfectos. Hay seguridad y solaz en esta fórmula de cuidado de uno mismo: estos Pasos. Nos dicen que podemos amar y aceptar todo lo que somos y aceptar nuestros pasados, siempre y cuando estemos dispuestos a asumir la responsabilidad de nosotros mismos.
Cuando primero comencé a trabajar este Paso, estaba aterrada. Pensar en hacer citas con personas, y luego abrir la boca y admitir que había hecho algo indebido, era aterrador. Tenía una fuerte regla interna que me exigía ser perfecta, y la acción de admitir mis errores y pedir disculpas era difícil. Me sentía amenazada si admitía mis errores. Ya cargaba mucha culpa, y si reconocía y admitía haber cometido errores, temía sentir más. Estaba tan a la defensiva respecto de mi forma de actuar porque sentía tan mal conmigo misma.
Lo que estaba a punto de aprender era que hacer reparaciones me daba una «mí misma» y una autoestima.
Llegué a un punto donde me era más fácil acercarme a las personas y admitir mis errores, pero aún me faltaba otro trecho, para llegar al lugar de la autocompasión paraconmigo misma, un lugar donde yo podía y estaba dispuesta a ver los daños y males que me había hecho a mí misma. Estos son más difíciles de ver y tomar en cuenta que los daños que he hecho a otros.
Como con mis otros comportamientos, se hace más fácil con el tiempo. Entre más practico amarme, más habitual se vuelve.
Entre más abierta estoy para asumir la responsabilidad de mi comportamiento y hacer reparaciones, menos culpa siento. Negar un daño hacia nosotros mismos u otros, no hace que el daño o la culpa desaparezcan.
Este Paso sí lo hace.
Dalo. Confía en él. Y suelta la culpa. Cuando hemos realizado las acciones que piden estos Pasos, estamos libres para hacer eso. No es un Paso punitivo. No es un Paso para temerse. Como los otros Pasos, cuando hagamos una esfuerzo humano para darlo, seremos premiados con un bono espiritual. Como bien dijo un hombre en recuperación: «Recibiremos la gracia que necesitamos para estar cómodos con nosotros mismos, con otros, y con nuestros pasados».
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 23 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A NOSOTROS MISMOS
Ya hemos hablado de las reparaciones en nuestras primeras dos listas. Ahora vayamos a la última, las reparaciones que debemos a nosotros mismos. Tal vez sea difícil acercarnos a otros para pedir disculpas. Puede ser una tarea dura perdonar a otros lo que nos han hecho de daño.
Pero hacer reparaciones a nosotros mismos, perdonarnos, puede ser la parte más difícil del programa.
Toda la recuperación, todo por lo que estamos pasando, tiene que ver con hacer una reparación a nosotros mismos. Darnos permiso de tener nuestros sentimientos es una reparación. Darnos permiso de estar vivos y ser felices es una reparación. Cuidar de nosotros mismos en una forma benévola, compasiva, y amorosa es una reparación.
Aprender a poner límites, ser directo, y dejar de autoderrotarnos y victimizarnos es una reparación. Aprender a ya no dejar que otros nos maltraten y controlen es una reparación.
Aprender a dejar de exigirnos perfección, a poseer nuestro propio poder, y a ser quienes somos es una reparación a nosotros mismos.
Aprender a escucharnos y confiar en nosotros mismos es una reparación importante. Aprender a confiar en nuestros instintos y valorar nuestros sentimientos y necesidades es una reparación.
Tal vez tengamos muchas reparaciones que debemos hacer al niño asustado, maltratado, o abandonado que está dentro de nosotros, reparaciones por ser tan críticos, negligentes, y por avergonzarlo tanto. Nos debemos una disculpa y un cambio de comportamiento por no habernos permitido recibir el amor y el cuidado que necesitábamos, especialmente de parte de nosotros mismos.
Nos debemos una disculpa y un cambio de actitud por algunas de las ideas terribles que hemos tenido y creído acerca de nosotros mismos obsesivamente. Que no éramos dignos de amor, no éramos suficientemente buenos, que no podemos pensar, que no merecemos el éxito, que no merecemos divertirnos, o no merecemos recuperarnos son creencias falsas que hemos asumido, creencias que requieren corregirse como parte de este programa de hacer reparaciones a nosotros mismos.
«Simplemente, no me amo,» dijo Karen. «Y no creo que soy digna de ser amada. No creo que merezco las cosas buenas de la vida».
«La mayoría pensamos así», respondí. «Por eso estamos en recuperación. Es una parte importante
de lo que es la recuperación: el cambiar esas creencias».
Jasón, que ha estado recuperándose de la codependencia durante seis años, se escribe cartas a sí mismo como parte de sus reparaciones. Cuando algo le molesta, cuando regresan la culpa y el miedo, cuando no sabe qué se merece, se sienta y se consuela mediante una carta. Se dice a sí mismo todas las cosas buenas, consoladoras, y nutridoras que él y el niño interno necesitan oír para sentirse mejor.
«Me he vuelto bastante detallado para hacer reparaciones conmigo mismo,» dice. «Mis reparaciones conmigo mismo son como escribirme cartas. Llevé a mi papá a una sesión de terapia. Llevé a mi madre a dos sesiones. Y entre las sesiones, fui y me compré un osito de peluche».
Yo aprendo más cada día acerca de cuidar de la niña interna. La descuidé e hice de menos durante años y años. Trataba de ignorarla; quería que desapareciera. Lo que sucedió fue que gritaba más y más fuerte hasta que comencé a escucharla.
Pasé muchos años esperando que otros, que mis relaciones, cuidaran de mi niña interna. Buscaba que mis relaciones calmaran mi miedo y nutrieran, apoyaran y protegieran a mi niña interna.
Quería que mis relaciones estuvieran allí para mí porque yo no estabaallí para mí misma. No sabía cómo hacerlo.
Ahora, lentamente, estoy aprendiendo una manera mejor. Estoy aprendiendo cómo escuchar a esa niña interior que abandoné casi toda mi vida. Estoy aprendiendo cómo ponerme en contacto con ella, cómo escucharla, y darle el consuelo, el cuidado, la protección, la guía, y la disciplina que ella requiere.
A veces, requiere del cuidado cálido que necesita un bebé de tres meses. A veces, necesita correr, jugar, o cantar, como lo haría una niña de cuatro años. A veces, necesita escuchar una canción especial, y llorar, o soñar, o desear. A veces, necesita expresar qué tan triste o asustada está, y simplemente que la reconozca y valide.
Esta conducta de nutrir al niño interior no es tontería, como alguna vez creí. Es curativa. Unos minutos al día de cuidado a esa niña, libera a mi adulto para ser rejuvenecido y responsable, y permite que mi niña interna se sienta calientita, segura, y nutrida. También me permite ser una madre efectiva y nutritiva con mis hijos. Ellos me han enseñado mucho acerca de mi niña interior y lo que necesita; mi niña interna ayuda a enseñarme qué necesitan mis hijos.
He aprendido, por fin, a liberar el enojo y resentimiento que he sentido hacia mí misma por todo lo que me ha sucedido, por las conductas inapropiadas de otros hacia mí, por mis errores, y por ser yo misma. He albergado enojo y resentimiento hacia otros todo mi vida, pero la rabia callada y negada que tenía hacia mí misma era la más profunda y la más difícil de dejar ir.
No tenía idea, hasta después de muchos años en recuperación de la codependencia, qué tan enojada estaba conmigo misma. Tardé mucho en descubrir mi rabia, enojo, y resentimientos hacia otros, pero mucho más en detectar estos sentimientos encubiertos hacia mí misma. Para poder amar, nutrir y cuidar de mí misma libremente, para detener el tren de relaciones destructivas, para liberar mis bloqueos al amor y la intimidad, tuve que soltar esta rabia.
Necesitaba perdonarme y desarrollar una mejor relación conmigo misma. Necesitaba hablar mejor acerca de mí misma y conmigo misma; necesitaba perdonar y olvidar; necesitaba dejar de estarme castigando por los errores que había cometido y por lo que otros me habían hecho.
Mi enojo y mi rabia hacia mí misma me estaban matando lentamente, pero yo no lo sabía hasta que un día salieron a la superficie. Exploté con una retahíla de reclamos hacia mí misma que me sorprendió por su ferocidad y odio. Vi la parte importante que mi odio hacia mí misma había tenido en mis temores, en mi necesidad de ser perfecta, aun en mi necesidad de controlar. Si cometía otro error, si algo o alguien me volvía a desilusionar, me encorajinaba aun más conmigo misma. Vi cómo mi rabia conmigo misma había seguido atrayendo experiencias que podrían ayudar a sacarla para que yo pudiera manejarla. A veces cuando estoy enojada con otra persona y no enfrento mis sentimientos, todo lo que veo me refuerza el enojo. De la misma manera, seguía viendo y haciendo cosas respecto a mí misma que reforzaban mi autodesprecio. Me torturaba y no me dejaba vivir ni estar enteramente viva. Mi enojo no me dejaba amar ni ser amada. No me dejaba amarme a mí misma, hasta que lo liberé.
Fue hora de verdaderamente hacer reparaciones a mí misma.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 22 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS. (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Necesitamos ser claros acerca del motivo por el que nos disculpamos y de la mejor manera de hacerlo. Nuestra disculpa debe contar… para nosotros. Lo que hacemos con la reparación es responsabilizarnos por nuestro comportamiento. Necesitamos idear la mejor manera de hacerlo.
Necesitamos comprender claramente de qué nos responsabilizamos. Necesitamos estar seguros que con este proceso de hacer reparaciones, no estamos entrando en algún otro comportamiento autodestructivo o dañino a otros. Si tenemos dudas, preguntamos a nuestro Poder Superior.
Hablamos con las personas en recuperación. Escuchamos lo que tienen que decir. Esperamos hasta encontrar un curso de acción que nos haga sentir bien.
Existe guía y un camino claro disponibles para las reparaciones que necesitamos hacer. A veces, el camino lleva a un contacto directo y una disculpa directa por nuestro comportamiento. Hay momentos cuando lo que más necesitamos hacer para reparar es cambiar nuestro comportamiento con alguien. Hay veces cuando la restitución es lo apropiado.
Mas, existen momentos cuando sacar a luz lo que hemos hecho y luego pedir perdón por ello, empeoraría las cosas. Si nos hemos permitido engancharnos con cierta persona, permitido que nos controle, o si la hemos estado rescatando, y luego sintiéndonos victimizados por ello, podríamos empeorar la relación si lo mencionamos.
«¡Oye! He estado dejando que me controles, y estoy enojada. Te he estado rescatando porque realmente no creo que puedas cuidar de ti mismo. ¡Ahora ya no voy a hacerlo!»
Eso puede empeorar las cosas porque parece más una confrontación que una reparación. Hay que entender que a veces es importante expresar este tipo de intenciones. A veces puede aclarar las cosas y ser sano expresar nuestras metas conductuales con claridad. Pero a veces, el mejor camino que podemos tomar es buscar la senda de nuestro cuidado propio calladamente.
Nos disponemos a hacer reparaciones. Una vez que hagamos eso, podemos soltar y abordar nuestras reparaciones de una manera pacífica, consistente y armoniosa. Si estamos tratando de trabajar este Paso, tratando de aclarar nuestras relaciones con la gente, seremos guiados.
Sabremos lo que tenemos que hacer y cuando y cómo hacerlo. Si nada se siente correcto o apropiado, si sentimos que lo que estamos a punto de hacer causará una crisis o confusión, si sentimos que no es el momento, también podemos confiar en eso.
Si hay reparaciones que no podemos hacer ahora, podemos hacer planes para hacerlas después.
Esto puede ser cierto con asuntos financieros u otros tipos de reparaciones. Quizá queramos pagarle a alguien, pero no podemos cumplir con esa responsabilidad sin privar a nuestra familia.
Pero podemos disponernos a hacer de esa reparación una meta. Tal vez haya alguien con quien nos queramos disculpar, pero no podemos localizarlo. De todas formas podemos estar dispuestos.
Si estamos dispuestos, si hemos hecho nuestro trabajo, se nos guiará hacia las circunstancias adecuadas en el momento correcto.
Existen algunas reparaciones que no podemos hacer. La persona puede haber muerto o no estar disponible. Podemos hablar de estas reparaciones con nuestro Poder Superior, y luego soltarlas.
En esto cuentan la actitud, la honestidad, la apertura, y la disposición. Con armonía y paz, podemos esforzarnos por limpiar la discordia en nuestras relaciones. Podemos soltar nuestros temores acerca de enfrentar a las personas y tomar la responsabilidad por nuestros comportamientos, entendiendo que, al hacer reparaciones, no estamos disminuyendo nuestra autoestima, sino aumentándola.
No necesitamos arrastrarnos para hacer reparaciones. No necesitamos dejar que otro abuse de nosotros, nos manipule o maltrate durante el proceso de hacer reparaciones. Tranquilamente nos ocupamos de cuidar de nosotros mismos con una actitud de respeto. Este es un programa de perdón, no penitencia.
Podemos hacer nuestras reparaciones clara, directa, y limpiamente. Hacer una reparación a alguien no significa que tenemos que engancharnos con él o ella otra vez. No significa que debemos rendirnos y someternos al maltrato de su parte.
Con frecuencia, entre más breve la reparación, mejor. Entre más limpia y clara, mejor. Entre más directa, mejor. Entre más sale del corazón, mejor. Entre más siga una Guía Divina, mejor.
Una vez que hacemos una reparación, la otra persona no es responsable de quitar nuestro residuo de temor, culpa, o vergüenza. Es nuestra tarea olvidar el incidente, no la de ellos. Por otra parte, no somos responsables de los sentimientos de la otra persona respecto al incidente.
Ese no es nuestra tarea. Nuestra parte es hacer una reparación directa, y luego trabajar con lo que haga falta con nosotros mismos para terminar con nuestra vergüenza y culpa.
Podemos perdonarnos a nosotros mismos y terminar con el incidente.
Podemos ser benévolos con nosotros mismos.
Después de dar este Paso, podemos dar por terminado el asunto y soltarlo. Si este proceso implica cambiar nuestro comportamiento, no necesitamos castigarnos, sintiéndonos culpables hasta terminar de cambiar completa o «perfectamente». Podemos identificar lo que hemos hecho, hacer una reparación, y terminar con nuestra culpa.
Si después de hacer una reparación, la otra persona no está dispuesta a soltar el asunto, o si la otra persona quiere que suframos el problema con ella un tiempo, ese es su asunto. No tenemos que reaccionar (ni hacer algo que pudiera requerir de otra reparación), y no tenemos que estancarnos en el asunto.Tampoco tenemos que disculparnos cuando no hemos hecho nada malo. Por muchas razones, quizá tengamos el hábito de pedir disculpas cuando no es necesario.
Un sentimiento de vergüenza puede llevarnos a pedir disculpas por estar vivos, por estar aquí, y por ser quienes somos. Algunos de nosotros podemos sentir que somos un estorbo y pedir disculpas por casi todas las interacciones que tenemos. Este no es el propósito de este Paso.
Quizá tengamos el hábito de pedir disculpas por el comportamiento de otra persona o de disculparnos automáticamente cuando la otra persona se enoja.
Podemos aprender a examinar nuestros comportamientos y ver qué hicimos y qué no. Podemos aprender a discernir cuándo hemos hecho algo que legítimamente requiere de una disculpa y cuándo nuestra codependencia está empujándonos a decir que lo sentimos.
A veces, las disculpas generales sirven. No todos los problemas son claros, especialmente los que tienen que ver con la codependencia. A veces, se puede limpiar el ambiente sencillamente diciendo, «Me disculpo por la bronca que tuvimos. Siento mucho la forma en que manejé el incidente. Se me mezclaron otros asuntos, y siento que haya sucedido».
A veces yo he dicho, «Lo siento si lo que necesito hacer para cuidar de mí misma te lastimó. No fue mi intención ni designio hacer eso».
Pero no tenemos que volvernos «codependientes» respecto de nuestras disculpas. No tenemos que disculparnos por nuestro enojo, sólo por los comportamientos inapropiados que producen el enojo. No tenemos que disculparnos porcuidar de nosotros mismos, por manejar nuestros sentimientos, por poner límites, por divertirnos, por sentirnos bien, o por sanar. No tenemos que pedir disculpas porque otros tratan de controlarnos y nos llevan a sentirnos culpables. No tenemos que pedir disculpas por existir, por estar aquí, y por ser quienes somos.
No tenemos que disculparnos por no querer recibir abuso o maltrato. Si nos estamos ocupando de dar disculpas por los comportamientos de otra persona, no dejamos espacio para que las personas que en verdad necesitan disculparse, lo hagan.
No tenemos que repetir nuestras disculpas. Eso irrita. Si alguien quiere seguir sacándonos disculpas por el mismo incidente, ése es su problema, y no tenemos porqué engancharnos. Si sentimos que tenemos que seguir disculpándonos, puede ser que necesitamos regresar al problema original y ver qué está sucediendo.
A veces, no llenamos nuestras propias expectativas. Eso es humano. Por ello tenemos las palabras, «Lo siento». Estas curan, y puentean la brecha.
Pero no tenemos que decir que lo sentimos si no hicimos nada malo.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 21 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Con frecuencia he descubierto que, aun cuando hacer una reparación significa cambiar nuestro comportamiento, también una explicación breve y una disculpa por conductas pasadas ayudan.
Las palabras «lo siento» son palabras potentes y curativas. ¿Cuántas veces hemos deseado oírlas de otra persona? No el «lo siento» que oímos de las personas adictas llenas de remordimientos, sino una disculpa directa. Las disculpas pueden tener un efecto curativo en nuestras relaciones.
No tenemos control sobre las disculpas que nos gustaría oír de otros, pero podemos hacer nuestra parte en sanar nuestras relaciones.
A veces nuestras reparaciones son económicas. Necesitamos hacer una restitución con más que palabras o cambios de comportamiento. Necesitamos pagar un dinero. Muchos de nosotros comenzamos nuestra recuperación de la codependencia atrapados por grandes problemas financieros. He hablado con muchas personas que han llegado a deber $30,000, $50,000, o más cuando empezaron su recuperación.
Las deudas generalmente resultan de nuestra participación en relaciones disfuncionales, meternos más allá de nuestras posibilidades, y luego encontrarnos (no a nuestra pareja) atrapados por una carga económica cuando la relación termina. A veces pedimos prestado para ayudar al otro. Aveces la ingobernabilidad financiera se convierte en parte íntegra del paquete codependiente.
La voluntad de asumir la responsabilidad por nuestros problemas financieros es crítica para la recuperación. Muchos de nosotros nos hemos permitido victimizar terriblemente en asuntos financieros. Eso es un duro golpe que soportar, pero si hemos de recuperarnos, debemos empezar a traer reparación y curación a esa área de nuestras vidas.
Hacemos lo que podemos para traer justicia y equidad a la situación. Si hay algún modo de aliviarnos de la responsabilidad financiera que pertenece a otro, damos los pasos para hacer eso.
Eso es parte de hacer reparaciones a nosotrosmismos. Hasta donde sea posible, tomamos las medidas para asegurar que cada uno de nosotros es financieramente responsable sólo de sí mismo o misma. Ya no nos permitimos victimizar o martirizar más.
A veces, para poder tomar la responsabilidad por nosotros mismos en asuntos financieros, nos encontramos apretando el cinturón. A veces nuestro crédito no existe. A veces se nos queda la deuda de otro, nos guste o no.
Yo creo que podemos y debemos dar pasos asertivos para protegernos hasta donde sea posible.
Pero si hemos hecho lo posible, y aún nos encontramos con la responsabilidad de una deuda ajena, con frecuencia debemos afrontar y aceptar ese hecho. A veces la sola disposición comienza a producir curación y gobernabilidad en esa área de nuestra vida. A veces dar hasta los pasos más pequeños para hacer reparaciones financieras, pone en movimiento una fuerza poderosa.
Cuando asumí la responsabilidad financiera por mí misma y empecé a hacer reparaciones por el lío económico en que me encontraba, comenzaron a suceder milagros. Sí, me sentía victimizada.
Sí, me había permitido victimizar. Si, tenía muchos sentimientos al respecto. Pero para avanzar, necesité trabajar con esos sentimientos y comenzar a moverme hacia una solución.
Dejé de culpar a la otra persona por el embrollo financiero y comencé a responsabilizarme financieramente por mi misma.
Dejé de permitir que me victimizaran. Me protegí legalmente. Luego me puse una meta para hacer restitución financiera. Llamé y envié cartas a mis acreedores. Comencé concienzudamente a hacer los pagos que podía. En aquel entonces, generalmente era como $5.00 al mes, a veces sobre cuentas de $5,000. Los acreedores querían más, por supuesto, pero eso no era posible. Dar más habría lastimado a las personas a quienes tenía que mantener mensualmente. Con consideración y cuidado hice lo que pude.
Fue entonces cuando comenzaron los milagros. Eso es todo lo que puedo decir. Comenzaron a suceder cosas. Una de las cuentas del hospital en la que había incurrido durante lo más álgido de mi codependencia, cuando tuve meningitis viral, sumaba miles de dólares. No tenía seguro.
Comencé a hacer pequeños pagos mensuales. Seis meses más tarde, recibí una carta del hospital que describía un programa especial que permitía eliminar ciertas deudas pendientes. Yo calificaba, y mi deuda se borró.
Otras deudas comenzaron a pagarse lentamente. El dinero que me ayudaba llegaba de fuentes inesperadas.
La responsabilidad fiscal es una parte importante de la recuperación. Podemos fiel y responsablemente hacer lo posible en la medida que podamos.
A veces no sabemos por seguro qué hacer respecto a cierta reparación. Quizá estamos dispuestos a hacer la reparación, pero inseguros en cuanto a la forma. Quizá la naturaleza de nuestra responsabilidad no sea clara. Tal vez hacer la reparación dañaría a terceros, ya sea alguien en nuestra familia o a la persona a quien hacemos la reparación. Siempre, siempre he encontrado que si me pregunto a mí misma y a mi Poder Superior qué necesito hacer para hacer la reparación, la respuesta me llega. Se me guía a tomar los mejores pasos.
A veces la persona a quien debemos una reparación no está disponible; quizá esa persona ya murió. Con frecuencia, un lío aún mayor resultaría si fuéramos a contactar cierta persona.
Necesitamos emplear discreción al hacer nuestras reparaciones.
Debemos esperar pacientemente guía o dirección en este proceso de hacer reparaciones.
Necesitamos cuidar de nosotros ante la gente. Queremos lograr la autoestima, paz, armonía, y alivio de la culpa, que trae el hacer reparaciones. Pero no queremos precipitarnos y crear, con nuestras reparaciones, más problemas de los que resolvemos.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 20 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Es el momento de sacar la lista de aquellos a quienes hemos dañado con nuestros comportamientos. Ahora nos acercamos a algunas reparaciones directas. Estamos alistándonos a decir, «Esto es lo que hice, y lo siento», en palabra y obra. Estas son las personas a quienes hicimos algo inadecuado, las personas con quienes debemos cuidarnos porque los hemos dañado.
Quizá mentimos, manipulamos, usamos, abusamos de, controlamos, o expresamos nuestro enojo inadecuadamente a estas personas. En alguna forma, estas personas sufrieron por nuestros comportamientos codependientes, y ahora estamos tratando de corregir las cosas. Estamos encaminados a liberarnos de la culpa, responsabilizándonos por nosotros mismos, dejando de ser víctimas, y reparando estas relaciones.
Como dijimos antes, nuestros hijos y aquellos más cercanos a nosotros son, con frecuencia, los primeros en la lista. Las personas a nuestro alrededor sufrieron más porque nosotros estábamos sufriendo. A veces nuestros jefes, empleados, o compañeros de trabajo están en esta lista,. A veces debemos dinero a las personas. A veces debemos una disculpa a alguien en nuestro pasado: quizá un ex-novio o ex-novia, un ex-cónyuge, hasta un ex-familiar político.
A veces amistades y vecinos están en esta lista.
Nos alistamos a dirigirnos a esta persona, y sin defender nuestros comportamientos ni a nosotros mismos, pedimos disculpas o hacemos las restituciones apropiadas, excepto cuando hacer esto causaría más daño a otras personas. Queremos ser honestos; queremos cuidarnos con otros; pero no queremos crear un mayor lío del que pretendemos resolver.
Algunas veces reparar requiere de contacto directo con la persona. Decimos lo que nosotros hicimos y luego pedimos disculpas por nuestra conducta. No hablamos de lo que la otra persona hizo. No justificamos ni racionalizamos lo hecho. Si necesitamos explicar brevemente, podemos hacerlo. Entre menos digamos, mejor. Las palabras más importantes son «Esto es lo que hice, y lo siento».
Por ejemplo: «Hice locuras tratando de controlarte o controlar tu adicción. Lo siento».
«Estaba enojado contigo, y en vez de manejarlo en forma directa, he estado echándote puyas y tratándote injustamente. Lo siento».
A veces nuestras reparaciones son con personas con quienes no deseamos mantener una relación. Este puede ser el caso de un ex-jefe o ex-cónyuge. Sencillamente queremos «barrer nuestro lado de la calle».
Algunas de estas reparaciones son inmediatas, pueden y deben hacerse ahora mismo.
A veces las reparaciones son para hacerse a «futuro». Por muchas razones, puede ser mejor dejar pasar un tiempo antes de abordar una persona. Tal vez los sentimientos están muy álgidos; quizá no estamos muy claros acerca de cuál fue exactamente nuestra parte; quizá no estamos plenamente listos. Por la razón que sea, no es el momento. Entonces esperamos, pero tenemos en mente una fecha límite razonable.
Con frecuencia, durante el proceso dehacer reparaciones, pido la guía de Dios. Me dispongo. Sé que necesito cuidarme con alguien. Luego pido a Dios que me ayude. A veces me late esperar un tiempo, soltar ese incidente particular. A veces, al poco tiempo de pedir guía para hacer una reparación particular, o me hago consciente de que es el momento de actuar o me encuentro con la persona. La oportunidad se presenta, y se siente bien. Eso no significa que no me da miedo.
Cada vez que me preparo para hacer una reparación, siento mariposas en el estómago. Me asusta buscar a la gente, admitir que cometí un error, y decir que lo siento.
Pero cada vez que lo hago, me siento bien. Uno de los sentimientos más embriagantes que he descubierto en la recuperación es el que viene de ser honesta con la gente, sin importar cuánto miedo tengo, y luego pedir disculpas cuando es apropiado.
A veces decir «Lo siento» no es suficiente. Necesitamos hacer una restitución, cambiando la forma en que nos comportamos con alguien. Por supuesto, no podemos ni necesitamos prometer perfección, pero un sincero deseo de comportarnos en forma diferente ayuda. Quizá decidamos que necesitamos cambiar nuestro comportamiento con los hijos, un cónyuge, un ser amado, o una amistad.
Cuando comencé en la recuperación de la codependencia, mi capacidad de nutrir a mis hijos era muy pobre; mi habilidad de poner y mantener límites era aún más pobre. Me disculpé con ellos por no ser una madre adecuada. Pero hacía falta más. Necesitaban una madre capaz de poner límites consistentes y confiables,límites en los que podían confiar.
El propósito de las reparaciones es asumir la responsabilidad por nuestro propio comportamiento, enderezar cualquier lío que hemos causado, y sentirnos bien acerca de nuestra conducta dentro de las relaciones.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 19 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HABÉRSELAS CON LOS QUE NOS HAN DAÑADO
La primera categoría de reparaciones a discutir es a aquellas personas que nos han dañado. Ya sé, ya sé. Esto suena raro y un poco codependiente. Aguántame un poco.
Si alguien nos ha dañado y no hemos enfrentado el incidente, existe discordia en nuestro corazón. Así que ¿cómo nos acercamos a esta lista? No con negación, mis amigos.
Esta lista contiene la mayoría de nuestras tareas de recuperación. Nuestra meta en esta lista es perdonar a cada persona que nos ha dañado, pero antes debemos hacer algo importante.
Debemos trabajar con, y experimentar totalmente, nuestros sentimientos. Debemos identificar claramente y aceptar el abuso. Necesitamos dilucidar cuáles deben ser nuestros nuevos comportamientos y respuestas a otros, de manera que el abuso o maltrato no continúe. Y luego, necesitamos dejarnos llevar hacia el perdón.
Este es un proceso de duelo que se hace por etapas comenzando por la negación y que nos introduce a la rabia y la tristeza.
Muchos de nosotros en este proceso descubrimos que debemos trabajar nuestra rabia.
Una vez que hemos trabajado nuestros sentimientos, estamos listos para perdonar, pero no antes. El perdón realizado demasiado pronto, realizado antes de perseguir y extraer nuestros sentimientos, será prematuro e inefectivo y requerirá volverse a trabajar.
La meta de la recuperación no es perpetuar la negación. La meta de la recuperación es la aceptación, incluyendo la aceptación de nuestros sentimientos.
Según el tipo de abuso que sufrimos, nuestros sentimientos puede variar de leves a intensos. Si el abuso fue severo, algunos de nosotros podemos quedarnos en esa rabia por años. Eso está bien.
Ahí necesitamos estar. Comprendan que mediante sentir nuestros sentimientos, nos encaminamos hacia la sanación y hacia el perdón y la aceptación.
Una parte importante de este proceso es darnos cuenta de qué necesitamos hacer en el futuro para cuidarnos con esta persona o cualquier otra que pudiera infligirnos un abuso omaltrato similar. No podemos evitar todo abuso o maltrato en la recuperación, a pesar de nuestras intenciones. Pero con frecuencia, cuando repaso los incidentes donde he sido maltratada, ahí hay una lección importante para mí. El proceso no está completo hasta que me abro a esa lección y resuelvo practicar lo aprendido en el futuro. Con frecuencia, la lección es aprender a poseer mi propio poder y a cuidarme con la gente.
A veces la lección es sobre establecer límites. A veces la lección es aprender a decir no. A veces la lección es aprender a poseer nuestro propio poder y respetar y confiar en nuestros sentimientos, deseos, y necesidades. A veces la lección no está clara, y todo lo que podemos hacer es aceptar que el incidente tuvo lugar.
A veces, como parte de este proceso, tal vez deseamos confrontar a una persona acerca de un asunto particular, no culpar, avergonzar, o exigir una disculpa, pero expresar claramente nuestros nuevos límites con ella y enterarle de que hemos sido violados. A veces perdemos nuestro tiempo al hablar. Quizá queramos pedir consejo aquí. Nuestras amistades, padrinos y nuestro Poder Superior puede ayudarnos a determinar qué acción es adecuada en cada instancia.
Una vez que los sentimientos se han experimentado plenamente y nuestra lección se aclara, la siguiente etapa es el perdón de cada nombre en la lista. Esta no es una tarea fácil. Pero perdonaremos cuando estemos listos.
Existen algunos «trucos» de la recuperación que me ayudan cuando estoy tratando de perdonar y no tengo muchas ganas. Pedir que Dios bendiga a la persona y la llene de felicidad, ayuda.
Afirmar que perdono a la persona, ayuda. Forzándome a tener pensamientos buenos y positivos respecto a esa persona, ayuda. Pedir a Dios que me dé el regalo del perdón y restaure los sentimientos adecuados a la relación, ayuda.
El perdón llegará cuando nos abrimos a ello. El perdón nos encontrará cuando estemos listos. No hay que buscarlo demasiado pronto, antes de sentir los sentimientos. No hay que evitarlo demasiado tiempo, porque nos trae la paz y la libertad.
Perdonar a alguien no significa que le damos permiso de continuar maltratándonos. Si estamos tratando de perdonar a alguien y, en vez de eso, nos sentimos enojados y desconfiados, tal vez no hemos explorado lo suficiente nuestros sentimientos o no hemos trabajado la lección necesaria para alcanzar el perdón. De vez en cuando, cuando hacemos este tipo de trabajo, pueden aclarársenos ideas acerca de nuestra participación en el incidente. Si esto sucede y nos damos cuenta de que hemos tenido una parte en el incidente que necesitamos reparar, podemos agregar ese nombre a nuestra segunda lista.
Nuestra meta es perdonar y olvidar el incidente, cuando lo hayamos aceptado y hayamos sanado de él. Nos esforzamos por recordar sólo nuestra lección derivada de la experiencia. Aprendemos que podemos ser agradecidos, porque muchos han entrado en nuestra vida para ayudarnos a aprender y crecer, a veces por oposición, a veces a través del amor, a veces mediante ser el reflejo de lo que necesitamos trabajar en nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 18 de Enero

REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
SACAR LAS LISTAS
Este Paso nos lleva a dar un salto mayor en cuanto a establecer límites (la diferencia entre nosotros y otra persona, entre nuestro comportamiento y él de otro.) También nos sitúa en lo que será una nueva forma de vida: permitir a otras personas tener su propio camino y problemas y aprender a vivir con los nuestros. En este Paso, aprendemos a poseer nuestros propio poder para asumir la responsabilidad de nosotros mismos y de nuestra conducta dentro de las relaciones.
Un beneficio agregado de este Paso es que ahora podemos sentirnos bien acerca de nuestro comportamiento en las relaciones y podemos liberarnos de comportamientos que nos incomodan.
Si has hecho tu trabajo en los otros Pasos, tienes una lista de personas. Si has hecho el trabajo sugerido en el Octavo Paso, tienes tres listas: personas que te han dañado, personas a quienes has dañado, y la persona que quizá dañaste más: tú mismo.
Quizá no tengas una lista escrita, pero si has estado en relaciones con personas, tienes una lista.
Cualquier relación, pasado o presente, que no te hace sentir bien; cualquier persona, tú mismo incluído, acerca de quién tienes sentimientos problemáticos, no resueltos; cualquier relación que produce discordia en tu mente o corazón; todos están en esta lista. Estas son las relaciones que bloquean tu corazón y tu capacidad de amar.
La negación no se vale aquí. Si padeces angustia o tienes problemas no resueltos, aunque niegues los sentimientos, están en la lista. Miremos ahora lo que podemos hacer para destrozar las listas.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
