Meditación 26 de Enero… Ya no estamos enganchados



Podemos aprender a no quedarnos enganchados en conductas poco sanas, contraproducentes, en nuestras relaciones, conductas tales como cuidar obsesivamente de los demás, controlar, devaluarnos a nosotros mismos y creer mentiras.
Podemos aprender a ver estas conductas, a identificarlas y a decidir que no vamos a permitirnos quedar atrapados en ellas.
A menudo, la gente, conscientemente o sin pensar, hace cosas que nos arrastran a una serie de conductas contraproducentes que llamamos codependencia . Lo mas frecuente es que esos «ganchos» pueden ser casi deliberados, y los resultados predecibles.
Alguien se puede poner frente a nosotros y comentar algo o lanzar un suspiro acerca de un problema, sabiendo o esperando que esa conducta nos enganche para que nosotros nos hagamos cargo de él. Eso es manipulación.
Cuando la gente se ponga frente a nosotros y comente o suspire por algo, y luego diga tímidamente, “Pero no importa, tú no te preocupes por ello”, eso es un truco . Necesitamos reconocerlo. Estamos a punto de que nos envuelva si permitimos que esto ocurra.
Podemos aprender a insistir en que la gente nos pida sin cortapisas lo que quiere y necesita.
¿Cuáles son las palabras, las señales, las miradas, los comentarios, las claves que nos enganchan en una conducta predecible, a menudo contraproducente? ¿Qué te hace sentir simpatía por alguien? ¿Qué te hace sentir culpa? ¿Qué te hace sentirte responsable de otro?
Nuestro punto fuerte es que nos preocupemos demasiado por los demás. Nuestro punto débil es que a menudo subestimamos a la gente con la que tratamos. Ella sabe lo que está haciendo. Es tiempo de que abandonemos nuestra ingenua suposición de que la gente no hace lo que mejor le conviene, y no necesariamente lo que mejor nos conviene a nosotros.
También debemos observarnos a nosotros mismos. ¿Lanzamos “ganchos” a los demás, les lanzamos miradas,comentarios, con la esperanza de engancharlos? Necesitamos asistir en comportarnos con los demás en forma honesta y directa, en vez de esperar que vengan en nuestro rescate.
Si alguien quiere algo de nosotros, insistamos en que esa persona nos pida las cosas directamente. Pidámonos lo mismo a nosotros mismos. Si alguien lanza el anzuelo, no tenemos por qué morderlo.
«Hoy estaré consciente de las “conductas gancho” que me llevan a convertirme en cuidador de los demás y que me hacen sentir victimado. Ignoraré los comentarios, las miradas y las palabras que me enganchan, y esperaré de los demás la conducta directa y honesta que merezco».

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

Reflexión del Dia: 6 de Octubre



Muchos no entendernos de qué somos responsables y de qué no lo somos. Podemos creer que tenemos la obligación de estremecernos cada vez que alguien tiene un problema porque es responsabilidad nuestra actuar justamente así. En ocasiones al sentirnos responsables de tantas cosas, nos enfermamos de tal manera que rechazamos toda responsabilidad y nos volvemos totalmente irresponsables.
Sin embargo, en el centro de la mayoría de los rescates hay un demonio: baja autoestima. Rescatamos porque no nos sentimos bien con nosotros mismos. Aunque los sentimientos son temporales y artificiales, el hecho de cuidar nos da un estado temporal de sentimientos agradables, de autoestima y de poder. Tal y como un trago ayuda a un alcohólico a sentirse mejor momentáneamente, un rescate nos distrae temporalmente del dolor de ser quienes somos.
No nos sentimos adorables, de modo que nos conformamos con sentirnos necesarios. No nos sentimos bien con nosotros mismos, de modo que nos vemos obligados a hacer algo en particular que pruebe qué tan buenos somos.

(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
desapego de chopra1

Somos energía…


Viajamos interminablemente a través de la eternidad. Tenemos una vida tras otra. Lo que no resolvamos en una vida, lo resolveremos en alguna otra.

¡La muerte no existe! Nuestro espíritu nunca puede sernos arrebatado, porque es nuestra parte eterna. Ningún razonamiento puede arrebatárnoslo. Ningún malestar puede arrebatárnoslo. No existe muerte que nos lo pueda arrebatar, porque el espíritu es eterno. Es la parte de nosotros que permanece para siempre.

Todas las personas que han abandonado el planeta están todavía aquí en pura esencia y puro espíritu. Siempre han estado y siempre estarán. Es verdad que no volveremos a encontrarnos con su cuerpo físico, pero cuando abandonemos el nuestro, nuestros espíritus se conectarán. No hay pérdida.

No hay muerte. No hay otra cosa que un reciclar de energías… un cambio de forma. Cuando nos conectamos con nuestro espíritu, vamos más allá de todas las mezquindades. ¡Nuestro entendimiento es tan grande! Nuestro espíritu —nuestra alma, la esencia misma de nuestro ser— está siempre a salvo, siempre fuera de peligro y siempre vivo. Y así es.

(Louise L. Hay de su Libro Pensamientos del Corazón).

mujer-hada-en-la-isla-bajo-el-cielo-púrpura- (1)