Libérate de apegos y obsesiones


¿Cuales son las obsesiones que se apoderan de nuestro interior?
Víctor Manuel Fernandez, en su Libro “Para Liberarte de los Apegos y Obsesiones”, plantea que son varios los apegos que nos tienen anclados en el pasado, y que nos absorben y nos desgastan. Inicia enfatizando en la necesidad de reconocimiento y dice que si estamos obsesionados por nuestra apariencia personal, tendremos que “soltar” la imagen social. Si no lo hacemos no seremos felices, ni alcanzaremos la libertad. Nunca podremos “aflojarnos” por dentro si estamos pendientes del aprecio de los demás, o de su aprobación; porque si es así, no soportaremos ningún rechazo, ninguna opinión diferente, ninguna agresión, nada que contradiga nuestra necesidad interior. Este es un modo de agredirse a si mismo convirtiéndose en esclavo de la opinión ajena.
Una forma de autodesprecio consiste en someternos sin condiciones a las apreciaciones y juicios de los demás, sin tener en cuenta el precio que ello puede suponer. Esto conduce con frecuencia a la negación y destrucción de uno mismo y, a la postre, a exponerse al riesgo de convertirse en victima de sus posibles abusos. En este sentido, es conveniente reconocer que frecuentemente reaccionamos con exageración ante las criticas nimias de los demás, tomándolas demasiado en serio y olvidándonos de las cosas importantes de la vida, aquellas que tienen efectos profundos sobre nuestra vida a largo plazo. Al proceder de este modo, caemos en la trampa de asentarnos en nuestra negatividad, regulando nuestra vida a partir de los mensajes de los demás, muchas veces emitidos con escasa conciencia de lo que dicen y que, por nuestra parte, abultamos desproporcionadamente.
Por eso también hay que aprender a soltar, a soltar esa obsesión por nuestra imagen, por el que dirán, por los afectos ajenos. Para liberarte, tendrías que llegar a decir lo siguiente, con toda la sinceridad de tu corazón:
No quiero arrastrarme detrás de nada, no fui hecho para ser esclavo…
También plantea el apego o dependencia afectiva, señalando que resulta muy duro tomar la decisión de “soltar” cuando se trata de un ser querido, y en nuestro interior nos parece que el amor y la fidelidad nos exigen permanecer atados a esa persona. Pero una cosa es la evocación cariñosa y algo nostálgica, o el sereno y tierno recuerdo que nunca puede desaparecer si hemos amado a alguien, y otra cosa es una esclavitud interna, cuando, a causa de ese apego, dejamos de vivir, dejamos de crecer, nos anulamos y nos enfermamos. Pasa el tiempo y ya no somos capaces de disfrutar y de crear. Entonces no le hacemos honor alguno a ese ser querido que se fue, porque le declaramos el causante de nuestra anulación. En el fondo le declaramos culpable de habernos quitado la vida. En cambio, el mejor honor que podemos hacerle, es sacar energías de ese cariño, y entregarnos de lleno a la nueva etapa que la vida nos presenta, para producir algún precioso fruto. En realidad, cuando no quiero renunciar a algo que se termino, mas que esclavo de esa persona, me he convertido en esclavo de mi debilidad, de mis sentimientos y necesidades interiores. Pero mi ser es infinitamente noble y demasiado valioso como para que yo lo degrade y lo enferme a causa de esos sentimientos y necesidades.
No se trata de no tener deseos ni placeres. Todo lo contrario, se trata de aceptar con gratitud todos los placeres que nos hagan felices. Para ello, es necesario liberarse porque no estamos hechos para encerrarnos en algo, para clausurarnos, para enquistarnos en una forma de vida rígida. Estamos hechos para un permanente desarrollo, hasta alcanzar una sublime y profunda relación con Dios y una amistad cada vez mas bella y generosa con los demás. Aunque el cuerpo se debilita, se desgasta y se enferma, el ser humano es mas que la materia, y su vida interna esta llamado a un crecimiento incesante. Si nuestras fibras mas intimas están hechas para el dinamismo, entonces solo seremos lo que tenemos que ser si permanecemos abiertos al “cambio”, si estamos siempre dispuestos a terminar con algo para empezar una nueva etapa. Es como sentirse libres de todo peso en las espaldas, sin maletas en las manos, y sin estorbos, para poder caminar con agilidad, disfrutar del aire, avanzar y volar hacia un desarrollo sin fin.

Por eso, soltar algo que nos obsesiona no es solo sacarse un peso de encima y estar mas tranquilo y cómodo. Es mucho mas; nos lleva a una sensación bellísima de libertad interior, de amplitud, de expansión y apertura de todo el universo.


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Reflexion del Dia : Juicio a nuestros padres

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Los Padres son personas maravillosas: -«Ellos también fueron niños»-
Ya es hora de que me levante, me apoye en mi y piense por mi cuenta. Ya era hora de que me de lo que mis padres no pudieron darme. Cuanto mas se de la infancia que tuvieron, mas comprendo sus limitaciones. Nadie les enseño a ser Padres. Vivieron las limitaciones de sus propios padres.
El problema de los padres es algo con lo que todos nos enfrentamos cada día; de modo que lo mejor que puedo hacer es «amarlos tal como son y, afirmar que ellos me aman tal como soy».
No utilizo a mis padres para explicar ni disculpar las partes negativas de mi vida. Los bendigo con amor y los dejo libres para que sean felices de modo que tenga sentido para ellos.
(Louise L. Hay).

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Dejar Ir… Soltar

Cuando uno de los miembros de la pareja deja de amar y decide alejarse hay una persona que siente un gran dolor, y que siente el peso de la pérdida de una manera diferente.

Esta persona es la que sigue amando, la que no puede comprender o, que si bien comprende lo que sucede no lo entiende o se niega.

De pronto debe asumir su vida, su pena, y elaborar el duelo.

Es ahí cuando empezamos a comprender que a veces no podemos tener todo lo que queremos, y que la vida, o el mundo no era como lo imaginamos.

Soñamos con una vida en pareja, siempre sintiéndonos amados y amando, en terminar nuestra vida al lado de la persona amada, y así de sueño en sueño un día nos despertamos ante esa realidad: Ya no nos aman.

Nos llenamos de preguntas sin respuestas: ¿por qué? ¿cuándo?

Amar implica correr ese riesgo, y cuando se ama de verdad se sufre. Ante la pérdida debemos tratar de elaborar el duelo, y poco a poco lograr separarnos de lo que ya no está.

Si no aprendemos a soltar, si no dejamos ir, si el apego puede más que nosotros y nos quedamos ahí atados, pegados a esos sueños, a esas fantasías, a esas ilusiones, el dolor crecerá sin parar y día a día nuestra tristeza, y nuestro sufrimiento serán los compañeros de ruta, de una ruta hacia la depresión, la falta de incentivo, la falta de vida.
Cuesta soltar aquello que amamos, duele sentir que ya no somos amados pero en ese dolor estamos creciendo y madurando y si aprendemos a soltar estamos dejando atrás una parte de nuestra historia y empezamos a abrirnos a lo diferente, a lo desconocido.

Dejar ir esa es la clave, no es fácil, no es simple: Duele… y como dice Bucay:

» A mi me parece que la vivencia normal de una pérdida tiene que ver justamente con animarse a vivir los duelos, con permitirse padecer el dolor como parte del camino. Y digo dolor y no el sufrimiento, porque sufrir es resignarse a quedarse amorosamente apegado a la pena… Quiero poder abrir la mano y soltar lo que hoy ya no está, lo que hoy ya no sirve, lo que hoy no es para mí, lo que hoy no me pertenece. No quiero retenerte, no quiero que te quedes conmigo porque yo no te dejo ir. No quiero que hagas nada para quedarte más allá de lo que quieras. Mientras yo deje la puerta abierta voy a saber que estás acá porque te queres quedar, porque si te quisieras ir ya te habrías ido…»

(Jorge Bucay).

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