REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A NOSOTROS MISMOS
Ya hemos hablado de las reparaciones en nuestras primeras dos listas. Ahora vayamos a la última, las reparaciones que debemos a nosotros mismos. Tal vez sea difícil acercarnos a otros para pedir disculpas. Puede ser una tarea dura perdonar a otros lo que nos han hecho de daño.
Pero hacer reparaciones a nosotros mismos, perdonarnos, puede ser la parte más difícil del programa.
Toda la recuperación, todo por lo que estamos pasando, tiene que ver con hacer una reparación a nosotros mismos. Darnos permiso de tener nuestros sentimientos es una reparación. Darnos permiso de estar vivos y ser felices es una reparación. Cuidar de nosotros mismos en una forma benévola, compasiva, y amorosa es una reparación.
Aprender a poner límites, ser directo, y dejar de autoderrotarnos y victimizarnos es una reparación. Aprender a ya no dejar que otros nos maltraten y controlen es una reparación.
Aprender a dejar de exigirnos perfección, a poseer nuestro propio poder, y a ser quienes somos es una reparación a nosotros mismos.
Aprender a escucharnos y confiar en nosotros mismos es una reparación importante. Aprender a confiar en nuestros instintos y valorar nuestros sentimientos y necesidades es una reparación.
Tal vez tengamos muchas reparaciones que debemos hacer al niño asustado, maltratado, o abandonado que está dentro de nosotros, reparaciones por ser tan críticos, negligentes, y por avergonzarlo tanto. Nos debemos una disculpa y un cambio de comportamiento por no habernos permitido recibir el amor y el cuidado que necesitábamos, especialmente de parte de nosotros mismos.
Nos debemos una disculpa y un cambio de actitud por algunas de las ideas terribles que hemos tenido y creído acerca de nosotros mismos obsesivamente. Que no éramos dignos de amor, no éramos suficientemente buenos, que no podemos pensar, que no merecemos el éxito, que no merecemos divertirnos, o no merecemos recuperarnos son creencias falsas que hemos asumido, creencias que requieren corregirse como parte de este programa de hacer reparaciones a nosotros mismos.
«Simplemente, no me amo,» dijo Karen. «Y no creo que soy digna de ser amada. No creo que merezco las cosas buenas de la vida».
«La mayoría pensamos así», respondí. «Por eso estamos en recuperación. Es una parte importante
de lo que es la recuperación: el cambiar esas creencias».
Jasón, que ha estado recuperándose de la codependencia durante seis años, se escribe cartas a sí mismo como parte de sus reparaciones. Cuando algo le molesta, cuando regresan la culpa y el miedo, cuando no sabe qué se merece, se sienta y se consuela mediante una carta. Se dice a sí mismo todas las cosas buenas, consoladoras, y nutridoras que él y el niño interno necesitan oír para sentirse mejor.
«Me he vuelto bastante detallado para hacer reparaciones conmigo mismo,» dice. «Mis reparaciones conmigo mismo son como escribirme cartas. Llevé a mi papá a una sesión de terapia. Llevé a mi madre a dos sesiones. Y entre las sesiones, fui y me compré un osito de peluche».
Yo aprendo más cada día acerca de cuidar de la niña interna. La descuidé e hice de menos durante años y años. Trataba de ignorarla; quería que desapareciera. Lo que sucedió fue que gritaba más y más fuerte hasta que comencé a escucharla.
Pasé muchos años esperando que otros, que mis relaciones, cuidaran de mi niña interna. Buscaba que mis relaciones calmaran mi miedo y nutrieran, apoyaran y protegieran a mi niña interna.
Quería que mis relaciones estuvieran allí para mí porque yo no estabaallí para mí misma. No sabía cómo hacerlo.
Ahora, lentamente, estoy aprendiendo una manera mejor. Estoy aprendiendo cómo escuchar a esa niña interior que abandoné casi toda mi vida. Estoy aprendiendo cómo ponerme en contacto con ella, cómo escucharla, y darle el consuelo, el cuidado, la protección, la guía, y la disciplina que ella requiere.
A veces, requiere del cuidado cálido que necesita un bebé de tres meses. A veces, necesita correr, jugar, o cantar, como lo haría una niña de cuatro años. A veces, necesita escuchar una canción especial, y llorar, o soñar, o desear. A veces, necesita expresar qué tan triste o asustada está, y simplemente que la reconozca y valide.
Esta conducta de nutrir al niño interior no es tontería, como alguna vez creí. Es curativa. Unos minutos al día de cuidado a esa niña, libera a mi adulto para ser rejuvenecido y responsable, y permite que mi niña interna se sienta calientita, segura, y nutrida. También me permite ser una madre efectiva y nutritiva con mis hijos. Ellos me han enseñado mucho acerca de mi niña interior y lo que necesita; mi niña interna ayuda a enseñarme qué necesitan mis hijos.
He aprendido, por fin, a liberar el enojo y resentimiento que he sentido hacia mí misma por todo lo que me ha sucedido, por las conductas inapropiadas de otros hacia mí, por mis errores, y por ser yo misma. He albergado enojo y resentimiento hacia otros todo mi vida, pero la rabia callada y negada que tenía hacia mí misma era la más profunda y la más difícil de dejar ir.
No tenía idea, hasta después de muchos años en recuperación de la codependencia, qué tan enojada estaba conmigo misma. Tardé mucho en descubrir mi rabia, enojo, y resentimientos hacia otros, pero mucho más en detectar estos sentimientos encubiertos hacia mí misma. Para poder amar, nutrir y cuidar de mí misma libremente, para detener el tren de relaciones destructivas, para liberar mis bloqueos al amor y la intimidad, tuve que soltar esta rabia.
Necesitaba perdonarme y desarrollar una mejor relación conmigo misma. Necesitaba hablar mejor acerca de mí misma y conmigo misma; necesitaba perdonar y olvidar; necesitaba dejar de estarme castigando por los errores que había cometido y por lo que otros me habían hecho.
Mi enojo y mi rabia hacia mí misma me estaban matando lentamente, pero yo no lo sabía hasta que un día salieron a la superficie. Exploté con una retahíla de reclamos hacia mí misma que me sorprendió por su ferocidad y odio. Vi la parte importante que mi odio hacia mí misma había tenido en mis temores, en mi necesidad de ser perfecta, aun en mi necesidad de controlar. Si cometía otro error, si algo o alguien me volvía a desilusionar, me encorajinaba aun más conmigo misma. Vi cómo mi rabia conmigo misma había seguido atrayendo experiencias que podrían ayudar a sacarla para que yo pudiera manejarla. A veces cuando estoy enojada con otra persona y no enfrento mis sentimientos, todo lo que veo me refuerza el enojo. De la misma manera, seguía viendo y haciendo cosas respecto a mí misma que reforzaban mi autodesprecio. Me torturaba y no me dejaba vivir ni estar enteramente viva. Mi enojo no me dejaba amar ni ser amada. No me dejaba amarme a mí misma, hasta que lo liberé.
Fue hora de verdaderamente hacer reparaciones a mí misma.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Etiqueta: Terapia en Doce Pasos CoDA
Reflexión del Dia: 22 de Enero
REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS. (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Necesitamos ser claros acerca del motivo por el que nos disculpamos y de la mejor manera de hacerlo. Nuestra disculpa debe contar… para nosotros. Lo que hacemos con la reparación es responsabilizarnos por nuestro comportamiento. Necesitamos idear la mejor manera de hacerlo.
Necesitamos comprender claramente de qué nos responsabilizamos. Necesitamos estar seguros que con este proceso de hacer reparaciones, no estamos entrando en algún otro comportamiento autodestructivo o dañino a otros. Si tenemos dudas, preguntamos a nuestro Poder Superior.
Hablamos con las personas en recuperación. Escuchamos lo que tienen que decir. Esperamos hasta encontrar un curso de acción que nos haga sentir bien.
Existe guía y un camino claro disponibles para las reparaciones que necesitamos hacer. A veces, el camino lleva a un contacto directo y una disculpa directa por nuestro comportamiento. Hay momentos cuando lo que más necesitamos hacer para reparar es cambiar nuestro comportamiento con alguien. Hay veces cuando la restitución es lo apropiado.
Mas, existen momentos cuando sacar a luz lo que hemos hecho y luego pedir perdón por ello, empeoraría las cosas. Si nos hemos permitido engancharnos con cierta persona, permitido que nos controle, o si la hemos estado rescatando, y luego sintiéndonos victimizados por ello, podríamos empeorar la relación si lo mencionamos.
«¡Oye! He estado dejando que me controles, y estoy enojada. Te he estado rescatando porque realmente no creo que puedas cuidar de ti mismo. ¡Ahora ya no voy a hacerlo!»
Eso puede empeorar las cosas porque parece más una confrontación que una reparación. Hay que entender que a veces es importante expresar este tipo de intenciones. A veces puede aclarar las cosas y ser sano expresar nuestras metas conductuales con claridad. Pero a veces, el mejor camino que podemos tomar es buscar la senda de nuestro cuidado propio calladamente.
Nos disponemos a hacer reparaciones. Una vez que hagamos eso, podemos soltar y abordar nuestras reparaciones de una manera pacífica, consistente y armoniosa. Si estamos tratando de trabajar este Paso, tratando de aclarar nuestras relaciones con la gente, seremos guiados.
Sabremos lo que tenemos que hacer y cuando y cómo hacerlo. Si nada se siente correcto o apropiado, si sentimos que lo que estamos a punto de hacer causará una crisis o confusión, si sentimos que no es el momento, también podemos confiar en eso.
Si hay reparaciones que no podemos hacer ahora, podemos hacer planes para hacerlas después.
Esto puede ser cierto con asuntos financieros u otros tipos de reparaciones. Quizá queramos pagarle a alguien, pero no podemos cumplir con esa responsabilidad sin privar a nuestra familia.
Pero podemos disponernos a hacer de esa reparación una meta. Tal vez haya alguien con quien nos queramos disculpar, pero no podemos localizarlo. De todas formas podemos estar dispuestos.
Si estamos dispuestos, si hemos hecho nuestro trabajo, se nos guiará hacia las circunstancias adecuadas en el momento correcto.
Existen algunas reparaciones que no podemos hacer. La persona puede haber muerto o no estar disponible. Podemos hablar de estas reparaciones con nuestro Poder Superior, y luego soltarlas.
En esto cuentan la actitud, la honestidad, la apertura, y la disposición. Con armonía y paz, podemos esforzarnos por limpiar la discordia en nuestras relaciones. Podemos soltar nuestros temores acerca de enfrentar a las personas y tomar la responsabilidad por nuestros comportamientos, entendiendo que, al hacer reparaciones, no estamos disminuyendo nuestra autoestima, sino aumentándola.
No necesitamos arrastrarnos para hacer reparaciones. No necesitamos dejar que otro abuse de nosotros, nos manipule o maltrate durante el proceso de hacer reparaciones. Tranquilamente nos ocupamos de cuidar de nosotros mismos con una actitud de respeto. Este es un programa de perdón, no penitencia.
Podemos hacer nuestras reparaciones clara, directa, y limpiamente. Hacer una reparación a alguien no significa que tenemos que engancharnos con él o ella otra vez. No significa que debemos rendirnos y someternos al maltrato de su parte.
Con frecuencia, entre más breve la reparación, mejor. Entre más limpia y clara, mejor. Entre más directa, mejor. Entre más sale del corazón, mejor. Entre más siga una Guía Divina, mejor.
Una vez que hacemos una reparación, la otra persona no es responsable de quitar nuestro residuo de temor, culpa, o vergüenza. Es nuestra tarea olvidar el incidente, no la de ellos. Por otra parte, no somos responsables de los sentimientos de la otra persona respecto al incidente.
Ese no es nuestra tarea. Nuestra parte es hacer una reparación directa, y luego trabajar con lo que haga falta con nosotros mismos para terminar con nuestra vergüenza y culpa.
Podemos perdonarnos a nosotros mismos y terminar con el incidente.
Podemos ser benévolos con nosotros mismos.
Después de dar este Paso, podemos dar por terminado el asunto y soltarlo. Si este proceso implica cambiar nuestro comportamiento, no necesitamos castigarnos, sintiéndonos culpables hasta terminar de cambiar completa o «perfectamente». Podemos identificar lo que hemos hecho, hacer una reparación, y terminar con nuestra culpa.
Si después de hacer una reparación, la otra persona no está dispuesta a soltar el asunto, o si la otra persona quiere que suframos el problema con ella un tiempo, ese es su asunto. No tenemos que reaccionar (ni hacer algo que pudiera requerir de otra reparación), y no tenemos que estancarnos en el asunto.Tampoco tenemos que disculparnos cuando no hemos hecho nada malo. Por muchas razones, quizá tengamos el hábito de pedir disculpas cuando no es necesario.
Un sentimiento de vergüenza puede llevarnos a pedir disculpas por estar vivos, por estar aquí, y por ser quienes somos. Algunos de nosotros podemos sentir que somos un estorbo y pedir disculpas por casi todas las interacciones que tenemos. Este no es el propósito de este Paso.
Quizá tengamos el hábito de pedir disculpas por el comportamiento de otra persona o de disculparnos automáticamente cuando la otra persona se enoja.
Podemos aprender a examinar nuestros comportamientos y ver qué hicimos y qué no. Podemos aprender a discernir cuándo hemos hecho algo que legítimamente requiere de una disculpa y cuándo nuestra codependencia está empujándonos a decir que lo sentimos.
A veces, las disculpas generales sirven. No todos los problemas son claros, especialmente los que tienen que ver con la codependencia. A veces, se puede limpiar el ambiente sencillamente diciendo, «Me disculpo por la bronca que tuvimos. Siento mucho la forma en que manejé el incidente. Se me mezclaron otros asuntos, y siento que haya sucedido».
A veces yo he dicho, «Lo siento si lo que necesito hacer para cuidar de mí misma te lastimó. No fue mi intención ni designio hacer eso».
Pero no tenemos que volvernos «codependientes» respecto de nuestras disculpas. No tenemos que disculparnos por nuestro enojo, sólo por los comportamientos inapropiados que producen el enojo. No tenemos que disculparnos porcuidar de nosotros mismos, por manejar nuestros sentimientos, por poner límites, por divertirnos, por sentirnos bien, o por sanar. No tenemos que pedir disculpas porque otros tratan de controlarnos y nos llevan a sentirnos culpables. No tenemos que pedir disculpas por existir, por estar aquí, y por ser quienes somos.
No tenemos que disculparnos por no querer recibir abuso o maltrato. Si nos estamos ocupando de dar disculpas por los comportamientos de otra persona, no dejamos espacio para que las personas que en verdad necesitan disculparse, lo hagan.
No tenemos que repetir nuestras disculpas. Eso irrita. Si alguien quiere seguir sacándonos disculpas por el mismo incidente, ése es su problema, y no tenemos porqué engancharnos. Si sentimos que tenemos que seguir disculpándonos, puede ser que necesitamos regresar al problema original y ver qué está sucediendo.
A veces, no llenamos nuestras propias expectativas. Eso es humano. Por ello tenemos las palabras, «Lo siento». Estas curan, y puentean la brecha.
Pero no tenemos que decir que lo sentimos si no hicimos nada malo.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Reflexión del Dia: 20 de Enero
REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Es el momento de sacar la lista de aquellos a quienes hemos dañado con nuestros comportamientos. Ahora nos acercamos a algunas reparaciones directas. Estamos alistándonos a decir, «Esto es lo que hice, y lo siento», en palabra y obra. Estas son las personas a quienes hicimos algo inadecuado, las personas con quienes debemos cuidarnos porque los hemos dañado.
Quizá mentimos, manipulamos, usamos, abusamos de, controlamos, o expresamos nuestro enojo inadecuadamente a estas personas. En alguna forma, estas personas sufrieron por nuestros comportamientos codependientes, y ahora estamos tratando de corregir las cosas. Estamos encaminados a liberarnos de la culpa, responsabilizándonos por nosotros mismos, dejando de ser víctimas, y reparando estas relaciones.
Como dijimos antes, nuestros hijos y aquellos más cercanos a nosotros son, con frecuencia, los primeros en la lista. Las personas a nuestro alrededor sufrieron más porque nosotros estábamos sufriendo. A veces nuestros jefes, empleados, o compañeros de trabajo están en esta lista,. A veces debemos dinero a las personas. A veces debemos una disculpa a alguien en nuestro pasado: quizá un ex-novio o ex-novia, un ex-cónyuge, hasta un ex-familiar político.
A veces amistades y vecinos están en esta lista.
Nos alistamos a dirigirnos a esta persona, y sin defender nuestros comportamientos ni a nosotros mismos, pedimos disculpas o hacemos las restituciones apropiadas, excepto cuando hacer esto causaría más daño a otras personas. Queremos ser honestos; queremos cuidarnos con otros; pero no queremos crear un mayor lío del que pretendemos resolver.
Algunas veces reparar requiere de contacto directo con la persona. Decimos lo que nosotros hicimos y luego pedimos disculpas por nuestra conducta. No hablamos de lo que la otra persona hizo. No justificamos ni racionalizamos lo hecho. Si necesitamos explicar brevemente, podemos hacerlo. Entre menos digamos, mejor. Las palabras más importantes son «Esto es lo que hice, y lo siento».
Por ejemplo: «Hice locuras tratando de controlarte o controlar tu adicción. Lo siento».
«Estaba enojado contigo, y en vez de manejarlo en forma directa, he estado echándote puyas y tratándote injustamente. Lo siento».
A veces nuestras reparaciones son con personas con quienes no deseamos mantener una relación. Este puede ser el caso de un ex-jefe o ex-cónyuge. Sencillamente queremos «barrer nuestro lado de la calle».
Algunas de estas reparaciones son inmediatas, pueden y deben hacerse ahora mismo.
A veces las reparaciones son para hacerse a «futuro». Por muchas razones, puede ser mejor dejar pasar un tiempo antes de abordar una persona. Tal vez los sentimientos están muy álgidos; quizá no estamos muy claros acerca de cuál fue exactamente nuestra parte; quizá no estamos plenamente listos. Por la razón que sea, no es el momento. Entonces esperamos, pero tenemos en mente una fecha límite razonable.
Con frecuencia, durante el proceso dehacer reparaciones, pido la guía de Dios. Me dispongo. Sé que necesito cuidarme con alguien. Luego pido a Dios que me ayude. A veces me late esperar un tiempo, soltar ese incidente particular. A veces, al poco tiempo de pedir guía para hacer una reparación particular, o me hago consciente de que es el momento de actuar o me encuentro con la persona. La oportunidad se presenta, y se siente bien. Eso no significa que no me da miedo.
Cada vez que me preparo para hacer una reparación, siento mariposas en el estómago. Me asusta buscar a la gente, admitir que cometí un error, y decir que lo siento.
Pero cada vez que lo hago, me siento bien. Uno de los sentimientos más embriagantes que he descubierto en la recuperación es el que viene de ser honesta con la gente, sin importar cuánto miedo tengo, y luego pedir disculpas cuando es apropiado.
A veces decir «Lo siento» no es suficiente. Necesitamos hacer una restitución, cambiando la forma en que nos comportamos con alguien. Por supuesto, no podemos ni necesitamos prometer perfección, pero un sincero deseo de comportarnos en forma diferente ayuda. Quizá decidamos que necesitamos cambiar nuestro comportamiento con los hijos, un cónyuge, un ser amado, o una amistad.
Cuando comencé en la recuperación de la codependencia, mi capacidad de nutrir a mis hijos era muy pobre; mi habilidad de poner y mantener límites era aún más pobre. Me disculpé con ellos por no ser una madre adecuada. Pero hacía falta más. Necesitaban una madre capaz de poner límites consistentes y confiables,límites en los que podían confiar.
El propósito de las reparaciones es asumir la responsabilidad por nuestro propio comportamiento, enderezar cualquier lío que hemos causado, y sentirnos bien acerca de nuestra conducta dentro de las relaciones.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Reflexión del Dia: 19 de Enero
REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HABÉRSELAS CON LOS QUE NOS HAN DAÑADO
La primera categoría de reparaciones a discutir es a aquellas personas que nos han dañado. Ya sé, ya sé. Esto suena raro y un poco codependiente. Aguántame un poco.
Si alguien nos ha dañado y no hemos enfrentado el incidente, existe discordia en nuestro corazón. Así que ¿cómo nos acercamos a esta lista? No con negación, mis amigos.
Esta lista contiene la mayoría de nuestras tareas de recuperación. Nuestra meta en esta lista es perdonar a cada persona que nos ha dañado, pero antes debemos hacer algo importante.
Debemos trabajar con, y experimentar totalmente, nuestros sentimientos. Debemos identificar claramente y aceptar el abuso. Necesitamos dilucidar cuáles deben ser nuestros nuevos comportamientos y respuestas a otros, de manera que el abuso o maltrato no continúe. Y luego, necesitamos dejarnos llevar hacia el perdón.
Este es un proceso de duelo que se hace por etapas comenzando por la negación y que nos introduce a la rabia y la tristeza.
Muchos de nosotros en este proceso descubrimos que debemos trabajar nuestra rabia.
Una vez que hemos trabajado nuestros sentimientos, estamos listos para perdonar, pero no antes. El perdón realizado demasiado pronto, realizado antes de perseguir y extraer nuestros sentimientos, será prematuro e inefectivo y requerirá volverse a trabajar.
La meta de la recuperación no es perpetuar la negación. La meta de la recuperación es la aceptación, incluyendo la aceptación de nuestros sentimientos.
Según el tipo de abuso que sufrimos, nuestros sentimientos puede variar de leves a intensos. Si el abuso fue severo, algunos de nosotros podemos quedarnos en esa rabia por años. Eso está bien.
Ahí necesitamos estar. Comprendan que mediante sentir nuestros sentimientos, nos encaminamos hacia la sanación y hacia el perdón y la aceptación.
Una parte importante de este proceso es darnos cuenta de qué necesitamos hacer en el futuro para cuidarnos con esta persona o cualquier otra que pudiera infligirnos un abuso omaltrato similar. No podemos evitar todo abuso o maltrato en la recuperación, a pesar de nuestras intenciones. Pero con frecuencia, cuando repaso los incidentes donde he sido maltratada, ahí hay una lección importante para mí. El proceso no está completo hasta que me abro a esa lección y resuelvo practicar lo aprendido en el futuro. Con frecuencia, la lección es aprender a poseer mi propio poder y a cuidarme con la gente.
A veces la lección es sobre establecer límites. A veces la lección es aprender a decir no. A veces la lección es aprender a poseer nuestro propio poder y respetar y confiar en nuestros sentimientos, deseos, y necesidades. A veces la lección no está clara, y todo lo que podemos hacer es aceptar que el incidente tuvo lugar.
A veces, como parte de este proceso, tal vez deseamos confrontar a una persona acerca de un asunto particular, no culpar, avergonzar, o exigir una disculpa, pero expresar claramente nuestros nuevos límites con ella y enterarle de que hemos sido violados. A veces perdemos nuestro tiempo al hablar. Quizá queramos pedir consejo aquí. Nuestras amistades, padrinos y nuestro Poder Superior puede ayudarnos a determinar qué acción es adecuada en cada instancia.
Una vez que los sentimientos se han experimentado plenamente y nuestra lección se aclara, la siguiente etapa es el perdón de cada nombre en la lista. Esta no es una tarea fácil. Pero perdonaremos cuando estemos listos.
Existen algunos «trucos» de la recuperación que me ayudan cuando estoy tratando de perdonar y no tengo muchas ganas. Pedir que Dios bendiga a la persona y la llene de felicidad, ayuda.
Afirmar que perdono a la persona, ayuda. Forzándome a tener pensamientos buenos y positivos respecto a esa persona, ayuda. Pedir a Dios que me dé el regalo del perdón y restaure los sentimientos adecuados a la relación, ayuda.
El perdón llegará cuando nos abrimos a ello. El perdón nos encontrará cuando estemos listos. No hay que buscarlo demasiado pronto, antes de sentir los sentimientos. No hay que evitarlo demasiado tiempo, porque nos trae la paz y la libertad.
Perdonar a alguien no significa que le damos permiso de continuar maltratándonos. Si estamos tratando de perdonar a alguien y, en vez de eso, nos sentimos enojados y desconfiados, tal vez no hemos explorado lo suficiente nuestros sentimientos o no hemos trabajado la lección necesaria para alcanzar el perdón. De vez en cuando, cuando hacemos este tipo de trabajo, pueden aclarársenos ideas acerca de nuestra participación en el incidente. Si esto sucede y nos damos cuenta de que hemos tenido una parte en el incidente que necesitamos reparar, podemos agregar ese nombre a nuestra segunda lista.
Nuestra meta es perdonar y olvidar el incidente, cuando lo hayamos aceptado y hayamos sanado de él. Nos esforzamos por recordar sólo nuestra lección derivada de la experiencia. Aprendemos que podemos ser agradecidos, porque muchos han entrado en nuestra vida para ayudarnos a aprender y crecer, a veces por oposición, a veces a través del amor, a veces mediante ser el reflejo de lo que necesitamos trabajar en nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Reflexión del Dia: 18 de Enero
REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
SACAR LAS LISTAS
Este Paso nos lleva a dar un salto mayor en cuanto a establecer límites (la diferencia entre nosotros y otra persona, entre nuestro comportamiento y él de otro.) También nos sitúa en lo que será una nueva forma de vida: permitir a otras personas tener su propio camino y problemas y aprender a vivir con los nuestros. En este Paso, aprendemos a poseer nuestros propio poder para asumir la responsabilidad de nosotros mismos y de nuestra conducta dentro de las relaciones.
Un beneficio agregado de este Paso es que ahora podemos sentirnos bien acerca de nuestro comportamiento en las relaciones y podemos liberarnos de comportamientos que nos incomodan.
Si has hecho tu trabajo en los otros Pasos, tienes una lista de personas. Si has hecho el trabajo sugerido en el Octavo Paso, tienes tres listas: personas que te han dañado, personas a quienes has dañado, y la persona que quizá dañaste más: tú mismo.
Quizá no tengas una lista escrita, pero si has estado en relaciones con personas, tienes una lista.
Cualquier relación, pasado o presente, que no te hace sentir bien; cualquier persona, tú mismo incluído, acerca de quién tienes sentimientos problemáticos, no resueltos; cualquier relación que produce discordia en tu mente o corazón; todos están en esta lista. Estas son las relaciones que bloquean tu corazón y tu capacidad de amar.
La negación no se vale aquí. Si padeces angustia o tienes problemas no resueltos, aunque niegues los sentimientos, están en la lista. Miremos ahora lo que podemos hacer para destrozar las listas.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Reflexión del Dia: 17 de Enero
HICIMOS UNA LISTA DE TODAS AQUELLAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS (Octavo Paso de CoDA).
VICTIMAS, NUNCA MÁS
Cuando comencé mi recuperación de la codependencia, sólo podía ver los daños y males que otros me habían hecho. Estaba tan dolida. Había perdido tanto.
Me sentía tan víctima.
Ver mi parte en las relaciones, aun los aspectos más dolorosos de mí misma que necesitaba trabajar, estaba más allá de mis posibilidades. Pensar en disculparme con alguien era imposible.
Se sentía como disculparme con otros porque me habían lastimado. Lo bueno es que no necesité hacer mis reparaciones en ese momento. No estaba lista. Necesitaba mirar mi dolor, mi tristeza, y algunos comportamientos básicos de recuperación que podía practicar para detener mi dolor.
Necesitaba cuidar mis heridas y hasta consentirme con un poco de lástima por mí misma; este era parte de mi proceso de dejar de ser víctima de otros, de sus adicciones, y de sus problemas.
Llegó un momento, y tardó en llegar, cuando estaba lista para comenzar el proceso de mirar hacia adentro. Llegó el momento de disponerme a encarar y aceptar mi parte en las relaciones.
Vi cómo tenía un papel aún en la relación más dolorosa que había tenido. Cuando dejé de quejarme tan largo y tendido del comportamiento ajeno, comencé a verlos como espejos de quién era yo. Y la verdad era que cuando ya no necesitaba alguna relación en particular, la terminaba. No me tenían cautiva. Yo era, todo el tiempo, responsable de mí misma.
Mis relaciones reflejaban mis problemas no resueltos y mis miedos. Mis relaciones reflejaban mis creencias acerca de lo que merecía del amor, y de lo que estaba dispuesta a tolerar.
Cuando miré de cerca a aquellos a quienes había acusado de no querer intimar conmigo, comencé a ver mis propias trabas a la intimidad: mi falta de disposición de ser emocionalmente honesta y vulnerable. Vi mi incapacidad para sostener la cercanía o de permitir a alguien entrar en mi corazón por más de un momento.
Aquellos de quienes me había quejado porque «dependían demasiado de mí» eran los mismos de los que yo dependía demasiado.
Cuando revisé a aquellos que me enfurecían porque me trataban de controlar o interferían demasiado en mis asuntos, vi que les respondía con la misma moneda: una falta de disposición de aceptarlos como eran y dejarlos ser.
Vi que había necesitado y atraído todas las relaciones en mi vida por uno u otro propósito de crecimiento. Si no aprendía la lección, si no encaraba y trabajaba lo que estaba dentro de mí, me encontraba en una circunstancia similar, repitiendo lo anterior. Cuando me dispuse a enfrentar mi parte, admitir mi participación, admitir mi papel, y hacer reparaciones por mi parte, había ganado la mitad de la batalla. Quizá la victoria ya era mía.
Existe un lugar callado y honesto donde nos lleva este Paso, un lugar para bajar las defensas y el orgullo, un lugar donde podemos soltar la victimización. Nos disponemos a barrer nuestro lado de la calle, en paz y honestidad.
Da este Paso lo más pronto posible después de hacer tu lista. Dalo cuando entran la amargura, el resentimiento, la victimización, y el miedo. Dalo cuando buscas y deseas la paz y la curación dentro de ti mismo y con otros. No tenemos que dar este Paso demasiado pronto. No tenemos que darlo hasta que estemos listos. Pero, cuando es hora, no queremos posponerlo.
Este Paso nos da permiso de dejar de pelear con otros y con nosotros mismos. Podemos aprender de nosotros mismos, y despuéscrecer y progresar de ahí. Podemos amar, perdonar, y ser perdonados, y aceptar todo lo que ha sucedido.
¡Muchos de nosotros cargamos los restos de relaciones que terminaron hace ya décadas! No nos hemos reconciliado y hecho las paces con el pasado. Hacer una lista y disponernos (tres listas, de ser necesario), es como nos liberamos.
No sólo se abrirán nuestros corazones más, sino también nuestros ojos. Aprenderemos lo que necesitamos aprender acerca de nosotros mismos. Estaremos libres para soltar nuestros pasados y caminar hacia un futuro mejor.
Algunos dicen que el pasado no puede cambiarse. Este Paso prueba lo contrario. Este Paso puede hacer de nuestros pasados una parte necesaria, aceptable, y sin arrepentimientos de nuestra vida.
Muchas personas en recuperación no han hecho una lista formal. Pero si nos quedamos suficiente tiempo, tendremos una lista. Los nombres vendrán, llegarán a nuestras mentes y corazones.
Nuestros asuntos no resueltos se aclararán.
Nos daremos cuenta de las personas y las relaciones que necesitamos trabajar. Puede ser un ex marido, un padre o madre, una vieja amistad. Puede ser un pariente. Pero vendrán, mentalmente, o en realidad, su presencia física. La oportunidad para disponernos se presentará.
La oportunidad de sanar vendrá.
Asimismo será con nuestras ideas acerca de los daños que nos hemos causado a nosotros mismos. Paulatinamente, estos asuntos se presentarán. Veremos cómo nos hemos descuidado y lastimado. La vida nos preguntará si estamos dispuestos a cambiar la manera en que nos tratamos y respondemos a nosotros mismos.
De eso se trata la recuperación.
No te preocupes de hacer este Paso suficientemente bien. No lo uses para sentirte culpable. Usa la lista que tienes en tu corazón o por escrito. Luego, ábrete a la disposición.
Pide ser mostrado quién debe estar en tu lista. Pide la visión de los daños que has hecho a ti mismo y a otros. Pide ayuda para ponerte dispuesto.
El perdón, las relaciones sanas, y la paz comienzan dentro de nosotros mismos. Comienzan con este Paso.
Todo lo que nos pide este Paso es hacer una lista, luego disponernos a cuidar honestamente de nosotros mismos y de nuestros comportamientos con las personas. Sin importar el papel que juega el otro, nosotros ya estamos libres para identificar, poseer, y asumir la responsabilidad por nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Reflexión del Dia: 16 de Enero
HICIMOS UNA LISTA DE TODAS AQUELLAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS (Octavo Paso de CoDA).
ESTUVIMOS DISPUESTOS
¿Qué significa que «estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos?» Este Paso requiere un cambio de actitud. Nos pide que soltemos las defensas, los mecanismos de protección y comencemos a buscar la paz y la curación en todas nuestras relaciones.
No quiere decir que regresemos a relaciones o sistemas disfuncionales. No significa que dejemos de cuidar de nosotros mismos, ni siquiera cuando otros afirman que ese cuidado los ha dañado.
Significa que buscamos nuestras indiscreciones hacia nosotros mismos y otros. Quiere decir que nos disponemos a buscar la paz y la reparación en todas nuestras relaciones, pasadas y presentes.
Me era fácil justificarme en mi hostilidad y resentimiento hacia las personas. Tenía una larga lista de todos aquellos que me habían dañado. Estaban las relaciones con adictos y alcohólicos donde habían abusado de mí. Estaban las personas importantes y cuidadores de mi pasado que sentía que me habían dañado. Inclusive, había miembros de mi familia quienes yo sentía que me habían dañado o desilusionado.
Estaría plenamente justificada, pensaba, si me retirara a una cueva, me convirtiera en reclusa, y jamás volviera a hablar con ninguno de ellos.
Estar así, por justificado que sea, no es agradable. No es una situación de sentirme conectada conmigo misma o con otros. Es un lugar construido y decorado con miedo.
Este programa me ofreció una manera mejor. Nos ofrece una manera mejor. Esa manera es con un corazón abierto, una conexión con las personas, con nosotros mismos, y con nuestro Poder Superior; y un sanación en nuestras relaciones, pasadas y presentes.
Comienza con la disposición, una disposición que sólo puede iniciarse dentro de nosotros. Es una disposición a estar en paz con las personas en nuestra vida, incluyéndonos a nosotros mismos; libres de culpa, miedo, resentimiento, y malos sentimientos debido a lo que ha transcurrido en nuestro pasado.
Nuestros pasados no han sido un error. Todo lo que ha sucedido no ha sido incidental o accidental. Algunos opinan que hemos participado en escoger nuestros destinos; otros dicen que nuestros destinos y todas las personas e incidentes involucrados nos fueron marcados desde el momento en que nacimos. Como sea, se entiende lo mismo: no hay accidentes, no hay errores.
Todo lo que ha pasado por nuestra vida fue diseñado para prepararnos a ser las personas que somos y a ayudarnos a aprender las lecciones que vinimos a aprender. Cada relación tiene un propósito y nos deja un regalo, aún las más dolorosas. Entre más tiempo me dedico a mi recuperación y entre menos me veo como víctima, más receptiva me vuelvo a estos regalos.
A veces, un regalo es demostrarme qué áreas de mí misma no he abordado. Algunas relaciones suceden en mi vida para hacerme fuerte, enseñarme como poseer mi propio poder, y demostrarme cómo poner límites. Algunas me han llegado para traerme sanación. Algunas me han llegado para traer e inspirar regalos de creatividad, espontaneidad, cariño, feminidad, y apoyo, o para ayudarme acreer que merezco lo mejor que la vida y el amor tienen que ofrecer.
Algunas han llegado para demostrarme lo que no quiero. Algunas son para demostrarme lo que sí quiero.
Nuestras relaciones, dicen muchos, son un espejo de nuestros problemas y metas, un reflejo de nosotros mismos. Cada una trae un regalo. Soltar el resentimiento y la amargura es la llave que abre la puerta a ese regalo.
Podemos agradecer cada regalo.
Existe un lugar en nuestros corazones que nos pondrá en el buen camino en relación con otros y con nosotros mismos. Ese lugar es la disposición de reparar, la disposición de lograr la sanación en nuestras relaciones con las personas, y la disposición de encontrar el regalo.
Cuando lleguemos a ese lugar, cuando la idea de disposición entra a nuestras mentes, aún antes de que llegue a nuestros corazones, ya está comenzando a suceder. Estamos comenzando a abrirnos a la reparación, sanación, y amor disponible para nosotros en nuestras relaciones.
Estamos dispuestos a comenzar a amarnos a nosotros mismos, y a otros, incondicionalmente.
Esta actitud no significa que nos quedemos en relaciones que han llegado a su término. No significa que debamos regresar a relaciones que nos hacen daño. No significa que nos rendimos
ante cualquier trato de cualquier persona que nos hace daño. Si alguien nos trató mal, nuestra lección de esa relación fue aprender a poseer nuestro propio poder y encontrar nuestra liberación.
Lo que hacemos en la recuperación es lo que una mujer, Beth, llama «realinearme con mis relaciones». Pero para comenzar ese realineamiento, para encontrar el lugar de paz con uno mismo y con otros, necesitamos estar dispuestos.
Llegar a estar dispuestos no quiere decir que negamos lo que sucede o ha sucedido. No significa que renunciemos a nosotros mismos o entreguemos nuestro poder a otros. Significa que nos alistamos a abrir nuestro corazón a las personas, a pesar de lo que ha sucedido. Nos disponemos a acercarnos a otros con amor y a cuidar de nosotros mismos con ellos.
Nos disponemos a amar y cuidar de nosotros mismos.
Este Paso nos pide un cambio de corazón, de manera que nuestros corazones puedan sanar y abrirse al amor. No teman la reparación. Por ahora, no piensen en la reparación. Contemplen la disposición, una disposición de hacer lo que nos mande nuestro Poder Superior, una disposición de cuidar de nosotros mismos con los demás.
No se nos pedirá ni requerirá hacer nada arriesgado o inapropiado. Sólo nos disponemos a hacer reparaciones apropiadas, a asumir la responsabilidad por nuestros comportamientos inapropiados con otros y con nosotros mismos.
¿Cómo podemos aprender a amar hasta que estemos dispuestos a asumir la responsabilidad por nuestra parte?
La curación comienza dentro de nosotros. Comienza con un pensamiento, una visión, un sentimiento de buena voluntad. Una gran cadena de curación y amor se inicia cuando tomamos la decisión de cuidar de nosotros mismos ante los demás y de llegar a un lugar de paz en nuestras relaciones. Nos extraemos del control y la influencia de otros y sus adicciones; nos alineamos con la recuperación, nosotros mismos, y nuestro Poder Superior.
Estamos comenzando a conocer nuevas formas de nuestro poder, formas que no conocíamos antes. Nos estamos saliendo de la ansiedad, vergüenza, y culpa, y entrando a la paz.
Hemos dejado de preocuparnos por otros. Nos hemos arriesgado a mirar hacia adentro. Ahora, se nos pide que tomemos un riesgo aún mayor: aquel de callada pero claramente aceptar la responsabilidad por nosotros mismos y nuestros comportamientos.
Este Paso, y el siguiente, sana nuestras relaciones con nosotros mismos y con otros.
Estamos en el camino a aprender a poseer nuestro propio poder en cualquier circunstancia y cualquier situación. Estamos aprendiendo cómo dejar de permitir que otros nos victimicen y dejar de victimizarnos a nosotros mismos. Estamos renunciando al papel de víctima.
Somos parte de una nueva conciencia. Es este trabajo de recuperación que cada uno hacemos lo que detendrá la cadena de victimización y abuso, no sólo en nuestra vida sino en los que nos rodean. Muchos de nosotros hemos querido cambiar el mundo. Bien, lo estamos haciendo, en forma sencilla y callada, por medio de hacer nuestro propio trabajo y buscar nuestra propia curación.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Meditación 16 de Enero… La Oración
De hecho, la oración es la única acción real en el más amplio sentido de la palabra, porque es lo único que cambia nuestro carácter. Un cambio de carácter, o un cambio en el alma, es un cambio verdadero. (Emmet Fox, El sermón de la montaña).
Erica Jong ha dicho que somos seres espirituales, que somos humanos. La plegaria y la meditación son formas que tenemos para cuidar de nuestro espíritu, son disciplinas que se sugieren en el Paso Once de los programas de recuperación de Doce Pasos: Al-Anón, Alcohólicos Anónimos, y otros.
La oración y la meditación no necesariamente están conectadas con las religiones organizadas, son una forma para mejorar nuestra relación personal con un Poder Superior para beneficio de nosotros mismos, de nuestra vida y de nuestro crecimiento interior. Por medio de la oración nos conectamos con Dios. No oramos porque tengamos que hacerlo, sino porque queremos hacerlo. Así es como vinculamos nuestra alma con nuestro Origen.
Estamos aprendiendo a cuidar nuestras emociones, nuestra mente y nuestras necesidades físicas. Estamos aprendiendo a cambiar nuestras conductas, pero también a cuidar de nuestro espíritu, de nuestra alma, porque ahí es donde empieza todo cambio verdadero.
Cada vez que hablamos con Dios, nos transformamos. Cada vez que nos conectamos con nuestro Poder Superior, este nos escucha, nos toca y nos cambia para mejorar.
«Hoy practicare la plegaria y la meditación. Ya sea que me sienta desesperado, inquieto o en paz, haré el esfuerzo por conectarme con mi Poder Superior, por lo menos durante un momento el día de hoy».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
Reflexión del Dia: 15 de Enero
HICIMOS UNA LISTA DE TODAS AQUELLAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS (Octavo Paso de CoDA).
HACER LA LISTA
Este es el Paso donde nos olvidamos de lo que hizo o no hizo otro y nos aplicamos a asumir la responsabilidad de nuestros propios comportamientos. ¿A quién manipulamos? ¿Mentimos?
Lo más importante en este Paso es: ¿Hacia quién no sentimos tranquilos en nuestro corazón? ¿En qué relaciones existe discordia o falta de armonía? ¿Qué relaciones necesitan paz y amor y buenos sentimientos, sea o no que queramos volver a relacionarnos con esas personas de nuevo?
¿En qué relaciones necesitamos poder levantar nuestras cabezas, y abrir nuestros corazones para que se llenen de amor, aunque ese amor se dé a distancia y con desapego?
Ahora nos acercamos a la tercera lista. Es tan importante como las otras dos que hemos elaborado; quizá ésta es la más importante. Durante años, he escuchado esta idea pregonada en los círculos de recuperación, pero necesitamos meterle acción, en especial en relación a la recuperación de la codependencia. El nombre que va en la tercera lista es el nuestro.
Generalmente, nosotros mismos somos los más dañados por nuestra codependencia. Nosotros mismos somos la persona con quien más necesitamos hacer reparaciones. Al reprimir nuestros sentimientos y pensamientos, descuidar de nosotros mismos, criticarnos, avergonzarnos, negar la realidad, tener tanto miedo, someternos, restringirnos, creernos todas las falsedades que se han dicho de nosotros, siendo demasiado duros, demasiado críticos, o demasiado exigentes, sin duda nos hemos dañado.
Privarnos o negar nuestras necesidades está mal. No confiar en, ni escucharnos a nosotros mismos está mal. No amarnos a nosotros mismos está mal.
Permitirnos escuchar mentiras y ser engañados al punto de ya no oír ni hacer caso a nuestros instintos está mal. Creer que estamos locos o somos malvados por sobrevivir está mal. Tenernos como responsables por los asuntos o comportamientos inadecuados ajenos está mal.
Dejar que abusen de nosotros o nos maltraten está mal, no obstante el grado del abuso. No está bien que nos dejemos hablar o tocar en forma inapropiada.
Sencillamente no está bien permitir que nos victimen.
Descuidarnos está mal. Ignorar lo que deseamos y necesitamos, a veces al grado de que nuestras mentes, cuerpos y almas se rebelan y enferman, está mal.
Descuidar o minimizar nuestros talentos y dones está mal.
Avergonzarnos de nosotros mismos está mal.
Albergar coraje o resentimiento hacia nosotros mismos es devastador. Podemos pasar toda una vida castigándonos y permitiendo que otros nos dañen, también. Estoy aprendiendo que estaba tan enojada conmigo misma como con otros. Durante años, negué ambos enojos.
Cada comportamiento que apuntamos como codependiente es, en realidad, un daño hecho a nosotros mismos. A veces, incluye un daño hecho a otro también. Necesitamos ser absolutamente honestos respecto a ambos. Hasta que hagamos esto, no tendremos el mapa para el resto de nuestra recuperación.
En muchas relaciones que nos incomodan, no es cómo tratamos a otros lo que hace que su nombre sea apuntado en nuestra lista, sino como nos tratamos a nosotros mismos o permitimos que se nos trate. Permitir a otros tratarnos mal lleva, inevitablemente, a resentimientos hacia la otra persona. Necesitamos trabajar con estos resentimientos, pero también necesitamos estar dispuestos a hacer reparaciones a nosotros mismos por no tratarnos con el respeto que nos
merecemos.
Escuchen, amigos. No nutrirnos, no escucharnos, no cuidar amorosamente del maravilloso niño que tenemos adentro, está mal. Ese niño, a menos que lo hayamos abandonado totalmente y eso está mal, estará con nosotros toda la vida. No escuchar y responder en una forma amorosa a ese niño interno está mal.
Bastante malo es que muchos de nosotros recibimos abuso y abandono como niños. Para algunos, ese abuso surgió de crecer en un hogar alcohólico; otros fueron víctimas de abuso físico, sexual, o emocional. Pero una vez que entendamos, una vez que seamos llevados a la luz, no podemos racionalizar ni solapar la idea de que muchos de nosotros continuamos abandonándonos y abusando de nosotros mismos y del niño interno.
Este es el Paso donde enfrentamos esa idea. Este es el Paso donde hacemos una lista de todas las personas a quienes hemos dañado. Hasta que nuestro nombre sea escrito, en tinta, en esa lista, nuestras listas y nuestra recuperación estarán incompletas.
Esta es una tarea agotadora. Pero es un buen canal para nuestra energía si queremos lograr la curación. No permitas que te agobie. Si leer hasta aquí se siente sobrecogedor, déjalo hasta tranquilizarte. Si hacer una lista te agobia, déjalo hasta tranquilizarte.
Puede ayudar trabajar este Paso en pequeñas partes. De cualquier manera, la culpa y la ansiedad son nuestros puntos débiles. Deja que tu lista sea un proyecto en proceso, elaborándola a medida que nombres e incidentes lleguen a tu conciencia. Trabájala un poco cada día. Luego, inmediatamente después dedícate a algo tranquilo y relajante. Lee un libro de meditación. Llama a un amigo. Haz algo que te levante el ánimo.
Cuidado: No existe razón alguna de sentirse culpable y disponerse a reparar algo que se hizo para cuidar de nosotros mismos. Decir que no, poner un límite, no permitir que nos usen o abusen de nosotros, decir cómo sentimos, cuidar de nosotros mismos, y comenzar o continuar con un proceso de recuperación no son daños que hemos hecho. Con frecuencia, sentimos culpa por estos comportamientos porque es parte de cambiar y porque estamos rompiendo antiguos roles disfuncionales que nos mandan no hacer eso. No tenemos que pedir disculpas por cuidar apropiadamente de nosotros mismos.
Busquemos discernimiento y sabiduría al hacer nuestra lista. Si nos sentimos confundidos, hablamos con Dios, un padrino, o alguien con mayor conocimiento de la recuperación.
Tampoco tenemos que disculparnos con otros por no dejar que nos controlen o por comenzar a vivir nuestra propia vida.
No te preocupes por la perfección. Conforme te acercas a este Paso y completas esta parte, pide guía y ayuda. Pide que se te muestre todos los nombres que deben entrar en la lista. Si tu lista es corta, está bien. Así debe ser. Si tu lista es larga, eso también está bien.
Podemos abrirnos a una comprensión honesta de las personas que necesitan estar en nuestra lista. Podemos pedir a Dios que ilumine nuestra mente y nuestro corazón con los nombres de las personas para nuestra lista. Pidamos soltar nuestras defensas, orgullo, culpa inmerecida, vergüenza, y ansiedad mientras cumplimos esta tarea.
La meta de este Paso es ser honestos con nosotros mismos, no demasiado estrictos con nosotros mismos. Para muchos de nosotros, ser demasiado exigentes, demasiado críticos con nosotros mismos es un problema que asociamos con la codependencia. Con frecuencia, hacer esta lista puede ser un alivio. Después de pensar mucho y dar este Paso, muchos de nosotros encontramos que gran parte de nuestra culpa ha sido inmerecida. Con frecuencia, descubrimos unos cuantos comportamientos con los que no nos sentimos muy bien. A veces, más. Pero este Paso es para ayudarnos. Nos ayuda a clarificar exactamente qué hemos hecho y qué no, y nos encamina a cuidar de nosotros mismos. El propósito de este Paso no es hacernos sentir culpables. Es descubrir cualquier culpa que ya estamos sintiendo o de la que estamos huyendo, y luego eliminarla.
El propósito de este Paso es restaurarnos a tener relaciones correctas, con nosotros mismos y con otras personas. Para cuando completamos esta porción del Paso, quizá tengamos tres listas: personas que nos han dañado; personas a quienes hemos dañado; y la lista con nuestro propio nombre. Ahora es el momento de dejar nuestro lápiz o pluma y hacer el trabajo espiritual que requiere este Paso: lograr la disposición de hacer reparaciones.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).
Meditación 15 de Enero… Mantenerse abierto a nuestros sentimientos
Muchos de nosotros hemos sido tan buenos en seguir la regla de «no sentir» que podemos tratar de hablarnos de tener sentimientos, incluso en la recuperación.
«Si realmente estuviera trabajando en un buen programa, no me sentiría enojado».
«No me enojo. Soy cristiano. Yo perdono y olvido».
«No estoy enojado. Estoy afirmando que soy feliz».
Estas son todas las declaraciones, algunas de ellas bastante inteligentes, que indican que estamos operando bajo la regla de «no sentir» nuevamente.
Parte de trabajar un buen programa significa reconocer y lidiar con nuestros sentimientos. Nos esforzamos por aceptar y lidiar con nuestra ira para que no se convierta en resentimientos. No usamos la recuperación como una excusa para cerrar nuestras emociones.
Sí, nos estamos esforzando por perdonar, pero todavía queremos sentir, escuchar y mantener nuestros sentimientos hasta que sea el momento de liberarlos adecuadamente. Nuestro Poder Superior creó la parte emocional de nosotros mismos. Dios no nos está diciendo que no sintamos; Son nuestros sistemas disfuncionales.
También debemos tener cuidado de cómo usamos las afirmaciones; descontar nuestras emociones no hará que los sentimientos desaparezcan. Si estamos enojados, está bien tener ese sentimiento. Eso es parte de cómo nos mantenemos y nos mantenemos saludables.
«Hoy, me negaré a aceptar la vergüenza de otros o de mí mismo por sentir mis sentimientos».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Serie de Meditaciones).