Reflexión del Dia: Renuncia al control

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Los codependientes son aquellas personas que consistentemente, y con gran cantidad de esfuerzo y energía, tratan de forzar que sucedan las cosas.

Controlamos en nombre del amor.
Lo hacemos porque “sólo estamos tratando de ayudar”.
Lo hacemos porque nosotros sí sabemos cómo deben hacerse las cosas y cómo deben comportarse las personas.
Lo hacemos porque nosotros estamos bien y ellos están mal.
Controlamos porque nos da miedo no hacerlo.
Lo hacemos porque no sabemos qué otra cosa hacer.
Lo hacemos para dejar de sufrir.
Controlamos porque pensamos que tenemos que hacerlo.
Controlamos porque no pensamos.
Controlamos porque solamente podemos pensar en controlar.
En última instancia quizá controlemos porque esa es la manera en que siempre hemos hecho las cosas.

No podemos controlar las conductas compulsivas de nadie. No podemos (y no es asunto nuestro hacerlo) controlar las emociones, la mente o las elecciones de nadie. No podemos controlar el resultado de los eventos. No podemos controlar a la vida. Algunos de nosotros apenas podemos controlamos a nosotros mismos. A fin de cuentas las personas hacen lo que quieren hacer. Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo); piensan lo que quieren pensar; hacen las cosas que creen que necesitan hacer; y cambiarán sólo cuando estén listos para cambiar. No importa si ellos no tienen la razón y nosotros sí. No importa que se estén lastimando a sí mismos. No importa que nosotros podríamos ayudarles si tan sólo nos escucharan y cooperaran con nosotros. ¡NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA!
Desapégate… Renuncia.
Para cada uno de nosotros, llega un tiempo para soltarse. Sabrás cuándo ha llegado ese tiempo. Cuando has hecho todo lo que se puede hacer, es tiempo de desapegarte. Maneja tus sentimientos. Enfréntate a tus miedos acerca de perder el control. Gana control sobre ti mismo y sobre tus responsabilidades. Dale a los demás la libertad para ser lo que son. Al hacerlo, ¡te liberarás!
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).

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Reflexión del Día: Lo difícil es aceptarlo

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La Codependencia es una enfermedad que deteriora nuestro espíritu. Afecta nuestras vidas personales: nuestras familias, nuestros hijos, amigos y parientes; nuestros negocios y carreras; nuestra salud, y nuestro crecimiento espiritual. Es debilitante, y si se deja sin tratamiento, ocasiona que nos volvamos aún más destructivos con nosotros mismos y con los demás. Muchos llegamos al punto en el que tenemos que buscar el apoyo de otras personas.
Vivimos en los extremos en vez de vivir en equilibrio. Sufrimos nosotros y nuestras parejas, nuestros hijos y nuestros amigos a causa de nuestras conductas. Nuestras relaciones se estancan, se deterioran o se destruyen.
Llegamos a aceptar nuestra incapacidad de mantener relaciones sanas y nutritivas con nosotros mismos y con los demás. Comenzamos por reconocer que la causa radica en patrones destructivos que hemos tenido durante mucho tiempo en nuestra vida. Hemos encontrado que estos patrones entran en cinco categorías generales: patrones de negación, patrones de baja autoestima, patrones de conformidad, patrones de control y patrones de evasión.
¡Creemos que la recuperación comienza con un honesto autodiagnóstico! La prueba de fuego esta en concluir que se es Codependiente, luego, iniciamos el Camino de la recuperación, con altos y bajos, pero al estar claros, que así no se puede continuar «sobreviviendo», asumimos la responsabilidad de amarnos y desapegarnos de las falsas creencias de que somos «indispensables» en la vida de los demás, que todo gira a nuestro alrededor, y que nada puede hacerse bien si no participamos en ello. Dejamos de «batallar» con la necesidad de control que nos acompaña desde siempre, soltamos a las personas, nos desentendemos de la figura «heroica» que nos ha acompañado muchísimo tiempo. Nos damos cuenta que la vida es para disfrutarla sanamente, y que «podemos y merecemos» ser felices.

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Reflexión del Día: Tomar Conciencia

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Para sanar hay que tomar conciencia de los apegos y de las cosas que se están perdiendo a causa de esos apegos; es advertir todo lo que la vida me ofrece y yo no puedo disfrutar por culpa de ese apego; es reconocer el tiempo y las energías preciosas que gasto en tristezas y en lamentos interiores, cuando hay tanto y tanto para vivir.
Esta conciencia se vive como una liberación, como una feliz claridad interior que nos devuelve la libertad. Es bello contemplar como se desinflan nuestras esclavitudes al contemplarla con valentía. Esto implica tomar conciencia de todos los sentimientos que están unidos a un apego: el miedo de perder algo, el temor de quedarme sin eso que me obsesiona, una sensación de humillación o de baja autoestima. Este sentimiento debe ser reconocido tal cual es, en todos sus detalles: debe ser contemplado como quien mira algo desde fuera, hasta que uno perciba claramente lo inútil que es alimentar ese sentimiento dañino. Entonces puede surgir la decisión libre de renunciar a eso que nos entristece.
Nos hemos puesto la exigencia de ser aplaudidos, de poseer tanto dinero, de ser amados por tal persona, de tener tal cosa. Nos hemos apegado a eso y no “queremos soltar ese proyecto”. Esa exigencia es la causa de nuestros males. Pero no hay ninguna obligación de seguir alimentando tal exigencia. Muchas personas son felices sin eso. Entonces podemos imaginar nuestra vida feliz, serena y llena de fuerza, sin esa exigencia que nos trastorna. Y echarla lejos como si fuera una serpiente venenosa.
Una cosa es tener lo necesario para vivir, y cuidarlo. Otra es comenzar a ser poseídos por el deseo de los objetos, del dinero, de los títulos, de los afectos, y de todo lo que pueda ser acumulado. Eso es olvidar que el verdadero placer es fugaz, y que con retener las cosas no logramos ser mas felices. Eso que nos hizo felices ya paso.
Cuando uno no reconoce la fugacidad de las cosas y de los placeres, pierde su dignidad y comienza a venderse, a arrastrarse detrás de necesidades obsesivas. Hay que reconocer ese engaño y soltar, simplemente soltar. ¡Dejar ir, dejar pasar!
(Víctor Manuel Fernandez de su Libro Para Liberarse de los Apegos y Obsesiones).

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