
A veces aun permito que otros me controlen. En ocasiones no estoy segura de cuando esta bien tener la aprobación de la gente y cuando es una conducta codependiente. No siempre estoy segura de cuando es adecuado dar de uno mismo y cuando estoy cuidando como nana a los demás. Y a veces me asusto.
Pero lo mejor que me ha pasado es que he empezado a sentirme en paz. Por primera vez en mi vida quiero vivir, y creo que existe un propósito para mi vida.
Mi relación con mi Poder Superior,Dios,se ha mejorado. No tengo el control de mi vida, pero al trabajar en mi programa, esta se ha vuelto manejable. Se que alguien esta cuidando de mi y ayudándome a que yo cuide de mi misma.
¡Y estoy orgullosa de mi recuperación!.
(Melody Beattie de su Libro Mas Allá de la Codependencia).

Categoría: DEPENDENCIA EMOCIONAL
El poder de la "culpa"
Quienes viven con culpa establecen dentro de sí pensamientos rígidos, normas inflexibles y principios imposibles de alcanzar cuyo objetivo final es boicotear el éxito, obligándose así a vivir en medio de un fracaso continuo.Se trata de pensamientos que terminan haciéndote creer que el objetivo fundamental de tu vida es permanecer y subsistir como puedas, distrayéndote de esta forma de lo fundamental de la existencia: crecer, multiplicarte y cumplir tus sueños.Esta estructura de pensamiento se detendrá en los errores o fracasos que por los que hayas atravesado sin recordar ningún obstáculo ni circunstancia difícil que hayas superado en el pasado.
Nos sucede a todos: sin darnos cuenta nos sometemos a mandatos, voces internas y externas que nos colocan en un lugar desde el cual la posición de víctima o de culpable es la que mejor nos queda. Los otros se transforman en
responsables de nuestro destino y así dejamos de hacernos cargo de nuestros propios objetivos. De esta forma obtenemos el beneficio secundario de depositar en el otro toda la culpabilidad de nuestros desaciertos y desdichas y
de hacer de nosotros pobres seres humanos errantes y carentes de valor y dominio propio para decidir sobre nuestro hoy y nuestro mañana. Nos aferramos a dichos y voces:
• Mis padres me repitieron durante años que por haberme tenido no pudieron estudiar
• Mis padres me decían: no dejes la comida en el plato, piensa que hay chicos en África que se mueren de hambre
• Siento culpa por haber sido abusada sexualmente
• Me siento culpable por la separación de mis padres
• Siempre remarcaban mis errores y por eso me sentía culpable todo el tiempo
• Tuve un padre ausente toda mi vida y debí hacerme cargo de mis hermanos,pero no supe cómo;yo tengo la culpa de sus situaciones actuales.
Todas éstas son maneras sutiles de transmitir las culpas que nos detuvieron en el camino hacia la búsqueda de la
felicidad y del bienestar que nos merecemos.Son culpas ajenas generadoras de insatisfacciones continuas. Son culpas que se alimentan de mandatos externos y sociales y de emociones internas no resueltas que siguen teniendo poder y valor sobre nuestras vidas.
Hay personas que han sido criadas en familias que las han hecho responsables de la separación de los padres, de la pérdida del trabajo de la madre que en un momento decidió quedarse en su hogar para cuidarlas o de las frustraciones profesionales de sus tutores. Y así podríamos seguir enunciando los mandatos que cada familia se encargó de transmitir a tantas personas.
Se trata de creencias culturales que jamás te permitieron alcanzar ni disfrutar en absoluto de nada. Son las exigencias que demandaban que dieras más, siempre un poco más, y claro, como no pudiste alcanzar ese parámetro de
perfección, terminaste ubicándote en el lugar de la víctima, acarreando culpas que no te correspondían.
En este punto es necesario que nos detengamos. Lo que decidimos escuchar y aceptar como nuestro es lo que nos enferma y nos detiene.
Ten en cuenta que con lo que aceptamos, anulamos, postergamos o generamos nuestro éxito.
¿Quién maneja el control remoto de tus emociones y pensamientos?, ¿quién decide qué pensar, qué sentir?
Sólo tú. Dependerá de ti, de tu decisión de ubicarte en un lugar de víctima o de poder sobre tu propia vida.
Las personas suelen decir:
• El día me puso mal.
• Mi jefe me sacó de quicio.
• Me arruinaste la jornada.
• Hoy me saturaste.
Si escuchas estas frases es porque colocaste el poder que tienes sobre tus propias emociones en los demás. Así es como son los otros quienes terminan controlando cómo te vas a sentir o qué es lo que vas a hacer.
Aceptando este trato, cualquiera podrá decirte qué hacer y qué no; los demás podrán manejarte y lastimarte con
permiso, sí, con el permiso que tú les diste al ceder el lugar de control y poder sobre tu vida.
No fuimos creados para vivir de limosnas, ni lisiados de afectos. Nadie tiene derecho a castrar nuestros sueños más profundos ni a asegurar qué es lo que nos conviene o no. La felicidad y el éxito, la desdicha y el fracaso serán el resultado sólo de tus propias decisiones. Todo lo que hayas dejado de lado para conformar a los demás puede ser recuperado si te lo propones y decides no postergar más tu deseo. Muchas veces no somos felices porque estamos ocupados tratando de agradar a los otros o encargándonos de responsabilidades equivocadas,que pertenecen a terceros. Consumimos todo nuestro tiempo erróneamente y cuando queremos saber adonde se fueron tantos años de nuestra vida, cuando necesitamos apuntar lo que hicimos en el transcurso de la misma,nos damos cuenta de que malgastamos el tiempo que necesitábamos para ocuparnos de lo prioritario e importante: nosotros mismos.
Desperdiciamos más horas tratando de conformar y gustar a los otros que en ocuparnos de nuestra propia vida. Y en esa vorágine de ser aceptados nos olvidamos de que primero necesitamos respetarnos a nosotros mismos y aprobarnos para poder ser aceptados por el resto.
Reflexión del Día… ¡No me aceptan cuando cambio!

Tengo dos grupos de amigos: otros codependientes que quieren quejarse de que son victima, y la gente que quiere usarme y maltratarme . Estoy trabajando en cambiar de amistades. También estoy revaluando mi vida profesional. Mi codependencia influyo sobre las elecciones que hice en mi carrera. La mayoría de los empleos que he tenido demandaban mucho y daban muy poco a cambio. Por supuesto, yo daba y daba en mis trabajos y luego me enojaba porque me sentía usada. Ahora estoy aprendiendo a fijar limites en el trabajo. Algunas personas están furiosas conmigo porque estoy cambiando, pero ya no me siento tan usada.
Estoy aprendiendo a dejar de preguntar por que la gente me hace esto a mi. He empezado a preguntarme por que les permito que me hagan esto a mi.
(Melody Beattie de su Libro Mas Allá de la Codependencia).

Reflexión del Dia: Practicando el desapego

Al practicar el desapego podemos disminuir nuestras reacciones destructivas hacia el mundo que nos rodea. Sepárate de las cosas. Déjalas estar, y deja que la gente sea como es. ¿Quién eres tú para decir que la interrupción, el estado de ánimo, las palabras, el mal día, el pensamiento o el problema no son una parte importante y necesaria de la vida? ¿Quién eres tú para decir si este problema no será en último término benéfico para ti o para alguien más?¡No tenemos que reaccionar!. Tenemos opciones. Esta es la alegría de la recuperación de la Codependencia. Y cada vez que ejercitamos nuestro derecho para elegir cómo queremos actuar, pensar, sentir y comportarnos, nos sentimos mejores y más fuertes
Pero, podrán ustedes protestar, ¿Por qué no debo reaccionar? ¿Por qué no debo replicar? ¿Por qué no debo irritarme? Él o ella se merecen cargar con el peso de mi torbellino. Podría ser, pero tú no debes hacerlo. Estamos hablando aquí de tu falta de paz, de serenidad, de tus momentos desperdiciados. Como solía decir Ralph Edwards, “Esta es tu vida”. ¿Cómo quieres usarla? No te estás desapegando por ella o por él. Te estás desapegando por ti mismo. Las probabilidades indican el beneficio de todos. Somos como cantores de un gran coro. Si el que está junto a nosotros desentona, ¿debemos hacerlo nosotros también? ¿No le ayudaría más a él, y a nosotros, tratar de seguir entonado? Podemos aprender a cumplir con nuestra parte.
No necesitamos eliminar todas nuestras reacciones hacia la gente y hacia los problemas. Las reacciones pueden ser útiles. Pueden ayudarnos a identificar lo que nos gusta y lo que nos hace sentirnos bien. Nos ayudan a identificar los problemas dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Pero la mayoría de nosotros reaccionamos demasiado. Y gran parte de las cosas a las que reaccionamos son tonterías. No son tan importantes, y no ameritan el tiempo ni la atención que les damos. Algunas de nuestras reacciones son respuestas a las reacciones que los demás tienen frente a nosotros. (Estoy furiosa porque él se puso furioso; él se puso furioso porque yo estaba enojada; yo estaba enojada porque pensé que él estaba enojado conmigo; pero no estaba enojado sino herido porque… Nuestras reacciones pueden ser el eslabón de una cadena de reacciones tal que a menudo los involucrados están irritados y nadie sabe por qué. Simplemente están irritados. Luego, todos están fuera de control y a la vez son controlados. A veces la gente se comporta de cierta manera para provocar que nosotros reaccionemos de otra. Si dejamos de reaccionar de esta cierta manera, la privamos de lo divertido que esto le resulta. Quedamos fuera de su control y le quitamos el poder que tiene sobre nosotros.
A veces nuestras reacciones provocan que los demás reaccionen de cierto modo, pero no necesitamos seguir haciéndolo, ¿o sí? A veces el reaccionar estrecha nuestra visión en tal forma que nos quedamos varados reaccionando a los síntomas o a los problemas. Podemos estar tan ocupados reaccionando que no tenemos tiempo ni energía para identificar el problema real, y mucho menos para descubrir cómo solucionarlo. Podemos pasar años reaccionando ante cada incidente provocado por la bebida y la crisis resultante, ¡fallando completamente en reconocer que el verdadero problema es el alcoholismo!
Aprende a dejar de reaccionar de maneras que no son necesarias y que no funcionan. Elimina las reacciones que te lastiman.Algunas sugerencias para ayudarte a desapegarte de la gente y de tus reacciones negativas hacia ella. Estas son sólo sugerencias. No existe una fórmula específica para lograr el desapego. Necesitas encontrar tu propia manera, una que te funcione a ti.
– Aprende a reconocer cuando estás reaccionando, cuándo estás permitiendo que alguien o algo tire de tus cuerdas. Generalmente cuando empiezas a sentirte ansioso, temeroso, indignado, rechazado, avergonzado, preocupado, confundido o a padecer autoconmiseración, hay algo en tu medio ambiente que te ha hecho nudos. (No afirmo que esté mal experimentar estos sentimientos. Probablemente cualquiera se sentiría así. La diferencia estriba en que estamos aprendiendo a decidir por cuánto tiempo deseamos seguir sintiéndonos así, y qué queremos hacer al respecto.) Emplear las palabras “ella, o él o eso me hicieron sentir” a menudo indica que estamos reaccionando. Perder nuestra sensación de paz y serenidad probablemente es el indicador más poderoso de que estamos atrapados en algún tipo de reacción.
– Ponte cómodo. Cuando reconoces que estás en medio de una reacción caótica, di o haz lo menos posible hasta que puedas restaurar tu nivel de serenidad y de paz. Haz cualquier cosa que necesites hacer (que no sea destructivo para ti ni para nadie más) que ayude a relajarte. Inhala profundamente unas cuantas veces. Sal a caminar. Limpia la cocina. Siéntate en el baño. Ve a casa de un amigo. Acude a una junta de Al-Anón. Lee un libro de meditación. Vete a la playa. Mira un programa de televisión. Encuentra una manera de separarte emocional, mental (y si es necesario) físicamente de aquello a lo que estás reaccionando. Busca una forma de librarte de la ansiedad. No tomes un trago ni manejes por la calle a 100 kilómetros por hora. Haz algo que no sea arriesgado y que te ayude a restaurar tu equilibrio.
– Analiza lo que ha sucedido. Si se trata de un incidente menor, serás capaz de sobreponerte tú solo. Si el problema es serio, o si te perturba seriamente, tal vez quieras discutirlo con un buen amigo que te ayude a aclarar tus pensamientos y emociones. Las dificultades y los sentimientos crecen cuando tratamos de apresarlos en nuestro interior. Habla acerca de tus sentimientos. Asume la responsabilidad de ellos. Siente verdaderamente lo que estés sintiendo. Nadie te hizo sentir así. Alguien pudo haberte ayudado a que te sintieras de determinada manera, pero el sentimiento lo sentiste tú. Manéjalo. Luego, esclarece tú mismo la verdad sobre lo que sucedió. ¿Estabas alguien tratando de molestarte? (Si hay duda al interpretar algo como un insulto o rechazo, prefiero creer que eso no tuvo nada que ver conmigo. Me ahorra tiempo y me ayuda a sentirme bien conmigo misma.) ¿Estabas tratando de controlar a alguien o algún evento? ¿Qué tan serio es el problema o el asunto? ¿Estás tomando la responsabilidad de otro? ¿Estás enojado porque alguien no adivinó lo que en realidad querías o lo que en verdad querías decir? ¿Estás tomando la conducta de otro de un modo demasiado personal? ¿Alguien oprimió tus botones de culpa o de inseguridad? ¿Es en verdad el fin del mundo, o es meramente algo triste y decepcionante?
– Descubre qué necesitas hacer para cuidar de ti mismo. Toma tus decisiones basándote en la realidad y tómalas en un estado de ánimo apacible. ¿Necesitas pedir disculpas? ¿Quieres olvidarte del asunto? ¿Necesitas hablar con alguien de corazón a corazón? ¿Necesitas tomar otra decisión para cuidar de ti mismo? Cuando tomes tu decisión ten en mente cuáles son tus responsabilidades. No tienes la responsabilidad de que los otros “vean la luz” y no necesitas “enderezarlos”. Tienes la responsabilidad de ayudarte a ti mismo a ver la luz y de enderezarte. Si no te sientes en paz con alguna decisión, olvídala. No es tiempo para tomarla todavía. Espera hasta que tu mente esté
consistente y tus emociones estén tranquilas.
Cálmate. No necesitas sentirte tan asustado. No necesitas sentirte tan frenético. Mantén las cosas en perspectiva. ¡Hazte la vida más fácil!
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).

Reflexión del Dia: ¡El Miedo nos hace dependientes!

¿Por que somos dependientes? Fundamentalmente por¡MIEDO!.
Krishnananda en su Libro De la Codependencia a la Libertad (Cara a cara con el miedo); nos invita a trabajar los miedos aportando ideas esenciales para entenderlos y poder relacionarnos de una manera saludable. Este autor explica claramente como el niño aterrado, que algunas personas llevamos dentro, reacciona y exige con estrategias determinadas cuando se tiene que enfrentar a algún tipo de frustración y siente la privación, el vacío y el abandono que aprende a compensar también de manera muy característica, creando una serie de patrones de comportamiento para protegerse.
Solamente haciendo un buen trabajo de autoconocimiento, puede el dependiente ver cuales son esos patrones y entender porque reacciona así y cual es la verdadera causa de su miedo.
Los seres humanos sentimos el afecto o la falta de el, desde que estamos en el vientre de la madre. Registramos todas las emociones maternas y hasta cerca de los 6 o 7 años, depende del trato que nos brinden se determinara nuestro carácter. De niños sentimos la amenaza de perder el afecto de nuestros padres si no acatábamos lo que ellos decían, es decir, desde muy temprano, aprendimos a amarnos y apreciarnos o a rechazarnos y renunciar a nosotros, dependiendo de los demás. Si no fuimos adecuadamente amados, valorados, comprendidos y apreciados, por las personas que fueron mas significativas para nosotros (papa, mama, personas que nos criaron, maestros, etc.).
Esto supuso un trastorno que quedo en el subconsciente y que se inicio a corta edad. En la medida que nuestros padres nos ayudaron o fallaron en satisfacer nuestras necesidades de afecto siendo apenas unos niños, empezamos a formarnos emocionalmente. De todo esto dependen los vínculos con las personas que nos rodean en el presente. Esto hace que con padres, amigos o parejas, tengamos que renunciar a nuestros intereses permitiendo que nos gobiernen los de ellos.
– Para tener contento a papa y mama había que sacar buenas notas, de lo contrario nos hacían sentir que eramos los culpables de su ira, de su disgusto y de los castigos que nos brindaban.
– Nuestros amigos o amigas eran aquellas personas que gozaban la aprobación de nuestros progenitores, de lo contrario teníamos que sostener amistades clandestinas y relaciones secretas, que era peor.
– Cuando mama se enojaba por algo que no hacíamos y que no era de su agrado, nos amenazaba con «ya no te voy a querer», «me voy a enfadar contigo y ya no te voy a hablar». Teníamos miedo ante la amenaza de perder la protección y seguridad que solo obtenemos de ellos.
Resumiendo: Nuestro niño/niña interior esta asustado y ha aprendido a «portarse bien». para no sentir ese enorme miedo a ser abandonado, a la soledad. Así nos convertimos en los adultos sumisos que nos vamos a tragar todo el descontento que significa establecer relaciones destructivas con las personas menos indicadas, pero que nos harán repetir una y otra vez ese circulo de temor oculto y baja autoestima en que nos quedamos estancados.
Reafirma Krishnananda
Equivocadamente en nuestra vida de adulto, hemos decidido que otras personas deben cubrir nuestras carencias tempranas de afecto y aprobación que no hubo en la infancia.
(Tomado del Libro De la Dependencia Emocional a la Libertad de Ser de Pilar Casas).

El Apego … la base del sufrimiento

El Sufrimiento
El sufrimiento es una experiencia común a todos nosotros. Sufriendo, sentimos que las cosas son demasiado difíciles; nunca las haremos; no amamos ni somos amados. Tenemos pensamientos tales como: «Todos estos años los he desperdiciado». Es un sentimiento de tristeza y pérdida. Soledad. El sentimiento de «si tan solo». El lamento. La sensación de abandono, dolor, impotencia y desesperanza. Nostalgia. Melancolía. Depresión. Anhelo. Pérdida irreparable. Romper el corazón. Angustia. Decepción. Pesimismo.
El sufrimiento puede ser precipitado por la pérdida de un sistema de creencias, una relación, una capacidad o función, una esperanza sobre nosotros mismos, o una actitud general hacia la vida, las circunstancias externas o las
instituciones. Es el sentimiento: «Nunca voy a superar esto. Esto es demasiado difícil. Lo intenté, pero nada me ayuda…» Hay una sensación de vulnerabilidad ante el dolor y el sufrimiento, y por eso vemos una gran cantidad de estos en el mundo externo para reforzar y justificar nuestro propio sentimiento interior.
La mayoría de nosotros llevamos una gran cantidad de dolor reprimido. La mayoría de la gente tiene miedo de la cantidad de dolor que han reprimido; les aterroriza ser desbordados y abrumados por el. La gente dirá: «Si empezara alguna vez a llorar, nunca pararía»,»Hay tanto sufrimiento en el mundo, sufrimiento en mi vida, sufrimiento en mi familia y amigos», «Oh, ¡las tragedias indecibles de la vida ¡Tantos desengaños y esperanzas rotas!». El sufrimiento suprimido es responsable de muchas enfermedades psicosomáticas y quejas relacionadas con la salud.
Si en lugar de suprimir los sentimientos, se les permite salir y renunciamos a ellos, rápidamente podemos pasar del sufrimiento a la aceptación. El sufrir continuamente por una pérdida se debe a la resistencia a aceptar ese estado y
permitir que el sufrimiento se exprese. La persistencia de un sentimiento se debe a la resistencia a lo que permitiría abandonarlo. Una vez que aceptamos el hecho de que podamos manejar el sufrimiento, ya hemos entrado en el orgullo. La sensación de «puedo hacerlo» y «puedo manejarlo» nos lleva al coraje. Con coraje enfrentamos nuestros sentimientos internos y entonces los dejamos, de este modo, pasamos a los niveles de la aceptación y finalmente la paz. Cuando dejamos la gran cantidad de sufrimiento que hemos estado llevando en los últimos años, nuestros amigos y familiares notarán un cambio en nuestra expresión facial. Nuestro paso será más ligero y pareceremos más jóvenes.
Al enfrentar el sufrimiento, a menudo tenemos que reconocer y dejar de lado la vergüenza y lo embarazoso de tener en el primer lugar la sensación. Para los hombres esto es especialmente cierto. Tenemos que abandonar nuestro miedo a la sensación y el miedo a ser desbordados y abrumados por el.Eso ayuda a darse cuenta de que dejar ir la resistencia a la sensación nos mueve rápidamente a través de ella.
La base psicológica de todo sufrimiento y duelo es el apego. El apego y la dependencia se produce porque nos sentimos incompletos con nosotros mismos; por tanto, buscamos objetos, personas, relaciones,lugares, y conceptos para satisfacer las necesidades internas. Debido a que ellos están inconscientemente siendo utilizados para cumplir con una necesidad interior, llegan a ser identificados como «míos». A medida que más energía es vertida en ellos, hay una transición desde la identificación con esos objetos externos como «míos» a ser una auténtica extensión «mía».
La pérdida del objeto o persona se experimenta como una pérdida de nuestro propio yo y una parte importante de nuestra economía emocional. pérdida de nuestro propio yo y una parte importante de nuestra economía emocional. La pérdida se experimenta como una disminución de cualidades en nosotros mismos,y del objeto o la persona representada. Cuanta más energía emocional invertida en el objeto o la persona, mayor será la sensación de pérdida y mayor el dolor asociado al deshacer los lazos de dependencia. Los apegos crean una dependencia, y la dependencia, debido a su naturaleza, intrínsecamente lleva al miedo a la pérdida.
Manejando la Pérdidas
Debido a la naturaleza del apego, el primer estado que precede a la verdadera experiencia a la pérdida es el del miedo a la pérdida. Esto generalmente es defendido en una de dos maneras. Una es la de aumentar la intensidad del apego al atender el cada vez mas persistente intento de fortalecer los lazos. Este enfoque se basa en la fantasía de que «a mayores lazos, menor es la probabilidad de pérdida». Sin embargo, esta es la misma maniobra que muy a menudo precipita la pérdida en las relaciones personales, porque la otra persona trata de liberarse del apego posesivo y el fuerte control restrictivo que siente que le es colocado. Así, debido a que lo que mantenemos en la mente tiende a manifestarse, el miedo a una pérdida puede, paradójicamente, ser el mecanismo de provoca esa pérdida.
La segunda forma en la que el miedo a la pérdida es manejado es por el mecanismo psicológico de la negación que es, en el lenguaje común, llamado «el juego del avestruz». Esto lo vemos a nuestro alrededor todos los días en las diversas formas de negarse a enfrentar lo inevitable. Todas las señales de alarma están ahí, pero la persona no las toma en cuenta. Por lo tanto, el hombre que está obviamente en el proceso de perder su trabajo tiende a no darse cuenta. Los cónyuges de un matrimonio que se está yendo por el desagüe no toman ninguna acción correctiva. La persona con una enfermedad grave hace caso omiso de todos los síntomas y evita la atención médica. El conductor hace caso omiso de las señales de la ominosa advertencia de un motor en mal funcionamiento. Todos hemos experimentado arrepentimiento al no prestar atención a las señales de advertencia de los problemas futuros.
Para manejar el miedo a la pérdida, hemos de ver cual es el propósito de la persona externa o para que sirve el objeto en nuestra vida. ¿Qué necesidad emocional se está cumpliendo? ¿Qué emociones se plantearían si fuéramos a
perder el objeto o la persona? La pérdida puede ser anticipada, y podemos manejar los diversos temores asociados a la sensación de pérdida al descomponer las complejas emociones que representan, y dejar ir las sensaciones individuales que las componen.
Otra emoción asociada al sufrimiento y el duelo es la de la ira. La pérdida de aquello que es importante con frecuencia nos lleva a sentir rabia, que puede ser proyectada sobre el mundo, la sociedad, los individuos y, en última instancia, Dios, que es considerado el responsable de la naturaleza del universo. La ira deriva de la anterior negación a aceptar el hecho de que todas las relaciones y las posesiones en esta vida son transitorias. Incluso el cuerpo físico, que es nuestro mayor apego, a la larga tiene que ser abandonado, como todo el mundo sabe. Sentimos que lo que se ha convertido en importante o reconfortante para nosotros es un accesorio permanente. En consecuencia, cuando esa ilusión se ve amenazada, hay ira, resentimiento y autocompasión, sentimientos que pueden
derivar en amargura crónica. La «rabia impotente» se asocia con el deseo de cambiar la naturaleza del mundo y la imposibilidad de hacerlo. Al enfrentar este hecho de la existencia, una gran pérdida puede por tanto producir un cambio en nuestra posición filosófica. Una gran pérdida nos puede despertar a la naturaleza de todos los apegos
y todas las relaciones, o podemos volver a negar el hecho obvio de que todas las relaciones son transitorias y re-intensifican furiosamente los lazos existentes para compensar la pérdida.
Cuando la negación se interrumpe, las manipulaciones no han funcionado, y el temor ha pasado, entonces se llega a la depresión, un auténtico proceso de luto y sufrimiento, tiene lugar. Todos estos estados emocionales pueden ser trabajados con mayor rapidez en el proceso de dejar ir, en el que la inevitabilidad de la emoción de sufrir es entregada a y reemplazada por la voluntad de dejar la resistencia y dejar que el proceso pase y se complete por sí mismo. Puede tomarse la decisión de dejar de resistir el dolor. En lugar de la negación y la resistencia, sumergirse en él y superarlo.
Cuando todas las emociones negativas se han trabajado, entregado y dejado, el alivio finalmente se produce, y el anterior sufrimiento se sustituye por la aceptación. La aceptación es diferente a la resignación. En la resignación todavía hay residuos de la anterior emoción dejada. Existe la reticencia y un retraso al verdadero reconocimiento de los hechos. La renuncia dice: «No me gusta, pero tengo que aguantar». Con la aceptación, la resistencia a la verdadera naturaleza de los hechos ha sido renunciada; por lo que uno de los signos de la aceptación es la serenidad. Con la aceptación, la lucha ha terminado y la vida comienza de nuevo. Las energías que
ataban a las anteriores emociones negativa ahora están liberadas, por lo que los aspectos saludables de la personalidad ahora son reactivados. Los aspectos creativos de la mente desarrollan oportunidades para nuevas situaciones de vida y opciones adicionales para el crecimiento y la experiencia, acompañada de una nueva sensación de vitalidad.
Prevenir el Sufrimiento
Por la naturaleza de los procesos descritos, se hace evidente que el duelo severo, la pérdida, y las reacciones patológicas que pudieran derivarse pueden ser prevenidas mediante el reconocimiento temprano, y por la entrega preventiva de los sentimientos asociados cuando todavía son leves y pueden ser manejados sin sufrimiento excesivo.
Como hemos visto, la base de todo duelo y pérdida es el apego, además de la negación de la naturaleza transitoria de todas las relaciones. Podemos empezar por observar nuestras vidas, identificar las áreas de apego, y preguntarnos: «¿Qué necesidades interiores están satisfaciendo? ¿Qué sentimiento vendría si fuera a perderlo? ¿Cómo puede mi vida emocional interior ser equilibra a fin de disminuir la extensión, el grado y el número de apegos de los objetos externos y las personas? «Cuanto mayor sea nuestro apego a lo que está fuera de nosotros mismos, mayor es el nivel general de miedo y vulnerabilidad a la pérdida. Podemos preguntarnos por qué nos sentimos tan incompletos. «¿Por qué estoy tan vacío dentro de mí que tengo que buscar soluciones en forma de apegos y dependencias de los demás?»
Podemos empezar a observar nuestras propias áreas interiores de inmadurez. En concreto, necesitamos examinar:«¿Dónde estoy buscando obtener amor en lugar de darlo?» Cuanto más cariñosos somos, menos vulnerables al sufrimiento y a la pérdida, y menos necesitamos buscar los apegos. Cuando hayamos reconocido y dejado todos los sentimientos negativos, y nos hayamos graduado de la pequeñez al reconocimiento de nuestra grandeza, de manera que nuestra alegría interior provenga del placer de dar y amar, seremos entonces realmente invulnerable a la pérdida. Cuando el origen de la felicidad sea encontrado dentro, somos inmunes a las pérdidas del mundo. Cuando echamos una mirada crítica a nuestra vida, podemos ver todos los apegos y escapadas en las que hemos caído. Cada una de ellas representa una fuente potencial futura de dolor y sufrimiento.
Hace más de dos mil años, Buda hizo la observación de que la base de todo sufrimiento humano se debía al deseo y al apego, y la historia humana sólo ha probado la verdad de su enseñanza. ¿Cuál es la solución a ese dilema? Como podemos ver, es sólo un pequeño aspecto de nosotros mismos el que se convierte en apego. El pequeño yo adquiere un conjunto asustadizo e inadecuado de programas que, sin saberlo permite que se ejecuten. El propósito de dejar ir es desactivar estos programas a fin de que ya no se ejecuten en nosotros; y entonces, somos libres para expandir la mayor consciencia de nuestro Ser Superior. Esa parte de nosotros a la que nos referimos como nuestro «Yo superior» ama en lugar de buscar el amor. En consecuencia, se llega a la consciencia de que estamos en todo momento rodeados por el amor, que es ilimitado. El amor es automáticamente atraído por la persona que ama.
(Dr. David R Hawkins de su Libro Dejar Ir: El Camino De La Entrega).

Reflexión del Dia: Aprende a soltar el control
Aunque nos empeñemos no podremos tener todas las cosas bajo control, tenemos que aprender el arte de soltar y fluir con la vida.
La necesidad de controlar nos ocasiona muchos problemas, desde enfermedades psicosomáticas hasta conflictos en nuestras relaciones personales. Desde muy pequeños aprendemos a reprimir y a controlar nuestros verdaderos sentimientos, buscando actuar y comportarnos como lo esperan los demás para así obtener el afecto y la aprobación por parte de ellos. Esto nos lleva a esconder, muchas veces, nuestros verdaderos pensamientos y sentimientos, mostrando una cara diferente.
El hábito de controlar se expresa de diferentes maneras como un intento de tener el mando sobre algunas situaciones o sobre otras personas, pero también conteniendo los sentimientos, deseos y necesidades propias.
El control nos vuelve rígidos, y la mayoría de las veces se alimenta del perfeccionismo, la autoexigencia y la exigencia a los demás, un sentido de superioridad, o de un hábito de manipular a otros, que pone en riesgo nuestro balance personal, además del bienestar de las relaciones que mantenemos con otras personas. También puede llevarnos a posponer siempre el placer por el deber.
La búsqueda del control puede convertirse en una lucha contra otros y contra las circunstancias, convirtiéndonos en personas guerreras, agresivas, intolerantes, defensivas y hasta manipuladoras, siempre con la justificación perfecta para nuestro comportamiento y actitud.
Si deseamos recuperar la serenidad, el buen humor, la buena relación que teníamos con algunas personas y el bienestar que hemos perdido, tenemos que comenzar por soltar el control que queremos ejercer sobre todos y todo a nuestro alrededor, recordando que no somos indispensables para que las cosas se hagan, que cada quien es responsable de sí mismo y de producir un aporte consciente al trabajo en equipo y a la solución de los conflictos comunes.
No porque otros elijan hacer las cosas de una manera diferente tenemos que suponer que saldrán mal. Aprendamos a darles el espacio y la oportunidad para que participen, aunque lo hagan a su manera, porque si tenemos una meta, un propósito o un fin común, lo importante será el resultado o el efecto positivo que produzcamos juntos.
Cuando dependemos excesivamente del control y la razón, corremos el riesgo de perder la capacidad de entregarnos y la confianza en los demás y en la vida.
Divorcio y Codependencia

Despues de cuatro años del divorcio, me veo que sigo siendo tan codependiente de mi ex-marido como lo era cuando estábamos casados…
¿Como puedo parar esto?
Logrando divorciarte emocionalmente. Empieza poco a poco, haciendo cosas por ti misma en vez de pedirle a el que te ayude.
Un divorcio implica muchos niveles de recuperación. Esta la cuestión de la separación física, los aspectos legales y financieros, el cuidado de los hijos, las perdidas sociales como la familia y los amigos, y el dolor emocional del abandono y el rechazo.
Cuando nos casamos nos esperábamos encontrarnos en la situación de vernos forzados a desprendernos de nuestro sueño de amor y de compromiso. No esperábamos vernos en una situación de profundo pesar. Si no hacemos el duelo, seguiremos aferrándonos. El duelo y el desprenderse van seguidos de una reestructuracion de nuestras vidas y de un llegar a conocernos a nosotros mismos. Tras el duelo viene la curación.
Piensa en…¿Como puedes lograr divorciarte emocionalmente de una persona a la que quieres?
(Dorothy May de su Libro Codependencia. La Dependencia Controladora/La Dependencia Sumisa).

La No-Dependencia

Las palabras varían, pero la idea es la misma. “No me siento feliz viviendo con esta persona, pero creo que no pueda vivir sin ella (o sin él). Yo no puedo, por alguna razón, encontrar dentro de mí el valor para afrontar la soledad que todo ser humano debe encarar o bien seguir huyendo de ella: ser final y únicamente responsable de cuidar de mí mismo. No creo que pueda cuidar de mí mismo. No estoy seguro de que quiera hacerlo. Necesito una persona, cualquier persona, que amortigüe el shock que mi estado de soledad me causa. No importa a qué precio”.
Ya sea que los codependientes parezcan frágiles y desvalidos o resueltos y poderosos, la mayoría son niños asustados, necesitados, vulnerables, que dolorosa y desesperadamente buscan que se les ame y se les cuide. Este niño en nuestro interior cree que no somos dignos de ser amados y que nunca encontraremos el consuelo que buscamos; a veces esta criatura vulnerable siente demasiada desesperación. La gente nos ha abandonado, emocional y físicamente. La gente nos ha rechazado. La gente ha abusado de nosotros, nos ha hecho a un lado. La gente nunca ha estado ahí cuando la hemos necesitado; no ha visto, escuchado o respondido a nuestras necesidades. Podemos llegar a creer que la gente nunca estará ahí cuando la necesitamos. Para muchos de nosotros, hasta Dios parece haberse retirado. Nosotros hemos estado ahí cuando tantos otros nos han necesitado. La mayoría de nosotros quiere desesperadamente que alguien por fin esté ahí cuando le necesitemos. Necesitamos a alguien, a quien sea, que nos rescate de la helada soledad, del aislamiento y del dolor. Queremos de lo bueno, y lo bueno no está dentro de nosotros mismos. Dentro tenemos dolor.
Nos sentimos tan desvalidos y desconcertados. Los otros se ven tan poderosos y seguros. Concluimos que algo de magia hay en ellos. De modo que nos volvemos dependientes de ellos. Podemos volvernos dependientes de nuestros amantes, cónyuges, amigos, parientes o de nuestros hijos. Nos volvemos dependientes de su aprobación. Nos volvemos dependientes de su presencia. Nos volvemos dependientes de la necesidad que tienen de nosotros. Nos volvemos dependientes de su amor, aun cuando creemos que nunca recibimos su amor; creemos que no somos dignos de ser amados y que nadie nos ha amado nunca de una manera que satisfaga nuestras necesidades. No afirmo que los codependientes sean una especie peculiar porque necesitan y quieren amor y aprobación. La mayoría de la gente quiere estar dentro de una relación amorosa. Quieren tener a una persona especial en sus vidas. La mayoría de la gente quiere y necesita tener amigos. La mayoría de la gente quiere que las personas cercanas en sus vidas la amen y la aprueben. Estos son deseos naturales, sanos. En la mayoría de las relaciones está presente cierta cantidad de dependencia emocional, aun en las más sanas. Pero muchos hombres y mujeres no sólo quieren y necesitan a la gente: necesitamos a la gente. Podemos ser manejados, controlados por esta necesidad. Necesitar demasiado a la gente puede causar problemas. Otras personas se convierten en la clave de nuestra felicidad. Creo que gran parte del estar centrado en los demás, con nuestras vidas en órbita alrededor de otras personas, va de la mano de la codependencia y mana de nuestra inseguridad emocional. Creo que, en gran medida, la búsqueda incesante de aprobación en la que nos embarcamos proviene también de la inseguridad. La magia está en los demás, no en nosotros, creemos.
El sentirse bien está en ellos, no en nosotros. Entre menos cosas buenas encontremos en nosotros mismos, más las buscaremos en los demás. Ellos lo tienen todo; nosotros no tenemos nada. Nuestra existencia no es importante. Hemos sido abandonados y relegados tan a menudo que también nosotros nos abandonamos. Necesitar tanto a la gente, y sin embargo creer que no somos dignos de ser amados y que la gente nunca estará ahí cuando la necesitemos, puede volverse una creencia profundamente imbuida. A veces, pensamos que la gente no está ahí para ayudarnos cuando en realidad lo está. Nuestra necesidad puede bloquear nuestra visión, impidiéndonos ver el amor que está ahí esperándonos.
En ocasiones, ningún ser humano puede estar ahí para ayudarnos en la forma en la que requerimos, que nos absorba que nos cuide y que nos haga sentirnos bien, completos y seguros. Muchos de nosotros esperamos y necesitamos tanto de la gente que nos conformamos con muy poco. Podemos volver nos dependientes de personas con problemas, de alcohólicos y otras personas con problemas. Podemos volvernos dependientes de personas que no precisamente nos gustan ni amamos. A veces, necesitamos tanto de la gente que nos conformamos casi con quien sea. Podemos necesitar a gente que no satisface nuestras necesidades. De nuevo, podemos encontrarnos en situaciones en las cuales necesitamos que alguien esté ahí para apoyarnos, pero que la persona que hemos elegido no puede o no podrá hacerlo. Es posible incluso llegar a convencernos a nosotros mismos de que no podemos vivir sin alguien y que nos marchitaremos y moriremos si esa persona no está dentro de nuestra vida. Si esa persona es un alcohólico o tiene serios problemas, podremos tolerar el abuso y la enfermedad para mantenerla dentro de nuestra vida, a modo de proteger nuestra fuente de seguridad emocional. Nuestra necesidad se hace tan grande que nos conformamos con demasiado poco.
Nuestras expectativas caen por debajo de lo normal, por debajo de lo que deberíamos esperar de nuestras relaciones. Luego, nos quedamos atrapados, varados. La gente que se siente atrapada busca escapar. Los codependientes que se sienten varados en una relación pueden empezar a planear un escape. Algunas veces nuestra ruta de escape es positiva, saludable. Podemos comenzar a dar pasos para volvernos no-dependientes, emocional y económicamente.
“Nodependencia” es un término que Penélope Russianoff utiliza en su libro para describir ese equilibrio deseable por medio del cual reconocemos y satisfacemos la necesidad sana y natural que tenemos de la gente y del amor, sin que dependamos de manera envolvente y dañina de tal necesidad. Podemos regresar a la escuela, conseguir un empleo, o fijarnos otras metas que nos den libertad. Y por lo general fijamos esas metas cuando estamos suficientemente hartos de estar atrapados. Algunos codependientes, sin embargo, planean escapes destructivos.
Podemos tratar de escapar de nuestra prisión, usando alcohol o drogas. Podemos volvemos fanáticos del trabajo. Podernos buscar un escape volviéndonos emocionalmente dependientes de otra persona que es como la persona de la que intentamos escapar, otro alcohólico, por ejemplo. Muchos codependientes comienzan a contemplar la vía del suicidio. Para algunos, terminar con su vida parece ser la única salida de esta situación terriblemente dolorosa.
La dependencia emocional y el sentirse atrapados también pueden provocar problemas en relaciones que podrían salvarse. Si estamos en una relación todavía buena, podemos ser demasiado inseguros para desapegarnos y empezar a cuidar de nosotros mismos. Podemos extinguirnos y asfixiar o alejar a la otra persona. Esa necesidad extrema se vuelve obvia para los demás. Se puede sentir, percibir. En última instancia, la dependencia excesiva de otra persona puede matar el amor.
Las relaciones que se basan en inseguridad emocional y en una necesidad, en vez de sustentarse en el amor, pueden volverse autodestructivas. No funcionan. Una necesidad demasiado grande aleja a la gente y extingue el amor. Asusta la gente y hace que se vaya. Atrae a la gente equivocada. Y no satisface nuestras verdaderas necesidades. Nuestras necesidades reales se hacen cada vez mayores, al igual que nuestra desesperación. Fijamos nuestra vida en torno a esta persona, tratando de proteger así nuestra fuente de seguridad y de felicidad. Abdicamos a vivir nuestra propia vida al hacer esto. Y sentimos ira contra esa persona. Somos controlados por ella. Dependemos de esa persona. Finalmente nos enojamos y nos resentimos con la persona de quien dependemos y quien nos controla, porque le hemos dado nuestro poder personal y nuestros derechos.
¿Por qué nos hacemos esto? ¿Por qué nos sentimos tan inseguros y vulnerables que no podemos seguir con la tarea de vivir nuestra vida? ¿Por qué, habiendo demostrado nuestra fortaleza y capacidad por la sencilla razón de soportar y sobrevivir como lo hemos hecho, no podemos creer en nosotros mismos? ¿Porqué, si somos expertos en cuidar de todo mundo a nuestro alrededor, dudamos de nuestra capacidad para cuidar de nosotros mismos? ¿Qué nos pasa?.
Muchos de nosotros aprendimos estas cosas porque en nuestra niñez, alguien muy importante para nosotros fue incapaz de darnos el amor, la aprobación y la seguridad emocional que necesitábamos.De modo que hemos ido por la vida de la mejor manera posible, todavía buscando vaga o desesperadamente algo que nunca tuvimos. Algunos de nosotros todavía nos golpeamos la cabeza contra el cemento, tratando de obtener este amor de las personas que, al igual que mamá o papá, son incapaces de darnos lo que necesitamos. El ciclo se repite una y otra vez hasta que lo interrumpimos y lo detenemos. Se le llama asunto inconcluso.
Quizá se nos ha enseñado a no confiar en nosotros mismos. Esto sucede cuando tenemos un sentimiento y se nos dice que es malo o inadecuado. O cuando confrontamos una mentira o una inconsistencia y se nos acusa de estar locos. Perdemos la fe en esa parte profunda e importante de nosotros que experimenta sentimientos inapropiados, detecta la verdad y tiene confianza en su capacidad para manejar las situaciones de la vida. A algunas mujeres se les enseñó a ser dependientes. Aprendieron a centrar su vida alrededor de otras personas y a que las cuidaran. Incluso después del movimiento de liberación femenina, muchas mujeres, en lo profundo de su ser, tienen miedo de estar solas. Muchas personas, no sólo mujeres, tienen miedo de estar solas y cuidar de sí mismas. Forma parte de ser humano. Algunos de nosotros podemos incluso haber entrado en una relación adulta con nuestra seguridad emocional intacta, sólo para descubrir que estábamos en relación con un alcohólico.
Nada destruirá la seguridad emocional más rápido que amar a una persona alcohólica o con algún otro trastorno compulsivo. Estas enfermedades nos obligan a centrar en ellos nuestras vidas. Reinan la confusión, el caos y la desesperación. Podemos luchar por volvernos menos dependientes. Y sé que podemos volvernos no-dependientes si queremos.
Algunas ideas:
1. Terminar con los asuntos de nuestra niñez de la mejor manera que podamos. Apenarnos profundamente por ellos. Verlos luego en perspectiva. Averiguar cómo los acontecimientos de nuestra niñez afectan lo que estamos haciendo ahora.
2. Consiente y protege a esa criatura asustada, vulnerable y necesitada que hay en nuestro interior. Este niño interno puede no llegar a desaparecer completamente nunca, no importa que tan autosuficientes nos volvamos. El estrés puede hacer que el niño grite. Sin motivo alguno, el niño puede aflorar y demandar atención cuando menos lo esperamos.
3. Deja de buscar la felicidad en los demás, Nuestra fuente de felicidad y bienestar no está dentro de los demás, está dentro de nosotros mismos. Aprendamos a centrarnos en nosotros mismos.
4. Podemos aprender a depender de nosotros mismos. Tal vez otra gente no haya estado allí cuando la hemos necesitado, pero nosotros podemos estar allí cuando nos necesitamos nosotros mismos.
5. También podemos depender de Dios. Él está con nosotros y a Él le importamos. Nuestras creencias espirituales nos pueden dar una fuerte sensación de seguridad emocional.
6. Esfuércense por la no-dependencia. Comiencen a examinar las maneras en las que somos dependiente emocional y económicamente, de la gente que nos rodea.Tú también puedes atravesar situaciones oscuras.
«Puedes cuidar de ti mismo y confiar en ti mismo.Confía en Dios. Ve tan lejos como puedas ver, y cuando llegues ahí, serás capaz de ver más lejos».
(Melody Beattie de su Libro Ya no Seas Codependiente).

Me recupero ¿Como manejo una ruptura sentimental?

Interrogante:
Tengo un problema espantoso con una ruptura sentimental reciente. ¿Como puedo vencer ese apego horrible y dejar de seguir aferrada a algo que probablemente se ha ido para siempre?
Para parar tienes que cortar tu relación interna, mental y emocional con esa persona. La forma mediante la cual continuamos relacionándonos con una persona que ya no esta con nosotros consiste en imaginarnos como se sentiría, que diría y que haría cada vez que nos sucede algo en nuestras vidas. Entonces, basandonos en la supuesta respuesta de esa persona, nos creamos toda una obra de teatro. Concebimos guiones y los repetimos una vez y otra vez y otra vez. Nosotros lo llamamos a esto: «la obra sigue en cartelera». Nos obsesionamos con el dialogo imaginario y nos obsesionamos con los sentimientos asociados. A veces llegamos al punto de volvernos adictos a esos sentimientos y los buscamos fuera. Si encontramos otro compañero, podemos repetir la misma historia. La obra sigue en cartelera, solo que los actores varían.
La representamos en otras muchas áreas de nuestra vida. Si nos invitan a salir, decimos: «Ah, no quiero ir sola», lo que significa: «Iría, si Roberto estuviera aquí y pudiera venir conmigo».
Si la obsesion continua durante demasiado tiempo y es demasiado intensa, puede que estemos experimentando sentimientos residuales procedentes de abandonos pasados.
Cuando otra persona no quiere relacionarse con nosotros, es evidente que somos rechazados. Sentimos muy fuertemente ese viejo agujero en la boca del estomago. Tenemos un espacio vacio, negro, que se llena únicamente con oscuridad, frialdad y dolor. Un hueco, no hay nadie ahí. De modo que nos volvemos a sentir como el niño que eramos cuando nos abandonaron por primera vez. Si el abandono tuvo lugar a los tres años, entonces nos sentiremos como si tuviésemos tres años, en vez de la edad cronologica que marca nuestra experiencia vital. Cuando sentimos el agujero del abandono, sabemos que estamos cerca de nuestro niño interior. Empezar a trabajar el niño interno constituye un buen punto de partida.
Piensa en…
¿Como estas repitiendo la misma historia una y otra vez en tus relaciones?
¿Quienes son los actores y que papel desempeñan?
¿Cual es el guion?.
(Dorothy May en su Libro Codependencia. La dependencia controladora/La dependencia sumisa).



