La danza obsesiva

desapego

Cuando un codependiente dice “creo que me estoy apegando a ti”. ¡Cuidado! Probablemente así es. La mayoría de los codependientes están apegados a la gente y a los problemas en sus entornos. Por “apego” no quiero decir el sentimiento normal de que la gente le caiga a uno bien, le interesen sus problemas o se sienta en conexión con el mundo.Apegarse es involucrarse en exceso, a veces de una manera desesperadamente intrincada. El apego puede adoptar varias formas:

Podemos preocuparnos excesivamente por una persona o un problema (en cuyo caso es apego es de nuestra energía mental).O podemos acostumbrarnos y comenzar a obsesionarnos con la gente y los problemas que existen en nuestro ambiente y tratar de controlarlos (en cuyo caso nuestra energía mental, física y emocional está dirigida al objeto de nuestra obsesión).
Podemos volvernos reaccionarios en vez de actuar auténticamente por voluntad propia (el apego es de nuestra energía mental, física y emocional).
Podemos volvernos emocionalmente dependientes de las personas que nos rodean (entonces sí estamos verdaderamente apegados).
Podemos volvernos niñeras (rescatadores, facilitadotes) de las personas a nuestro alrededor (apegándonos firmemente a la necesidad que tienen de nosotros).

Preocuparnos y obsesionarnos nos mantiene con tal maraña en la cabeza que no podemos resolver nuestros problemas. Cada vez que nos apegamos de esta manera a alguien o a algo, nos separamos de nosotros mismos. Perdemos contacto con nosotros mismos. Damos en prenda nuestro poder y nuestra capacidad para pensar, sentir, actuar y cuidar de nosotros mismos. ¡Perdemos el control!
Es horrible estar obsesionado con otro ser humano o con un problema. ¿Conoces alguna persona obsesionada con alguien o con algo? Esa persona no puede hablar de otra cosa, no puede pensar en otra cosa. Aunque parezca oírte cuando le hablar, sabes que no te escucha. Su mente está dando tumbos, va de aquí para allá en un interminable remolino de pensamientos compulsivos. Está preocupada. Relaciona todo lo que le dices (aunque no tenga nada que ver) con el objeto de su obsesión. Dice las mismas cosas, una y otra vez, usando las mismas palabras o cambiándolas ligeramente. Lo que tú digas no sirve de nada. Aunque le digas que pare, no sirve de nada. Probablemente lo haría si pudiera. El problema es que no puede hacerlo (en ese momento). Pues está a punto de estallar con la discordante energía de que está hecha la obsesión. Tiene un problema o una preocupación que no sólo lo molesta y lo controla.
Preocuparse, obsesionarse y controlar son ilusiones. Son trucos que construimos nosotros mismos. Sentimos que estamos haciendo algo para solucionar nuestros problemas, pero no es así. Muchos de nosotros hemos reaccionado de esta manera con justificada buena razón. Podremos haber vivido con problemas complicados y serios que han perturbado nuestra vida, y que a cualquier persona normal podrían volver ansiosa, perturbada, preocupada y obsesionada.
Algunos de nosotros podremos haber vivido con problemas menos serios, pero que nos preocupan de todas maneras. Las personas que amamos o que nos importan pueden tener cambios súbitos en sus estados de ánimo. Pueden hacer cosas que desearíamos que no hicieran. Podemos pensar que él o ella podrían hacer las cosas de otra manera, de un modo mejor, de una forma que creemos que no causaría tantos problemas. Por fuerza del hábito, algunos de nosotros hemos desarrollado una actitud de apego, de preocuparnos, reaccionar y obsesivamente tratar de controlar. Quizá hemos vivido con personas y a través de eventos que estaban fuera de control. Tal vez obsesionándonos y controlando pudimos guardar un equilibrio o lograr que temporalmente las cosas no empeoraran. Y luego simplemente seguimos haciendo lo mismo. Quizá teníamos miedo de soltarnos, porque cuando nos soltamos en el pasado sucedieron cosas terribles y dolorosas. Tal vez hemos estado apegados a la gente –viviendo sus vidas por y a través de ella– durante tanto tiempo que ya no nos queda una vida propia por vivir. Es más seguro seguir apegados. Por lo menos sabríamos que estamos vivos si reaccionáramos. Al menos tendríamos algo qué hacer si estuviéramos obsesionándonos o controlando. Por varias razones los codependientes tienden a apegarse a los problemas y a la gente.

No importa no solucionar nada al preocuparse.
No importa que esos problemas rara vez tengan solución.
No importa que estén tan obsesionados que ni siquiera puedan leer un libro, ver la televisión o salir a dar un
paseo.
No importa que sus emociones estén en constante torbellino por lo que la otra persona dijo o no dijo, de lo que hizo o no hizo, o de lo que hará después. ¡No importa que las cosas que estemos haciendo no ayuden a nadie!

Sin importarnos el costo, persistiremos en ello. Apretaremos los dientes, nos asiremos a la cuerda y nos prenderemos a ella más fuerte que nunca. Algunos de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que nos hemos estado agarrando tan fuerte. Otros nos habremos convencido de que debemos asirnos así de fuerte.
Creemos que no existe otra alternativa que la de reaccionar a esta persona o problema de esta manera obsesiva. A menudo, cuando le sugiero a la gente que se aparte de esta persona o de este problema, me responden con horror. “¡Oh, no!”, dicen, “nunca podría hacer eso. Yo lo amo, o la amo, demasiado. Me importa demasiado para hacerle eso. Este problema o esta persona es demasiado importante para mí. Tengo que permanecer apegado a ella (o a esto)”. Mi respuesta es: “¿QUIEN DICE QUE TIENES QUE HACERLO?” Les tengo noticias, buenas noticias: No “tenemos” que hacerlo así. Existe una forma mejor. Se llama “separación”. Al principio puede darnos miedo, pero a fin de cuentas funcionará mejor para todas las personas involucradas.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).

530c72c9-351e-41da-9dc4-6c156f37751d

Reflexión del Día: ¡Pasado es pasado!

Presentation42 (1)

Un hábito bastante común de la mente es el de divagar hacia eventos y situaciones del pasado. Algo que incluso puede parecernos normal y que no merece mayor atención. Sin embargo, una reflexión más minuciosa acerca de esta tendencia tan natural, nos alerta sobre sus implicaciones y efectos.
Una cosa es dirigirnos al pasado de manera consciente, para recordar hechos y para extraer información y aprendizaje. En ese sentido es algo no sólo útil sino necesario en muchas ocasiones. Algo muy diferente es volar con la imaginación, de modo involuntario, a escenas y situaciones del pasado y volver a revivirlas, evocando los sentimientos, sensaciones y emociones que se produjeron. A veces incluso, jugando con la imaginación, tratar de cambiar y modificar esas escenas.
Tanto si fueron escenas agradables como desagradables, en ambos casos, volver con nuestra mente al pasado nos impide vivir con plenitud el presente. Esta inhabilidad de permanecer en el aquí y el ahora no nos deja contribuir al presente de la mejor manera posible ya que no estamos plenamente alertas ni conscientes de lo que está sucediendo.
Cuando hablamos del presente, por un lado implica el momento actual y por otro, la misma palabra lo expresa, es el regalo más valioso, es la oportunidad de aprender y crecer, pero sólo si sabemos vivirlo con plena consciencia.
Una práctica útil para centrarnos en el presente es la de poner un punto final: una y otra vez, a lo largo del día, tenemos que hacer una parada de un minuto y sumergir todos los pensamientos en la experiencia de estar centrados en el interior y presentes. Para ello nos puede ayudar el traer a nuestra mente algún pensamiento elevado y positivo como “soy un ser espiritual, un ser de luz y paz” y experimentar así la conexión con nuestra esencia de silencio y serenidad. Cuanto más practiquemos este sencillo ejercicio, más debilitaremos el patrón de viajar con la mente al pasado y más disponibles estaremos para vivir y crear un presente lleno de significado y propósito.
Al vivir en el pasado no le damos la posibilidad a nuestro ser interior de aprender, de experimentar sensaciones nuevas. Nos perdemos el hoy y cerramos las puertas a todo lo nuevo.
Una persona que vive pensando en su pasado minimiza el presente y va perdiendo poco a poco sus ganas de vivir. Detengamos los recuerdos, naveguemos por ellos de tanto en tanto pero cuando sintamos que nuestro barco se detiene demasiado tiempo allí abandonemos el viaje y volvamos a la orilla del presente, del hoy, de este momento.
Mirar hacia atrás es retroceder, todo lo que sucedió ya forma parte del pasado.

Lo que importa ahora es el presente.¡Avancemos sin temor!

(Graciela De Filippis). Fuente: http://www.ventanasalalma.com.ar/).
wallpaper-846762 (1)

Reflexión del Dia: ¡Recupero mi Poder!

942589_409528839144357_1826146303_n

Me perdono y me libero.

Una fuerte dependencia de cualquier cosa exterior a mi es adicción.
Podemos ser adictos a las drogas, a los fármacos, al alcohol, al sexo, al tabaco; también puede tener adicción a culpar o juzgar a los demás, adicción a la enfermedad, a las deudas, a ser victima, a ser rechazado. No obstante, puede superar estas adicciones. Ser adicto es ceder mi poder a una substancia o a un habito.
Siempre puedo recuperar mi poder. ¡Este es el momento en que recupero mi poder!
Elijo adquirir el habito de saber que la vida esta aquí, para mi. Estoy dispuesta a perdonarme y seguir adelante. Tengo un espíritu eterno que siempre ha estado conmigo, y que esta presente en este momento. Me relajo, me libero, me acuerdo de respirar y voy dejando marchar los viejos hábitos mientras practico los nuevos.
(Louise L. Hay del Libro Meditaciones para sanar tu vida).

533726_426435820703577_1749070690_n

¡El Amor te libera del Apego!

CREANDO 4

¡El amor es lo único que te libera del apego!

Cuando amas todo, no sientes apego por nada. De hecho, hay que entender el fenómeno mismo del apego. ¿Por qué te aferras a algo? Porque temes perderlo. Quizás alguien te lo robe. Temes que quizás mañana no puedas disponer de lo que hoy dispones. ¿Quién sabe lo que ocurrirá mañana? Puede ocurrir cualquier cosa con la mujer o el hombre al que amas: podéis acercaros, podéis alejaros. Podéis volver a ser unos extraños o podéis uniros tanto que incluso decir que sois dos sería incorrecto; por supuesto que hay dos cuerpos, pero el corazón es uno solo, y la canción del corazón es una sola, y el éxtasis os rodea a ambos como una nube. Desaparecéis en ese éxtasis: tú no eres tú, yo no soy yo. El amor se vuelve tan total, el amor es tan grande y abrumador, que no puedes seguir siendo tú; tienes que abandonarte a ti mismo y desaparecer.
En esa desaparición, ¿quién va a estar apegado y a quién? Todo es. Cuando el amor florece completamente, todo simplemente es. No surge el miedo al mañana y, por tanto, no hay lugar para el apego, la dependencia, el matrimonio o cualquier clase de contrato, de atadura.
¡El amor es lo único que te libera del apego!, porque cuando amas no puedes siquiera pensar en otra cosa. Cuando amas todo no estás apegado a nada. Cada momento llega con nuevo esplendor, nueva gloria, nuevas canciones; cada momento te proporciona nuevos bailes que bailar Puede que cambie la pareja, pero el amor permanece.
El apego es el deseo de que nunca cambie la pareja. Por eso te comprometiste ante el juez, ante la sociedad, meras formalidades absurdas. Pero si te opones a esas formalidades, perderás respeto y honor ante las personas entre las que tienes que vivir.
¡El amor no conoce el apego!, porque el amor desconoce la posibilidad de perder la dignidad. El amor es el honor mismo, la respetabilidad misma; no puedes hacer nada en su contra. No estoy diciendo que no puedan cambiar las parejas; eso no importa: si cambian las parejas pero permanece el amor, fluyendo como un río, entonces el mundo tendrá mucho más amor del que hay hoy en día. Hoy en día es como un grifo: gota a gota. No es capaz de saciar la sed de nadie.
El amor necesita ser oceánico, no un goteo, un goteo del grifo de una fuente pública.
El amor es universal. Una vez que florece tu comprensión del amor, no hay lugar para el apego.Puedes seguir cambiando de pareja, pero eso no significa que estés abandonando a nadie.Puede que vuelvas otra vez con la misma pareja; no hay lugar para los prejuicios.
El hombre debería verse a sí mismo como un niño que juega en la playa a recoger conchas, piedras de colores, y disfrutando muchísimo, como si hubiera encontrado un gran tesoro. Si una persona puede disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, podrá vivir en libertad y dejará a los demás vivir en libertad; el mundo se podrá convertir en una nueva clase de mundo.

Entonces tendrá el don de la belleza, de la delicadeza; será muy luminoso y cada corazón arderá. Y una vez que conoces el fuego, las llamas siguen aumentando. Las llamas del amor crecen como crecen los árboles; las llamas del amor dan flores y frutos, como hacen los árboles.

(Osho de su Libro Amor-Libertad-Soledad).
m1720621 (1)

¡Liberarse es posible!

A la persona desbocada, obsesionada por un placer, por ejemplo, en realidad no es el placer lo que lo motiva, sino la curiosidad de lo que no ha experimentado. La expectativa de lograr algo que todavía no ha probado. Olvida que el ser humano “no puede tenerlo todo”. Lo único infinito es su deseo, porque fue creado para el Infinito divino. Las cosas, los cuerpos, los proyectos, no tienen esa dimensión infinita, y por eso nunca son suficientes.
Solo la curiosidad sostiene las obsesiones, porque en el fondo la curiosidad es preguntarse: “¿Y si eso que yo no tengo pudiera darme la paz y la plenitud que no consigo”?. Entonces luchará hasta que consiga saberlo. Y volverá a defraudarse. Es necesario convencerse de ese engaño, verlo con claridad, reconocerlo de frente y tomar la decisión de liberarse de esa mentira.
Cada vez que en nuestro interior se hace presente una sensación de insatisfacción o de tristeza, tendremos que preguntarnos cuál es la obsesión interior – inventada por nosotros mismos – que está causando esta insatisfacción y nos está engañando.
El primer remedio a las insatisfacciones es “tomar consciencia clara” de lo que estoy sintiendo. Por ejemplo: vanidad porque me rechazaron, tristeza por lo que quiero lograr y no puedo, rencor porque me han despreciado, humillación porque perdí un afecto que me negaron, frustración porque no logré lo que tanto deseaba. Entonces me pregunto: ¿Vale la pena este sentimiento? ¿Es valioso y saludable que yo lo alimente? ¿No será mejor para mí fomentar otro sentimiento que me brinde paz, alegría y libertad?. De esta manera uno suelta la obsesión por su imagen, se libera de su orgullo lastimado, suelta su vanidad tonta e inútil, o su afecto insatisfecho y se entrega con creatividad y entusiasmo a mejorar el mundo para los demás.
En realidad esta toma de consciencia es el ejercicio más importante para aprender a soltar y liberarse de los apegos y las obsesiones por poseer y dominar. Se trata de detenerse a contemplar estos procesos mentales de los apegos, y de los sufrimientos que proceden de esos apegos. No para lamentarse, para juzgarse o despreciarse a sí mismo, solo para descubrir que hay en nuestro interior y quitarle fuerzas:
Sí las sensaciones son contempladas como burbujas que se inflan y se desinflan, su conexión con la avidez o la aversión, será más y más debilitada, hasta que finalmente se quiebre esa atadura. Mediante esta práctica el apego a gustos y disgustos será reducida y, mediante esta práctica, un espacio interior será conquistado para conseguir el crecimiento de virtudes y emociones más refinadas para: el amor benevolente y la compasión, para el contento, la paciencia y la resistencia.

(Víctor Manuel Fernández de su Libro Para Liberarte de los Apegos y Obsesiones).

Reflexión del Día : El Amor de mi vida

fly

Nos enseñan desde pequeñitos que el amor llegará un día montado en un corcel, que es un príncipe, generalmente azul, lleno de hermosas cualidades y que cuando se presente no conocerás la tristeza porque de ahí en adelante todo será felicidad… ¿Mentira? Depende. Creo que todo es verdad, excepto en que quizá buscamos a ese príncipe en el lugar equivocado.
Deambulamos por la vida sintiéndonos infelices e incompletos. Esperamos que venga otro ser a completarnos y a darnos la tan ansiada felicidad y cuando creemos haberlo encontrado por fin, a poco andar nos sentimos decepcionados porque en realidad no era lo que anhelábamos. Seguimos buscando y a muchos se les va la vida en esa búsqueda y jamás encuentran ese gran amor. Y los que al fin lo encontramos, nos recriminamos por no haber sido capaces de verlo si estaba ahí… justo en la punta de nuestra nariz y no fuimos capaces de olerlo ni verlo.
El gran amor de nuestras vidas viene de nosotros hacia nosotros mismos y no es narcisismo sino la realidad de nuestra existencia terrenal.

Amarse va mucho más allá que mimar al cuerpo sino que es mimar al alma.
Amarse es la aceptación total.
Amarse es amar tus ojos, tu pelo, tu sonrisa, tu infancia, tu presencia y ausencia de cualidades, tus experiencias pasadas, tus aciertos, tus errores.
Amarse significa, primero conocerse, luego aceptarse en todo lo que somos, sin negar nuestras miserias y comprendiendo nuestra humanidad imperfecta.
Si me amo, no le entrego el poder a “otro” para que sea el dueño de mi felicidad.
Si me amo, mi alegría y mi tristeza no dependerán de los demás.
Si me amo, seré consecuente con mis actos.
Si me amo, procuraré ser feliz cada día de mi vida.

El amor es incondicional así que nuestro amor hacia nosotros mismos debe estar por sobre toda limitación humana.
¿Cuesta amarse? No resulta nada fácil este trabajo de aprender a amarnos a medida que nos vamos conociendo con nuestras luces y sombras…
«Tú no eres un ser incompleto… No necesitas la completación de otro porque tú lo tienes todo muy dentro de ti». Aprende a amarte. ¡Nunca es tarde para empezar a darnos aquello que siempre hemos anhelado!
Me® (Tomado de: http://mer-sanandoelalma.blogspot.com/).

Las recompensas del desapego

mujer-lago-violeta

El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no sirve de nada.
Adoptamos una política de no meter las manos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras. Si la gente se ha fabricado desastres a sí misma, le permitimos enfrentar las consecuencias. Le permitimos a la gente ser como es en realidad. Le damos la libertad de ser responsable y de madurar. Y nos damos nosotros mismos la misma libertad. Vivimos nuestra propia vida al máximo de nuestra capacidad. Luchamos para discernir qué es lo que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar. Luego dejamos de tratar de cambiar aquello que no podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un problema, y luego dejamos de hacernos la vida de cuadritos. Si no podemos solucionar un problema después de intentarlo seriamente, aprendemos a vivir con ese problema o a pesar de él. Y tratamos de vivir felices, concentrándonos heroicamente en lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiéndonos agradecidos por ello. Aprendemos la mágica lección de que sacarle el máximo provecho a lo que tenemos multiplica lo bueno de nuestras vidas.
El desapego implica “vivir en el momento presente” –vivir en el aquí y en el ahora–. Permitirnos que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho de cada día.
El desapego también implica aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo. Nos liberamos de nuestros pesares y preocupaciones y nos damos a nosotros mismos la libertad para disfrutar de la vida a pesar de nuestros problemas no resueltos. Confiamos en que todo está bien a pesar de los conflictos. Confiamos en que Alguien más grande que nosotros sabe, ha ordenado y se preocupa de lo que está sucediendo.
Entendemos que este Alguien puede hacer mucho más por resolver el problema que nosotros. De modo que tratamos de no estorbar su camino y dejar que Él lo haga. A su tiempo, sabremos que todo está bien porque vemos cómo las cosas más extrañas (y a veces, las más dolorosas) se solucionan de la mejor manera y en beneficio de todos.
Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe. Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos. Dejamos de crear un caos en nuestra mente y en nuestro medio ambiente. Cuando no nos hallamos reaccionando de un modo ansioso compulsivo, nos volvemos capaces de tomar buenas decisiones acerca de cómo amar a la gente y de cómo solucionar nuestros problemas. Nos liberamos para comprometernos y para amar de modo que podamos ayudar a los demás sin lastimarnos a nosotros mismos.
Las recompensas que el desapego nos brinda son muchas:

serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y de recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas. Encontramos la libertad para vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o de responsabilidad hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas. Dejamos de mortificarnos por ellos y lo perciben, de modo que finalmente comienzan a preocuparse por ellos. ¡Qué gran plan! Cada quien atiende sus propios asuntos.

¿Cómo nos desapegamos? ¿Cómo separamos nuestras emociones, nuestra mente, espíritu y cuerpo de la agonía del involucramiento? Lo mejor que podamos. Y, probablemente, un poco torpemente al principio.

Un antiguo dicho de AA y de Al-Anón sugiere una fórmula de tres partes llamada “HOW”: honestamente, abiertamente y con voluntad de intentarlo.

Siento que el desapego puede volverse una respuesta habitual, de la misma manera que obsesionarse, preocuparse y ser controladores se han vuelto respuestas habituales en la práctica. Podremos no hacerlo perfectamente. Sin embargo, y al ritmo que sea, podemos practicar el desapego en nuestras vidas, y creo que eso es bueno para nosotros. Espero que puedan ser capaces de desapegarse con amor de la persona o de las personas de quienes se están desapegando. Creo que es mejor hacerlo todo con una actitud de amor. Sin embargo, por una multitud de razones, no siempre podemos hacerlo así. Si no puedes desapegarte con amor, en mi opinión es preferible desapegarse con enojo que permanecer apegados. Si nos desapegamos, estamos en una mejor posición para trabajar sobre (o a través) de nuestras resentidas emociones. Si estamos apegados, probablemente no hagamos nada más que estar siempre irritados.
¿Cuándo debemos desapegarnos?
Cuando no podamos dejar de pensar, de hablar acerca de o de preocuparnos por alguien o por algo; cuando nuestras emociones estén en constante ebullición; cuando sintamos que tenemos que hacer algo acerca de alguien porque ya no podemos soportar la situación ni un minuto más; cuando estamos colgando de un hilo y sentimos que tal hebra está a punto de romperse; y cuando creemos que ya no podemos seguir viviendo con el problema con el que hemos estado tratando de vivir. ¡Es tiempo de desapegarnos! Aprenderán a reconocer cuándo es aconsejable desapegarse. Una buena regla a seguir es esta: cuando más necesitas desapegarte es cuando esto parece ser lo más lejano o lo menos posible de hacer.
Entiendo que muchos de ustedes están profundamente apenados y preocupados por ciertas personas en sus vidas. Muchas de ellas pueden estarse destruyendo a sí mismas, a ustedes, a sus familias, frente a sus propios ojos. Pero yo no puedo hacer nada para controlar a esas personas; y quizá ustedes tampoco pueden hacer nada. Si pudieran, probablemente a estas alturas ya lo hubieran hecho.

Desapéguense. Desapéguense con amor o desapéguense con enojo, pero luchen por desapegarse. Sé que es difícil, pero se vuelve más fácil con la práctica. Si no pueden hacerlo completamente, traten de “llevarla con calma. Relájense. Siéntense. Ahora, respiren hondo. Concéntrense en ustedes.

(Melody Beattie de su Libro Ya no Seas Codependiente).
533726_426435820703577_1749070690_n

Reflexión del Dia: Desprenderse es la Clave

402923_452606244762921_1129806379_n

No entiendo que quiere decir «desprenderse». Desprenderse de que, pregunto?
Se produce un daño significativo cada vez que nos aferramos a personas, lugares o ideas que creemos que nos arreglaran la vida o a personas cuyas vidas nos sentimos impelidos a arreglar. Parece que nos gusta aferrarnos a nuestras ilusiones y delusiones(*), a las palabras hirientes que nos han dicho, a esas cosas que creemos que nunca nos abandonaran ni nos traicionaran, y sin embargo, nos traicionan una y otra vez. ¿Cuantas «próxima vez» puede haber?
Necesitamos desprendernos de muchas cosas, incluida la tensión de nuestros cuerpos, las ilusiones (imágenes mentales) románticas o de unos padres perfectos y las delusiones (creencias falsas) de que la vida siempre sera justa y de que nada malo puede ocurrirnos si cumplimos con nuestro deber.
Desprenderse, soltarse, es «lo contrario de aferrarse». Es una mano abierta en vez de un puño cerrado. Es alisar un ceño fruncido, para sustituirlo por una actitud serena. Es una confianza profunda, permanente, en un poder mas grande que el nuestro. Es un convencimiento profundo, seguro, de que no tenemos por que hacerlo todo nosotros mismos, y es permitir que otras personas tengan también su parte en los acontecimientos de nuestras vidas. Desprenderse significa «que Dios, tal y como nosotros Lo entendemos, dirige el mundo y que ciertas cosas no son asunto nuestro».
Desprenderse significa «liberarnos de la inversión en nuestro propio yo, de la idea de que somos omnipotentes». Yo, el importantisimo su Majestad el Bebe, el narcisista dentro de nosotros mismos, no dirige realmente el espectáculo. Desprenderse es «dejar libres todos los aspectos de nuestras vidas que realmente no podemos controlar de ningún modo». De lo contrario, no hacemos sino engañarnos a nosotros mismos.
Desprenderse significa «saber que ser humano es ser fiable y a veces débil y ser lo bastante humildes como para admitir esto y decir un simple lo siento». También significa «conocer nuestra propia fuerza y no olvidar nunca nuestra dignidad y nuestro propio valor como seres humanos.»
Cuando nos desprendemos, no renunciamos a nuestra responsabilidad, sino que reconocemos que no podemos controlar el resultado de todas las situaciones.
Desprenderse significa «pedalear nuestra propia bicicleta y dejar nuestro destino en manos de Dios».Desprenderse significa «poner nuestra energía en conseguir recuperarnos, en lugar de acumular rabia».
De hacer esto, lograremos aceptarnos a nosotros mismos en vez de abusar de nosotros, y paz, en vez de perfeccionismo. ¡Alivia tanto!
(*) Delusion viene a ser lo mismo que ilusión, pero mientras esta tiene un matiz de «ensoñación», la delusion tiene que ver con una convicción engañosa e ilusoria.
(Dorothy May de su Libro Codependencia. La dependencia controladora/la dependencia sumisa).

533726_426435820703577_1749070690_n

Reflexión del Dia: Practicando el desapego

75154_398979943508793_1179371485_n (dar )

Al practicar el desapego podemos disminuir nuestras reacciones destructivas hacia el mundo que nos rodea. Sepárate de las cosas. Déjalas estar, y deja que la gente sea como es. ¿Quién eres tú para decir que la interrupción, el estado de ánimo, las palabras, el mal día, el pensamiento o el problema no son una parte importante y necesaria de la vida? ¿Quién eres tú para decir si este problema no será en último término benéfico para ti o para alguien más?¡No tenemos que reaccionar!. Tenemos opciones. Esta es la alegría de la recuperación de la Codependencia. Y cada vez que ejercitamos nuestro derecho para elegir cómo queremos actuar, pensar, sentir y comportarnos, nos sentimos mejores y más fuertes
Pero, podrán ustedes protestar, ¿Por qué no debo reaccionar? ¿Por qué no debo replicar? ¿Por qué no debo irritarme? Él o ella se merecen cargar con el peso de mi torbellino. Podría ser, pero tú no debes hacerlo. Estamos hablando aquí de tu falta de paz, de serenidad, de tus momentos desperdiciados. Como solía decir Ralph Edwards, “Esta es tu vida”. ¿Cómo quieres usarla? No te estás desapegando por ella o por él. Te estás desapegando por ti mismo
. Las probabilidades indican el beneficio de todos. Somos como cantores de un gran coro. Si el que está junto a nosotros desentona, ¿debemos hacerlo nosotros también? ¿No le ayudaría más a él, y a nosotros, tratar de seguir entonado? Podemos aprender a cumplir con nuestra parte.
No necesitamos eliminar todas nuestras reacciones hacia la gente y hacia los problemas. Las reacciones pueden ser útiles. Pueden ayudarnos a identificar lo que nos gusta y lo que nos hace sentirnos bien. Nos ayudan a identificar los problemas dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Pero la mayoría de nosotros reaccionamos demasiado. Y gran parte de las cosas a las que reaccionamos son tonterías. No son tan importantes, y no ameritan el tiempo ni la atención que les damos. Algunas de nuestras reacciones son respuestas a las reacciones que los demás tienen frente a nosotros. (Estoy furiosa porque él se puso furioso; él se puso furioso porque yo estaba enojada; yo estaba enojada porque pensé que él estaba enojado conmigo; pero no estaba enojado sino herido porque… Nuestras reacciones pueden ser el eslabón de una cadena de reacciones tal que a menudo los involucrados están irritados y nadie sabe por qué. Simplemente están irritados. Luego, todos están fuera de control y a la vez son controlados. A veces la gente se comporta de cierta manera para provocar que nosotros reaccionemos de otra. Si dejamos de reaccionar de esta cierta manera, la privamos de lo divertido que esto le resulta. Quedamos fuera de su control y le quitamos el poder que tiene sobre nosotros.
A veces nuestras reacciones provocan que los demás reaccionen de cierto modo, pero no necesitamos seguir haciéndolo, ¿o sí? A veces el reaccionar estrecha nuestra visión en tal forma que nos quedamos varados reaccionando a los síntomas o a los problemas. Podemos estar tan ocupados reaccionando que no tenemos tiempo ni energía para identificar el problema real, y mucho menos para descubrir cómo solucionarlo. Podemos pasar años reaccionando ante cada incidente provocado por la bebida y la crisis resultante, ¡fallando completamente en reconocer que el verdadero problema es el alcoholismo!
Aprende a dejar de reaccionar de maneras que no son necesarias y que no funcionan. Elimina las reacciones que te lastiman.Algunas sugerencias para ayudarte a desapegarte de la gente y de tus reacciones negativas hacia ella. Estas son sólo sugerencias. No existe una fórmula específica para lograr el desapego. Necesitas encontrar tu propia manera, una que te funcione a ti.

– Aprende a reconocer cuando estás reaccionando, cuándo estás permitiendo que alguien o algo tire de tus cuerdas. Generalmente cuando empiezas a sentirte ansioso, temeroso, indignado, rechazado, avergonzado, preocupado, confundido o a padecer autoconmiseración, hay algo en tu medio ambiente que te ha hecho nudos. (No afirmo que esté mal experimentar estos sentimientos. Probablemente cualquiera se sentiría así. La diferencia estriba en que estamos aprendiendo a decidir por cuánto tiempo deseamos seguir sintiéndonos así, y qué queremos hacer al respecto.) Emplear las palabras “ella, o él o eso me hicieron sentir” a menudo indica que estamos reaccionando. Perder nuestra sensación de paz y serenidad probablemente es el indicador más poderoso de que estamos atrapados en algún tipo de reacción.
– Ponte cómodo. Cuando reconoces que estás en medio de una reacción caótica, di o haz lo menos posible hasta que puedas restaurar tu nivel de serenidad y de paz. Haz cualquier cosa que necesites hacer (que no sea destructivo para ti ni para nadie más) que ayude a relajarte. Inhala profundamente unas cuantas veces. Sal a caminar. Limpia la cocina. Siéntate en el baño. Ve a casa de un amigo. Acude a una junta de Al-Anón. Lee un libro de meditación. Vete a la playa. Mira un programa de televisión. Encuentra una manera de separarte emocional, mental (y si es necesario) físicamente de aquello a lo que estás reaccionando. Busca una forma de librarte de la ansiedad. No tomes un trago ni manejes por la calle a 100 kilómetros por hora. Haz algo que no sea arriesgado y que te ayude a restaurar tu equilibrio.
– Analiza lo que ha sucedido. Si se trata de un incidente menor, serás capaz de sobreponerte tú solo. Si el problema es serio, o si te perturba seriamente, tal vez quieras discutirlo con un buen amigo que te ayude a aclarar tus pensamientos y emociones. Las dificultades y los sentimientos crecen cuando tratamos de apresarlos en nuestro interior. Habla acerca de tus sentimientos. Asume la responsabilidad de ellos. Siente verdaderamente lo que estés sintiendo. Nadie te hizo sentir así. Alguien pudo haberte ayudado a que te sintieras de determinada manera, pero el sentimiento lo sentiste tú. Manéjalo. Luego, esclarece tú mismo la verdad sobre lo que sucedió. ¿Estabas alguien tratando de molestarte? (Si hay duda al interpretar algo como un insulto o rechazo, prefiero creer que eso no tuvo nada que ver conmigo. Me ahorra tiempo y me ayuda a sentirme bien conmigo misma.) ¿Estabas tratando de controlar a alguien o algún evento? ¿Qué tan serio es el problema o el asunto? ¿Estás tomando la responsabilidad de otro? ¿Estás enojado porque alguien no adivinó lo que en realidad querías o lo que en verdad querías decir? ¿Estás tomando la conducta de otro de un modo demasiado personal? ¿Alguien oprimió tus botones de culpa o de inseguridad? ¿Es en verdad el fin del mundo, o es meramente algo triste y decepcionante?
– Descubre qué necesitas hacer para cuidar de ti mismo. Toma tus decisiones basándote en la realidad y tómalas en un estado de ánimo apacible. ¿Necesitas pedir disculpas? ¿Quieres olvidarte del asunto? ¿Necesitas hablar con alguien de corazón a corazón? ¿Necesitas tomar otra decisión para cuidar de ti mismo? Cuando tomes tu decisión ten en mente cuáles son tus responsabilidades. No tienes la responsabilidad de que los otros “vean la luz” y no necesitas “enderezarlos”. Tienes la responsabilidad de ayudarte a ti mismo a ver la luz y de enderezarte. Si no te sientes en paz con alguna decisión, olvídala. No es tiempo para tomarla todavía. Espera hasta que tu mente esté
consistente y tus emociones estén tranquilas.

Cálmate. No necesitas sentirte tan asustado. No necesitas sentirte tan frenético. Mantén las cosas en perspectiva. ¡Hazte la vida más fácil!
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).

agua_mágico_despertar

Reflexión del Dia: ¡Saltar la barda hacia la Libertad!

309375_255291884501837_138139929550367_823276_8365335_n.....

¿Que son Los Mandatos Parentales?

Son clases de estímulos negativos que quedaron grabados como creencias negativas incuestionables. Son mensajes más emocionales y no verbales que verbales. Se envían y se reciben en momentos de estrés y afectan a áreas específicas de la identidad y el comportamiento natural de la persona.

Cada familia se mueve dentro de sus propios puntos de referencia, dentro de su propia escala de valores y costumbres, y desea que los niños que traiga al mundo se adapten a su propia visión de la existencia. Entonces la familia se dedicará tesoneramente a REFORZAR todas las conductas, pensamientos y emociones del niño que se encuadren dentro de su ESQUEMA, y CASTIGARÁ o IGNORARÁ todas las que se aparten de el. Así poco a poco, los niños se harán una idea de QUÉ ES LO QUE SE ESPERA DE ELLOS, y comenzarán a amoldarse a los MANDATOS PARENTALES.
Sobre la base de las Creencias, Mandatos y Permisos que recibe un niño irá formulando una especie de Plan de Vida o Argumento. El Argumento de Vida es como una cinta grabada, que reproducirá la misma melodía cada vez que se la ponga.Esa cinta nos facilitará la MISMA REACCIÓN cada vez que se presente el MISMO ESTÍMULO, y además, nos llevará a elegir los estímulos que nos permitan utilizar esa cinta, dentro de un cierto margen de creatividad y libertad.
El máximo EXPONENTE DE LA LIBERTAD que tenemos,es nuestra CAPACIDAD PARA CAMBIAR nuestro argumento infantil, por otro que se adapte más a nuestras necesidades adultas. Nuestros programas, libretos o guiones de vida se pueden cambiar. Para eso deben darse dos condiciones:

1.- Que la persona tome conciencia de que algo en su vida no va bien, y está en sus manos modificar los aspectos desfavorables; que no es simplemente una “Víctima de las circunstancias”.
2.- Que desee cambiar, asumiendo plena responsabilidad.

Para modificar el Argumento o “guión de vida” hay que identificar los mandatos que hemos tomado de nuestros padres o figuras de autoridad, y que se han grabado en nuestro inconsciente como Creencias y siguen funcionando como bloqueadores o inhibidores de nuestro deseo. Cada mandato tiene su reverso, un PERMISO: de existir, de ser uno mismo, de lograr, de saber.

Para cambiar y desarrollarnos, debemos darnos permiso y revocar los mandatos grabados. Todo cambio implica mover estructuras quizás muy rígidas y que en cierta manera no son fáciles por estar demasiado acomodados en situaciones que consideramos ventajosas, los cambios nos generan emociones de miedo pero también de curiosidad y hay que empujar duro para vencer el miedo y atreverse a la curiosidad, así que adelante y actúe con valentía hacia su sanidad emocional. ¡Atrévete a «saltar la barda»!.

(Fragmentos del Documento “Los Mandatos Recibidos y Sostenidos” de Luis Berli y del Articulo de Lic. Luz Jeannette Rodríguez C.)
207541_449118668454357_2040467873_n