¡Libérate!

3d Girl In White Dress And Flying In Sky

Maytte Sepulveda ofrece HERRAMIENTAS, a manera de estrategias que nos conduzcan a establecer claramente los limites, tanto en nuestra familia, como en los círculos de amistades que tengamos. Nada es fácil, máxime cuando parte de nuestra vida, hemos incurrido en la practica de conductas obsesivas compulsivas para mantenernos a flote con todo y nuestro dolor, vergüenza, culpa e ira.
[vimeo http://vimeo.com/25206926]
[vimeo http://vimeo.com/25208572]
[vimeo http://vimeo.com/25210587]
(Fuente: http://maytte.com/).

G_Bar

Renuncio al enfado como forma de vida

533726_426435820703577_1749070690_n

El enfado es un mecanismo de defensa. Si estás a la defensiva es porque tienes miedo.
El enfado es algo normal y natural. Generalmente nos enfadamos una y otra vez por las mismas cosas, y sentimos que no tenemos derecho a expresarlo, de modo que nos lo tragamos. Entonces el enojo tiende a instalarse en una parte concreta de nuestro cuerpo, y se manifiesta como enfermedad.
Durante años y años seguimos amontonando nuestro fastidio en ese mismo lugar. Para sanar, deja salir tus verdaderos sentimientos. Si no puedes expresárselos directamente a la persona que los provoca, mírate al espejo y habla con esa persona. Díselo todo: «Estoy fastidiado contigo»; «Tengo miedo»; «Estoy alterada»; «Me has hecho daño». Y sigue; sigue hasta que te hayas liberado de todo el enojo. Entonces haz una inspiración profunda, mírate en el espejo y pregunta: «¿Cuál es la pauta que provocó esto? ¿Qué puedo hacer para cambiar?»
Si logras cambiar el sistema de creencias que desde adentro te crea ese comportamiento, no necesitarás seguir repitiéndolo.
(Louise L. Hay de su Libro Pensamientos del Corazón).

942631_409225222508052_2142531414_n

Reflexión del Dia: Renuncia al control

207541_449118668454357_2040467873_n

Los codependientes son aquellas personas que consistentemente, y con gran cantidad de esfuerzo y energía, tratan de forzar que sucedan las cosas.
Controlamos en nombre del amor.
Lo hacemos porque “sólo estamos tratando de ayudar”.
Lo hacemos porque nosotros sí sabemos cómo deben hacerse las cosas y cómo deben comportarse las personas.
Lo hacemos porque nosotros estamos bien y ellos están mal.
Controlamos porque nos da miedo no hacerlo.
Lo hacemos porque no sabemos qué otra cosa hacer.
Lo hacemos para dejar de sufrir.
Controlamos porque pensamos que tenemos que hacerlo.
Controlamos porque no pensamos.
Controlamos porque solamente podemos pensar en controlar.
En última instancia quizá controlemos porque esa es la manera en que siempre hemos hecho las cosas.

Tiránicos y dominantes
Algunos gobiernan con mano de hierro desde un trono que ellos mismos se han atribuido. Son poderosos. Ellos siempre saben más. Y, por Dios, que las cosas se harán a su modo. Ellos se encargarán de que así sea. Otros hacen su sucio trabajo en forma encubierta. Se ocultan tras un disfraz de dulzura y amabilidad, y secretamente se dedican a o suyo: A METERSE EN LOS ASUNTOS DE LOS DEMÁS. Otros, llorando y suspirando, claman incapacidad, proclaman su dependencia, anuncian su total victimación, y exitosamente controlan por medio de su debilidad. Son tan inútiles, Necesitan tanto de tu cooperación. No pueden vivir sin ella. A veces los débiles son los más poderosos manipuladores y controladores. Han aprendido a asirse a las cuerdas de la culpa y de la lástima.
Muchos codependientes combinan sus tácticas, empleando una variedad de métodos. ¡Cualquier cosa que funcione!(O, para ser más exactos, esperando resultados de cualquier cosa que no funcione). No importa cuáles sean las tácticas, las metas siguen siendo las mismas, conducen a otras personas a hacer lo que tú quieres que hagan. Las llevan a comportarse como tú piensas que deben hacerlo. No las dejan actuar de modos que tú consideras incorrectos para ellas, pero que quizá intentarían, si no fuera por tu “ayuda”. Fuerzan los eventos de la vida para que se desarrollen y se desenreden de la manera y a la hora que tú has designado. No dejan que ocurra lo que ocurre, o lo que podría suceder.
Nosotros hemos escrito la obra, y nos encargaremos de que los actores se comporten y de que las escenas se desarrollen exactamente como nosotros hemos decidido que debe ser. No importa que sigamos colándonos de la realidad. Si nos abocamos a la carga con suficiente insistencia, podremos (creemos) detener el flujo de la vida, transformar a la gente y cambiar las cosas a nuestro antojo. “Nos estamos haciendo tontos”.
Cuando intentamos controlar a la gente y a las cosas que no tenemos por qué controlar, somos controlados por ellos. Abdicamos a nuestro poder para pensar, sentir y actuar de acuerdo con lo que más nos conviene. A menudo perdemos el control sobre nosotros mismos. Con frecuencia, somos controlados no sólo por la gente, también por enfermedades tales como el alcoholismo, o las tendencias compulsivas en el comer y en los juegos de apuesta. El alcoholismo y otros trastornos destructivos son fuerzas poderosas. Nunca se debe olvidar que los alcohólicos y otras personas con problemas son expertos controladores. Encontramos la horma de nuestro zapato cuando tratamos de controlarlos a ellos o a su enfermedad. Perdemos la batalla. Perdemos la guerra. Nos perdemos a nosotros mismos, a nuestras vidas. Como dice una frase de Al-Anón: Tú no lo provocaste; no lo puedes controlar; y no lo puedes curar. ¡Así que deja de tratar de hacerlo!
Nos frustramos al máximo cuando tratarnos de hacer lo imposible. Y generalmente impedirnos que suceda lo posible. Creo que asirse fuertemente a una persona o cosa, o forzar mi voluntad sobre cualquier situación elimina la posibilidad de que mi poder superior haga algo constructivo acerca de la situación, la persona o yo. Mi afán de controlar bloquea el poder de Dios. Bloquea la capacidad de otras personas para crecer y madurar. Impide que los sucesos ocurran de una manera natural. Me impide a mí disfrutar de la gente o de los eventos. El control es una ilusión. No funciona. No podemos controlar el alcoholismo. No podemos controlar las conductas compulsivas de nadie: comer en exceso, una conducta sexual exagerada, la apuesta compulsiva, ni ninguna otra de sus conductas. No podemos (y no es asunto nuestro hacerlo) controlar las emociones, la mente o las elecciones de nadie. No podemos controlar el resultado de los eventos. No podemos controlar a la vida. Algunos de nosotros apenas podemos controlamos a nosotros mismos.
A fin de cuentas las personas hacen lo que quieren hacer. Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo); piensan lo que quieren pensar; hacen las cosas que creen que necesitan hacer; y cambiarán sólo cuando estén listos para cambiar. No importa si ellos no tienen la razón y nosotros sí. No importa que se estén lastimando a sí mismos. No importa que nosotros podríamos ayudarles si tan sólo nos escucharan y cooperaran con nosotros.
NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA.!
No podemos cambiar a las personas. Cualquier intento de controlarlas es un engaño y una ilusión. Se resistirán a nuestros esfuerzos o redoblarán los suyos para probar que no podemos controlarlas. Podrán adaptarse temporalmente a nuestras demandas, pero cuando nos demos la vuelta regresarán a su estado natural. Y aún más, la gente nos castigara por obligarla a hacer algo que no quiere, o a ser como no quiere ser,
Ningún control será suficiente para efectuar un cambio permanente o deseable en otra persona. A veces podremos hacer cosas que aumenten la probabilidad de que la gente quiera cambiar, pero ni aun eso podemos garantizar o controlar. Y esa es la verdad. Es una desgracia. A veces es difícil de aceptar, especialmente si alguien a quien amas se lastima a sí mismo o a sí misma y a ti. Pero así es. La única persona a la que puedes o podrás hacer cambiar es a ti misma. La única persona que te atañe controlar eres tú misma.
Desapégate… Renuncia.
A veces cuando hacemos esto el resultado que habíamos esperado sucede rápida, a veces milagrosamente. A veces, no sucede. A veces nunca sucede. Pero tú saldrás beneficiado. No tienes que dejar de ocuparte o de amar. No tienes que tolerar el abuso. No tienes que abandonar métodos constructivos, como la intervención profesional, para solucionar tus problemas. Lo único que tienes que hacer es poner tus manos emocionales, mentales, espirituales y físicas otra vez dentro de tus propios bolsillos y dejara las cosas y a la gente solas. Déjalas estar. Toma cualquier decisión que necesites tomar para ocuparte de ti mismo, pero no las tomes para controlar a los demás. ¡Empieza a ocuparte de ti mismo!
«Para cada uno de nosotros, llega un tiempo para soltarse. Sabrás cuándo ha llegado ese tiempo. Cuando has hecho todo lo que se puede hacer, es tiempo de desapegarte. Maneja tus sentimientos. Enfréntate a tus miedos acerca de perder el control. Gana control sobre ti mismo y sobre tus responsabilidades. Dales a los demás la libertad para ser lo que son. Al hacerlo, te liberarás».
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).

MUJER_~1

Aceptación Incondicional

La dama del lago

Este Principio es fundamental para la Salud Mental. La regla es maravillosamente simple:
Debo aceptar mi esencia. En tanto esté vivo soy valioso per se, sin razones ni motivos, no por lo que haga o haya dejado de hacer; tampoco por lo que tenga o haya tenido alguna vez. Mi valía personal radica en mi existencia, no en mis logros. Mis éxitos o fracasos no pueden medir mi valor esencial como ser humano, simplemente porque soy más que eso.
La aceptación incondicional sugiere que puedo reconocer y criticar mis errores, sin considerarme despreciable e indigno por ello. Mi dignidad nunca está en juego. Una cosa es aceptar que debo cambiar porque me he equivocado y otra condenarme a mí mismo como ser humano. La autocrítica sana es la que llega desde el amor propio: “Me critico porque me quiero y deseo mejorar”, y no desde el autodesprecio. Soy mucho más que mis errores. Soy humano, muy humano, demasiado humano.
Hagamos una analogía con el amor que sentimos por nuestros hijos mayores, para luego trasladarlo a nosotros mismos.
Hay muchas cosas de ellos que nos disgustan y que incluso no soportamos con facilidad. Podemos considerar que algunos de sus comportamientos son francamente desagradables, podemos criticarlos y regañarlos y, sin embargo, a pesar de la inconformidad y de los dolores de cabeza que nos propician, los queremos a rabiar. El amor que les tenemos nunca está en juego, jamás se condiciona a una buena nota o a que se porte bien. Condicionamos los premios o los privilegios a la conducta, pero no el afecto. Los queremos por lo que son, con lo bueno y lo malo a cuestas. Más aún: cuanto más problemas tienen más los amamos, porque más nos necesitan. El amor por nuestros hijos no está condicionado.
De manera similar, la autoaceptación incondicional es un factor de protección para la autoestima. Puede que me enfade conmigo mismo, que no me soporte un día o que ni siquiera me guste mirarme al espejo,pero a pesar de todo, nunca cuestiono mi valía, nunca pongo a tambalear mi amor propio, no trato de destruirme. Es un deber para con la vida que soporto, más que un derecho.
Usted puede y tiene la obligación de cambiar, y más cuando su comportamiento afecta irracionalmente al mundo que lo rodea a usted mismo. Pero esta transformación debe estar fundamentada en la convicción de que se equivocó y no en la idea de que usted es “malo” y “debe hacerse bueno”. De hecho, puede sentirse mal por lo que hizo, pero no autocondenarse. Y mientras todo esto ocurre, mientras usted se critica y su mente trata de comprender qué fue lo que ocurrió y por qué falló, su verdadero “yo” se conmueve, se quiere, se cuida y se renueva.
Aceptarse incondicionalmente, pese a ser imperfecto, es cerrarle la entrada a la vergüenza patológica y también despreocuparse por el fastidioso “qué dirán”. La imagen psicológica que proyectamos, aunque suene a retórica, es el reflejo de lo que somos por dentro. Si nos sentimos bien con nosotros mismos, seremos auténticos y asertivos, no habrá nada de qué avergonzarnos ni nada que esconder. Lo que cuenta es la identidad, el núcleo duro del que estamos hechos.
Una persona que se siente digna no es intachable, sino transparente; no busca aparentar, sino ser.
(Tomado del Libro Cuestión de Dignidad de Walter Riso).

940938_409885062442068_1126578922_n

Adicciones Emocionales

533726_426435820703577_1749070690_n

Había pasado tantos años preocupándome e inquietándome, tratando de encontrarle el sentido y la razón de ser a las cosas, dada a intrigas y manipulaciones, surcando las crestas de los altibajos de las oleadas emocionales, que cuando a mi mente vino la calma y el sosiego, mi carne entró en trauma. El Señor se sirvió de esas experiencias para enseñarme una importante lección. Me demostró que muchos de nosotros tenemos adicciones emocionales. Al igual que muchos, me encontraba tan adicta a la preocupación que si no hubiera tenido de que preocuparme ¡Me habría preocupado porque no tenía nada de que preocuparme! Hay quienes están tan adictos a sentirse culpables, que si no han hecho nada de lo que tengan que sentirse culpables ¡Se sentirán culpables de no sentirse culpables!
De igual manera es posible volverse adicto al entusiasmo o a sentirse emocionado. Tal como el drogadicto que corre por todos lados buscando de donde sacar su próxima dosis para sentirse “iluminado” por las sustancias químicas, los que son adictos al entusiasmo corren por doquier en busca de un “pico” emocional. Hay personas que no saben como vivir una vida diaria normal y corriente. Otros están enfocados de una manera TAN COMPULSIVA a lograr metas trazadas que siempre andan en búsqueda de un nuevo reto o desafío. Tan pronto logran su objetivo se sienten aburridos hasta que encuentran otra meta que alcanzar. Un joven con esta última característica que trabaja para nosotros me comento un día:

— “Creo que al fin comienzo a comprender algo que me ha costado muchísimo entender”.
— “¿Y que es?” —pregunté.
— “Me parece que de una vez por todas comprendo que una gran parte de la rutina de una vida normal consiste en: LEVANTARSE Y ACOSTARSE, LEVANTARSE Y ACOSTARSE”.

Si nosotros los que nos enfocamos solo en alcanzar metas pudiéramos comprender esta verdad ¡Nos ahorraríamos a nosotros mismos y a todos los que nos rodean de muchos dolores de cabeza! Es posible que no todos seamos llamados a llevar a cabo una tremenda obra que estremezca el mundo entero. La unción de Dios viene para que hagamos grandes obras, pero también para brindarnos ayuda sobrenatural para gozar de la rutina de la vida diaria.
En calidad de creyentes somos llamados amar a Dios, a tener comunión con Él y con nuestro prójimo, a ser de bendición, no importa a donde vayamos, a traer un poco de gozo a la vida de los demás, a vivir en armonía con nuestro cónyuge, a criar a los hijos que Él nos da, y a seguir levantándonos y acostándonos, y hacerlo con plenitud de gozo en el Señor. El Salmo 100:2 nos dice: que debemos servir a Dios ¡Con alegría! Habrá días en los cuales Dios traiga momentos emocionantes, pero no podemos pasar la vida buscando esos picos emocionales.
Hay veces que mis reuniones son emocionantes, y cuando así se dan las cosas, me siento agradecida. Doy por sentado que el Señor pensaba que necesitaba ese poco de aliento para ayudarme a seguir adelante. Pero aun así debemos ser cuidadosos, porque el entusiasmo crea un deseo de sentir un entusiasmo aún mayor. Si no somos juiciosos iremos en pos del entusiasmo en vez de buscar la voluntad de Dios. Podemos comenzar a pensar que si un culto en la iglesia no resultó emocionante, que algo andaba mal. Puede que salga de una reunión sintiéndome muy satisfecha, aunque sin emocionarme.
Usted y yo tenemos que aprender a no permitir que las circunstancias externas afecten tanto nuestro interior. No todas mis reuniones son emocionantes. Comprar una casa nueva puede llegar a ocurrir solo una o dos veces en la vida. Raras veces alguien nos sorprende con un reloj de oro nuevo. Muchos días pasan sin grandes bombos ni platillos emocionales. Pero recuerde, que hemos sido ungidos con el Espíritu Santo para encarar como es debida la vida diaria y rutinaria.
Donde nos metemos en problemas es cuando no está pasando nada, así que queremos empezar algo. Si necesitamos de una cierta variedad en la rutina diaria. Pero tenemos también que aprender a ser guiados por el Espíritu Santo y no por nuestras adicciones emocionales. No todos los días es feriado. No toda comida es un banquete. No todo evento es una obra extravagante y fantástica. La mayoría del tiempo la vida sencillamente sigue un paso normal, regular, constante. Eso es lo que deberíamos hacer también nosotros. Deberíamos aprender a controlar las emociones y evitar los altibajos emocionales que no permitirán que disfrutemos del continuo contentamiento en el cual Dios quiere que vivamos.
(Joyce Meyer de su Libro Controlando sus Emociones).

http://www.youtube.com/watch?v=IoCPphLrGBc
http://www.youtube.com/watch?v=Dfwkd78QmeM
separador parrafo13

Reflexión del Dia: Sentimiento Positivos

k 13

Cuando en la RECUPERACIÓN del Codependiente hablamos de los sentimientos, a menudo nos concentramos en el trió problemático: el dolor emocional, el miedo y la ira. Pero en el reino emocional hay también otros sentimientos: FELICIDAD. ALEGRÍA. PAZ. AMOR, CERCANÍA. EMOCIÓN. CONTENTO.
 
Esta bien que nos permitamos sentir los sentimientos placenteros.
No tenemos que preocuparnos cuando experimentamos sentimientos positivos
No tenemos por que asustarnos y dejarlos ir, no tenemos que «sabotear» nuestra felicidad. 
A veces lo hacemos para irnos al terreno, menos feliz, que nos es familiar.
!Es bueno sentirse bien!
No tenemos que analizar, juzgar o justificar.
No tenemos que deprimirnos ni dejar que otros nos depriman, inyectándonos negatividad.
«Podemos permitirnos sentirnos bien».
(Melody Beattie).

????????????

Reflexión del Dia: El control es una ilusión

musa bella con mariposa

Controlamos en nombre del amor…
Lo hacemos porque “sólo estamos tratando de ayudar”.
Lo hacemos porque nosotros sí sabemos cómo deben hacerse las cosas y cómo deben comportarse las personas.
Lo hacemos porque nosotros estamos bien y ellos están mal.
Controlamos porque nos da miedo no hacerlo.
Lo hacemos porque no sabemos qué otra cosa hacer.
Lo hacemos para dejar de sufrir.
Controlamos porque pensamos que tenemos que hacerlo.
Controlamos porque no pensamos.
Controlamos porque solamente podemos pensar en controlar.
En última instancia quizá controlemos porque esa es la manera en que siempre hemos hecho las cosas.
¡El Control No funciona! No podemos controlar el alcoholismo. No podemos controlar las conductas compulsivas de nadie: comer en exceso, una conducta sexual exagerada, la apuesta compulsiva, ni ninguna otra de sus conductas. No podemos (y no es asunto nuestro hacerlo) controlar las emociones, la mente o las elecciones de nadie. No podemos controlar el resultado de los eventos. No podemos controlar a la vida. Algunos de nosotros apenas podemos controlarnos a nosotros mismos.
Para cada uno de nosotros, llega un tiempo para soltarse. Sabrás cuándo ha llegado ese tiempo. Cuando has hecho todo lo que se puede hacer, es tiempo de desapegarte. Maneja tus sentimientos. Enfréntate a tus miedos acerca de perder el control. Gana control sobre ti mismo y sobre tus responsabilidades. Dales a los demás la libertad para ser lo que son. Al hacerlo, te liberarás.
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).

freedom

Reflexion del Dia: Libertad

agua_mágico_despertar

Libérate de los apegos. (Budha).
Si no te aferras a nada, ¿cómo puedes ser infeliz? No te aferres a las cosas o a las personas porque ellas cambian, y muchas veces lo hacen en direcciones distintas a las que esperabas. Entrega amor por el amor mismo, por lo que te beneficia a tí, no por la recompensa que pudiera traer esa entrega. No te apegues a nada, ni tampoco te conviertas en un vagabundo; simplemente, vive tu propia vida. Se sabio en tu vivir.

17359656

Reflexión del Dia : ¿Compasivo o Codependiente?

207541_449118668454357_2040467873_n

Com significa «poner en común», y pasión es un entusiasmo profundamente sentido hacia algo o alguien. La compasión es una fuerte inclinación a compartir en profundidad con un otro y a darle apoyo y ayuda. La compasión esta motivada por la comprensión intuitiva de la situación y los sentimientos del otro.
Cuando vemos a otro sufrir, sentimos una fuerte tendencia natural a ayudar. Salvo en los casos de extrema emergencia en los que se debe actuar con rapidez, sentimos también compasión por nosotros y por nuestros propios sentimientos. Normalmente nos tenemos en cuenta a nosotros cuando apoyamos a otro. Nuestros motivos son ciertamente ayudar al otro a salir de una situación apurada y después de ello volver a nuestras propias vidas.
Cuando la Codependencia se dispara, sentimos también una «fuerte inclinación» a compartir, comprender y ayudar. A ello se debe el que se confundan fácilmente. Ahora bien, en el caso de una persona codependiente, esta inclinación se parece mas a una «compulsión». No tenemos en cuenta nuestras propias necesidades en absoluto y solemos ayudar a expensas de nosotros mismos. Despues nos enfadamos porque las cosas no suceden como habíamos planeado. Nuestro motivo oculto y mas profundo puede ser una necesidad de controlar mas que de ayudar. La Codependencia es una compasión «sacada de quicio».

La compasión ofrece un paño frío para enjugar una frente febril, en el caso de que alguien no pueda ayudarse por si mismo.
La codependencia pasa a la fuerza un paño por una frente que no esta febril en absoluto e insiste en enjugar la frente de alguien que tiene sus dos buenas manos.

Piensa en …  ¿Cuando fue la ultima vez que fuiste Compasivo, en vez de Codependiente?
(Tomado del Libro Codependencia: La dependencia controladora/ La dependencia sumisa de Dorothy May).

419720_385562828130165_1160107667_n

Reflexión del Dia: Renuncia al control

942631_409225222508052_2142531414_n

Los codependientes son aquellas personas que consistentemente, y con gran cantidad de esfuerzo y energía, tratan de forzar que sucedan las cosas.

Controlamos en nombre del amor.
Lo hacemos porque “sólo estamos tratando de ayudar”.
Lo hacemos porque nosotros sí sabemos cómo deben hacerse las cosas y cómo deben comportarse las personas.
Lo hacemos porque nosotros estamos bien y ellos están mal.
Controlamos porque nos da miedo no hacerlo.
Lo hacemos porque no sabemos qué otra cosa hacer.
Lo hacemos para dejar de sufrir.
Controlamos porque pensamos que tenemos que hacerlo.
Controlamos porque no pensamos.
Controlamos porque solamente podemos pensar en controlar.
En última instancia quizá controlemos porque esa es la manera en que siempre hemos hecho las cosas.

No podemos controlar las conductas compulsivas de nadie. No podemos (y no es asunto nuestro hacerlo) controlar las emociones, la mente o las elecciones de nadie. No podemos controlar el resultado de los eventos. No podemos controlar a la vida. Algunos de nosotros apenas podemos controlamos a nosotros mismos. A fin de cuentas las personas hacen lo que quieren hacer. Se sienten como se quieren sentir (o como se están sintiendo); piensan lo que quieren pensar; hacen las cosas que creen que necesitan hacer; y cambiarán sólo cuando estén listos para cambiar. No importa si ellos no tienen la razón y nosotros sí. No importa que se estén lastimando a sí mismos. No importa que nosotros podríamos ayudarles si tan sólo nos escucharan y cooperaran con nosotros. ¡NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA!
Desapégate… Renuncia.
Para cada uno de nosotros, llega un tiempo para soltarse. Sabrás cuándo ha llegado ese tiempo. Cuando has hecho todo lo que se puede hacer, es tiempo de desapegarte. Maneja tus sentimientos. Enfréntate a tus miedos acerca de perder el control. Gana control sobre ti mismo y sobre tus responsabilidades. Dale a los demás la libertad para ser lo que son. Al hacerlo, ¡te liberarás!
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).

728a