El desapego también implica aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo. Nos liberamos de nuestros pesares y preocupaciones y nos damos a nosotros mismos la libertad para disfrutar de la vida a pesar de nuestros problemas no resueltos. Confiamos en que todo está bien a pesar de los conflictos. Confiamos en que Alguien más grande que nosotros sabe, ha ordenado y se preocupa de lo que está sucediendo.
Entendemos que este Alguien puede hacer mucho más por resolver el problema que nosotros. De modo que tratamos de no estorbar su camino y dejar que Él lo haga. A su tiempo, sabremos que todo está bien porque vemos cómo las cosas más extrañas (y a veces, las más dolorosas) se solucionan de la mejor manera y en beneficio de todos.
(Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente).
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Reflexión del Dia: 6 de Mayo
Preocuparse, obsesionarse y controlar son ilusiones. Son trucos que construimos nosotros mismos. Sentimos que estamos haciendo algo para solucionar nuestros problemas, pero no es así. Muchos de nosotros hemos reaccionado de esta manera con justificada buena razón. Podremos haber vivido con problemas complicados y serios que han perturbado nuestra vida, y que a cualquier persona normal podrían volver ansiosa, perturbada, preocupada y obsesionada. Podemos amar a alguien que tiene problemas, alguien fuera de control. Su problema puede ser el alcoholismo, un trastorno de la alimentación, apostar de una manera compulsiva, un problema emocional o mental, o cualquier combinación de estos.
Algunos de nosotros podremos haber vivido con problemas menos serios, pero que nos preocupan de todas maneras. Las personas que amamos o que nos importan pueden tener cambios súbitos en sus estados de ánimo. Pueden hacer cosas que desearíamos que no hicieran. Podemos pensar que él o ella podrían hacer las cosas de otra manera, de un modo mejor, de una forma que creemos que no causaría tantos problemas.
Por fuerza del hábito, algunos de nosotros hemos desarrollado una actitud de apego, de preocuparnos, reaccionar y obsesivamente tratar de controlar. Quizá hemos vivido con personas y a través de eventos que estaban fuera de control. Tal vez obsesionándonos y controlando pudimos guardar un equilibrio o lograr que temporalmente las cosas no empeoraran. Y luego simplemente seguimos haciendo lo mismo. Quizá teníamos miedo de soltarnos, porque cuando nos soltamos en el pasado sucedieron cosas terribles y dolorosas. Tal vez hemos estado apegados a la gente –viviendo sus vidas por y a través de ella– durante tanto tiempo que ya no nos queda una vida propia por vivir. Es más seguro seguir apegados. Por lo menos sabríamos que estamos vivos si reaccionáramos. Al menos tendríamos algo qué hacer si estuviéramos obsesionándonos o controlando. Por varias razones los codependientes tienden a apegarse a los problemas y a la gente. No importa no solucionar nada al preocuparse. No importa que esos problemas rara vez tengan solución. No importa que estén tan obsesionados que ni siquiera puedan leer un libro, ver la televisión o salir a dar un paseo. No importa que sus emociones estén en constante torbellino por lo que la otra persona dijo o no dijo, de lo que hizo o no hizo, o de lo que hará después. ¡No importa que las cosas que estemos haciendo no ayuden a nadie! Sin importarnos el costo, persistiremos en ello. Apretaremos los dientes, nos asiremos a la curda y nos prenderemos a ella más fuerte que nunca. Algunos de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que nos hemos estado agarrando tan fuerte. Otros nos habremos convencido de que debemos asirnos así de fuerte. Creemos que no existe otra alternativa que la de reaccionar a esta persona o problema de esta manera obsesiva. A menudo, cuando le sugiero a la gente que se aparte de esta persona o de este problema, me responden con horror. “¡Oh, no!”, dicen, “nunca podría hacer eso. Yo lo amo, o la amo, demasiado. Me importa demasiado para hacerle eso. Este problema o esta persona es demasiado importante para mí. Tengo que permanecer apegado a ella (o a esto)”.
(Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente).
Reflexión del Dia: 11 de Abril
No podemos cambiar a las personas. Cualquier intento de controlarlas es un engaño y una ilusión. Se resistirán a nuestros esfuerzos o redoblarán los suyos para probar que no podemos controlarlas. Podrán adaptarse temporalmente a nuestras demandas, pero cuando nos demos la vuelta regresarán a su estado natural. Y aún más, la gente nos castigara por obligarla a hacer algo que no quiere, o a ser como no quiere ser
Ningún control será suficiente para efectuar un cambio permanente o deseable en otra persona. A veces podremos hacer cosas que aumenten la probabilidad de que la gente quiera cambiar, pero ni aun eso podemos garantizar o controlar.
Y esa es la verdad. Es una desgracia. A veces es difícil de aceptar, especialmente si alguien a quien amas se lastima a sí mismo o a sí misma y a ti. Pero así es. La única persona a la que puedes o podrás hacer cambiar es a ti misma. La única persona que te atañe controlar eres tú misma.
Desapégate. Renuncia. A veces cuando hacemos esto el resultado que habíamos esperado sucede rápida, a veces milagrosamente. A veces, no sucede. A veces nunca sucede. Pero tú saldrás beneficiado. No tienes que dejar de ocuparte o de amar. No tienes que tolerar el abuso. No tienes que abandonar métodos constructivos, como la intervención profesional, para solucionar tus problemas. Lo único que tienes que hacer es poner tus manos emocionales, mentales, espirituales y físicas otra vez dentro de tus propios bolsillos y dejar a las cosas y a la gente solas. Déjalas estar. Toma cualquier decisión que necesites tomar para ocuparte de ti mismo, pero no las tomes para controlar a los demás. ¡Empieza a ocuparte de ti mismo!
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
Encuentra tu Fuerza Interior…
Reflexión del Dia: 3 de Marzo
Por favor comprendan que aceptación no significa adaptación. No significa resignación ante el lamentable y mísero estado en que están las cosas. No significa aceptar o tolerar ningún tipo de abuso.
Significa, en el momento presente, que reconocemos y aceptamos nuestras circunstancias, incluyéndonos a nosotros mismos y a las personas en nuestras vidas, tal y como somos nosotros y ellas. Sólo desde tal estado poseemos la paz y la capacidad para evaluar esas circunstancias, hacer los cambios adecuados y resolver nuestros problemas. Una persona de quien se abusa no tomará las decisiones necesarias para detener ese abuso hasta que él o ella lo reconozcan. La persona debe entonces dejar de pretender que el abuso de alguna manera terminará mágicamente, dejar de pretender que no existe, o dejar de poner pretextos de por qué existe.
En un estado de aceptación somos capaces de responder con responsabilidad hacia nuestro entorno. En este estado recibimos el poder para cambiar las cosas que podemos cambiar. Los alcohólicos no pueden dejar de beber hasta que aceptan su impotencia ante el alcohol y ante su alcoholismo. Las personas con trastornos en su manera de comer no pueden solucionar sus problemas con la comida hasta que aceptan su impotencia ante la comida. Los codependientes no podemos cambiar hasta que aceptamos nuestras características codependientes, nuestra impotencia ante la gente, ante el alcoholismo y ante otras circunstancias que tan desesperadamente hemos tratado de controlar. La aceptación es la más grande paradoja: no podemos cambiar hasta que aceptemos la manera de ser que tenemos.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
Meditación 2 de Marzo… Dejando ir lo que queremos
Para aquellos de nosotros que hemos sobrevivido controlando y entregándonos, dejarlo ir puede no ser fácil. (Mas Allá de la Codependencia).
En la recuperación, aprendemos que es importante identificar lo que queremos y necesitamos. ¿Dónde nos deja este concepto? Con un paquete grande pero claramente identificado de deseos y necesidades actualmente no satisfechas. Nos hemos arriesgado para dejar de negar y para comenzar a aceptar lo que queremos y necesitamos. El problema es que la necesidad o necesidad se cuelga allí, no se cumple.
Esto puede ser un lugar frustrante, doloroso, molesto y, a veces, obsesivo.
Después de identificar nuestras necesidades, hay un siguiente paso para satisfacer nuestros deseos y necesidades. Este paso es una de las ironías espirituales de la recuperación. El siguiente paso es dejar de lado nuestros deseos y necesidades después de que hayamos tomado medidas meticulosas para identificarlos.
Los dejamos ir, los abandonamos, en un nivel mental, emocional, espiritual y físico. A veces, esto significa que debemos rendirnos. No siempre es fácil llegar a este lugar, pero generalmente es a donde tenemos que ir.
Cuántas veces he negado un deseo o una necesidad, luego repasé los pasos para identificar mis necesidades, solo para sentirme molesto, frustrado y desafiado porque no tengo lo que quiero y no sé cómo obtenerlo. Si luego me embarco en un plan para controlar o influir para lograr que se satisfaga esa necesidad o deseo, por lo general empeoraré las cosas. Buscar, intentar controlar el proceso, no funciona. Debo, lo he aprendido para mi consternación, dejarlo ir.
Algunas veces, incluso tengo que ir al punto de decir: «No lo quiero». Me doy cuenta de que es importante para mí, pero no puedo controlar eso en mi vida. Ahora, ya no me importa si lo tengo o no. De hecho, voy a ser absolutamente feliz sin eso y sin ninguna esperanza de obtenerlo, porque la esperanza de obtenerlo me vuelve loco: mientras más espero y trato de obtenerlo, más frustrado me siento porque estoy no lo entiendo».
No sé por qué el proceso funciona de esta manera.
Solo sé que así es como funciona el proceso para mí. No he encontrado forma de evitar el concepto de dejar ir.
A menudo podemos tener lo que realmente queremos y necesitamos, o algo mejor. Dejar ir es parte de lo que hacemos para conseguirlo.
«Hoy, me esforzaré por soltar esos deseos y necesidades que me están causando frustración. Los ingresaré en mi lista de objetivos, luego lucharé por dejarlos ir. Confiaré en Dios para que me traiga los deseos de mi corazón, en el tiempo de Dios y en el camino de Dios».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Serie de Meditaciones).
Meditación 26 de Enero… Ya no estamos enganchados
Podemos aprender a no quedarnos enganchados en conductas poco sanas, contraproducentes, en nuestras relaciones, conductas tales como cuidar obsesivamente de los demás, controlar, devaluarnos a nosotros mismos y creer mentiras.
Podemos aprender a ver estas conductas, a identificarlas y a decidir que no vamos a permitirnos quedar atrapados en ellas.
A menudo, la gente, conscientemente o sin pensar, hace cosas que nos arrastran a una serie de conductas contraproducentes que llamamos codependencia . Lo mas frecuente es que esos «ganchos» pueden ser casi deliberados, y los resultados predecibles.
Alguien se puede poner frente a nosotros y comentar algo o lanzar un suspiro acerca de un problema, sabiendo o esperando que esa conducta nos enganche para que nosotros nos hagamos cargo de él. Eso es manipulación.
Cuando la gente se ponga frente a nosotros y comente o suspire por algo, y luego diga tímidamente, “Pero no importa, tú no te preocupes por ello”, eso es un truco . Necesitamos reconocerlo. Estamos a punto de que nos envuelva si permitimos que esto ocurra.
Podemos aprender a insistir en que la gente nos pida sin cortapisas lo que quiere y necesita.
¿Cuáles son las palabras, las señales, las miradas, los comentarios, las claves que nos enganchan en una conducta predecible, a menudo contraproducente? ¿Qué te hace sentir simpatía por alguien? ¿Qué te hace sentir culpa? ¿Qué te hace sentirte responsable de otro?
Nuestro punto fuerte es que nos preocupemos demasiado por los demás. Nuestro punto débil es que a menudo subestimamos a la gente con la que tratamos. Ella sabe lo que está haciendo. Es tiempo de que abandonemos nuestra ingenua suposición de que la gente no hace lo que mejor le conviene, y no necesariamente lo que mejor nos conviene a nosotros.
También debemos observarnos a nosotros mismos. ¿Lanzamos “ganchos” a los demás, les lanzamos miradas,comentarios, con la esperanza de engancharlos? Necesitamos asistir en comportarnos con los demás en forma honesta y directa, en vez de esperar que vengan en nuestro rescate.
Si alguien quiere algo de nosotros, insistamos en que esa persona nos pida las cosas directamente. Pidámonos lo mismo a nosotros mismos. Si alguien lanza el anzuelo, no tenemos por qué morderlo.
«Hoy estaré consciente de las “conductas gancho” que me llevan a convertirme en cuidador de los demás y que me hacen sentir victimado. Ignoraré los comentarios, las miradas y las palabras que me enganchan, y esperaré de los demás la conducta directa y honesta que merezco».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
Reflexión del Dia: 14 de Enero
Desapégate. Renuncia. A veces cuando hacemos esto el resultado que habíamos esperado sucede rápida, a veces milagrosamente. A veces, no sucede. A veces nunca sucede. Pero tú saldrás beneficiado. No tienes que dejar de ocuparte o de amar. No tienes que tolerar el abuso. No tienes que abandonar métodos constructivos, como la intervención profesional, para solucionar tus problemas. Lo único que tienes que hacer es poner tus manos emocionales, mentales, espirituales y físicas otra vez dentro de tus propios bolsillos y dejar a las cosas y a la gente solas. Déjalas estar. Toma cualquier decisión que necesites tomar para ocuparte de ti mismo, pero no las tomes para controlar a los demás. ¡Empieza a ocuparte de ti mismo.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
Reflexión del Dia: 28 de Diciembre
El cuidar como nana no ayuda, sólo provoca problemas. Cuando tomamos a la gente a nuestro cuidado y hacemos cosas que no deseamos hacer, ignoramos necesidades, deseos y sentimientos personales.
Nos hacemos a un lado a nosotros mismos. En ocasiones estamos tan ocupados cuidando a los demás que dejamos nuestra vida entera en suspenso. Muchos cuidadores se sienten inquietos y abrumados; no disfrutan ninguna de sus actividades. Los cuidadores aparentamos ser muy responsables, pero no lo somos; pues no asumimos el compromiso de nuestra responsabilidad más alta: nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
Reflexión del Dia: 4 de Septiembre
Los problemas que causa el apego son muchos. (En este capítulo me concentraré en la preocupación y en la obsesión. En los siguientes cubriré las otras formas de apego.) Sobreinvolucarnos de alguna manera puede mantenernos en un estado de caos; puede mantener a la gente que nos rodea en ese estado. Si concentramos toda nuestra energía en la gente y en los problemas, nos queda poco para dedicar el acto de vivir nuestra propia vida. Y ya hay bastante preocupación y responsabilidad en el ambiente. Si la tomamos toda nosotros, no queda nada para la gente que nos rodea. Esto nos hace trabajar en exceso a nosotros y quitarles bastante trabajo de encima a los demás. Y aún más, preocuparnos por la gente y por los problemas no funciona. No resuelve los problemas, no ayuda a los demás y no nos ayuda a nosotros mismos. Es energía desperdiciada.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).