Hare reparaciones directas a tales personas siempre que sea posible, excepto cuando hacerlo lesionaría a ellos o a otros. (PASO NUEVE DE AL-ANON).
Cuando hacemos las paces, debemos ser claros acerca de lo que nos disculpamos y la mejor manera de decir que lo sentimos. Lo que realmente estamos haciendo con nuestras compensaciones es asumir la responsabilidad de nuestro comportamiento. Necesitamos estar seguros de que el proceso en sí mismo no será contraproducente ni dañino.
A veces, necesitamos disculparnos directamente por algo particular que hemos hecho o por nuestra parte en un problema.
Otras veces, en lugar de decir «lo siento», lo que tenemos que hacer es trabajar para cambiar nuestro comportamiento con una persona.
Hay ocasiones en que mencionar lo que hemos hecho y disculparse por ello empeorarán las cosas.
Necesitamos confiar en el tiempo, la intuición y la guía en este proceso de reparación. Una vez que estemos dispuestos, podemos soltar y abordar nuestras reparaciones de una manera pacífica, consistente y armoniosa. Si nada parece correcto o apropiado, si se siente como si lo que estamos a punto de causar causara una crisis o un caos, debemos confiar en ese sentimiento.
Actitud, honestidad, apertura y voluntad cuentan aquí. En paz y armonía, podemos esforzarnos por aclarar nuestras relaciones.
Merecemos estar en paz con nosotros mismos y con los demás.
«Hoy, estaré dispuesto a hacer las paces que necesito para hacer con la gente. Esperaré por la Orientación Divina en el proceso de hacer las correcciones que no sean claras para mí. Actuaré cuando sea dirigido. Dios, ayúdame a dejar de lado mi miedo a enfrentar a las personas y asumir la responsabilidad de mis comportamientos. Ayúdame a saber que no estoy disminuyendo mi autoestima al hacer esto; Lo estoy mejorando.»
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Serie de Meditaciones).
Etiqueta: Terapia en Doce Pasos CoDA
Meditación 29 de Diciembre… Vayamos hacia adelante
Aprende el arte de la aceptación. Causa muchísima pena. (Ya no seas Codependiente).
A veces, como parte del cuidar de nosotros mismos, llega el momento de terminar ciertas relaciones. A veces, llega el momento de cambiar los parámetros de una relación en particular.
Esto es cierto en el amor, con las amistades, con la familia y en el trabajo.
Las rupturas y los cambios en las relaciones no son fáciles. Pero a menudo, son necesarios.
A veces nos aferramos a relaciones que están muertas, por miedo a estar solos o por miedo a posponer el inevitable proceso de pena que acompaña a las rupturas. A veces necesitamos aferrarnos por tiempo, para prepararnos, para ponernos suficientemente fuertes y listos para manejar el cambio.
Si eso es lo que estamos haciendo, podemos ser suaves con nosotros mismos. Es mejor esperar hasta el momento en que actuar nos parezca solido, claro y consistente.
Sabremos cuando hacerlo. Lo sabremos . Podemos confiar en nosotros mismos.
Saber que una relación está cambiando o que está a punto de terminar es una situación incomoda, especialmente cuando aún no es tiempo de actuar pero sabemos que se acerca el momento. Puede ser embarazoso e incómodo, a medida que se cierra la lección. Podemos volvernos impacientes por cerrarla, pero aún no nos sentimos con fuerza para hacerlo. Eso está bien. El momento todavía no es el correcto. Algo importante aún está sucediendo. Cuando sea el momento preciso,
podemos confiar en que ocurrirá. Recibiremos la fuerza y la capacidad para hacer lo que necesitamos hacer.
Terminar relaciones o cambiar los limites de una relación en particular no es fácil. Requiere valor y fe. Requiere de una disposición de parte nuestra para cuidar de nosotros mismos, a veces para quedarnos solos una temporada.
Deja ir el miedo. Entiende que el cambio es una parte importante de la recuperación. Amate lo suficiente para que hagas lo que necesites hacer para cuidar de ti mismo, y encuentra la suficiente confianza para creer que volverás a amar de nuevo.
Nunca estamos volviendo a empezar. En la recuperación estamos yendo hacia delante en una progresión de lecciones perfectamente planeadas. Nos encontramos con cierta gente –en el amor, en la familia, con los amigos, en el trabajo- cuando necesitamos estar con ella. Cuando hayamos dominado la lección, seguiremos adelante. Nos encontraremos en un nuevo lugar, aprendiendo nuevas lecciones, con gente nueva.
No, las lecciones no son dolorosas. Llegaremos a ese lugar donde podremos aprender, no a partir del dolor, sino de la alegría y el amor.
Nuestras necesidades serán satisfechas.
«Hoy aceptaré el lugar donde me encuentro en mis relaciones, aunque ese lugar sea difícil e incómodo. Si estoy en medio de una ruptura, la enfrentaré y aceptaré mi pena. Dios mío, ayúdame a confiar en que el sendero en que me encuentro ha sido perfecta y amorosamente planeado para mí. Ayúdame a creer que mis relaciones me están enseñando lecciones importantes. Ayúdame a aceptar y a tener gratitud por las relaciones a medias, por las que terminan y por los nuevos comienzos».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
Meditación 29 de Noviembre… Paso Doce
El Paso Doce dice que habiendo obtenido un despertar espiritual, tratemos de llevar este mensaje a los demás. Nuestro mensaje es de esperanza, de amor, de consuelo, de salud, un modo de vida mejor que funciona.
¿Cómo lo llevamos? ¡No rescatando! ¡No controlando! ¡No obsesionándonos! ¡No volviéndonos evangelistas de la causa de la recuperación! Llevamos este mensaje de maneras pequeñas, sutiles pero poderosas. Hacemos nuestro propio trabajo de recuperación y nos convertimos en una demostración viviente de esperanza, de amor a si mismo, de consuelo y de salud. Estas calladas conductas pueden ser un poderoso mensaje.
Invitar no ordenar ni exigir a alguien a que acuda a una reunión es una manera poderosa de llevar el mensaje.
Asistir a nuestras reuniones y compartir con los demás como nos funciona a nosotros la recuperación es una forma poderosa de llevar el mensaje. Con frecuencia, nos descubrimos a nosotros mismos llevando el mensaje en forma mas efectiva que cuando nos disponemos a reformar, a convencer o a obligar a alguien a que entre en recuperación.
Cuidar como nanas a los demás y controlar no son formas de llevar el mensaje. Lo único que acarrean esas conductas es codependencia.
Y empero, la forma más poderosa de ayuda a los demás consiste en ayudarnos a nosotros mismos. Cuando hacemos nuestro propio trabajo y somos honestos y abiertos acerca de ello impactamos más a los demás que con nuestro gesto “ayudador”, más bien intencionado. No podemos cambiar a los demás, pero cuando nos cambiamos nosotros mismos, podemos terminar cambiando al mundo.
«Hoy me esforzaré en llevar el mensaje de maneras que funcionen. Dejaré ir mi necesidad de “ayudar” a la gente. En vez de ello, me concentraré en ayudarme y cambiarme a mí mismo. Si me viene una oportunidad para compartir mi recuperación con alguien, lo haré tranquilamente. Dios mío, ayúdame a demostrarle a los demás consuelo, fuerza y esperanza. Podré ser un canal para ayudar a los demás cuando esté listo. Esto no tengo que forzarlo; ocurrirá de manera natural».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
Febrero 29… Tú eres digno de ser amado
Nos regresamos… y nos regresamos… y nos regresamos… a través de las capas de miedo, de vergüenza, de heridas y de encantamientos negativos cuando descubrimos al niño exuberante, sencillo, encantador y amoroso que había, y que aún hay, en nosotros. (Más allá de la Codependencia)
Tú eres digno de ser amado. Sí, tú.
Tan sólo porque la gente no haya estado contigo, tan sólo porque ciertas personas no hayan sido capaces de demostrarte amor de maneras que sí funcionaran, tan sólo porque las relaciones hayan fracasado o se hayan agriado, eso no significa que no seas digno de ser amado.
Has tenido lecciones que aprender. A veces, esas lecciones te han lastimado.
Deja ir el dolor.
Abre tu corazón al amor.
Tú eres digno de ser amado.
Tú eres amado.
«Hoy me diré a mí mismo que soy digno de ser amado. Esto lo seguiré haciendo hasta que lo crea».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).
Superar la Codependencia
Hay una inmensa sabiduría en la Oración de la Serenidad, de los Grupos de 12 Pasos y dice:
“Dios dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y
sabiduría para distinguir la diferencia”.
Lo que NO podemos cambiar es al otro, su conducta, sus pensamientos, sus sentimientos. Lo que SÍ podemos cambiar es a nosotros mismos, nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Pistas para superarla:
. Trabajar en sanar nuestros sentimientos: Los sentimientos son nuestra brújula interna, que nos indican necesidades y al cubrirlas llegamos a la plenitud.
. Educar la mente: si nos damos cuenta, la mayoría de las veces nuestra mente, nuestros pensamientos se encuentran en el futuro (temiendo o deseando algo que creemos va a suceder) o en el pasado (con resentimientos o añoranzas). Al poner la atención en nuestros sentidos, vivimos el presente. Cuidar al “monito borracho” de nuestra mente que va de pensamiento en pensamiento. La mayoría de las veces que sufrimos, lo hacemos gratis: existe sólo en nuestra mente, no en la realidad. Por ejemplo, tu hijo, marido, quedó en estar en casa a determinada hora y no ha llegado.
Tú empiezas a imaginar que le ha pasado lo peor y sufres tremendamente. Con cada pensamiento de sufrimiento tu cuerpo segrega cantidad de toxinas que te envenenan. Pasan las horas y él llega sano y salvo. Tu sufrimiento se cambia en coraje y todas esas horas de dolor fueron gratuitas: te lo imaginaste, pero no pasó en realidad.
Educar la mente, es aprender a observarla, a detenerla y a decidir qué clase de pensamientos decides tener y cuáles no.
. Creer en los hechos, no en las palabras: a menos que los hechos respalden que puedas creer en las palabras.
. Cubrir nuestras necesidades: Las necesidades que queremos que alguien nos cubra, sean materiales o afectivas, cubrirlas nosotros. Cuando queremos que alguien haga algo positivo, preguntarnos si no somos nosotros quienes lo queremos hacer.
. Poner a los demás y a nosotros mismos los límites que necesitamos: hay señales, como si de un semáforo rojo se tratara, que nos indican cuando necesitamos marcar límites: cuando nos sentimos victimados, abusados, enojados, cuando nos quejamos y lamentamos, es hora de marcar límites y de ver qué límites hemos traspasado.
. Escucharnos: escuchar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros sueños, anhelos, gustos. Escuchar nuestro cuerpo. Observar cómo respondemos.
. Desarrollar la autoestima: trabajando en nuestras imperfecciones y potencializando los dones que tenemos.
. Crecer espiritualmente: Buscando constantemente la “magia” de la vida, descubriendo al Creador Supremo, viéndolo en mil cosas. Trabajando en las imperfecciones, limitaciones, en nuestra parte “oscura”.
. Cuidar de nosotros, sin importar qué suceda y con quién estemos: conocer y ejercer nuestros derechos personales. Somos la única persona con la que estaremos toda nuestra vida a cada instante, por lo tanto, somos a quien más necesitamos cuidar.
. Desapegarnos, desprendiéndonos del cuidado obsesivo por otros, para hacerlo por nosotros mismos: en el desprendimiento hay mucho amor y respeto; respeto a tu capacidad de crecer, a tu capacidad de manejar tus problemas,
al modo como quieres vivir tu vida, y amor, amor a tu única individualidad, amor a la esencia del ser que eres. En el desprendimiento cambiamos la energía hacia nosotros: Dejamos de meter la mano en responsabilidades de otros y empezamos a hacernos cargo de nuestras responsabilidades: explorar nuestros sentimientos, satisfacer nuestras
necesidades y luchar por nuestros derechos teniendo límites claros. El desprendimiento es el primer paso hacia la desvictimización, dejamos de ser víctimas de otros, de nosotros mismos, de nuestra historia personal, de la vida. Nos hace ver nuestra impotencia ante lo que no podemos controlar, para que recuperemos nuestro poder personal.
“Dejar ir” es permitir a los otros, que se hagan responsables de sus vidas.
”Dejar ir”, es no criticar y manejar a alguien, sino convertirme en lo que sueño ser.
(Tomado del Libro: LIBÉRATE DE SER REDENTORA de Berenice Sáinz Gómez)
Reflexión del Dia: ¡Se que alguien cuida de mi!
A veces aun permito que otros me controlen. En ocasiones no estoy segura de cuando esta bien tener la aprobación de la gente y cuando es una conducta codependiente. No siempre estoy segura de cuando es adecuado dar de uno mismo y cuando estoy cuidando como nana a los demás. Y a veces me asusto.
Pero lo mejor que me ha pasado es que he empezado a sentirme en paz. Por primera vez en mi vida quiero vivir, y creo que existe un propósito para mi vida.
Mi relación con mi Poder Superior,Dios,se ha mejorado. No tengo el control de mi vida, pero al trabajar en mi programa, esta se ha vuelto manejable. Se que alguien esta cuidando de mi y ayudándome a que yo cuide de mi misma.
¡Y estoy orgullosa de mi recuperación!.
(Melody Beattie de su Libro Mas Allá de la Codependencia).
Primer Paso Terapia (CoDA)
PRIMER PASO. “ADMITIMOS QUE ERAMOS IMPOTENTES ANTE LOS DEMÁS Y QUE NUESTRAS VIDAS SE HABÍAN VUELTO INGOBERNABLES”.
Para muchos de los que hemos llegado a CoDependientes Anónimos, consideramos que los problemas de los demás se había convertido en una forma de vida. Gente bien intencionada debe habernos dicho que realmente éramos responsables del bienestar de otros y que nuestras palabras y acciones eran lo bastante poderosas para cambiar a aquellos con los que nos relacionábamos. Habiendo cargado esta enseñanza a la edad adulta, la mayoría de nosotros hemos tenido problemas con nuestra pareja, hijos, amigos, compañeros de trabajo o padres. Hemos convertido a esos OTROS en nuestro Poder Superior, definiendo QUIEN SOMOS por lo que IMAGINAMOS que ellos piensan . Determinados a controlar, administrar , guiar a otros hicimos a un lado nuestro propio bienestar INDEFINIDAMENTE.
En CoDependientes Anónimos, estamos abriéndonos a una nueva manera de pensar y vivir. Una forma que nos ofrece poner un fin a nuestra manera compulsiva de tratar de ARREGLAR LO INARREGLABLE.
IMPOTENCIA: Hasta hoy hemos aplicado el auto control, la obsesividad y nuestro confundido pensamiento, a nuestros problemas de la vida. Cuando nuestras relaciones se rompían, muchos de nosotros sólo tratábamos con mayor tenacidad, aplicábamos nuestro arsenal de mala información con una venganza; nuestra fuerza de voluntad, tomaba muchas formas; éramos excesivamente pacientes; éramos complacedores de personas, nos conformábamos, nos rebelábamos, nos quejábamos, culpábamos, nos lastimábamos y lastimábamos a otros; algunos de nosotros tuvimos que llegar hasta el límite de la locura o de la muerte para querer admitir nuestra impotencia; y todo el tiempo estuvimos convencidos de que hacíamos lo correcto ¿dónde estaba el éxito?
Tomamos unos momentos para reflexionar sobre la sutileza que significaba tratar de sentirnos bien con nosotros mismos, enfocándonos en los problemas reales o imaginarios de los demás; y nos recordamos a nosotros mismos que jamás hemos tenido la clase de poder que esos viejos pensamientos sugerían que aplicáramos; y nos preguntamos: “¿Pero, que hay de este viejo arrastrar?”, “¿Algún día me libraré de estos pensamientos agobiantes?”.
INGOBERNABILIDAD: La segunda parte de este paso nos lleva a recordar nuestro pasado. Nuestras vidas se habían vuelto INGOBERNABLES por que habíamos escogido solucionar los problemas de una manera que no funciona ; hicimos que nuestro bienestar dependiera del imaginario bienestar (o falta del mismo) de OTROS .
Existen posibilidades que hasta el momento , nuestras vidas estuvieron fuera de control, las ciertas formas de protección sobre las que nos habíamos apoyado para sobrevivir ya no funcionaban. Éramos víctimas de un comportamiento compulsivo tan sutil, poderoso y destructivo, que ningún fondo ordinario podía romper con él; nuestras vidas eran verdaderamente ingobernables; es en este punto cuando nuestras viejas ideas comenzaron a desmoronarse y nos abrimos a la posibilidad de que existiera otra manera.
Nuestra nueva vida en CoDependientes Anónimos comenzó con el PRIMER PASO. Cuando fuimos capaces de decir las palabras. Admitimos que somos impotentes ante los demás y que nuestras vidas se han vuelto INGOBERNABLES; pusimos la llave en la puerta de nuestra recuperación. Renunciamos a hacer Dioses de nosotros mismos o de los demás. Hemos dado cabida a un verdadero poder superior , sobre el cual podremos depositar eventualmente nuestra FE y CONFIANZA. En este momento no tengo que controlar a nadie, incluyéndome a MI, y si me siento incómodo, por lo que otra persona está haciendo o dejando de hacer, puedo recordarme a mí mismo SOY IMPOTENTE ante esa persona y SOY IMPOTENTE ante mi compulsión por actuar en formas INAPROPIADAS.
ACTIVIDAD SUGERIDA:
1.- Leer detenidamente la lista de las Características de Codependencia, y seleccionar aquellas aplicables a usted, para ello requerirá orar en privado y en silencio, intentando determinar su adicción principal. Colocar una estrella para resaltar esta adicción.
2.- Invitar a los miembros a trabajar el Paso Uno, los que pueden declaren al grupo la naturaleza de su codependencia. Se puede animar o animarse mutuamente, pero no se fuerza a nadie, nunca.
3.- Las personas que no logren identificar su adicción principal durante la reunión, deben intentarlo en sus casas orando y reflexionando, en cualquier reunión posterior pueden tomar la palabra y declarar su codependencia, y así seguir al Paso Dos.
4.- Termina la reunión con una oración (puede ser un Padre Nuestro).
5.- Lectura bíblica sugerida: Romanos 7:14-25
(Hago lo que no quiero y no hago lo que quiero).14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.24 !Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
(Tomado de Codependientes Anónimos (CoDA) y del Libro Co-dependencia ¿Es posible recuperarse? de M. Joan Gerards).