Un niño es como una planta. Si hemos recibido mentiras en lugar de amor y un mal trato en lugar de atención, nos quedamos debilitados y enfermos. Con la cantidad adecuada de luz y de agua, florecemos. Las personas somos mas adaptables y resistentes que las plantas y tratamos de extender nuestras raíces lejos del horror y del dolor de las toxinas de la niñez . A menudo, sin embargo, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, absorbemos esas toxinas y nos ponemos enfermos.
En los hogares sanos, los niños reciben todo el amor y la atención que necesitan. Puede que no reciban todo el que quieren, pero se establecen unos limites apropiados. Estos niños no están bajo los efectos de ninguna privación y existe suficiente alimento y orientación como para satisfacer todas las necesidades. Se supone que las personas que viven en hogares sanos son honestas, abiertas al cambio y flexibles. Los cuerpos son alimentados con comida sana. Las mentes son sembradas de pensamientos abiertos y positivos. Aliento y animo son proporcionados con generosidad. Una energía positiva fluye libremente a lo largo de toda la familia. La propia casa es un lugar seguro para crecer, explorar y experimentar en el mundo .
Hoy día, de adultos, podemos crear un hogar de estas características para nosotros mismos. Para ello tenemos que aprender a tratarnos a nosotros mismos como si fuéramos nuestro propio hijo natural . A medida que aprendemos, no nos criticamos, ni nos ridiculizamos ni nos castigamos. No tenemos que ser perfectos. Si nos alentamos en nuestros esfuerzos y dejamos que nuestro amor se lea en nuestros ojos cuando nos miramos al espejo, veremos a una persona sana, en desarrollo.
Preguntate: ¿Como podría hacerme con un hogar sano para mi mismo, físicamente, socialmente, emocionalmente y espiritualmente? a través de ¿que cambios lo lograría?
(Dorothy May de su Libro Codependencia. La Dependencia Controladora/La Dependencia Sumisa)