REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Con frecuencia he descubierto que, aun cuando hacer una reparación significa cambiar nuestro comportamiento, también una explicación breve y una disculpa por conductas pasadas ayudan.
Las palabras «lo siento» son palabras potentes y curativas. ¿Cuántas veces hemos deseado oírlas de otra persona? No el «lo siento» que oímos de las personas adictas llenas de remordimientos, sino una disculpa directa. Las disculpas pueden tener un efecto curativo en nuestras relaciones.
No tenemos control sobre las disculpas que nos gustaría oír de otros, pero podemos hacer nuestra parte en sanar nuestras relaciones.
A veces nuestras reparaciones son económicas. Necesitamos hacer una restitución con más que palabras o cambios de comportamiento. Necesitamos pagar un dinero. Muchos de nosotros comenzamos nuestra recuperación de la codependencia atrapados por grandes problemas financieros. He hablado con muchas personas que han llegado a deber $30,000, $50,000, o más cuando empezaron su recuperación.
Las deudas generalmente resultan de nuestra participación en relaciones disfuncionales, meternos más allá de nuestras posibilidades, y luego encontrarnos (no a nuestra pareja) atrapados por una carga económica cuando la relación termina. A veces pedimos prestado para ayudar al otro. Aveces la ingobernabilidad financiera se convierte en parte íntegra del paquete codependiente.
La voluntad de asumir la responsabilidad por nuestros problemas financieros es crítica para la recuperación. Muchos de nosotros nos hemos permitido victimizar terriblemente en asuntos financieros. Eso es un duro golpe que soportar, pero si hemos de recuperarnos, debemos empezar a traer reparación y curación a esa área de nuestras vidas.
Hacemos lo que podemos para traer justicia y equidad a la situación. Si hay algún modo de aliviarnos de la responsabilidad financiera que pertenece a otro, damos los pasos para hacer eso.
Eso es parte de hacer reparaciones a nosotrosmismos. Hasta donde sea posible, tomamos las medidas para asegurar que cada uno de nosotros es financieramente responsable sólo de sí mismo o misma. Ya no nos permitimos victimizar o martirizar más.
A veces, para poder tomar la responsabilidad por nosotros mismos en asuntos financieros, nos encontramos apretando el cinturón. A veces nuestro crédito no existe. A veces se nos queda la deuda de otro, nos guste o no.
Yo creo que podemos y debemos dar pasos asertivos para protegernos hasta donde sea posible.
Pero si hemos hecho lo posible, y aún nos encontramos con la responsabilidad de una deuda ajena, con frecuencia debemos afrontar y aceptar ese hecho. A veces la sola disposición comienza a producir curación y gobernabilidad en esa área de nuestra vida. A veces dar hasta los pasos más pequeños para hacer reparaciones financieras, pone en movimiento una fuerza poderosa.
Cuando asumí la responsabilidad financiera por mí misma y empecé a hacer reparaciones por el lío económico en que me encontraba, comenzaron a suceder milagros. Sí, me sentía victimizada.
Sí, me había permitido victimizar. Si, tenía muchos sentimientos al respecto. Pero para avanzar, necesité trabajar con esos sentimientos y comenzar a moverme hacia una solución.
Dejé de culpar a la otra persona por el embrollo financiero y comencé a responsabilizarme financieramente por mi misma.
Dejé de permitir que me victimizaran. Me protegí legalmente. Luego me puse una meta para hacer restitución financiera. Llamé y envié cartas a mis acreedores. Comencé concienzudamente a hacer los pagos que podía. En aquel entonces, generalmente era como $5.00 al mes, a veces sobre cuentas de $5,000. Los acreedores querían más, por supuesto, pero eso no era posible. Dar más habría lastimado a las personas a quienes tenía que mantener mensualmente. Con consideración y cuidado hice lo que pude.
Fue entonces cuando comenzaron los milagros. Eso es todo lo que puedo decir. Comenzaron a suceder cosas. Una de las cuentas del hospital en la que había incurrido durante lo más álgido de mi codependencia, cuando tuve meningitis viral, sumaba miles de dólares. No tenía seguro.
Comencé a hacer pequeños pagos mensuales. Seis meses más tarde, recibí una carta del hospital que describía un programa especial que permitía eliminar ciertas deudas pendientes. Yo calificaba, y mi deuda se borró.
Otras deudas comenzaron a pagarse lentamente. El dinero que me ayudaba llegaba de fuentes inesperadas.
La responsabilidad fiscal es una parte importante de la recuperación. Podemos fiel y responsablemente hacer lo posible en la medida que podamos.
A veces no sabemos por seguro qué hacer respecto a cierta reparación. Quizá estamos dispuestos a hacer la reparación, pero inseguros en cuanto a la forma. Quizá la naturaleza de nuestra responsabilidad no sea clara. Tal vez hacer la reparación dañaría a terceros, ya sea alguien en nuestra familia o a la persona a quien hacemos la reparación. Siempre, siempre he encontrado que si me pregunto a mí misma y a mi Poder Superior qué necesito hacer para hacer la reparación, la respuesta me llega. Se me guía a tomar los mejores pasos.
A veces la persona a quien debemos una reparación no está disponible; quizá esa persona ya murió. Con frecuencia, un lío aún mayor resultaría si fuéramos a contactar cierta persona.
Necesitamos emplear discreción al hacer nuestras reparaciones.
Debemos esperar pacientemente guía o dirección en este proceso de hacer reparaciones.
Necesitamos cuidar de nosotros ante la gente. Queremos lograr la autoestima, paz, armonía, y alivio de la culpa, que trae el hacer reparaciones. Pero no queremos precipitarnos y crear, con nuestras reparaciones, más problemas de los que resolvemos.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).