
Podemos permitirnos tener cercanía con la gente.
Muchos de nosotros tenemos patrones profundamente inculcados de sabotear las relaciones. Algunos podemos terminar instintivamente una relación una vez que esta llega a cierto nivel de cercanía e intimidad.
Cuando empezamos a sentirnos cerca de alguien, podemos decir que esa persona tiene cero defectos de carácter, y luego hacerlos tan grandes, que es lo único que le podemos ver. Podemos retirarnos o empujar a la persona para crear distancia. Podemos empezar a criticarla, una conducta que seguramente provoca distanciamiento.
Podemos tratar de controlar a la persona, una conducta que impide la intimidad.
Podemos decirnos a nosotros mismos que no queremos o necesitamos otra persona, o asfixiar a la persona con nuestras necesidades.
A veces nos derrotamos a nosotros mismos tratando de tener cercanía con gente que no está en condiciones para la intimidad, gente con adicciones activas o que no quiere tener cercanía con nosotros. A veces escogemos gente con particulares defectos para que cuando llegue el momento de la cercanía, podamos tener un pretexto para escapar.
Estamos asustados y nos da miedo perdernos a nosotros mismos. Tememos que la cercanía signifique que no seamos capaces de adueñarnos de nuestro poder para cuidar de nosotros mismos.
En la recuperación estamos aprendiendo que está bien que nos permitamos tener cercanía con la gente. Estamos escogiendo relacionarnos con gente sana, segura, de modo que la cercanía es una posibilidad. Cercanía no significa que tengamos que perdernos a nosotros mismos, o nuestra vida. Como dijo un hombre, estamos aprendiendo que podemos adueñarnos de nuestro poder con la gente, aunque tengamos cercanía con ella, aunque la otra persona tenga algo que nosotros necesitemos.
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

Categoría: REFLEXIONES DIARIAS
Reflexión del Dia: 11 de Mayo

Muchos de nosotros nos criticábamos sin misericordia antes de la recuperación. También podemos tener la tendencia a criticarnos después de empezar la recuperación.
«Si realmente me estuviera recuperando, no estaría haciendo eso de nuevo…» Debería estar más adelantada de lo que estoy». Estas son afirmaciones en las que caemos cuando estamos sintiendo vergüenza. No necesitamos tratarnos a nosotros mismos de esa manera. No hay ningún beneficio en ello.
Recuerda, la vergüenza nos bloquea, pero el amor propio y la aceptación nos permiten crecer y cambiar.Si realmente hemos hecho algo de lo que nos sentimos culpables, podemos corregirlo con una reparación del daño y con una actitud de autoaceptación y amor.
Aunque recaigamos en nuestras viejas codependientes maneras de pensar, de sentir y de comportarnos, no necesitamos sentirnos avergonzados. Todos tenemos regresiones de vez en cuando. Así es como aprendemos a crecer. La recaída, o reciclaje, es una parte importante y necesaria de la recuperación. Y la manera de salir del reciclaje es no avergonzándonos a nosotros mismos. Eso nos hunde más hondo en la codependencia.
El exceso de dolor viene de tratar de ser perfectos. La perfección es imposible a menos que pensemos en ella de una nueva manera: perfección es ser quienes somos y donde estamos hoy; es aceptarnos y amarnos tal como somos. Todos estamos justo donde debemos estar en nuestra recuperación.
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

Reflexión del Dia: 9 de Mayo

La vida es una Maestra Suave que quiere ayudarnos a aprender. Las lecciones que quiere enseñarnos son aquellas que necesitamos aprender. Algunos dicen que ésas son las lecciones que hemos escogido aprender antes de nacer. Otros, que son lecciones que otros nos escogieron.
Es frustrante estar en medio del aprendizaje. Es como sentarse en clase de álgebra, escuchando al maestro explicar un tema que está más allá de nuestra comprensión. Nosotros no entendemos, pero el maestro da por sentado que sí.
Podemos sentirnos como si alguien estuviera tratando de atormentarnos con mensajes que nunca entenderemos. Nos esforzamos y nos esforzamos. Llegamos a enojarnos. A frustrarnos. A confundirnos. Finalmente, desesperados, nos retiramos, decidiendo que esa formula nunca estará al alcance de nuestra mente.
Mas tarde, mientras damos un silenciosos paseo, lo comprendemos. Calladamente, el don del entendimiento ha llegado a nuestro lugar mas profundo. Comprendemos. Hemos aprendido. Al siguiente día, en clase, nos resulta difícil imaginar que no sabíamos. Es difícil recordar la frustración y la confusión de aquellos que aun no han entendido. Parece tan fácil… ahora.
La vida es una Maestra Suave . Seguirá repitiendo la lección hasta que la aprendamos. Esta bien que lleguemos a sentirnos frustrados. Confundidos. Enojados. A veces esta bien llegar a desesperarnos. Luego, esta bien apartarnos y permitir que nos llegue el entendimiento.
¡Lo hará!
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

Reflexión del Dia: 6 de Mayo

Preocuparse, obsesionarse y controlar son ilusiones. Son trucos que construimos nosotros mismos. Sentimos que estamos haciendo algo para solucionar nuestros problemas, pero no es así. Muchos de nosotros hemos reaccionado de esta manera con justificada buena razón. Podremos haber vivido con problemas complicados y serios que han perturbado nuestra vida, y que a cualquier persona normal podrían volver ansiosa, perturbada, preocupada y obsesionada. Podemos amar a alguien que tiene problemas, alguien fuera de control. Su problema puede ser el alcoholismo, un trastorno de la alimentación, apostar de una manera compulsiva, un problema emocional o mental, o cualquier combinación de estos.
Algunos de nosotros podremos haber vivido con problemas menos serios, pero que nos preocupan de todas maneras. Las personas que amamos o que nos importan pueden tener cambios súbitos en sus estados de ánimo. Pueden hacer cosas que desearíamos que no hicieran. Podemos pensar que él o ella podrían hacer las cosas de otra manera, de un modo mejor, de una forma que creemos que no causaría tantos problemas.
Por fuerza del hábito, algunos de nosotros hemos desarrollado una actitud de apego, de preocuparnos, reaccionar y obsesivamente tratar de controlar. Quizá hemos vivido con personas y a través de eventos que estaban fuera de control. Tal vez obsesionándonos y controlando pudimos guardar un equilibrio o lograr que temporalmente las cosas no empeoraran. Y luego simplemente seguimos haciendo lo mismo. Quizá teníamos miedo de soltarnos, porque cuando nos soltamos en el pasado sucedieron cosas terribles y dolorosas. Tal vez hemos estado apegados a la gente –viviendo sus vidas por y a través de ella– durante tanto tiempo que ya no nos queda una vida propia por vivir. Es más seguro seguir apegados. Por lo menos sabríamos que estamos vivos si reaccionáramos. Al menos tendríamos algo qué hacer si estuviéramos obsesionándonos o controlando. Por varias razones los codependientes tienden a apegarse a los problemas y a la gente. No importa no solucionar nada al preocuparse. No importa que esos problemas rara vez tengan solución. No importa que estén tan obsesionados que ni siquiera puedan leer un libro, ver la televisión o salir a dar un paseo. No importa que sus emociones estén en constante torbellino por lo que la otra persona dijo o no dijo, de lo que hizo o no hizo, o de lo que hará después. ¡No importa que las cosas que estemos haciendo no ayuden a nadie! Sin importarnos el costo, persistiremos en ello. Apretaremos los dientes, nos asiremos a la curda y nos prenderemos a ella más fuerte que nunca. Algunos de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que nos hemos estado agarrando tan fuerte. Otros nos habremos convencido de que debemos asirnos así de fuerte. Creemos que no existe otra alternativa que la de reaccionar a esta persona o problema de esta manera obsesiva. A menudo, cuando le sugiero a la gente que se aparte de esta persona o de este problema, me responden con horror. “¡Oh, no!”, dicen, “nunca podría hacer eso. Yo lo amo, o la amo, demasiado. Me importa demasiado para hacerle eso. Este problema o esta persona es demasiado importante para mí. Tengo que permanecer apegado a ella (o a esto)”.
(Melody Beattie de su Libro Ya No seas Codependiente).

Reflexión del Dia: 5 de Mayo

Siendo codependientes, pasamos mucho de nuestro tiempo rescatando. Somos la prueba viviente de que la gente puede ganarle a Dios. Por lo general yo detecto a un codependiente los primeros cinco minutos después de conocerlo y hablar con él. Él o ella o bien me ofrecerán ayuda que no he pedido, o seguirán hablando conmigo aunque resulta obvio que están incómodos y desean terminar con la conversación. La persona empieza la conversación tomando la responsabilidad por mí y no tomándola para sí misma.
Algunos nos cansamos tanto del enorme peso—la responsabilidad total por todos los seres humanos— que podemos brincarnos los sentimientos de lástima y preocupación que acompañan a los actos de rescate y seguirnos con la ira o el enojo. Estamos enojados todo el tiempo; sentimos ira y resentimiento contra víctimas potenciales. Una persona con una necesidad o un problema provoca que sintamos la necesidad de hacer algo o nos sentiremos culpables. Después del rescate, no ocultamos nuestra hostilidad hacia este incómodo predicamento.
El cuidar como nana no ayuda, sólo provoca problemas. Cuando tomamos a la gente a nuestro cuidado y hacemos cosas que no deseamos hacer, ignoramos necesidades, deseos y sentimientos personales. Nos hacemos a un lado a nosotros mismos. En ocasiones estamos tan ocupados cuidando a los demás que dejamos nuestra vida entera en suspenso. Muchos cuidadores se sienten inquietos y abrumados; no disfrutan ninguna de sus actividades. Los cuidadores aparentamos ser muy responsables, pero no lo somos; pues no asumimos el compromiso de nuestra responsabilidad más alta: nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Libro Ya No sea Codependiente).

Reflexión del Dia: 4 de Mayo

No necesitamos eliminar todas nuestras reacciones hacia la gente y hacia los problemas. Las reacciones pueden ser útiles. Pueden ayudarnos a identificar lo que nos gusta y lo que nos hace sentirnos bien.
Nos ayudan a identificar los problemas dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Pero la mayoría de nosotros reaccionamos demasiado. Y gran parte de las cosas a las que reaccionamos son tonterías. No son tan importantes, y no ameritan el tiempo ni la atención que les damos. Algunas de nuestras reacciones son respuestas a las reacciones que los demás tienen frente a nosotros. (Estoy furiosa porque él se puso furioso; él se puso furioso porque yo estaba enojada; yo estaba enojada porque pensé que él estaba enojado conmigo; pero no estaba enojado sino herido porque…)
Nuestras reacciones pueden ser el eslabón de una cadena de reacciones tal que a menudo los involucrados están irritados y nadie sabe por qué. Simplemente están irritados. Luego, todos están fuera de control y a la vez son controlados. A veces la gente se comporta de cierta manera para provocar que nosotros reaccionemos de otra. Si dejamos de reaccionar de esta cierta manera, la privamos de lo divertido que esto le resulta. Quedamos fuera de su control y le quitamos el poder que tiene sobre nosotros.
A veces nuestras reacciones provocan que los demás reaccionen de cierto modo. (Pero no necesitamos seguir haciéndolo, ¿o sí?) A veces el reaccionar estrecha nuestra visión en tal forma que nos quedamos varados reaccionando a los síntomas o a los problemas. Podemos estar tan ocupados reaccionando que no tenemos tiempo ni energía para identificar el problema real, y mucho menos para descubrir cómo solucionarlo. Podemos pasar años reaccionando ante cada incidente provocado por la bebida y la crisis resultante, ¡fallando completamente en reconocer que el verdadero problema es el alcoholismo! Aprende a dejar de reaccionar de maneras que no son necesarias y que no funcionan. Elimina las reacciones que te lastiman.
(Melody Beattie de su Libro Ya No sea Codependiente).

Reflexión del Dia: 3 de Mayo

Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe. Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos. Dejamos de crear un caos en nuestra mente y en nuestro medio ambiente. Cuando no nos hallamos reaccionando de un modo ansioso compulsivo, nos volvemos capaces de tomar buenas decisiones acerca de cómo amar a la gente y de cómo solucionar nuestros problemas. Nos liberamos para comprometernos y para amar de modo que podamos ayudar a los demás sin lastimarnos a nosotros mismos.
Las recompensas que el desapego nos brinda son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y de recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas. Encontramos la libertad para vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o de responsabilidad hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas. Dejamos de mortificarnos por ellos y lo perciben, de modo que finalmente comienzan a preocuparse por ellos. ¡Qué gran plan! Cada quien atiende sus propios asuntos.
(Melody Beattie de su Libro Ya No sea Codependiente).

Reflexión del Dia: 2 de Mayo

No tienen por qué ser perfectas las decisiones tomadas. No tenemos que ser perfectos. Ni siquiera tenemos que ser casi perfectos. Podemos ser simplemente quienes somos. Podemos equivocarnos en nuestras elecciones. No somos tan frágiles que no podamos manejar el hecho de haber cometido un error. ¡No es para tanto! Es parte del vivir.
Podemos aprender de nuestros errores, o sencillamente podemos tomar otra decisión. La cita que sigue trata acerca de la toma de decisiones en el mundo de los negocios, y creo que también se aplica a otras áreas de la vida:
Si tomas una decisión, te convertirás en un héroe dentro del mundo de los negocios. Si el 30 por ciento de tus decisiones son correctas, serás un gran triunfador!78
Incluso podemos cambiar de manera de pensar. Y luego volver a cambiar. Y luego otra vez. Los codependientes vacilan. Como codependientes, estamos en medio de situaciones perturbadoras.
Podemos ir de aquí para allá; podemos correr al alcohólico, y luego recibirlo de nuevo. Podemos irnos, regresar, luego irnos otra vez. Así es como llegaremos a donde vamos. Está bien. Demos un paso más adelante, es normal y a menudo necesario.
“Pero”, un codependiente puede objetar, “no sabes cómo es mi mente. En ocasiones tengo pensamientos terribles. A veces tengo fantasías inenarrables”. Todos los tenemos, y es normal, especialmente si vivimos con un alcohólico. En nuestra mente podemos haber ido cien veces al funeral de nuestro cónyuge alcohólico. Nuestros pensamientos son la clave para nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos son la clave para nuestros pensamientos. No tenemos que reprimir. Necesitamos dejar que los pensamientos y sentimientos nos atraviesen, y luego determinar qué debemos hacer para cuidar de nosotros mismos.
(Melody Beattie de su Libro Ya No sea Codependiente).

Reflexión del Dia: 1 de Mayo

No escuchar a nuestras necesidades y deseos, y decirnos que lo que deseamos está mal, nos esconde la información que necesitarnos para hacer buenas elecciones. Buscar una segunda opinión y los “qué tal si” tampoco ayudan. Estamos aprendiendo a amarnos, a confiar y a escucharnos a nosotros mismos.
Quizá hemos usado nuestras mentes en forma inadecuada, preocupándonos y obsesionándonos, y nuestras mentes están cansadas, hemos abusado de ellas y están llenas de pensamientos de ansiedad. También estarnos aprendiendo a detener estos patrones.
Tal vez perdimos la fe en nuestra capacidad para pensar porque la gente nos ha dicho que no podemos pensar ni tomar decisiones correctas. Nuestros pudres pueden haber provocado esto en forma directa o indirecta cuando éramos niños. Pueden habernos dicho que éramos tontos. O puede ser que hayan tomado todas las decisiones por nosotros. Quizá criticaron todas las elecciones que hicimos. O pueden habernos confundido negándonos o rehusándose a reconocer nuestra capacidad para pensar cuando señalábamos problemas en casa.
Tal vez tuvimos dificultades con compañeros en la escuela cuando éramos chicos; en vez de hacer lo que necesitábamos para resolver el problema, nos dimos por vencidos y nos convencimos de que no podíamos pensar ni solucionar las cosas.
La gente puede haber menospreciado a inteligencia de las mujeres, pero esas son tonterías. No somos tontas. Las mujeres podemos pensar. Los hombres pueden pensar. Los niños pueden pensar.
Podemos vivir ahora con gente que nos está diciendo directa o indirectamente que no podemos pensar. Muchos de ellos pueden incluso decirnos que estamos locos, pero los alcohólicos hacen eso con la gente que vive con ellos. ¡Tal vez hayamos empezado a pensar que estamos locos! Pero no crean nada de eso ni por un minuto.
(Melody Beattie de su Libro Ya No sea Codependiente).

Reflexión del Dia: 30 de Abril

Muchos de nosotros nos sentimos más seguros estando solos o involucrados en relaciones en las que “no estemos involucrados emocionalmente”, que cuando tenemos relaciones que nos hacen emocionalmente vulnerables, que nos hacen tener cercanía y ser amorosos. Yo lo entiendo. A pesar de la serie de necesidades y deseos que quedan insatisfechos cuando no amamos, podemos sentirnos más seguros al no amar. No arriesgamos la incertidumbre y la vulnerabilidad que la cercanía brinda. No nos arriesgarnos al dolor que nos causa el amar, y a muchos de nosotros el amar nos ha provocado enorme cantidad de dolor. No nos arriesgamos a quedar atrapados en relaciones que no funcionan. No nos arriesgamos a tener que ser quienes somos, lo cual incluye ser emocionalmente honestos y los posibles rechazos a ello. No nos arriesgamos a que la gente nos abandone; no nos arriesgamos. Y no tenemos que pasar por la difícil situación de iniciar relaciones. Cuando no nos acercamos a la gente, por lo menos sabemos qué esperar: nada. Negar nuestros sentimientos de amor nos protege de la ansiedad que nos causa el amar. El amor y la cercanía a menudo conllevan una sensación de pérdida de control. El amor y la cercanía retan a nuestros miedos más profundos acerca de quiénes somos y de si está bien que seamos nosotros mismos, y acerca de quiénes son los demás y si eso está bien. El amor y la cercanía —involucrarse con la gente— son los mayores riesgos que un hombre o una mujer pueden tomar. Se requiere honestidad, espontaneidad, vulnerabilidad, confianza, responsabilidad, autoaceptación y aceptación de los demás. El amor brinda gozo y calidez, pero también exige de nosotros que estemos dispuestos a sentirnos ocasionalmente heridos y rechazados.
Muchos hemos aprendido a huir de la cercanía, en vez de tomar los riesgos que esta implica. Huimos del amor u obstaculizamos la cercanía de muchas maneras. Alejamos a las personas o hacemos cosas que las lastimen para que no quieran estar cerca de nosotros. En nuestra mente hacemos cosas ridículas para convencernos de que no queremos la cercanía. Encontramos fallas en todas las personas que acabamos de conocer; rechazamos a la gente antes de que esta tenga oportunidad de rechazarnos. Usarnos máscaras y fingimos ser algo distinto a lo que somos. Desperdigamos nuestras energías y nuestras emociones en tantas relaciones que así no nos acercamos demasiado a alguien ni nos volvemos vulnerables para esa persona; a esta técnica alguien le llama “echarle agua a la leche”. Nos conformamos con relaciones artificiales, en las cuales no se espera de nosotros ni se nos pide cercanía. Actuamos papeles en vez de ser una persona real.
Nos alejamos emocionalmente en las relaciones que tenemos. En ocasiones, impedimos la cercanía sencillamente al rehusarnos a ser honestos y abiertos. Algunos nos sentamos, paralizados por el miedo, incapaces de iniciar relaciones o de disfrutar de la cercanía en las relaciones que ya tenemos. Algunos huimos; nos retiramos físicamente de cualquier situación en la cual puedan estar presentes el amor, la vulnerabilidad emocional y el riesgo. Como dice una amiga, “todos tenemos en el closet un par de zapatos para correr”.
Huimos de la cercanía por muchas razones. Algunos especialmente los que crecimos dentro de situaciones de alcoholismo en la familia, no podremos haber aprendido nunca cómo iniciar relaciones y cómo tener cercanía una vez que la relación comienza. En nuestras familias la cercanía no se consideraba segura, ni se enseñaba ni se permitía. Para mucha gente, cuidar de los demás y usar sustancias químicas, se volvieron sustitutos de la intimidad.
Algunos nos permitimos tener cercanía con alguien una vez o dos, y luego fuimos lastimados. Podemos haber decidido (en algún nivel) que era mejor y más seguro no tener cercanía, no arriesgarnos a ser heridos de nuevo.
Algunos aprendimos a huir de relaciones que no nos convienen. Pero para algunos de nosotros, el huir de la cercanía o el evitarla se ha vuelto un hábito, un hábito destructivo que nos impide obtener el amor y la cercanía que verdaderamente queremos y necesitamos. Algunos podremos estar engañándonos a nosotros mismos, de modo que ni siquiera nos percatamos de que huimos ni de lo que huimos. Quizá estemos huyendo cuando ni siquiera es necesario hacerlo.
El trato cercano con los demás puede parecernos un asunto temerario, pero no tiene por qué asustarnos tanto. Y no es tan difícil. Nos sentimos bien incluso cuando nos relajamos y dejamos que suceda. Está bien sentir miedo de la cercanía y del amor, pero también está bien que nos permitamos amar y sentirnos cerca de la gente. Está bien dar y recibir amor. Podemos tomar buenas decisiones acerca de a quién amar y cuándo hacerlo. Está bien que seamos como somos al estar en contacto con la gente.
Tomemos el riesgo de hacerlo. Podemos confiar en nosotros mismos. Podemos pasar por la difícil situación y la fricción que causa el iniciar relaciones. Podemos encontrar personas en quienes es seguro confiar. Podemos abrirnos, volvernos honestos y ser quienes somos. Incluso podemos manejar el hecho de ser heridos o rechazados de vez en cuando. Podemos andar sin perdernos a nosotros mismos y sin ceder.
(Melody Beattie de su Libro Ya No sea Codependiente).
