Cuando amamos a otro demasiado, cuando desesperadamente queremos y necesitamos lo que ellos tienen -llámese aceptación, aprobación, amor o amistad- quizá renunciemos a nuestra capacidad de cuidar de nosotros mismos cuando estamos con ellos, por miedo a no recibir lo que necesitamos. Quizá tengamos la esperanza de lograr controlar todo con base en fuerza de voluntad, para estar por fin a salvo y alcanzar lo quenecesitamos.
¡No lo lograremos!
Estas ideas son ilusiones. No somos defectuosos. La mayoría de nosotros sencillamente hemos estado repitiendo lo que aprendimos, a veces a muy temprana edad: protegiéndonos mediante el intento de controlar a otros o permitiendo que otros nos controlen. Nos convertimos en adultos cuidadores y controladores que han perdido contacto con una meta real y apropiada: amar y aceptarnos a nosotros mismos y confiar en el proceso de la vida y en la bondad. Crecimos con comportamientos codependientes.
Quizá sea normal desear controlar a la gente y los eventos para minimizar nuestras pérdidas, pero no es sano. No es bueno para nosotros mismos; no es bueno para otros.
Quizá estemos tan desconectados con nosotros mismos que apenas nos damos cuenta, hasta que la vida se derrumba a nuestro alrededor y nuestra vida se vuelve ingobernable.
El tipo de cuidado que acompaña la recuperación es más tranquilo y suave, más amoroso, más liberador y más enfocado a atender a nuestras propias responsabilidades. Es curativo y rejuvenecedor; es un cuidado de sí mismo que renueva, que tiene espacio para los sentimientos propios, las necesidades, los deseos, las metas, los planes y la vida de uno mismo, una vida con sentido y propósito, feliz y útil.
(Melody Beattie).
Día: 21 de febrero de 2019
Meditación 21 de Febrero… Dejar ir la verguenza
La vergüenza es ese sentimiento oscuro y poderoso que nos detiene. Sí, la vergüenza puede evitar que actuemos de manera inapropiada. Pero muchos de nosotros hemos aprendido a atribuir vergüenza a las conductas saludables que nos convengan.
En las familias disfuncionales, la vergüenza se puede etiquetar con comportamientos saludables, como hablar sobre los sentimientos, tomar decisiones, cuidarnos, divertirnos, tener éxito o incluso sentirnos bien con nosotros mismos.
La vergüenza puede haber estado ligada a pedir lo que queremos y necesitamos, a comunicarnos directa y honestamente, y a dar y recibir amor.
A veces la vergüenza se disfraza de miedo, rabia, indiferencia o necesidad de correr y esconderse, escribió Stephanie E. Pero si se siente oscuro y nos hace sentir mal por ser quienes somos, probablemente sea una pena.
En recuperación, estamos aprendiendo a identificar la vergüenza. Cuando podamos reconocerlo, podremos comenzar a soltarlo. Podemos amarnos y aceptarnos a nosotros mismos, comenzando ahora.
Tenemos derecho a estar, estar aquí y ser lo que somos. Y no tenemos que dejar que la vergüenza nos diga algo diferente.
«Hoy, atacaré y conquistaré la vergüenza en mi vida.»
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).