Meditación 15 de Enero… Mantenerse abierto a nuestros sentimientos



Muchos de nosotros hemos sido tan buenos en seguir la regla de «no sentir» que podemos tratar de hablarnos de tener sentimientos, incluso en la recuperación.
«Si realmente estuviera trabajando en un buen programa, no me sentiría enojado».
«No me enojo. Soy cristiano. Yo perdono y olvido».
«No estoy enojado. Estoy afirmando que soy feliz».

Estas son todas las declaraciones, algunas de ellas bastante inteligentes, que indican que estamos operando bajo la regla de «no sentir» nuevamente.
Parte de trabajar un buen programa significa reconocer y lidiar con nuestros sentimientos. Nos esforzamos por aceptar y lidiar con nuestra ira para que no se convierta en resentimientos. No usamos la recuperación como una excusa para cerrar nuestras emociones.
Sí, nos estamos esforzando por perdonar, pero todavía queremos sentir, escuchar y mantener nuestros sentimientos hasta que sea el momento de liberarlos adecuadamente. Nuestro Poder Superior creó la parte emocional de nosotros mismos. Dios no nos está diciendo que no sintamos; Son nuestros sistemas disfuncionales.
También debemos tener cuidado de cómo usamos las afirmaciones; descontar nuestras emociones no hará que los sentimientos desaparezcan. Si estamos enojados, está bien tener ese sentimiento. Eso es parte de cómo nos mantenemos y nos mantenemos saludables.
«Hoy, me negaré a aceptar la vergüenza de otros o de mí mismo por sentir mis sentimientos».

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Serie de Meditaciones).

Reflexión del Dia: 13 de Enero



HUMILDEMENTE LE PEDIMOS QUE NOS LIBERASE DE NUESTROS DEFECTOS. (Séptimo Paso de CoDA).
LOS PASOS DE TRANSFORMACIÓN
Los Pasos Seis y Siete son de transformación. Cuando las personas me preguntan cómo he cambiado, o cómo pueden cambiar, no tengo una respuesta complicada. Nunca la he tenido. Sin embargo, he pasado por transformaciones mayores en mi vida.
Comencé, igual a todos, como una niña inocente. Para cuando tenía doce años, era ya una alcohólica activa. Para cuando tenía dieciocho, me inyectaba drogas. Para cuando cumplí veintitrés, estaba en un programa de metadona. Para cuando tenía veintiséis, estaba en tratamiento (al principio contra mi propia voluntad) por la adicción a drogas. Me transformé en una persona sobria y comencé a conectarme con estos Pasos y con un Poder superior a mí.
Fui transformada de una persona obsesionada con las sustancias químicas en una persona dedicada a la sobriedad y a una nueva manera de vivir.
De ahí, descubrí aún otra obsesión: mi obsesión con las personas y mi negligencia conmigo misma. Descubrí una parte más profunda de mí misma, una parte llena de dolor y deseo; un agujero negro en mi alma.
Al correr de los años, pasé por otra transformación. Paulatinamente fui convertida en una persona menos miedosa, menos controladora, y más enfocada en mi responsabilidad personal. Fui transformada de la mártir original en alguien dedicado a ser buena consigo misma.
Aprendí a manejar sentimientos. Comencé a ser sanada de la acumulación de sentimientos de mi pasado. Hasta vi transformado mi pasado y comencé a comprender los regalos recibidos de todo ello, aun de los momentos más dolorosos.
Diariamente, sucede la transformación. Estoy encontrando que, entre más tiempo vivo, más me acerca a esa niña maravillosa e inocente que tengo adentro; más me acerco a como era cuando comencé. Sin embargo, existe otra persona dentro de mí, la persona que ha viajado conmigo durante todos estos años, que ha aprendido a sobrevivir, aprendido a pararse sola, aprendido a apoyarse, aprendido a cuidarse, y que está aprendiendo a permitirse recibir afecto.
Conmigo está esa persona que ha experimentado mucho en la vida,a veces por el camino difícil, y estoy aprendiendo a apreciar y valorar a esa persona también, y todas sus experiencias. Porque éstas son lo que me ha convertido en mí misma.
Cuando la gente me pregunta cómo cambiar, no puedo darles una larga conferencia intelectual.
No puedo predicar. No puedo ni siquiera jactarme. Lo que les puedo ofrecer, como también a ustedes, son las herramientas básicas para el cambio y la transformación en nuestra vida: los Pasos Seis y Siete. Dispónganse. Sean receptivos. Pidan por favor. Y aprecien quienes son en este momento.
Nada, nada, puede interferir con el bien que te toca en la vida, y en este programa de recuperación.
Este Paso no nos elimina. Abraza y reúne la belleza de ese infante inocente y natural que hay en cada uno de nosotros y lo combina con la sabiduría de nuestras propias experiencias. Nos capacita para realizar enteramente nuestro potencial.

Nuestros regalos aumentarán y se acentuarán. Nuestras idiosincrasias se harán aceptables, a veces risibles. Nuestros negativos serán iluminados, aligerados, eliminados, o hechos aguantables.
Pidamos a Dios que nos ayude. Pidamos a Dios que nos cambie. Pidamos a Dios que nos sane.
Dispongámonos a que Dios nos sane, luego pidamos humildemente que Dios haga eso. Esa es la esencia de los Pasos Seis y Siete.
Son el corazón de nuestra sanación.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 12 de Enero



HUMILDEMENTE LE PEDIMOS QUE NOS LIBERASE DE NUESTROS DEFECTOS. (Séptimo Paso de CoDA).
CONFIAR EN EL PROCESO
He visto a personas en recuperación de la codependencia arreglárselas, luchar, y privarse de cosas sin razón o con la esperanza de salvar una relación en particular. Una vez entradas en recuperación, he visto a estas mismas personas usar la misma habilidad para aguantar, avanzar, y privarse de algo para ayudarse a terminar una carrera, o iniciar sus propios negocios, o hacer otra cosa en su propio beneficio.
Un rasgo de carácter se canalizó en otra dirección.
Un deseo de controlar puede atenuarse con los límites apropiados y respeto, y luego canalizarse hacia habilidades administrativas y de liderazgo.
Toda la energía que invertimos en odiarnos y estar a disgusto con nosotros mismos puede convertirse en positiva, puede usarse para amarnos a nosotros mismos.

Una parte de las actitudes de cuidadores y cuidados sin fin que regalamos al mundo pueden volverse hacia nosotros mismos, hasta que verdaderamente aprendemos a amarnos y cuidarnos.
Y así va.
Sí, estamos mejor sin algunas cosas. Algunas cosas podrán invertirse. Algunas cosas habrá que trabajar, con la ayuda de Dios, a través del tiempo. Algunas cosas aprenderemos a aceptar.
Quizá nunca sea yo una buena cocinera, y no estoy segura de que me importa. Acepto eso de mí misma. Si ha de cambiar algún día, lo hará. Por ahora, no me interesa cambiar ese rasgo particular.
Algunas cosas las hago bien. Algunas mediocremente. Algunas no las hago. Eso está bien.
Entre más tiempo trabajamos estos Pasos, mayor perspectiva tendremos respecto de nosotros mismos y de nuestros pasados. Entre más plenamente permitimos la sanación en relación con nuestros pasados, mayormente podremos ver y aceptar los regalos de ese pasado.
Una vez que superemos la amargura, podremos recibir el regalo de cada relación, aun las más dolorosas.
Seremos sanados. Nos llegará el amor hacia nosotros mismos y hacia otros. Quizá el regalo más curativo de todos es la aceptación de uno mismo, una aceptación inmediata y siempre presente de uno mismo, de todo lo que somos y hemos sido, y de todo lo que hemos pasado. Entre más podamos aceptarnos a nosotros mismos, más fácilmente nosconvertiremos en quienes estamos destinados a ser.

Este Paso no nos absuelve de responsabilidad por nosotros mismos. Pero no tenemos que preocupar e inquietarnos. No tenemos que forzar nuestra recuperación. No tenemos que rebajarnos ni criticarnos más por no ser capaces de cambiar algo respecto a nosotros mismos.
Nuestra tarea primaria es aceptación y amor por nosotros mismos. De ese lugar, todas las cosas buenas sucederán y nos llegarán.

Seremos llevados hacia la sanación que necesitamos. Se darán situaciones. Entrarán personas a nuestra vida. Escucharemos una frase en una junta. Alguien llamará y comenzará a hablar de algo que nos mueve. Nos darán un libro. Un pensamiento, una inspiración se nos ocurrirá.
Quizá seamos llevados a un terapeuta privado o grupo especializado de recuperación. Quizá seamos llevados al conocimiento de otra adicción o problema en nosotros mismos, y hacia la recuperación del mismo. Puede que nos encontremos en una relación que dispara una curación profunda de daños pasados.
Posiblemente nos encontremos en una situación de empleo que nos reta de nuevas formas para asumir nuestro propio poder. Puede que descubramos nuevas partes de nosotros mismos que podemos explorar y trabajar.
El proceso funcionará, y trabajará su magia en nosotros, si permitimos que suceda. A veces trabaja aún cuando nos resistimos. Nos encontraremos cambiados, hasta el centro de nosotros mismos, en formas que no podíamos hacer por nuestra cuenta.
Y sucede de manera natural, si lo dejamos.
Este Paso nos da permiso de ser quienes somos. Pedimos: por favor ayúdame. Por favor transfórmame. A partir de ese momento, podemos ser quienes somos y dejar que el cambio se dé.
No tenemos que esforzarnos tanto. No tenemos que luchar tanto. Nuestra tarea es aceptarnos, en todo momento. Pidamos a Dios hacer lo demás. Pidamos, sabiendo que lo que deseamos y necesitemos que se haga por nosotros, es más de lo que podemos lograr. Pidamos, sabiendo que no se espera que lo hagamos por nosotros mismos.
Luego, seamos receptivos y confiemos en lo que viene.
Sí, tenemos un papel en este proceso. Ese papel es aplicarnos a los Pasos. Hay tareas que hacer, y se nos mostrará y ayudará a hacer lo que sea que debamos hacer, cuando sea que debamos hacerlo. Pero la tarea de este Paso es sencillo. Este es el Paso donde «humildemente pedimos a Dios lo que necesitamos». Nos da permiso de llegar cual somos y traer nuestras necesidades y deseos a nuestro Poder Superior. Pedimos por favor, y luego confiamos en que hemos sido escuchados
.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 11 de Enero



HUMILDEMENTE LE PEDIMOS QUE NOS LIBERASE DE NUESTROS DEFECTOS. (Séptimo Paso de CoDA).
CONFIAR EN EL PROCESO
La primera vez que di este Paso, hice exactamente lo que recomienda el Libro Grande. Me recluí en un cuarto y cerré la puerta. Le pedí ami Creador que me quitara todos mis defectos de carácter. A pesar de mis temores, lo dije sinceramente. Estaba lista a que me quitara esos rasgos de los que me había hecho consciente y que había descubierto en mis Cuarto y Quinto Pasos. Aun estaba dispuesta que me quitara todo aquello que necesitaba eliminar, aquello que no había visto en mis Pasos Cuatro y Cinco. Así es que pedí eso, también.
Medité un rato, y luego me alisté a salir del cuarto, preguntándome qué sucedería. ¿Me fulminaría un rayo? ¿Me dormiría esa noche para despertar una persona diferente al día siguiente? ¿Me podría reconocer?
¿Qué parte del cambio me correspondía a mí? ¿Significaba eso que tenía que ser perfecta en adelante?
No comprendía el proceso que había iniciado. Aun no lo entiendo del todo, pero he aprendido a confiar en él.
Es un proceso gradual, un proceso de sanación, y un proceso espiritual. No duele, por lo menos no más de lo necesario para sanarnos de daños pasados o para llamarnos la atención. Es un proceso aceptable, y aun el dolor se hace aceptable, una vez que aceptamos sentir en vez de resistirnos, una vez que nos dispongamos a rendirnos.
No es, aprendí, un proceso instantáneo.
Y no hay nada que temer.

A lo largo de los años somos cambiados. No tuve que cambiarme a mí misma. No fui revolucionada instantáneamente cuando di este Paso. Pero darlo, inició el proceso.
Paulatinamente, comencé a notar cosas de mí misma, como ser cuidadora, controladora, el miedo, y la tristeza no resuelta en mi pasado. No de un golpe. No medetuve. Sólo me hice consciente. Luego, me hice consciente de lo controladora que era yo con otra persona. De nuevo,no me detuve. Sólo me hice consciente.
Luego, luché conmigo misma un rato. Trataba de no hacerlo, pero no podía. O, dejaría de hacerlo aunque aún deseaba hacerlo. Me esforzaba más. Fracasaba. Luego, finalmente me rendía. Cesaba de luchar y me dejaba en paz.
Fue entonces cuando llegaron los regalos. Regalos tales como el desprendimiento. El soltar.
Darme cuenta muy dentro de mí que no podía controlar a otro. Eso no quiere decir que lo hacía a la perfección o que los regalos llegaron todos a la vez. Pero, al paso de los años, el soltar gradualmente reemplazó la necesidad de controlar.
Eso no significa que la necesidad y el deseo de controlar no regresan. En mi vida, y en las vidas de muchas personas que ofrecieron sus historias para este libro, el control aparece como el asunto principal aun ya bien entradas en la recuperación.
Algo de ello aceptamos. Nos mantenemos alertas. Nos hacemos más conscientes. Nos pescamos.
Pero nos dejamos aprender y crecer. Desarrollamos cierta suavidad y compasión para con nosotros mismos, para nuestra humanidad. Dejamos que la transformación suceda.

He descubierto que algunos de mis asuntos más problemáticos se transforman en asuntos que me ayudan. Por ejemplo, cuando yo era pequeña, me pasaba mucho tiempo sola. No me llevaba con la gente y tenía pocas amistades. Durante muchos años, mientras otros iban a la escuela y se socializaban, yo estaba enferma y me tenía que quedar en casa sola, estudiando por mi cuenta, aislada de los demás. Tenía muchos sentimientos respecto a esa parte de mi vida.
Una vez que acepté esa parte de mi vida y pude dar las gracias por haberla tenido (aunque no fueran sinceras), pude apreciar el regalo que recibí de esa experiencia. Aprender a estar sola, aprender a estudiar sola, aprender a pensar en forma independiente, se convirtió en uno de los rasgos que me calificaba para mi actual ocupación: la de ser escritora. Un aspecto negativo se convirtió en uno positivo en mi vida.
Estoy asombrada de las múltiples formas en que la gratitud, la aceptación, y el trabajar este programa nos puede transformar, y transformar algunos de nuestros rasgos más problemáticos.
Durante años, me privaba de cosas, por hacerme la mártir o a veces sin ninguna razón. Una vez que pude canalizar esta habilidad, aprendí a privarme de cosas en forma temporal mientras trabajaba hacia metas.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 9 de Enero



HUMILDEMENTE LE PEDIMOS QUE NOS LIBERASE DE NUESTROS DEFECTOS. (Séptimo Paso de CoDA).
El miedo era una gran parte de mi vida y mi codependencia: miedo a la gente, miedo a la vida, miedo a mi pasado, miedo a Dios, miedo a la recuperación, miedo a mí misma.
Una de las cosas que temía de la recuperación era dar este Paso. Por un lado, quería que Dios me quitara mis deficiencias. Por el otro, no estaba muy segura que quedaría algo si lo hacía.

¿Bajaría Dios y de un golpe quitaría todo lo que se parecía a mí? ¿Me convertiría en una santa?
¿En una concha vacía? Sentí tener mucho que perder porque no pensaba que yo fuera gran cosa.
Me sentía como una cáscara vacía. Y que me quitaran mis defectos, aquellos que ahora llamo codependencia, me sonaba a aniquilación.
¿Qué me sucedería? ¿En qué me convertiría? ¿Tendría una personalidad? ¿Me convertiría en un robot de la recuperación, cantando frases hechas, sonriendo dulcemente? ¿Perdería aquello que me hacía única? ¿Perdería mi pasión?

Sí, existen cosas en nosotros, en ti y en mí, que necesitamos desechar. Pero necesitamos conservar quienes somos, nosotros mismos, nuestras personalidades inherentes, y los rasgos y cualidades e idiosincracias que nos hacen especiales y únicos.
Cuando trabajamos específicamente este Paso, Dios no baja con una aspiradora para chuparse todo lo que tenemos adentro. Dios no me quita mi personalidad. Dios no me elimina a mí.
Dios sólo se lleva aquellos rasgos que me restringen y evitan que sea yo misma.
Algunos de los rasgos más destructivos serán eliminados. Muchos se invertirán. Existe un aspecto negativo del rasgo de la obsesividad, y con frecuencia existe un lado positivo del mismo rasgo. La obsesividad invertida se convierte en determinación.
Algunos de mis defectos necesitan refinarse o atenuarse. Por ejemplo, ser cuidadora (enfocarme en otros endetrimento y abandono de mí misma) puede convertirse en amor a mí misma y a otros. Ese amor puede manifestarse en una forma nutridora, dadora de vida que demuestra estima por mí misma y por otros.
He aprendido que el miedo es una cosa que puede desaparecer, a menos que sea para avisarme de no caminar frente a un camión en marcha.
He aprendido que soltar mis defectos no elimina mi personalidad. La permite salir y brillar por primera vez desde que fui una niña muy pequeña.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 31 de Diciembre



«SIN MIEDO HICIMOS UN MINUCIOSO INVENTARIO MORAL DE NOSOTROS MISMOS».(Cuarto Paso de CoDA).
ABRIR NUESTRO CORAZÓN AL AMOR
Durante años, me había protegido, envuelta en acero. Ahora mi corazón está abierto, abierto y capaz de amar como nunca antes. Mi centro emocional está destapado. Las emociones me atraviesan en olas: vienen, se presentan, se sueltan. Estoy agradecida de sentir libremente, experimentar todas las emociones. Pero la nueva, la que nunca tuve antes, es la del amor.
Es tan poderoso. Por primera vez en mi vida, experimento el amor incondicional. Lo recibo de otros. Lo siento para otros. Es tan diferente de cómo amaba en el pasado. Es tan grande.
Por primera vez en mi vida, hay lugar, de verdad hay lugar, para amarme a mí misma y a otros, y permitir a otros amarme.

Todavía me da miedo, pero como las otras emociones, el miedo pasa a través mío una vez que lo afronto y reconozco. Mi corazón está abierto al amor, gozo, paz, tristeza, enojo, miedo: a todo lo que los corazones sienten. Los puñales y cardas y espinas están siendo eliminados. Es un buen corazón, un corazón amable. Puedo oír su latido, puedo sentirlo ahora.
Es real. A veces me siento como el Hombrede Hojalata de El Mago de Oz. Por fin tengo un corazón. Soy de verdad y puedo amar. Quizá siempre tuve este corazón, pero no me convertí en real hasta que sanó.
Ahora, cuando escucho a alguien resistirse al Cuarto Paso, me río. No lo he hecho formalmente, dicen. Quizá debería, dicen, pero no estoy listo. No he tenido tiempo, murmuran. Comprendo el miedo, pero también el proceso. Si se quedan en la vida y la recuperación suficiente tiempo,
probablemente harán uno como el mío, estén o no listos. Luego, les dará gusto haberlo hecho.
Recuerdo haberle pedido a Dios que me ayudara a sanar y a dar un buen Cuarto Paso, uno a profundidad. Dios responde a nuestras oraciones, las que más nos convienen, aun cuando se nos olvida haber pedido, aun cuando tenemos miedo de que Dios responda.
Trabajamos estos Pasos para curarnos del dolor, el miedo, la culpa y las creencias que nos limitan, pero para hacer eso, primero debemos reconocerlos. Esa es la tarea de este Cuarto Paso.
Aquellos que encuentran el valor para mirar hacia adentro son los que se sienten más cómodos consigo mismo y con la recuperación.
Este es el Paso de la sanación. Este es el Paso de sana-el-corazón. Este Paso puede cambiar vidas. Profundiza. Profundiza tanto en ti como puedas. Empieza con la primera capa, y deja que el proceso te lleve cada vez más profundo. No tengas miedo de lo que encontrarás. Lo que nos ha sucedido puede ser tenebroso, pero nuestro núcleo es hermoso y bueno.
Trabaja este Paso una vez, dos, tan seguido como necesitas. Deja que el proceso de mirar hacia adentro se convierta en una respuesta habitual a la vida y sus situaciones. No para culpar. No para tenernos como responsables del comportamiento ajeno. Sino para explorar, entender, responsabilizarnos de y amar quienes verdaderamente somos. Damos este Paso para asumir nuestro poder y permitirnos sanar y cuidarnos en cualquier circunstancia.
Si no sabemos qué debemos enfrentar, podemos pedir a Dios que nos lo revele. Pidamos a Dios que nos muestre qué debemos enfrentar dentro de nosotros. Dios responderá.
Cuando encontremos el valor para mirar hacia adentro y descubrir lo que realmente sucede con nosotros mismos, cuando aceptemos quienes somos, incluyendo nuestro lado oscuro, encontraremos que lo que sucede afuera, alrededor y dentro de nosotros comienza a cambiar. El no enfrentar nuestro dolor, el no enfrentar nuestros miedos, es con frecuencia el gran motivador de los comportamientos que llamamos codependencia. Mirar hacia adentro es la llave para liberar nuestro dolor y producir recuperación y salud en nuestra vida.
Con frecuencia, necesitamos iniciar nuestra recuperación apuntando el dedo hacia otra persona.
Necesitamos enojarnos, indignarnos, y a veces hasta culpar, mientras hagamos el duelo. Si sólo buscamos el alivio de estar sin culpa, si sólo buscamos el alivio temporal y la «intoxicación» de sentirnos moralmente superiores, entonces podemos continuar haciendo eso. Pero si queremos más de nuestra recuperación y de nuestra vida, la respuesta está en mirar hacia adentro.
Dejaremos de mirar hacia otros para detener el dolor y hacernos sentir mejor. Y empezaremos, con la ayuda de nuestro Poder Superior, a hacerlo por nosotros mismos.
Dicen que los alcohólicos trabajan estos Pasos con pasión porque su vida depende de ello. Pues, la nuestra también. Cuando descubrimos lo que verdaderamente sucede dentro de nosotros, pronto aprenderemos qué necesitamos para cuidar de nosotros mismos.
Debemos ser honestos, pero también benévolos y comprensivos con nosotros mismos, a medida que trabajamos este Paso.
Hemos estado haciendo lo que creíamos necesario para sobrevivir. Ahora, nos encaminamos a volvernos plenamente vivos.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 30 de Diciembre



«SIN MIEDO HICIMOS UN MINUCIOSO INVENTARIO MORAL DE NOSOTROS MISMOS».(Cuarto Paso de CoDA).
ABRIR NUESTRO CORAZÓN AL AMOR
Había sido descuidada de niña, enseñada creencias equivocadas acerca de mí misma, desprovista de o negada mucho de lo que una niña necesita para ser mínimamente sana. Para sobrevivir, me había contando mentiras terribles. Me había creído el lavado se cerebro y fabricado excusa tras excusa para los que vivían a mi alrededor.
El dolor más fuerte no vino de estas experiencia, sino de mi reacción a estas experiencias: negación y autorrechazo. Aprendí a aceptar tan poco de la vida, porque creí que merecía tan poco.
Aprendí cuán aterrada, cuán terriblemente aterrada estaba ante la vida,ante dar libremente los pasos de la vida, ante bailar el baile de la vida y del amor.
Decía querer tener relaciones, pero en verdad no quería la intimidad. Quería que alguien me protegiera. Quería una fortaleza, un escondite. Pero aun en estos escondites de relaciones disfuncionales, no podía esconderme. Dios me seguía alumbrando, enseñándome, obligándome a enfrentar la verdad acerca de mí misma.
Aprendí que no podría poseer mi propio poder ante mi pareja, hasta que lo hiciera ante alguno de mis padres. No estaría libre para amar hasta romper con mis lazos originales y reclamar mi libertad para ser, para estar viva, y para darme a mí misma la bienvenida a este mundo.
El duelo por este proceso fue enorme. Ser obligada a pararme sola, ser dueña de mi propio poder, sentir mis sentimientos, y andar por la vida sin un escudo me producía emociones arrolladoras. Me había pasado toda la vida evitando los sentimientos, funcionando con base en energía mental, protegiéndome con mi intelecto. Ser obligada a entrar a la parte emocional de mí misma, que en esencia es el corazón, dolió tanto y se sintió tan incómodo y torpe que grité, gemí, y me quejé durante todo el proceso de más de un año.
Me retorcía con la incomodidad de sentir. Pasé por el proceso de duelo una y otra vez, quitando la negación de cierto asunto, pasando de inmediato al enojo y la ira, hasta poder aceptar la lanza momentánea de dolor y tristeza. Luego, por unos días, tenía un descanso, hasta que el proceso comenzaba de nuevo con otro aspecto negado y reprimido.Una y otra vez, hice el duelo de una pérdida tras otra, desde mi nacimiento hasta el presente.
La vida seguía ofreciéndome las experiencias que necesitaba para desatar este mirar hacia adentro. Sentí la ira que ignoraba albergar. Saqué de adentro, página tras página, un torrente de miedos y creencias negativas.

No es adecuado llamar «incomodidad» a este proceso empírico de atravesar el proceso de sanación. Comencé a creer que no había más. Pensé que lo más que podía esperar es que el proceso algún día terminaría y yo volvería a sentir como antes. Pero aún faltaba más. Una noche, en la soledad de mi propia casa, tuve una experiencia espiritual. Sucedió en mi corazón. Como una ola gigante, me inundó el entendimiento de que tenía que perdonar todo, a cada persona de mi pasado. Fue un pensamiento espiritual, como de Guía Divina. También fue un pensamiento humano, como «Es hora de hacer las compras.» Fue un acto de conciencia. De inmediato, se me iluminó la lista de aquellos a quienes debía perdonar. Pasó de mi mente a mi corazón, y un pensamiento amoroso y perdonador acompañó a cada nombre. El perdón fue un regalo. Sólo tenía que poner mi buena voluntad, y ni siquiera sé cuánto tuve que ver con eso.
Por un tiempo, había supuesto que el enojo y el reconocimiento era la totalidad del proceso. Estas ideas eran importantes, pero constituían sólo una parte de la experiencia.
A medida que cada nombre, cada persona, y un pensamiento de perdón para cada uno pasaba por mi corazón, sentí cómo se iba aligerando y aligerando mi corazón. Percibí la experiencia física de sentir cómo se disolvían la pesantez, el dolor, las varillas de acero alrededor de mi corazón. Se rompían las grandes bandas de restricción alrededor de mi pecho, y una parte mía que había estado cerrada, se abrió. Esa parte era mi corazón.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 29 de Diciembre



«SIN MIEDO HICIMOS UN MINUCIOSO INVENTARIO MORAL DE NOSOTROS MISMOS».(Cuarto Paso de CoDA).
ABRIR NUESTRO CORAZÓN AL AMOR
Me tomó varios años darme cuenta del poder, el significado y la potencia del Cuarto Paso del programa aplicado a la recuperación de la codependencia. Deja que les cuente cómo sucedió y lo que este Paso logró en mi vida.
La primera vez que me atreví a mirar dentro de mí misma, me aterré. De por vida, mi costumbre había sido evitarme a mí misma a como diera lugar. Anhelaba y me aferraba a cualquier adicción, relación o distracción. Esto lo hacía porque tenía miedo: miedo a lo que encontraría, miedo al impacto emocional de sacar a luz lo que durante tanto tiempo había guardado adentro. Quizá temía no encontrar nada, o sencillamente oscuridad. No sabía cómo mirar hacia adentro hasta que encontré este Paso, este instrumento.
La primera vez que hice un inventario de mí misma resultó primitivo y rudimentario. Gracias a Dios, el programa no pide más, porque mi experimento primitivo y rudimentario fue suficiente para impulsarme por el camino de la recuperación. Bastó.
Hice una autobiografía. Escribí lo que me venía a mente acerca de mí misma. Fueron entre ocho y quince páginas. A la autobiografía agregué una lista de los secretos que me causaban más vergüenza. Hice lo que pude entonces.
Mi siguiente Cuarto Paso estuvo más elaborado. Llevaba un año más en los círculos de recuperación. Estaba más consciente de lo que me molestaba y de otros secretos que me hacían sentir mal, cosas que había obviado. Estos nuevos descubrimientos se incorporaron a mi siguiente Cuarto Paso.

A partir de entonces, comenzó el trabajo en serio. Entré a una fase de mirar a niveles profundos dentro de mí. Este no era un esbozo general de mi infancia, sino un esbozo detallado de mi alma y mi mente, y de todo lo que había influido en su desarrollo.
Este proceso se hizo empírico. Comencé a vivir un Cuarto Paso. La vida me empujaba y picaba hasta que llegué a mirar tan profundamente hacia adentro que pude realmente verme. Comencé a ver más allá de mis comportamientos que habían causado daño. El proceso de examinar mis comportamientos en una autobiografía fue crucial. Mis primeros Cuartos Pasos mondaron las capas superiores del dolor alrededor de mi corazón. Pero había mucho más enterrado adentro.
Esta búsqueda sin temor, este mirar hacia adentro, se convirtió en un proceso obligatorio, exigido por la recuperación, la vida, y mi Poder Superior. No me gustaba, pero aprendí a aceptarlo, a pasar por él. Quería utilizar a personas, lugares, y diversiones para evitar sentir lo que sentía. Aun cuando se me obligaba a mirar hacia adentro, porque me había rendido a un Dios que me quería lo suficiente para obligarme a hacerlo, una parte de mí se aferraba a la creencia de que la manipulación de mis circunstancias (cambiarme de localidad o actitud mental) haría cesar el dolor.
No funcionaba. Y estoy agradecida. Porque era dolor bueno, dolor de sanación. Por fin, la vida logró penetrar. Aprendí que no importaba cómo ajustaba las circunstancias, seguiría sintiendo lo que sentía y enfrentando lo que enfrentaba, porque era hora de hacerlo. Era hora, por fin, de que yo me curara. Había pedido que eso sucediera.Ahora recibía el regalo de la curación.
Dolía. El dolor que por fin enfrentaba me había acompañado durante mucho tiempo. Estaba tan profundo, como también estaban los mensajes que lo acompañaba, que no lo había reconocido como dolor o como mensajes negativos. Sólo estaba consciente del dolor sordo y constante de estar viva, o más bien, de estar parcialmente viva.
Adentro tenía tristeza, tanta tristeza y soledad y dolor. Tenía tantas paredes alrededor de mi corazón que no podía tolerar recibir el amor.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Meditación 26 de Agosto… Reparemos daños



Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros. (Paso Nueve de Al-Anón).
Cuando reparemos daños, necesitamos ser claros acerca de la causa por la que estamos ofreciendo disculpas y de la mejor manera de decir que lo sentimos. Lo que realmente estamos haciendo con nuestra reparación es asumir la responsabilidad de nuestra conducta. Necesitamos estar seguros de que el proceso mismo no sea contraproducente o doloroso.
A veces necesitamos disculparnos directamente por una cosa que hemos hecho en particular o por la parte que nos corresponde en un problema.
Otras, en vez de decir «lo siento», lo que necesitamos hacer es trabajar por cambiar nuestra conducta hacia la persona.
Hay veces en que sacar a relucir lo que hemos hecho y ofrecer disculpas por ello empeoraría las cosas.
Tenemos que confiar en el momento adecuado, en la intuición, y en la guía en este proceso de la reparación de daños. Una vez que estemos dispuestos, podemos dejarlos ir y proseguir con nuestra reparación en forma pacífica,consistente, armoniosa. Si nada nos parece bien o apropiado, si sentimos que lo que estamos a punto de hacer provocaría una crisis o causaría estragos, necesitamos confiar en ese sentimiento.
Aquí cuentan la honestidad, el ser abiertos y el estar dispuestos. En paz y armonía podemos esforzarnos por poner en claro nuestras relaciones.
Merecemos estar en paz con nosotros mismos y con los demás.
«Hoy estaré abierto a reparar cualquier daño que necesite reparar con la gente. Esperaré la Guía Divina en el proceso de hacer cualquier reparación que no tenga bien clara. Actuaré cuando se me guíe a hacerlo. Dios mío, ayúdame a dejar ir mi miedo de enfrentar a la gente y asumir la responsabilidad de mi conducta. Ayúdame a saber que no estoy menoscabando mi autoestima al hacer esto; la estoy mejorando».

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

Meditación 25 de Agosto … Estemos dispuestos a reparar los daños



El Paso Ocho está hablando de un cambio de corazón, de un cambio curativo.
Esta actitud puede ser el principio de una gran cadena de recuperación y de curación en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Significa que estamos dispuestos a dejar ir nuestra dureza de corazón, uno de los más grandes obstáculos para nuestra capacidad de dar y recibir amor.
En el Paso Ocho hacemos una lista de toda la gente que hemos dañado, y nos permitimos a nosotros mismos experimentar una actitud curativa hacia ellos. Es una actitud de amor.
En este Paso, no nos arrojamos con locura y empezamos a gritar: «¡Lo siento!». Hacemos nuestra lista, no para sentirnos culpables, sino para facilitar la curación. Antes de que realmente reparemos daños o empecemos a considerar la manera apropiada de repararlos, nos permitimos a nosotros mismos cambiar nuestra actitud. Ahí es donde comienza la curación, en nuestro interior.
Esto puede cambiar la energía. Puede cambiar la dinámica. Puede hacer comenzar el proceso, antes de que abramos la boca y digamos lo siento. Abre la puerta del amor. Abre la puerta a la energía del amor y de la curación. Nos capacita para llenarnos de sentimientos y energía positivos.
Esa energía se puede sentir alrededor del mundo, y comienza dentro de nosotros.

¿Con cuánta frecuencia, después de haber sido lastimados, deseábamos que la persona simplemente reconociera nuestro dolor y dijera, «lo siento»? ¿ Cuán tan a menudo hemos deseado que la persona simplemente nos viera, nos escuchara y volviera hacia nosotros la energía del amor? ¿Cuán frecuentemente hemos anhelado por lo menos un cambio de corazón, una pequeña dosis de reconciliación, en las relaciones manchadas por asuntos inconclusos y malos sentimientos? Muy a menudo.
Los otros también lo desean. Eso no es ningún secreto. La energía de la curación comienza con nosotros. Nuestra disposición para reparar el daño puede beneficiar o no a la otra persona; el o ella pueden estar o no dispuestos a olvidarse del asunto.
Pero nosotros nos curamos. Nos volvemos capaces de amar.
«Hoy trabajare por lograr un cambio de corazón si están presentes la dureza del corazón, la defensividad, la culpa o la amargura. Me dispondré a dejar ir esos sentimientos y a reemplazarlos por la energía curativa del amor».

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).