Reflexión del Dia: 9 de Febrero



HABIENDO OBTENIDO UN DESPERTAR ESPIRITUAL, COMO RESULTADO DE ESTOS PASOS, TRATAMOS DE LLEVAR ESTE MENSAJE A OTROS CODEPENDIENTES Y DE PRACTICAR ESTOS PRINCIPIOS EN TODOS NUESTROS ASUNTOS. (Doceavo Paso de CoDA).
LLEVAR EL MENSAJE
Nosotros sabremos cuándo sea hora de comenzar a dar de nuevo. Prestándonos atención a nosotros mismos, aprenderemos formas sanas de llevar el mensaje.
Invitar a alguien a una junta es una manera poderosa de ayudar a otros. Ir a nuestras juntas y compartir cómo trabaja la recuperación para nosotros es otra forma de llevar el mensaje.
Este es un programa maravilloso, un programa milagroso. Parte del milagro de este programa es que tanta sanación se logra por medio del contar historias. A veces compartimos pedazos y fragmentos de nuestras historias; otras, contamos más. Al contar nuestra historia, ayudamos a otros y a nosotros mismos. Al escuchar a otros hablar, somos ayudados. Hablar de nosotros mismos, de lo que aprendemos, de lo que encaramos, lo que superamos, es una forma poderosa de llevar el mensaje.
Podemos permitirnos ser guiados. Cuando llevo el mensaje incidental o accidentalmente, suele ser más efectivo que
cuando me programo para reformar, convencer, o coaccionar a alguien para que se recupere. La forma más poderosa de ayudar a otros viene de ayudarnos a nosotros mismos. Cuando hacemos nuestro propio trabajo, sentimos nuestros propios sentimientos, cambiamos nuestras creencias, y cuidamos de nosotros mismos, cuando somos honestos y abiertos acerca de quienes somos y en qué trabajamos, afectamos a otros más de lo que podrían hacerlo nuestros bien intencionados gestos de ayuda. No podemos cambiar a otros, pero cuando nos cambiamos a nosotros mismos, quizá lleguemos a cambiar el mundo.
Cada vez que hacemos nuestro propio trabajo, o parte de ello, cada vez que damos un paso adelante, jalamos hacia adelante la conciencia colectiva del movimiento de recuperación.
Podemos descansar en la callada confianza de que ayudaremos grandemente a otros cuando hagamos nuestro propio trabajo y nos permitimos ser guiados.
Como sea que escojamos ayudar a la gente, podemos esforzarnos a llevar el mensaje de maneras que funcionan, para ellos y para nosotros. Podemos soltar nuestra necesidad de ayudar a la gente, cambiarlos, o mostrarles qué les conviene. En vez de eso, podemos enfocarnos en ayudar y cambiarnos a nosotros mismos y deslindar lo que mejor nos conviene a nosotros. Si surge una oportunidad de compartir algo de información o parte de nuestra historia, podemos hacerlo tranquilamente y sin un deseo de controlar. Si es necesario mostrar algo a la gente, podemos mostrarles solaz, poder en nuestra vida, y esperanza. Podemos mostrarles cuánto nos amamos, cómo manejamos nuestras emociones, y cómo rehusamos seguir siendo víctimas.
A veces es difícil soltar a las personas a quienes amamos y, a pesar de ello, adelantar en nuestro crecimiento y recuperación. Algunos de nosotros queremos tanto llevar con nosotros a nuestros seres amados en este viaje. Pero no podemos. Esa decisión no es nuestra. A la única persona a quién podemos llevar, de seguro, en este viaje es a nosotros mismos.
Así como cada uno de nosotros tenemos nuestro propio camino, así también lo tienen nuestros seres amados.

A veces suceden cosas maravillosas durante la recuperación. He observado situaciones en las cuales, después de cierto tiempo, una familia entera comienza la recuperación. También he visto casos en que esto no sucede, donde las personas han tenido que dejar atrás a sus familias y comenzar un viaje solitario hacia la salud.
Entiéndase esto, amigo mío: Jamás ayudamos a alguien ni tenemos una pizca de influencia positiva en ellos quedándonos con ellos en la oscuridad. Ignorarnos a nosotros mismos no nos beneficia, y no ayuda a otros.
Con frecuencia, cuando comenzamos la recuperación (y a veces, cuando ya la tenemos avanzada) queremos compartir nuestros descubrimientos al respecto con miembros de la familia. Queremos que ellos encuentren la misma salud, esperanza, libertad, y buenos sentimientos que nosotros estamos descubriendo.
Queremos compartir con ellos lo que hemos aprendido acerca del sobre-cuidado, la victimización, el controlar, manejar nuestros sentimientos, hacer nuestro trabajo de familia-de-origen, y cuidar de nosotros mismos. Queremos compartir nuestros nuevos descubrimientos acerca de las relaciones y cómo estamos aprendiendo a participar de manera diferente en éstas.
Queremos hablarles de cómo ciertos comportamientos son predicablemente autodestructivos y cómo los hemos justificado a todos sólo para aprender que esto es algo llamado codependencia. Queremos explicar que cuando cambiamos, nuestras relaciones con frecuencia lo hacían también.
Queremos contarle a la gente acerca de poner límites y ser dueños de nuestro propio poder.
Queremos compartir con los que amamos todas las ideas que nos aportan libertad y sanación.
Queremos llevarlos con nosotros en este viaje.

Tal vez encontremos que nuestro sueño entusiasta por compartir nuestra recuperación con nuestras familias acaba repentinamente cuando nos acercamos con nuestras nuevas ideas. Ante su negación, resistencia, y enojo hacia las ideas de recuperación podemos reaccionar con dolor y confusión. Quizá nos enganchemos en tratar de controlarlos, tratar de forzarlos a recuperarse, y sentirnos victimizados cuando eligen no aceptarlo. Tal vez nos preguntemos por qué no desean el maravilloso, sorprendente regalo que hemos encontrado.
Aprendemos a soltar esto. Aprendemos a soltarlos a ellos. No podemos dirigir la obra de recuperación de nadie más que la nuestra. No tiene importancia que nuestras ideas ayudarían a Mamá o Papá, hermano o hermana, Abuela o Abuelo. No interesa que hayamos encontrado algunas respuestas que ellos necesitan desesperadamente y que realmente les ayudaría a cambiar su vida para mejor.
No tiene la menor importancia.
Cálmate. Sé paciente. Modera tu entusiasmo por ayudar a que tu familia vea la luz. Pide guía y sabiduría para acercarte a miembros de tu familia. Cuando hables, habla de ti y de lo que aprendes, no de ellos y lo que necesitan aprender. El impacto más poderoso y positiva que podemos tener en nuestra familiar viene de llevar una vida sana y feliz.
Desapégate con amor cuando sea posible. Si no puedes desapegarte con amor, entonces desapégate ahora, maneja tus sentimientos, y permite que el amor llegue más tarde.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 5 de Febrero



BUSCAMOS A TRAVÉS DE LA ORACIÓN Y LA MEDITACIÓN MEJORAR NUESTRO CONTACTO CONSCIENTE CON DIOS, COMO NOSOTROS LO CONCEBIMOS, PIDIÉNDOLE SOLAMENTE QUE NOS DEJASE CONOCER SU VOLUNTAD PARA CON NOSOTROS Y NOS DIESE LA FORTALEZA PARA CUMPLIRLA. (Onceavo Paso de CoDA).
MEDITACIÓN
Por medio de la oración le hablamos a Dios; por medio de la meditación Dios nos habla.
Muchas de las personas en recuperación practican la meditación en una diversidad de formas. Al igual que con la oración, estamos libres para encontrar la manera en que trabaja para cada uno de nosotros.
Podemos leer un libro de meditación; existen muchos en las librerías. Son los libritos que tienen una cita, una lectura y a veces una oración para cada día del año. Muchos de estos libros se dirigen específicamente a la recuperación de la codependencia. Algunos son más generales pero siguen siendo los favoritos de personas en recuperación de la codependencia. Muchas personas gustan de hacer estas pequeñas lecturas al empezar el día, para recordar las bases de la recuperación, sentirse bien consigo mismos y dar un buen comienzo al día.
He pasado por épocas en las que he usado más de un libro de meditación. Guardo varios. En momentos de estrés, puedo leer uno por la mañana, uno a medio día, uno por la tarde y uno por
la noche, en cualquier momento en que necesito esa forma de ayuda.
Algunas personas escuchan cintas grabadas como una forma de meditación. Existen muchas cintas ahora que nos ayudan a alcanzar un estado de ánimo relajado y sereno. A algunas personas les gusta las cintas subliminales. Estas son las que traen mensajes sólo audibles parael subconsciente. A veces el mensaje es audible en un lado de la cinta; en el otro lado viene el mismo mensaje en forma subliminal. Otras cintas son todas subliminales. Muchas incluyen un guión para que conozcamos el mensaje. Los mensajes son por temas, tales como la serenidad, soltar el miedo, autoaceptación y similares. Lo que se escucha conscientemente del lado subliminal de la cinta por lo general es música relajante y meditativa o sonidos de la naturaleza, tales como las olas del océano. Nuestro subconsciente escucha los mensajes positivos.
Algunas personas usan el masaje terapéutico como una forma de relajarse, centrarse y meditar.
Algunas personas usan formas alternativas de meditación.
«Estaba furioso con la religión tradicional» dice Jake, «pero descubrí que mi coraje con la religión alejaba de todas formas de expresión espiritual. Ahora he encontrado un camino espiritual mediante algunas prácticas de los americanos nativos, del chamanismo y de la meditación Zen. En el proceso, estoy descubriendo una percepción profunda de mi propia espiritualidad».
Algunas personas prefieren las formas tradicionales; se retiran a un lugar callado y meditan.
«Cada noche y cada mañana, tomo tiempo para entonarme» dice Sara. «Pongo atención para oír mensajes y direcciones acerca de lo que deba hacer ese día. Pido guía todo el tiempo.»
Cuando sea y como sea que lo hagamos, la meta de la meditación es acallarnos, acallar nuestros pensamientos, relajarnos, tocar nuestro centro yestar en paz y en contacto con Dios y con nosotros mismos. Nos liberamos del caos, la tensión y el miedo que con frecuencia acompaña el vivir. Soltamos todo y nos aquietamos.
Solía pensar que la meditación era una pérdida de tiempo valioso. Me sentía presionada, tan ocupada, que tomarme algunos minutos extra para relajarme parecía una pérdida de energía valiosa. He aprendido que no es así.
La meditación, he descubierto, no es más pérdida de tiempo que parar para cargar gasolina al auto. La meditación es como me rejuvenezco y renuevo. La meditación es una forma de deshacerme de energía negativa y abrirme al flujo positivo del bien.
Meditar significa abrir nuestras mentes y nuestros espíritus, nuestras almas, a la conexión conDios. Las obsesiones, las preocupaciones y rumiaciones no son conexiones con Dios; son conexiones de miedo.
Para conectar con Dios, necesitamos relajarnos y abrir nuestra mente consciente e inconsciente a una Conciencia Superior. En el trajín de nuestros días y vidas, puede parecer una pérdida de tiempo desacelerar, detener nuestra ocupación y hacer esta pausa. No es una pérdida de tiempo.
La meditación puede crear más tiempo y energía que los momentos que le dedicamos.
Construimos una conexión con Dios al construir una conexión con nosotros mismos. Una vez que entramos en armonía con nosotros mismos y confiamos en nosotros mismos, sabremos cuándo necesitamos una pausa para meditar. Podemos meditar según unhorario disciplinado. Y podemos escucharnos a nosotros mismos y saber cuándo necesitamos apartarnos del trajín de la vida y centrarnos.
La meditación y la oración son poderosos instrumentos de recuperación que funcionan.
Necesitamos tener paciencia. No es razonable esperar que en el momento en que meditamos, recibiremos la respuesta, la revelación o el saneamiento. No es razonable esperar una respuesta instantánea y en el lugar a nuestra oración.
Pero la respuesta vendrá. Ya está en camino, si hemos hecho nuestra parte meditando y rezando.
.
(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 22 de Enero



REPARAMOS DIRECTAMENTE A CUANTOS NOS FUE POSIBLE EL DAÑO CAUSADO, EXCEPTO CUANDO EL HACERLO IMPLICABA PERJUICIO PARA ELLOS O PARA OTROS. (Noveno Paso de CoDA).
HACER REPARACIONES A AQUELLOS A QUIENES HEMOS DAÑADO
Necesitamos ser claros acerca del motivo por el que nos disculpamos y de la mejor manera de hacerlo. Nuestra disculpa debe contar… para nosotros. Lo que hacemos con la reparación es responsabilizarnos por nuestro comportamiento. Necesitamos idear la mejor manera de hacerlo.
Necesitamos comprender claramente de qué nos responsabilizamos. Necesitamos estar seguros que con este proceso de hacer reparaciones, no estamos entrando en algún otro comportamiento autodestructivo o dañino a otros. Si tenemos dudas, preguntamos a nuestro Poder Superior.
Hablamos con las personas en recuperación. Escuchamos lo que tienen que decir. Esperamos hasta encontrar un curso de acción que nos haga sentir bien.
Existe guía y un camino claro disponibles para las reparaciones que necesitamos hacer. A veces, el camino lleva a un contacto directo y una disculpa directa por nuestro comportamiento. Hay momentos cuando lo que más necesitamos hacer para reparar es cambiar nuestro comportamiento con alguien. Hay veces cuando la restitución es lo apropiado.
Mas, existen momentos cuando sacar a luz lo que hemos hecho y luego pedir perdón por ello, empeoraría las cosas. Si nos hemos permitido engancharnos con cierta persona, permitido que nos controle, o si la hemos estado rescatando, y luego sintiéndonos victimizados por ello, podríamos empeorar la relación si lo mencionamos.
«¡Oye! He estado dejando que me controles, y estoy enojada. Te he estado rescatando porque realmente no creo que puedas cuidar de ti mismo. ¡Ahora ya no voy a hacerlo!»
Eso puede empeorar las cosas porque parece más una confrontación que una reparación. Hay que entender que a veces es importante expresar este tipo de intenciones. A veces puede aclarar las cosas y ser sano expresar nuestras metas conductuales con claridad. Pero a veces, el mejor camino que podemos tomar es buscar la senda de nuestro cuidado propio calladamente.
Nos disponemos a hacer reparaciones. Una vez que hagamos eso, podemos soltar y abordar nuestras reparaciones de una manera pacífica, consistente y armoniosa. Si estamos tratando de trabajar este Paso, tratando de aclarar nuestras relaciones con la gente, seremos guiados.
Sabremos lo que tenemos que hacer y cuando y cómo hacerlo. Si nada se siente correcto o apropiado, si sentimos que lo que estamos a punto de hacer causará una crisis o confusión, si sentimos que no es el momento, también podemos confiar en eso.
Si hay reparaciones que no podemos hacer ahora, podemos hacer planes para hacerlas después.
Esto puede ser cierto con asuntos financieros u otros tipos de reparaciones. Quizá queramos pagarle a alguien, pero no podemos cumplir con esa responsabilidad sin privar a nuestra familia.
Pero podemos disponernos a hacer de esa reparación una meta. Tal vez haya alguien con quien nos queramos disculpar, pero no podemos localizarlo. De todas formas podemos estar dispuestos.
Si estamos dispuestos, si hemos hecho nuestro trabajo, se nos guiará hacia las circunstancias adecuadas en el momento correcto.
Existen algunas reparaciones que no podemos hacer. La persona puede haber muerto o no estar disponible. Podemos hablar de estas reparaciones con nuestro Poder Superior, y luego soltarlas.
En esto cuentan la actitud, la honestidad, la apertura, y la disposición. Con armonía y paz, podemos esforzarnos por limpiar la discordia en nuestras relaciones. Podemos soltar nuestros temores acerca de enfrentar a las personas y tomar la responsabilidad por nuestros comportamientos, entendiendo que, al hacer reparaciones, no estamos disminuyendo nuestra autoestima, sino aumentándola.
No necesitamos arrastrarnos para hacer reparaciones. No necesitamos dejar que otro abuse de nosotros, nos manipule o maltrate durante el proceso de hacer reparaciones. Tranquilamente nos ocupamos de cuidar de nosotros mismos con una actitud de respeto. Este es un programa de perdón, no penitencia.
Podemos hacer nuestras reparaciones clara, directa, y limpiamente. Hacer una reparación a alguien no significa que tenemos que engancharnos con él o ella otra vez. No significa que debemos rendirnos y someternos al maltrato de su parte.
Con frecuencia, entre más breve la reparación, mejor. Entre más limpia y clara, mejor. Entre más directa, mejor. Entre más sale del corazón, mejor. Entre más siga una Guía Divina, mejor.
Una vez que hacemos una reparación, la otra persona no es responsable de quitar nuestro residuo de temor, culpa, o vergüenza. Es nuestra tarea olvidar el incidente, no la de ellos. Por otra parte, no somos responsables de los sentimientos de la otra persona respecto al incidente.
Ese no es nuestra tarea. Nuestra parte es hacer una reparación directa, y luego trabajar con lo que haga falta con nosotros mismos para terminar con nuestra vergüenza y culpa.
Podemos perdonarnos a nosotros mismos y terminar con el incidente.
Podemos ser benévolos con nosotros mismos.
Después de dar este Paso, podemos dar por terminado el asunto y soltarlo. Si este proceso implica cambiar nuestro comportamiento, no necesitamos castigarnos, sintiéndonos culpables hasta terminar de cambiar completa o «perfectamente». Podemos identificar lo que hemos hecho, hacer una reparación, y terminar con nuestra culpa.
Si después de hacer una reparación, la otra persona no está dispuesta a soltar el asunto, o si la otra persona quiere que suframos el problema con ella un tiempo, ese es su asunto. No tenemos que reaccionar (ni hacer algo que pudiera requerir de otra reparación), y no tenemos que estancarnos en el asunto.Tampoco tenemos que disculparnos cuando no hemos hecho nada malo. Por muchas razones, quizá tengamos el hábito de pedir disculpas cuando no es necesario.
Un sentimiento de vergüenza puede llevarnos a pedir disculpas por estar vivos, por estar aquí, y por ser quienes somos. Algunos de nosotros podemos sentir que somos un estorbo y pedir disculpas por casi todas las interacciones que tenemos. Este no es el propósito de este Paso.
Quizá tengamos el hábito de pedir disculpas por el comportamiento de otra persona o de disculparnos automáticamente cuando la otra persona se enoja.
Podemos aprender a examinar nuestros comportamientos y ver qué hicimos y qué no. Podemos aprender a discernir cuándo hemos hecho algo que legítimamente requiere de una disculpa y cuándo nuestra codependencia está empujándonos a decir que lo sentimos.
A veces, las disculpas generales sirven. No todos los problemas son claros, especialmente los que tienen que ver con la codependencia. A veces, se puede limpiar el ambiente sencillamente diciendo, «Me disculpo por la bronca que tuvimos. Siento mucho la forma en que manejé el incidente. Se me mezclaron otros asuntos, y siento que haya sucedido».
A veces yo he dicho, «Lo siento si lo que necesito hacer para cuidar de mí misma te lastimó. No fue mi intención ni designio hacer eso».
Pero no tenemos que volvernos «codependientes» respecto de nuestras disculpas. No tenemos que disculparnos por nuestro enojo, sólo por los comportamientos inapropiados que producen el enojo. No tenemos que disculparnos porcuidar de nosotros mismos, por manejar nuestros sentimientos, por poner límites, por divertirnos, por sentirnos bien, o por sanar. No tenemos que pedir disculpas porque otros tratan de controlarnos y nos llevan a sentirnos culpables. No tenemos que pedir disculpas por existir, por estar aquí, y por ser quienes somos.
No tenemos que disculparnos por no querer recibir abuso o maltrato. Si nos estamos ocupando de dar disculpas por los comportamientos de otra persona, no dejamos espacio para que las personas que en verdad necesitan disculparse, lo hagan.
No tenemos que repetir nuestras disculpas. Eso irrita. Si alguien quiere seguir sacándonos disculpas por el mismo incidente, ése es su problema, y no tenemos porqué engancharnos. Si sentimos que tenemos que seguir disculpándonos, puede ser que necesitamos regresar al problema original y ver qué está sucediendo.

A veces, no llenamos nuestras propias expectativas. Eso es humano. Por ello tenemos las palabras, «Lo siento». Estas curan, y puentean la brecha.
Pero no tenemos que decir que lo sentimos si no hicimos nada malo.

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Reflexión del Dia: 14 de Enero



HICIMOS UNA LISTA DE TODAS AQUELLAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS (Octavo Paso de CoDA).
HACER LA LISTA
Al trabajar este Paso, tal vez la primera lista que queramos elaborar es de aquellos que nos han perjudicado o dañado.
Hemos sido dañados. Hemos permitido que nos dañen. A veces, de niños, no tuvimos elección ni manera de protegernos. A veces nos sentimos perjudicados por muchos, y no sólo de niños.
¿Quién nos dañó? ¿Quién sentimos que nos victimizó, maltrató, usó, o abusó de nosotros? ¿Quién nos rechazó, despreció, o causó dolor? ¿Hacía quién sentimos resentimiento, temor, o a quién evitamos ver porque nos ha dañado? ¿A quién rechazamos por lo que ha hecho y por nuestra incapacidad de cuidar de nosotros mismos con esa persona?
Haz una lista. Pon todos los nombres que se te ocurren en esa lista. Si has hecho tu trabajo de inventario a conciencia, debiste haber sacado a luz la mayoría de los detalles y quejas. Si encuentras que afloran nuevos pensamientos que necesitas trabajar por escrito, toma el tiempo para hacerlo.
Nadie es inmune. Vecinos, amistades, familiares, mamá, papá, hermanos, esposos, novios, amigas, amantes, empleados, jefes, compañeros de trabajo, de escuela. Regresa al pasado.
¿Quién te lastimó? ¿Quién te desilusionó? ¿Qué relaciones te dejan un sentimiento de dolor o amargura?
Esta es una lista importante, es tu oportunidad de sacarlo todo. Pon todo los nombres que se te ocurren en esta lista, de todos los que te deben una reparación. Recuerda, hemos empezado un proceso de curación profunda, así que tómate el tiempo que necesitas para ser tan abarcador como sea posible. Tú eres la persona que se beneficiará con el esmero que pongas.
Una vez que has terminado la lista, ponla a un lado. Toma otra hoja de papel y haz tu segunda lista. Esta lista es tan importante como la primera. Esta es la lista de personas a quienes has dañado.
Ahora estamos entrando a un trabajo exigente y específico. Con frecuencia, ayuda pedir Guía Divina y sabiduría al embarcarnos en este proyecto. ¿A quién, exactamente, hemos dañado con nuestros comportamientos codependientes? No te reprimas ahora preocupándote si vas a tener que pedir disculpas a estas personas o qué vas a decir, o si te sentirás absurdo. Aún no es tiempo de abordar estos asuntos. Por el momento, estamos enfocados a hacer una lista detallada de aquellos a quienes hemos dañado.
¿Quiénes son las personas con las que nos sentimos más a la defensiva o de las que nos tenemos que proteger? ¿Quién fue blanco de la mayor parte de nuestros esfuerzos por controlar o sobrecuidar? ¿Existió algún adicto o alguien fuera de control que obsesivamente queríamos controlar?
¿Quién fue objeto de nuestra ira y enojo? ¿Hay personas aquienes hemos avergonzado o culpado?
Recuerda, no estamos justificando en este momento.
¿Quienes son las personas que más tememos encontrar, porque tenemos asuntos no resueltos con ellos? ¿Con quienes nos sentimos más incómodos? ¿A quién, exactamente, hemos dañado en este viaje mientras luchábamos por sobrevivir? ¿Con quién nos hemos comportado de una manera que nos hace sentir incómodos? ¿Con qué personas, en qué relaciones nos gustaría restablecer la paz y la salud?
Muchos de nosotros encontramos que los miembros de nuestra familia inmediata entran en esta lista. Muchos de nosotros encontramos que nuestros hijos toman primer lugar. Es difícil ser nutridores, amorosos, respetuosos y estar presentes para llenar las necesidades de nuestros hijos en forma adecuada si nunca hemos sido nutridos o amados, si todo lo que conocemos es el control y la vergüenza, y si nosotros mismos estamos doblados de dolor. Estar sin límites, no
poder marcar los límites apropiados con nuestros hijos, es dañarlos.
Conforme hagamos esta lista, seamos firmes pero compasivos con nosotros mismos. Evitemos revolcarnos en la culpa. Sentir culpa y vergüenza no es el propósito de esta lista. La meta aquí es terminar con la culpa y la vergüenza.
Piensa en tus relaciones amorosas, pero no te quedes en el comportamiento de la otra persona.
¿Cuáles fueron tus comportamientos inapropiados en estas relaciones? Si no estas seguro, pídele a Dios que te muestre. Pídele a Dios que traiga a tu mente cualquier comportamiento o incidente que necesitas trabajaren esta lista.
¿Y los miembros de tu familia extendida? ¿En dónde hay discordia o desavenencia con la familia?

Muchos ponen entre los primeros de la lista a miembros de la familia política, también.
Considera tu historia laboral. ¿Existe un jefe o empleado a quien no le diste lo que te comprometiste a dar, debido a tu codependencia?
No te vuelvas obsesivo. No te enredes innecesariamente en cosas irrelevantes o faltas imaginadas. Observa tu comportamiento con la mente tranquila y deja que los nombres que necesitan estar en tu lista emerjan.
Ahora, vayamos a las finanzas. ¿A quién debes dinero como resultado de tu codependencia? Pon sus nombres en la lista. Quizá pedimos prestado y no hemos pagado. A lo mejor mentimos o manipulamos, por temor o para sobrevivir, para conseguir dinero que no era legítimamente nuestro.
Quizá nos enredamos tanto en nuestra codependencia que descuidamos nuestras responsabilidades fiscales. Pon los nombres de las personas a quienes nosotros, no otros, le debemos dinero.
Revisemos amistades y nuestra conducta en estas relaciones. ¿Hemos descuidado a alguien importante? ¿Existen personas a quienes hemos rescatado una y otra vez por nuestra codependencia, para luego quedarnos resentidos con ellas porque estamos cansados de asumir la responsabilidad por su comportamiento?
Este Paso requiere revisar nuestra alma. No es un Paso para castigarnos ni tampoco un Paso para recordarnos nuestra necesidad de sentirnos culpables. Es un Paso para liberarnos de culpas, ansiedad, y discordia.
Debemos estar abiertos a dejarnos guiar conforme trabajemos este Paso. Con frecuencia nuestra tendencia es sentirnos culpables de todo lo que hemos hecho y de todos con los que hemos estado en contacto. Mucho de lo que estamos sintiendo que llamamos codependencia es culpa inmerecida. Si nos encontramos enredándonos en culpas no merecidas, puede ayudar hacer otra lista de personas a las que no hemos dañado, pero con quienes nos sentimos culpables de todas
formas. A veces, si tenemos una abundancia de culpa inmerecida con alguna persona en particular, podríamos tratar de mirar atrás de ésta para ver si no anda por ahí algún daño o coraje oculto, un coraje que se disfraza de culpa.
Haz una lista. Ponlo por escrito y sácalo. ¿A quién hemos dañado?

(Melody Beattie de su Guía de los Doce Pasos).

Superar la Codependencia

Oct13_295 (1)

Hay una inmensa sabiduría en la Oración de la Serenidad, de los Grupos de 12 Pasos y dice:

“Dios dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y
sabiduría para distinguir la diferencia”.

Lo que NO podemos cambiar es al otro, su conducta, sus pensamientos, sus sentimientos. Lo que podemos cambiar es a nosotros mismos, nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
Pistas para superarla:
. Trabajar en sanar nuestros sentimientos: Los sentimientos son nuestra brújula interna, que nos indican necesidades y al cubrirlas llegamos a la plenitud.
. Educar la mente: si nos damos cuenta, la mayoría de las veces nuestra mente, nuestros pensamientos se encuentran en el futuro (temiendo o deseando algo que creemos va a suceder) o en el pasado (con resentimientos o añoranzas). Al poner la atención en nuestros sentidos, vivimos el presente. Cuidar al “monito borracho” de nuestra mente que va de pensamiento en pensamiento. La mayoría de las veces que sufrimos, lo hacemos gratis: existe sólo en nuestra mente, no en la realidad. Por ejemplo, tu hijo, marido, quedó en estar en casa a determinada hora y no ha llegado.
Tú empiezas a imaginar que le ha pasado lo peor y sufres tremendamente. Con cada pensamiento de sufrimiento tu cuerpo segrega cantidad de toxinas que te envenenan. Pasan las horas y él llega sano y salvo. Tu sufrimiento se cambia en coraje y todas esas horas de dolor fueron gratuitas: te lo imaginaste, pero no pasó en realidad.
Educar la mente, es aprender a observarla, a detenerla y a decidir qué clase de pensamientos decides tener y cuáles no.
. Creer en los hechos, no en las palabras: a menos que los hechos respalden que puedas creer en las palabras.
. Cubrir nuestras necesidades: Las necesidades que queremos que alguien nos cubra, sean materiales o afectivas, cubrirlas nosotros. Cuando queremos que alguien haga algo positivo, preguntarnos si no somos nosotros quienes lo queremos hacer.
. Poner a los demás y a nosotros mismos los límites que necesitamos: hay señales, como si de un semáforo rojo se tratara, que nos indican cuando necesitamos marcar límites: cuando nos sentimos victimados, abusados, enojados, cuando nos quejamos y lamentamos, es hora de marcar límites y de ver qué límites hemos traspasado.
. Escucharnos: escuchar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros sueños, anhelos, gustos. Escuchar nuestro cuerpo. Observar cómo respondemos.
. Desarrollar la autoestima: trabajando en nuestras imperfecciones y potencializando los dones que tenemos.
. Crecer espiritualmente: Buscando constantemente la “magia” de la vida, descubriendo al Creador Supremo, viéndolo en mil cosas. Trabajando en las imperfecciones, limitaciones, en nuestra parte “oscura”.
. Cuidar de nosotros, sin importar qué suceda y con quién estemos: conocer y ejercer nuestros derechos personales. Somos la única persona con la que estaremos toda nuestra vida a cada instante, por lo tanto, somos a quien más necesitamos cuidar.
. Desapegarnos, desprendiéndonos del cuidado obsesivo por otros, para hacerlo por nosotros mismos: en el desprendimiento hay mucho amor y respeto; respeto a tu capacidad de crecer, a tu capacidad de manejar tus problemas,
al modo como quieres vivir tu vida, y amor, amor a tu única individualidad, amor a la esencia del ser que eres. En el desprendimiento cambiamos la energía hacia nosotros: Dejamos de meter la mano en responsabilidades de otros y empezamos a hacernos cargo de nuestras responsabilidades: explorar nuestros sentimientos, satisfacer nuestras
necesidades y luchar por nuestros derechos teniendo límites claros. El desprendimiento es el primer paso hacia la desvictimización, dejamos de ser víctimas de otros, de nosotros mismos, de nuestra historia personal, de la vida. Nos hace ver nuestra impotencia ante lo que no podemos controlar, para que recuperemos nuestro poder personal.

“Dejar ir” es permitir a los otros, que se hagan responsables de sus vidas.
”Dejar ir”, es no criticar y manejar a alguien, sino convertirme en lo que sueño ser.

(Tomado del Libro: LIBÉRATE DE SER REDENTORA de Berenice Sáinz Gómez)
tumblr_mqq4ivpL641st5lhmo1_1280

¡Un modo mejor!

cropped-402923_452606244762921_1129806379_n.jpg

¿Qué es exactamente el desapego?
Primero, aclaremos lo que no es el desapego.

El desapego no es un alejamiento frío, hostil; no es una aceptación resignada y desesperante de todo aquello que la vida y la gente nos tire en el camino; no es una manera robótica de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a la gente y a los problemas; no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un desentendimiento de lo que son nuestras verdaderas responsabilidades hacia nosotros mismos y hacia los demás; ni una ruptura en nuestras relaciones. Tampoco es que retiremos nuestro amor y nuestra solicitud, aunque a veces estas formas de desapegarnos pueden ser las mejores a seguir, por el momento.

De una manera ideal, desapegarnos es liberarnos o apartarnos de una persona o de un problema con amor. Mental, emocional y a veces físicamente nos desembarazamos de nuestro involucramiento insano ( y a menudo doloroso ) con la vida y responsabilidades de otra persona, y de los problemas que no podemos resolver, de acuerdo con un manual titulado Desapego que ha circulado durante muchos años en los grupos Al-Anón.
El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no nos sirve de nada. Adoptamos una política de no meter las manos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras.
Si la gente se ha fabricado desastres a sí misma, le permitimos enfrentar las consecuencias. Le permitimos a la gente ser como es en realidad. Le damos la libertad de ser responsable y de madurar. Y nos damos a nosotros mismos la misma libertad. Vivimos nuestra propia vida al máximo de nuestra capacidad. Luchamos para discernir qué es lo que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar. Luego dejamos de tratar de cambiar aquello que no podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un problema, y luego dejamos de hacernos la vida de cuadritos.
Si no podemos solucionar un problema después de intentarlo seriamente, aprendemos a vivir con ese problema o a pesar de él. Y tratamos de vivir felices, concentrándonos heroicamente en lo que de bueno tiene la vida hoy, y sintiéndonos agradecidos por ello. Aprendemos la mágica lección de que sacarle el máximo provecho a lo que tenemos multiplica lo bueno en nuestras vidas.
El desapego implica – ” vivir el momento presente” – vivir en el aquí y en el ahora -. Permitimos que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada día.
El desapego también implica aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo. Nos liberamos de nuestros pesares y preocupaciones y nos damos a nosotros mismos la libertad para disfrutar de la vida a pesar de nuestros problemas no resueltos.
Confiamos en que todo está bien a pesar de los conflictos. Confiamos en que Alguien más grande que nosotros sabe, ha ordenado y se preocupa de lo que está sucediendo. Entendemos que este Alguien puede hacer mucho más por resolver el problema que nosotros. De modo que tratamos de no estorbar su camino y dejar que Él lo haga. A su tiempo, sabremos que todo está bien porque vemos cómo las cosas más extrañas ( y a veces, las más dolorosas) se solucionan de la mejor manera y en beneficio de todos.
Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe: Significa que aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos. Dejamos de crear un caos en nuestra mente y en nuestro medio ambiente. Cuando no nos hallamos reaccionando de un modo ansioso y compulsivo, nos volvemos capaces de tomar buenas decisiones acerca de cómo amar a la gente y de cómo solucionar nuestros problemas. Nos liberamos para comprometernos y para amar de modo que podamos ayudar a los demás sin lastimarnos a nosotros mismos.
Las recompensas que el desapego nos brinda son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas.
Encontramos la libertad para vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o responsabilidad hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas. Dejamos de mortificarnos por ellos y lo perciben, de modo que finalmente comienzan a preocuparse por ellos mismos. Cada quien atiende sus propios asuntos.
El desapego es una acción y un arte. Es un modo de vida. ¿ Cómo nos desapegamos? ¿Cómo separamos nuestras emociones, nuestra mente, espíritu y cuerpo de la agonía del involucramiento?
Lo mejor que podemos. Y, probablemente, un poco torpemente al principio. Un antiguo dicho de A A y de Al-Anón sugiere una fórmula de tres partes llamada honestamente, abiertamente y con voluntad de intentarlo.

Si nos desapegamos, estamos en una mejor posición para trabajar sobre (o a través) de nuestras resentidas emociones. Si estamos apegados, probablemente no hagamos nada más que estar siempre irritados.

(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
1966865_749750265044559_208735832_n