Responder adecuadamente a nuestros sentimientos también significa que asumimos la responsabilidad de ellos. Los sentimientos de cada persona le pertenecen a ella. Nadie hace que otro sienta; nadie es responsable en último término por nuestros sentimientos excepto nosotros mismos, no importa qué tanto insistamos nosotros en que lo sean. La gente puede ayudarnos a sentir, pero no hace que sintamos. La gente tampoco puede cambiar tampoco puede cambiar la manera en que nos sentimos. Sólo nosotros podemos hacerlo. Más aún, no somos responsables por los sentimientos de nadie más, aunque somos responsables de elegir ser considerados con los sentimientos de los demás. La gente responsable elige hacer eso, en ocasiones. Sin embargo, muchos codependientes se extralimitan en ello. Necesitamos también tener consideración con nuestros sentimientos. Nuestros sentimientos son reacciones a las circunstancias de la vida. Así, la etiqueta social requiere que cuando discutimos un sentimiento con alguien, decimos “Siento esto y aquello cuando tú haces esto o aquello porque…” y no “Me haces sentir…”
Sin embargo, podemos querer tomar otra decisión acerca de cómo manejar nuestros sentimientos. Esto es verdad especialmente si reaccionamos consistentemente ante la conducta de alguien con una gran cantidad de dolor emocional, y que aun después de informarle acerca de este dolor a la persona, él o ella nos lo siguen causando. Quizá no necesites de tanta ayuda para sentir. Recuerda, los sentimientos son indicadores y motivadores. Observa los patrones en nuestros sentimientos. Nos dicen mucho acerca de nosotros y de nuestras relaciones.
A veces, manejar los sentimientos significa la necesidad de un cambio en la manera de pensar. Muchas terapias reconocen una correlación directa entre lo que pensamos y lo que sentimos. Hay una conexión. Lo que pensamos influye en cómo nos sentimos. A veces los patrones de pensamiento inadecuados, inapropiados o exagerados provocan nuestras emociones o hacen que estas permanezcan más de lo necesario. Si pensamos que algo es horrible, que nunca se mejorará, y que simplemente no debe ser, nuestros sentimientos serán intensos. A esto le llamo pensar desastrosamente. Por eso es importante, luego de haber sentido nuestras emociones, examinar nuestro pensamiento. Que lo saquemos a la luz. Si es inadecuado, entonces ya sabemos qué tenemos que hacer pan resolver nuestro problema, ¿no es así?
(Melody Beattie de su Libro Ya no seas Codependiente).
Día: 20 de abril de 2019
Meditación 20 de Abril… Estás justo donde debes estar
Un día, cuando era nuevo en la recuperación de la dependencia química, analicé mi situación de vida, mi trabajo y mis relaciones. Nada se sintió bien. Una sensación crónica de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado estaba anulando todo lo que hice. Mi vida se sentía como una serie continua de errores.
Había escuchado hablar sobre un terapeuta brillante, uno que fue particularmente eficaz en llegar a los problemas centrales. Lo que sea que estaba sucediendo en mi núcleo, quería que se resolviera.
El problema era que este terapeuta vivía lejos en un área rural. No tenía auto. Tendría que tomar el autobús. Vio gente solo durante la semana. Trabajaba de nueve a cinco, de lunes a viernes. Y sus tarifas, aunque bien merecidas, eran altas para mi presupuesto.
Ahorré suficiente dinero para pagar una sesión. Luego hice una cita. Estaba tan emocionada.
El gran día llegó. Comencé mi serie de viajes en autobús (tuve que transferir tres veces) a las 5:00 p.m., cuando terminé el trabajo. Para las 7:30 de la tarde, llegué a la finca donde vivía y trabajaba este terapeuta. Estaba exhausto pero eufórico cuando finalmente me senté frente a este oso de peluche de un hombre que había ayudado a tantas personas a progresar en sus vidas.
En detalles elaborados, comencé a contar lo que estaba sucediendo en mi vida. Le expliqué que me estaba recuperando, tratando de hacer las cosas bien, yendo a mis grupos de apoyo, haciendo las paces con las personas que había lastimado, pero nada me parecía bien. Una sensación crónica de malestar plagó mi vida, sin importar lo que hice.
Escuchó lo que dije. Luego se reclinó en su silla.
«Melody», dijo con calma, con confianza.
«¿Sí?»
«Estás justo donde debes estar».
La sesión terminó.
Reuní mis cosas, caminé las dos cuadras hacia la parada de autobús, y monté varios autobuses de regreso a mi pequeño cubículo de un departamento en South Minneapolis. La lección se quedó conmigo de por vida. Cuando nada en nuestras vidas se siente bien, a veces la respuesta es no hacer más o buscar frenéticamente el milagro que necesitamos. El milagro viene cuando aceptamos, creemos y confiamos en que quienes somos ahora es lo que necesitamos ser.
Ahórrate el tiempo, el dinero y el viaje.
Sé tu propio gurú
«Dios, gracias por donde estoy hoy. Ayúdame a confiar en eso cuando necesite estar en otro lugar, naturalmente me moverás a ese lugar».
(Melody Beattie de su Libro Mas del lenguaje del Adiós).