La mayoría de los codependientes sufre de esa vaga pero penetrante aflicción que es la baja autoestima. No nos sentimos bien con nosotros mismos, no nos gustamos, y ni siquiera pensamos en amarnos a nosotros mismos.
Para algunos de nosotros tener una baja autoestima es quedarnos cortos. No sólo no nos gustamos, sino que nos odiamos a nosotros mismos. No nos gusta nuestra apariencia. No soportamos nuestro cuerpo. Pensamos que somos tontos, incompetentes, faltos de talento, y, en muchos casos, indignos de ser amados.44 Pensamos que nuestros pensamientos son malos e inadecuados. Pensamos que nuestros sentimientos son equivocados e impropios.
Creemos que no somos importantes, y aunque nuestros sentimientos no sean equivocados, pensamos que no importan. Estamos convencidos de que nuestras necesidades no son importantes. Y nos abochornamos por los deseos o los planes de otro. Pensamos que somos inferiores y diferentes al resto del mundo, no únicos, sino bizarra e inadecuadamente distintos. Nunca nos hemos puesto de acuerdo con nosotros mismos, y nos miramos no a través de esos cristales de color de rosa, sino a través de una película sucia, marrón-gris.
Podemos haber aprendido a disfrazar nuestros verdaderos sentimientos acerca de nosotros mismos vistiéndonos bien, peinándonos bien, viviendo en la casa correcta, y trabajando en el empleo correcto. Podemos presumir de nuestros logros, pero bajo las galas se encuentra un calabozo dentro del cual secreta e incesantemente nos castigamos y nos torturamos. En ocasiones, podemos castigarnos abiertamente ante el mundo entero, diciendo cosas degradantes acerca de nosotros mismos. A veces, llegamos incluso a pedir a otros que nos ayuden a odiarnos a nosotros mismos, como cuando permitimos que ciertas personas o costumbres religiosas nos ayuden a sentirnos culpables, o cuando le permitimos a la gente que nos lastime. Pero nuestros peores latigazos nos los damos en privado, dentro de nuestras mentes.
(Melody Beattie de su Libro Ya No Seas Codependiente).
Día: 23 de abril de 2019
Meditación 23 de Abril… Curación
Debemos aprender a no impacientarnos con el lento proceso de curación del tiempo. Debemos disciplinarnos a nosotros mismos para reconocer que hay muchos pasos que tomar a lo largo de la carretera que conduce desde el dolor a la renovada serenidad. Debemos anticipar estas etapas en nuestra convalecencia emocional: dolor insoportable, dolor conmovedor, días vacíos, resistencia al consuelo, desinterés en la vida, ceder gradualmente al nuevo tejido de un patrón de acción y la aceptación del desafío irresistible de la vida. (JOSHUA LOTH LIEBMAN).
La recuperación es un proceso. Es un proceso gradual, un proceso de curación y un proceso espiritual, un viaje en lugar de un destino.
Así como la codependencia adquiere vida propia y es progresiva, la recuperación progresa. Una cosa lleva a otra y las cosas, así como nosotros, mejoran.
Podemos relajarnos, hacer nuestra parte y dejar que el resto suceda.
«Hoy, confiaré en este proceso y en este viaje que he emprendido».
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Serie de Meditaciones).